La abogada Michal Eden plantó cara a la religiosidad de su familia sefardí y promueve desde los años 90 la agenda de la comunidad LGTB de Tel Aviv
Natalia Vaquero · Epipress | Información, 2015-05-31
http://www.diarioinformacion.com/cultura/2015/05/31/oasis-medio-infierno-poderoso-lobby/1639336.html
«No era la única persona en Israel que sufría por su orientación sexual», relata.
A Michal Eden (Israel, 1969) se le cayó el mundo encima cuando en pleno entrenamiento de la sección femenina del Ejército sionista sintió algo que para ella no era normal por una de sus compañeras soldados. «No me lo podía explicar», recuerda aún impresionada esta mujer que tras años de luchar contra sus sentimientos y contra su propia familia ha logrado convertir a Tel Aviv en una de las ciudades más potentes del cada vez más poderoso lobby gay, un oasis de tolerancia en el convulso Oriente Medio donde la homosexualidad es un pecado castigado en algunos países hasta con la pena de muerte.
Eden, que pronto encontró en la política una vía de escape para luchar contra la homofobia, impulsó la creación de un registro de parejas homosexuales y se propone ahora legalizar los matrimonios civiles en un país en el que uno sólo se puede casar por el rito ortodoxo.
El proceso que la condujo al éxito no fue nada fácil para una joven de una familia muy religiosa de origen sefardí. La noticia de su lesbianismo dinamitó como un misil la relación que mantenía con sus padres. «Yo le pedí a mi madre dinero para ir a un psicólogo porque no entendía lo que me pasaba», relata en un hotel cercano a la bulliciosa playa de Tel Aviv. La madre de Michal Eden pronto se olió que lo de su hija era cosa de chicas. El padre no lo soportó. «Si eres una lesbiana quiero que te quede muy claro que dejas de ser mi hija», le soltó sin contemplaciones.
La tradicional familia de judíos árabes se desintegró y Michal decidió abandonar su casa mientras soportaba humillaciones y amenazas de su progenitor. «Esta dolorosa experiencia me llevó al activismo por la causa gay», continúa su relato sin perder la sonrisa y antes de mostrar una foto de su hija de ocho años concebida a través de un tratamiento de inseminación artificial apoyada por su expareja que adoptó a la pequeña. Sigue sin tratarse con su padre. Con su madre se lleva algo mejor.
«Me di cuenta de que yo no era la única persona en Israel que sufría por su orientación sexual», relata, así que en 1998 se convirtió en la primera representante de la comunidad de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (LGTB) en el Ayuntamiento de Tel Aviv. Estaba convencida que tenía que luchar contra los prejuicios y contra aquellos políticos que tanto desde el Knesset (el parlamento israelí) como desde el Gobierno atacan a gais y lesbianas subidos a sus púlpitos de judíos ortodoxos.
Eden se afilió al partido Meretz, una agrupación secular de izquierdas, para impulsar la agenda de los homosexuales y creó en 2000 un hogar de acogida para los jóvenes que sufren el repudio familiar tras salir del armario. «Se trata de una acogida temporal, pero es un apoyo muy importante para estos chicos y chicas que se quedan en la calle de una forma tan injusta», afirma. La casa está ahora financiada por el Ayuntamiento de Tel Aviv y por el Ministerio de Bienestar de Israel.
Al hogar acuden sobre todo jóvenes transexuales a los que se les orienta y acompaña en el proceso quirúrgico necesario para cambiar de sexo. «Esta sociedad es muy hipócrita porque por una parte admite la transexualidad hasta el punto de estar presente en el Ejército y por otra no nos permite a las parejas no religiosas contraer matrimonio», lamenta Eden, quien se separó no hace mucho de la «otra» madre de su hija para iniciar una nueva relación con la que sueña casarse.
Israel, que abolió la ley contra la sodomía en 1998, solo registra las uniones no religiosas si se formalizan fuera del país. «Es absurdo tener que salir de tu país para casarte y es algo que sólo pueden hacer las parejas con poder adquisitivo», critica Michal Eden, quien dirige ahora con una amiga una línea telefónica de abogados especializada en atender los problemas de la comunidad homosexual.
«Tenemos que lograr leyes que protejan nuestras relaciones para asegurarnos el cobro de herencia y que los padres y madres adoptivos no tengan que acudir a la Corte Suprema para poder ver a los hijos que han criado», prosigue, no sin antes reconocer los avances que Israel ha hecho desde aquel año de 1990 cuando ella salió del armario. Ahora prepara con ilusión los festejos del Día del Orgullo Gay que congregarán en Tel Aviv el 12 de junio a miles de homosexuales, lesbianas y transexuales de todo el mundo para demostrar la fuerza de este poderoso lobby arcoiris.
Eden, que pronto encontró en la política una vía de escape para luchar contra la homofobia, impulsó la creación de un registro de parejas homosexuales y se propone ahora legalizar los matrimonios civiles en un país en el que uno sólo se puede casar por el rito ortodoxo.
El proceso que la condujo al éxito no fue nada fácil para una joven de una familia muy religiosa de origen sefardí. La noticia de su lesbianismo dinamitó como un misil la relación que mantenía con sus padres. «Yo le pedí a mi madre dinero para ir a un psicólogo porque no entendía lo que me pasaba», relata en un hotel cercano a la bulliciosa playa de Tel Aviv. La madre de Michal Eden pronto se olió que lo de su hija era cosa de chicas. El padre no lo soportó. «Si eres una lesbiana quiero que te quede muy claro que dejas de ser mi hija», le soltó sin contemplaciones.
La tradicional familia de judíos árabes se desintegró y Michal decidió abandonar su casa mientras soportaba humillaciones y amenazas de su progenitor. «Esta dolorosa experiencia me llevó al activismo por la causa gay», continúa su relato sin perder la sonrisa y antes de mostrar una foto de su hija de ocho años concebida a través de un tratamiento de inseminación artificial apoyada por su expareja que adoptó a la pequeña. Sigue sin tratarse con su padre. Con su madre se lleva algo mejor.
«Me di cuenta de que yo no era la única persona en Israel que sufría por su orientación sexual», relata, así que en 1998 se convirtió en la primera representante de la comunidad de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (LGTB) en el Ayuntamiento de Tel Aviv. Estaba convencida que tenía que luchar contra los prejuicios y contra aquellos políticos que tanto desde el Knesset (el parlamento israelí) como desde el Gobierno atacan a gais y lesbianas subidos a sus púlpitos de judíos ortodoxos.
Eden se afilió al partido Meretz, una agrupación secular de izquierdas, para impulsar la agenda de los homosexuales y creó en 2000 un hogar de acogida para los jóvenes que sufren el repudio familiar tras salir del armario. «Se trata de una acogida temporal, pero es un apoyo muy importante para estos chicos y chicas que se quedan en la calle de una forma tan injusta», afirma. La casa está ahora financiada por el Ayuntamiento de Tel Aviv y por el Ministerio de Bienestar de Israel.
Al hogar acuden sobre todo jóvenes transexuales a los que se les orienta y acompaña en el proceso quirúrgico necesario para cambiar de sexo. «Esta sociedad es muy hipócrita porque por una parte admite la transexualidad hasta el punto de estar presente en el Ejército y por otra no nos permite a las parejas no religiosas contraer matrimonio», lamenta Eden, quien se separó no hace mucho de la «otra» madre de su hija para iniciar una nueva relación con la que sueña casarse.
Israel, que abolió la ley contra la sodomía en 1998, solo registra las uniones no religiosas si se formalizan fuera del país. «Es absurdo tener que salir de tu país para casarte y es algo que sólo pueden hacer las parejas con poder adquisitivo», critica Michal Eden, quien dirige ahora con una amiga una línea telefónica de abogados especializada en atender los problemas de la comunidad homosexual.
«Tenemos que lograr leyes que protejan nuestras relaciones para asegurarnos el cobro de herencia y que los padres y madres adoptivos no tengan que acudir a la Corte Suprema para poder ver a los hijos que han criado», prosigue, no sin antes reconocer los avances que Israel ha hecho desde aquel año de 1990 cuando ella salió del armario. Ahora prepara con ilusión los festejos del Día del Orgullo Gay que congregarán en Tel Aviv el 12 de junio a miles de homosexuales, lesbianas y transexuales de todo el mundo para demostrar la fuerza de este poderoso lobby arcoiris.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.