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Begoña Gómez Urzaiz | La Vanguardia, 2021-07-05
https://www.lavanguardia.com/vida/20210705/7578604/crimen-coruna-samuel.html
Samuel Luiz tenía 24 años. Era un crío de siete u ocho cuando se aprobó en España el matrimonio igualitario. Atravesó la adolescencia rodeado de referentes políticos, sociales y mediáticos que iban normalizando lo LGTBQ. No sé si Samuel tuvo que salir del armario o si, como tantos chicos ‘queer’ de su generación, ya nunca llegó a pisarlo. No sé si le insultaron mucho en el colegio. No sé si de crío llegó a vivir un primer amor idealizable, ese privilegio de los heterosexuales normativos. Pero sí sé que creció en un país en el que la homofobia, como mínimo, estaba mal vista.
Sus amigas Vanesa y Lina, testigos de la agresión (una en persona, la otra a través del móvil) explicaron al periodista Brais Roma, de ‘El Mundo’, que Samuel nunca había escondido su identidad, que estaba rodeado de familia y amigos que le querían. “Jamás pensó que podría ocurrirle algo así”, dicen las amigas en la misma crónica.
¿Por qué iba a pensarlo? Hasta hace nada creíamos que las agresiones homófobas eran algo que sucedía en Hungría o en las docuseries sobre los noventa.
Antes de aterrorizarle, la primera frase que le dijo su principal agresor, debió de sorprenderle: “O paras de grabar o te mato, maricón”.
Todo está aún emborronado, pero la policía gallega está trasladando a los medios que no hubo motivación homófoba en el ataque, que no se trataría de un crimen de odio sino de “un malentendido”. En su afán por fijar esa versión, ‘La Voz de Galicia’ llegó a publicar que Samuel “iba con su novia” esa noche, un dato que podría haber desmentido cualquiera.
Incluso si los asesinos de Samuel Luiz, al parecer una docena de personas entre agresores y cómplices, no salieron esa noche con la intención de “bajarse homosexuales” –la expresión pertenece a cuatro desacomplejados chavales de San Sebastián que se grabaron en Twitch haciendo chanzas sobre cuántos gais sería capaz de matar cada uno–, lo que salió de la boca de los agresores fue esa palabra, que creíamos reapropiada al léxico del colegueo y la farándula.
Lo que te llaman mientras te matan importa. Cuántas mujeres asesinadas no habrán oído “puta” justo antes de morir. Y a Samuel Luiz, mientras le golpeaban, le decían “maricón”.
Sus amigas Vanesa y Lina, testigos de la agresión (una en persona, la otra a través del móvil) explicaron al periodista Brais Roma, de ‘El Mundo’, que Samuel nunca había escondido su identidad, que estaba rodeado de familia y amigos que le querían. “Jamás pensó que podría ocurrirle algo así”, dicen las amigas en la misma crónica.
¿Por qué iba a pensarlo? Hasta hace nada creíamos que las agresiones homófobas eran algo que sucedía en Hungría o en las docuseries sobre los noventa.
Antes de aterrorizarle, la primera frase que le dijo su principal agresor, debió de sorprenderle: “O paras de grabar o te mato, maricón”.
Todo está aún emborronado, pero la policía gallega está trasladando a los medios que no hubo motivación homófoba en el ataque, que no se trataría de un crimen de odio sino de “un malentendido”. En su afán por fijar esa versión, ‘La Voz de Galicia’ llegó a publicar que Samuel “iba con su novia” esa noche, un dato que podría haber desmentido cualquiera.
Incluso si los asesinos de Samuel Luiz, al parecer una docena de personas entre agresores y cómplices, no salieron esa noche con la intención de “bajarse homosexuales” –la expresión pertenece a cuatro desacomplejados chavales de San Sebastián que se grabaron en Twitch haciendo chanzas sobre cuántos gais sería capaz de matar cada uno–, lo que salió de la boca de los agresores fue esa palabra, que creíamos reapropiada al léxico del colegueo y la farándula.
Lo que te llaman mientras te matan importa. Cuántas mujeres asesinadas no habrán oído “puta” justo antes de morir. Y a Samuel Luiz, mientras le golpeaban, le decían “maricón”.
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