Imagen: Diario de Avisos / Anthony // |
Anthony no se sintió libre hasta que llegó a Tenerife: “Me hace gracia escuchar en la tele que solo los modernos hablan de LGTBIfobia”.
El médico palmero denuncia que "la mayoría de las personas LGTBI sufre episodios de acoso desde el colegio"-
Luis Rabionet | Diario de Avisos, 2021-07-08
https://diariodeavisos.elespanol.com/2021/07/anthony-no-se-sintio-libre-hasta-que-llego-a-tenerife-me-hace-gracia-escuchar-en-la-tele-que-solo-los-modernos-hablan-de-lgtbifobia/
Anthony ve la televisión mientras desayuna, justo antes de esta entrevista. El contenido que ofrece en ese momento una de las cadenas nacionales es monotemático: la trágica muerte de Samuel Luiz, de 24 años, a manos de un grupo de individuos que le golpeó presuntamente al grito de “maricón de mierda”, un suceso que tuvo lugar en la madrugada del pasado sábado en los alrededores de una discoteca en A Coruña. Horas más tarde, el joven murió en el hospital y la mayor parte de España quedó conmocionada. Anthony, que nació en La Palma, solo puede esbozar una sonrisa irónica cuando algún tertuliano dice que “ahora los modernos hablan de LGTBIfobia”, como si esta lacra social tuviera su punto de partida en el crimen de Samuel. Nada puede estar más lejos de la realidad. “La mayoría de personas LGTBI ha sufrido episodios de acoso en el colegio, instituto o entorno laboral”, asevera el canario, que a lo largo de sus 25 años ha vivido “anécdotas” de este tipo, “algunas sutiles y otras evidentes”.
“Yo no podía salir de fiesta y estar con el chico que me gustaba porque muchos te miraban y criticaban”, afirma Anthony. Él también fue víctima del ‘qué dirán’ hasta que vino a Tenerife para estudiar Medicina. “Mi orientación sexual estuvo en el armario hasta los 17 años; solo la sabían mi madre y mis amigos cercanos”. Y fue precisamente en la ‘isla picuda’ donde empezó a darse cuenta de que no hay ningún problema en tener una orientación sexual no normativa. “Cuando vives en Tenerife o Gran Canaria pasas más desapercibido que en La Palma, El Hierro o La Gomera”; si bien, “gracias a colectivos como Violetas en La Palma, que trabaja la diversidad afectivo-sexual, eso se está viendo reducido”.
El joven médico palmero destaca algunos episodios desagradables de su niñez y adolescencia que le marcaron sobremanera. “Siempre recuerdo la escena en que venía el grupito de los cuatro machitos de clase y las chicas se ponían en un círculo para protegerme porque no paraban de insultarme”. En el instituto también sintió que ese ‘dedo opresor’ le señalaba. “En muchos recreos se referían a mí como ‘este chico’, ‘el gay’ o se ponían delante y hacían expresiones que me hacían sentir mal”. Con tal de evitar el encontronazo, Anthony sacrificó parte de su juventud recluido en una suerte de coraza que le impedía decirle al mundo quién era. “Siempre me gustó un chico, pero por cuestiones relacionadas con la autoestima y este planteamiento de no ser abiertamente LGTBI nunca tuve una relación de pareja en mi etapa de instituto. Hasta que llegué a la universidad no tuve esa oportunidad. No puedo contar algo bonito porque no existió”.
Los años han pasado y el joven médico ha ganado en valentía. Y talento tiene de sobra. Ahora coordina el proyecto ‘Espacio Cero’, un servicio de salud sexual y detección precoz de VIH, sífilis y hepatitis C en la Asociación LGTBIQ+ Diversas.
No obstante, el paso del tiempo y los avances sociales en España para el colectivo LGTBI, como las leyes aprobadas recientemente en el Congreso y en el Parlamento de Canarias, no han sido suficientes para acabar con la LGTBIfobia. Anthony, por ejemplo, sigue prefiriendo no ir a bares “heteronormativos” si no le acompañan sus amigas con tal de evitar situaciones desagradables y todavía recuerda el último mal trago que pasó durante un simple trayecto en guagua del Aeropuerto de Tenerife Norte al centro de La Laguna. “Estaba sentado con mi novio y el conductor no dejaba de mirarnos y de hacer comentarios sobre nosotros”.
Episodios como los que acaba de relatar este palmero de 25 años ocurren a diario en todos los sectores de la sociedad. “Pensamos que todo está conseguido, que las personas LGTBI tienen ya todas las leyes y derechos, pero cuando suceden cosas como el asesinato de Samuel, nos damos cuenta de lo importante que son los momentos reivindicativos como el Orgullo”.
“Yo no podía salir de fiesta y estar con el chico que me gustaba porque muchos te miraban y criticaban”, afirma Anthony. Él también fue víctima del ‘qué dirán’ hasta que vino a Tenerife para estudiar Medicina. “Mi orientación sexual estuvo en el armario hasta los 17 años; solo la sabían mi madre y mis amigos cercanos”. Y fue precisamente en la ‘isla picuda’ donde empezó a darse cuenta de que no hay ningún problema en tener una orientación sexual no normativa. “Cuando vives en Tenerife o Gran Canaria pasas más desapercibido que en La Palma, El Hierro o La Gomera”; si bien, “gracias a colectivos como Violetas en La Palma, que trabaja la diversidad afectivo-sexual, eso se está viendo reducido”.
El joven médico palmero destaca algunos episodios desagradables de su niñez y adolescencia que le marcaron sobremanera. “Siempre recuerdo la escena en que venía el grupito de los cuatro machitos de clase y las chicas se ponían en un círculo para protegerme porque no paraban de insultarme”. En el instituto también sintió que ese ‘dedo opresor’ le señalaba. “En muchos recreos se referían a mí como ‘este chico’, ‘el gay’ o se ponían delante y hacían expresiones que me hacían sentir mal”. Con tal de evitar el encontronazo, Anthony sacrificó parte de su juventud recluido en una suerte de coraza que le impedía decirle al mundo quién era. “Siempre me gustó un chico, pero por cuestiones relacionadas con la autoestima y este planteamiento de no ser abiertamente LGTBI nunca tuve una relación de pareja en mi etapa de instituto. Hasta que llegué a la universidad no tuve esa oportunidad. No puedo contar algo bonito porque no existió”.
Los años han pasado y el joven médico ha ganado en valentía. Y talento tiene de sobra. Ahora coordina el proyecto ‘Espacio Cero’, un servicio de salud sexual y detección precoz de VIH, sífilis y hepatitis C en la Asociación LGTBIQ+ Diversas.
No obstante, el paso del tiempo y los avances sociales en España para el colectivo LGTBI, como las leyes aprobadas recientemente en el Congreso y en el Parlamento de Canarias, no han sido suficientes para acabar con la LGTBIfobia. Anthony, por ejemplo, sigue prefiriendo no ir a bares “heteronormativos” si no le acompañan sus amigas con tal de evitar situaciones desagradables y todavía recuerda el último mal trago que pasó durante un simple trayecto en guagua del Aeropuerto de Tenerife Norte al centro de La Laguna. “Estaba sentado con mi novio y el conductor no dejaba de mirarnos y de hacer comentarios sobre nosotros”.
Episodios como los que acaba de relatar este palmero de 25 años ocurren a diario en todos los sectores de la sociedad. “Pensamos que todo está conseguido, que las personas LGTBI tienen ya todas las leyes y derechos, pero cuando suceden cosas como el asesinato de Samuel, nos damos cuenta de lo importante que son los momentos reivindicativos como el Orgullo”.
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