Imagen: Hoyesarte |
Luis Martín | Hoyesarte, 2016-05-04
http://www.hoyesarte.com/cine/documental-cine/documentamadrid-hooligan-sparrow_225995/
Destapar la verdad puede costarte la vida. Una sentencia tan trillada como dura que confirmó por las malas Nanfu Wang, directora de 'Hooligan Sparrow', un poderoso documental que se presenta en la Sección Oficial del festival internacional DocumentaMadrid, celebrado estos días en la Cineteca de Matadero Madrid. En él, Wang sigue los pasos de la activista Ye Haiyan, que en su denuncia contra los abusos sexuales es perseguida por un sistema injusto que hace todo lo necesario para silenciar su voz.
Seis niñas de una escuela primaria fueron violadas por su director en 2013. Para evitar la pena capital, este ofreció dinero a las niñas, convirtiendo un delito de violación en uno de prostitución, lo que rebajaría la pena a entre 10 y 15 años de prisión.
La activista Ye Haiyan, conocida como “Hooligan Sparrow”, que ya había ganado notoriedad denunciando las pésimas condiciones de las trabajadoras sexuales, se reúne de un grupo de compañeras para informar a la sociedad de la injusticia del caso. Lo que podía haber sido una protesta pacífica se convierte en el desencadenante de una persecución por parte del Gobierno, que señala a las activistas como enemigas del Estado y las somete a una vigilancia constante, interrogatorios, encarcelamientos y amenazas físicas.
Nanfu Wang se arma de su cámara para documentar una protesta que se torna en huida. Su película se va transformando a cada instante ante cada acontecimiento inesperado que sucede, dando como resultado un documental que se va construyendo a sí mismo sin un guión previamente marcado, con un comprometedor material que tuvo que ser sacado de China de manera clandestina.
Ante el inmovilismo cómodo y seguro, Wang opta por no apagar en ningún momento su cámara, jugándose su integridad física en no pocos momentos. Lo que vemos en pantalla es absolutamente sobrecogedor. Asistimos a una demostración tan clara y repugnante de injusticia e impotencia que el espectador abandona la sala como si le hubieran pateado el estómago.
Más allá de la impactante historia que nos cuenta Wang, su documental es un prodigio de narración, un trabajo que desprende honestidad de cabo a rabo y alcanza momentos aterradores sin necesidad de caer en recursos efectistas.
Queda mucho camino por recorrer para activistas como Ye Haiyan y la abogada Wang Yu (actualmente encarcelada), defensoras de los derechos humanos que se enfrentan a la amemaza por el mero hecho de dar voz a la verdad. No es ni mucho menos una tarea sencilla, pero el final de la película de Wang regala un consejo que contiene la esencia de cualquier documental que merezca la pena: “cuando estás reprimido e indefenso, lo único que puedes hacer es documentar las atrocidades”.
Seis niñas de una escuela primaria fueron violadas por su director en 2013. Para evitar la pena capital, este ofreció dinero a las niñas, convirtiendo un delito de violación en uno de prostitución, lo que rebajaría la pena a entre 10 y 15 años de prisión.
La activista Ye Haiyan, conocida como “Hooligan Sparrow”, que ya había ganado notoriedad denunciando las pésimas condiciones de las trabajadoras sexuales, se reúne de un grupo de compañeras para informar a la sociedad de la injusticia del caso. Lo que podía haber sido una protesta pacífica se convierte en el desencadenante de una persecución por parte del Gobierno, que señala a las activistas como enemigas del Estado y las somete a una vigilancia constante, interrogatorios, encarcelamientos y amenazas físicas.
Nanfu Wang se arma de su cámara para documentar una protesta que se torna en huida. Su película se va transformando a cada instante ante cada acontecimiento inesperado que sucede, dando como resultado un documental que se va construyendo a sí mismo sin un guión previamente marcado, con un comprometedor material que tuvo que ser sacado de China de manera clandestina.
Ante el inmovilismo cómodo y seguro, Wang opta por no apagar en ningún momento su cámara, jugándose su integridad física en no pocos momentos. Lo que vemos en pantalla es absolutamente sobrecogedor. Asistimos a una demostración tan clara y repugnante de injusticia e impotencia que el espectador abandona la sala como si le hubieran pateado el estómago.
Más allá de la impactante historia que nos cuenta Wang, su documental es un prodigio de narración, un trabajo que desprende honestidad de cabo a rabo y alcanza momentos aterradores sin necesidad de caer en recursos efectistas.
Queda mucho camino por recorrer para activistas como Ye Haiyan y la abogada Wang Yu (actualmente encarcelada), defensoras de los derechos humanos que se enfrentan a la amemaza por el mero hecho de dar voz a la verdad. No es ni mucho menos una tarea sencilla, pero el final de la película de Wang regala un consejo que contiene la esencia de cualquier documental que merezca la pena: “cuando estás reprimido e indefenso, lo único que puedes hacer es documentar las atrocidades”.
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