miércoles, 20 de mayo de 2015

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Diccionario breve de mujeres fotógrafas
Marie-Loup Sougez repasa la historia de la fotografía a través de una treintena de artistas; del daguerrotipo al retoque digital
E. Vasconcellos | El Mundo, 2015-05-20
http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2015/05/20/555c490e22601dbe4e8b4573.html

En los años 50, Marie-Loup Sougez (1930) logró los permisos necesarios para sacar una serie de fotografías en El Pardo. Mientras ella recorría el Palacio Real, un par de hombres barrían el suelo.

- Esto es el mundo al revés, señorita. Usted con esos chismes y yo con la escoba -, dijo uno.

La diferencia, recuerda ella, es que él no habría sabido usar su cámara.

La historiadora ofreció este lunes una conferencia en la que repasó el desarrollo de la fotografía con la mujer como hilo conductor, delante y detrás de la cámara, como modelo y como artista. El recuento, más enciclopédico que sociológico, arrancó con una aclaración: "No soy una feminista feroz, y sería contraproducente pretender que hay una fotografía específicamente femenina, eso sería apartar a las mujeres en un gueto. Pero eso no quiere decir que no transmitan condiciones inherentes a ciertos colectivos, como en el caso de las personas de color".

Cualquier reivindicación posible quedó limitada a anécdotas como la del principio, aunque Marie-Loup aclarará más tarde en un correo electrónico: "Claro que durante siglos la mujer no tuvo oportunidad de expresarse debidamente ni de desarrollar su potencial creativo, no sólo en artes plásticas sino en otros muchos campos, aparte de contadas excepciones señaladas a lo largo de la Historia. Creo que esta realidad queda sentada de antemano y que, por su obviedad, no tenía ni que señalarse en mi charla".

Del estudio a la calle
La evolución del daguerrotipo, surgido a mediados del siglo XIX a partir de las investigaciones del litógrafo Joseph Niépce (1765-1833), dio lugar al desarrollo comercial de la fotografía. Los retratos, reservados hasta entonces a las familias que podían contratar a un pintor, empezaron a extenderse a todas las clases sociales. Los nuevos estudios ofrecían decorados y atuendos a sus clientes, además de aparatos de sujeción que les ayudaban a permanecer quietos durante la larga exposición que requerían las fotografías (también servían para sostener a los difuntos en los retratos post mortem).

Las imágenes de reyes y actrices empezaron a venderse como cromos y el público empezó a conocer su efigie. "Desapareció la historia popular del rey que se perdía de noche, tras un día de caza, y llegaba a una casa humilde donde le atendían sin saber que era él, premiando después a sus súbditos", cuenta Marie-Loup, autora de dos manuales de referencia sobre la Historia de la Fotografía (ambos en la editorial Cátedra, 2007 y 2011).

Mientras las mujeres posaban o ayudaban a sus maridos en los estudios, Lady Hawarden y Julia Margaret Cameron empezaron a hacer sus primeras fotografías. En el primer caso, series de imágenes estereoscópicas (que, combinadas, forman escenas en tres dimensiones); en el segundo, retratos alegóricos en línea con la corriente academicista. La aparición de la 'box camera' de Kodak en 1888, que no requería conocimientos ni ajustes previos, extendió la práctica fotográfica al público general, liberándola de las costuras de los estudios.

De objeto a sujeto
La representación de la mujer creció en dos direcciones: su valor erótico y su incorporación al trabajo fuera del hogar y a la guerra. Desnudos para artistas, estampas pornográficas, imágenes de prostitución, geishas y harenes; obreras, revolucionarias y milicianas, o madres y esposas de hombres caídos en el frente. En paralelo, dos guerras mundiales, el nacimiento de las vanguardias y el desarrollo de la fotografía publicitaria a partir de los años 30.

Una revista de fotografía editada en España en 1905 recomendaba a las mujeres dedicarse a retratar niños, recuerda Marie-Loup. Según la publicación, los frágiles brazos femeninos no debían soportar el peso de la cámara durante un viaje o una penosa caminata. Una larga lista de nombres niega la mayor.

Imogen Cunningham y su predilección por la naturaleza y los desnudos; Florence Henri, hija de la Bauhaus y dura 'competidora' de Man Ray; Gerda Taro y Kati Horna retratando la vida dentro y fuera de las trincheras de la Guerra Civil española; Dorothea Lange y su serie documental sobre la Gran Depresión. También Dora Maar, a quien el padre de Marie-Loup, el fotógrafo francés Emmanuel Sougez, recomendó no intimar con Picasso: "Piénseselo mucho", le dijo. Una de las mujeres que retrató al pintor fue Lee Miller, modelo y actriz de los años 20 que, tras dar un giro a su vida, ejerció como fotoperiodista durante la Segunda Guerra Mundial.

En el terreno nacional, la enumeración se extiende hasta Cristina García Rodero y la sociológica visual de su 'España oculta. 1974-1989', o hasta el escándalo cromático que desató Ouka Leele en la década prodigiosa de Madrid.

García Rodero y Ouka Leele son dos de las cuatro artistas que han recibido el Premio Nacional de Fotografía, sí, pero el número de hombres es casi cinco veces superior. Por ello, colectivos como Guerrilla Girls (que este año celebra su 30 aniversario) o el recién fundado Género y Figura denuncian que, pese a la abundancia de creadoras, las mujeres siguen teniendo menos visibilidad y reconocimiento que sus compañeros.

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