Imagen: Ara / Pol Galofre, padre trans // |
Pol Galofre: “Mi identidad ahora mismo se define por ser padre trans”.
¿Cómo vive un hombre trans los cambios físicos vinculados con el embarazo y el postparto?
Laura Serra | Ara, 2021-08-26
https://es.ara.cat/misc/pol-galofre-identidad-ahora-define-padre-trans_1_4096534.html
El embarazo de Pol Galofre (Barcelona, 1987) fue noticia: era un hombre trans que decidía gestar y hacer pública su paternidad. Pero quien ha pasado un embarazo sabe que, con el parto, la historia solo ha hecho que empezar. ¿Cómo vive un hombre trans los cambios físicos? ¿Qué relación tiene con un cuerpo al que se le hinchan los pechos y tiene desequilibrios hormonales? "Uf, ha sido un viaje. Tuve que dejar la testosterona para quedarme embarazado. Enseguida ya veía que mi cuerpo empezaba a cambiar y me inquietaba porque no sabes cuánto tiempo tardarás. Te cambia la forma de la cara, la distribución de la grasa en el cuerpo y los pelos: yo tenía pelo por todas partes y solo me queda el de la cara, por suerte. Cuando me quedé embarazado, toda la inquietud desapareció. Estaba superfeliz. Ahora, el postparto es otra pantalla".
Las hormonas del puerperio se sumaron a los habituales problemas con la lactancia –materna, se nos escapa alguna vez–. Esto hizo que tuviera que tomarse hormonas para estimular la producción de leche y se multiplicaron los cambios corporales. Él, sin embargo, llegaba aquí después de años de aprendizajes: "Los pechos los he odiado. Me hice una reducción con 18 años que me reconcilió mucho con ellos, pero usé muchos años camisetas compresoras. No me quería hacer una mastectomía, porque no quería pasar más por el quirófano y quería tener criaturas y lactar. Pensé: gestiónalo. El entorno feminista lo posibilitaba. Y he ido encontrando estrategias hasta llegar a un punto que me la repampinfla si el señor que me atiende en el súper no entiende que tenga tetas y barba". Ahora puede dar el pecho en la calle, pero intenta evitar situaciones incómodas. No va solo a la playa y no va a la piscina. Y no todo lo tiene resuelto. "Mi tema es con la gordura. Y obviamente que está vinculado al género, porque dejar de hormonarme quiere decir engordar. Ha sido muy duro", explica.
Tener una criatura también ha hecho que se replantee el rol de padre. "Con la identidad hombre nunca me he sentido muy cómodo y ahora se suma el concepto padre, que tiene un peso muy grande que yo rechazo. Soy el cuidador principal y no hago nada de lo que se supone que hace un padre y muchas cosas de las que se supone que hace una madre, pero no me siento materno".
Para no reproducir roles y estructuras patriarcales, con su pareja han decidido no marcar el género a la criatura: "Estamos criándole con todo el abanico de posibilidades que existe. No le decimos a nadie qué genitales tiene. La gente cortocircuita, porque nos relacionamos dependiendo del género. Cuando veo que le tratan diferente en función de cómo va vestide hace que me reafirme en la crianza no binaria. La criatura decidirá qué camino quiere elegir, si niño, niña, niñe o el que quiera". Cree que así "no tendrá ni la imposición de la feminidad o la masculinidad obligatorias con todo lo que implican y tendrá lo mejor de todas partes: las curas, la asertividad..." También usan el lenguaje no binario aunque "los filólogos se suban por las paredes": "No puedes pedir a una persona no binaria que hable en masculino porque es neutro. No funciona", dice. Como se ha encontrado con dificultades por el hecho de ser padre trans y compartir inquietudes, ha pensado en crear un espacio de crianza ‘queer’ para hacer comunidad y que los niños no se sientan "bichos raros".
Las hormonas del puerperio se sumaron a los habituales problemas con la lactancia –materna, se nos escapa alguna vez–. Esto hizo que tuviera que tomarse hormonas para estimular la producción de leche y se multiplicaron los cambios corporales. Él, sin embargo, llegaba aquí después de años de aprendizajes: "Los pechos los he odiado. Me hice una reducción con 18 años que me reconcilió mucho con ellos, pero usé muchos años camisetas compresoras. No me quería hacer una mastectomía, porque no quería pasar más por el quirófano y quería tener criaturas y lactar. Pensé: gestiónalo. El entorno feminista lo posibilitaba. Y he ido encontrando estrategias hasta llegar a un punto que me la repampinfla si el señor que me atiende en el súper no entiende que tenga tetas y barba". Ahora puede dar el pecho en la calle, pero intenta evitar situaciones incómodas. No va solo a la playa y no va a la piscina. Y no todo lo tiene resuelto. "Mi tema es con la gordura. Y obviamente que está vinculado al género, porque dejar de hormonarme quiere decir engordar. Ha sido muy duro", explica.
Tener una criatura también ha hecho que se replantee el rol de padre. "Con la identidad hombre nunca me he sentido muy cómodo y ahora se suma el concepto padre, que tiene un peso muy grande que yo rechazo. Soy el cuidador principal y no hago nada de lo que se supone que hace un padre y muchas cosas de las que se supone que hace una madre, pero no me siento materno".
Para no reproducir roles y estructuras patriarcales, con su pareja han decidido no marcar el género a la criatura: "Estamos criándole con todo el abanico de posibilidades que existe. No le decimos a nadie qué genitales tiene. La gente cortocircuita, porque nos relacionamos dependiendo del género. Cuando veo que le tratan diferente en función de cómo va vestide hace que me reafirme en la crianza no binaria. La criatura decidirá qué camino quiere elegir, si niño, niña, niñe o el que quiera". Cree que así "no tendrá ni la imposición de la feminidad o la masculinidad obligatorias con todo lo que implican y tendrá lo mejor de todas partes: las curas, la asertividad..." También usan el lenguaje no binario aunque "los filólogos se suban por las paredes": "No puedes pedir a una persona no binaria que hable en masculino porque es neutro. No funciona", dice. Como se ha encontrado con dificultades por el hecho de ser padre trans y compartir inquietudes, ha pensado en crear un espacio de crianza ‘queer’ para hacer comunidad y que los niños no se sientan "bichos raros".
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