El bloguero publica 'Indomable', una biografía ilustrada con fotos impúdicas y altas dosis de filosofía de autoayuda.
Sara Séz | El Mundo, 2016-05-29
http://www.elmundo.es/loc/2016/05/28/574825d4268e3ebc7b8b4622.html
Quien no te conozca, que te compre, dice la sabiduría popular. Pelayo Díaz (Oviedo, 1986), desde luego, se ha ocupado de venderse mejor que bien. Estrella de Internet, agitador de redes sociales, prescriptor de estilo, pinchadiscos de ocasión, novio de, salsa de todas las fiestas, estilista catódico vía 'Cámbiame', y, cuando le queda tiempo, diseñador (de complementos). Y, sin embargo, tamaña fuerza de la naturaleza digital asegura que no se le conoce. O que se le conoce poco. De ahí Indomable (Ed. Libros Cúpula), esa autobiografía ilustrada que acaba de salir al mercado. Carnaza extra en tapa dura para alimentar la leyenda una de las figuras más idolatradas y odiadas a la vez de las que haya habido noticia en los últimos tiempos.
Si no conociéramos el It de Alexa Chung quizá hasta colaría. Pero el volumen parece exactamente eso: la versión masculina del manual que la polifacética británica lanzara en 2013. Solo que el color de la portada, claro, es azul en lugar de rosa. De 'chica it' a 'chico it' (lo del it es ese no-sé-qué intangible que desprende una persona y que la convierte en foco de atención allí donde pisa), tanto en forma y, casi, contenido. En efecto, el libro es un compendio de vivencias salpicadas de fotografías personales mezcladas con dibujos naïf, cartas, recortes de periódicos, fotocopias de documentos personales, bocetos de algunos de sus diseños y mensajes de esos que aparecen en las agendas de autoayuda ("¡Perseguid vuestros sueños! Y no os olvidéis de sonreír por el camino", reza una; "Podrán romper nuestros corazones, pero no nuestra alma", proclama otra. Y así todo). Las imágenes adicionales de sus personajes y artistas favoritos (de Frida Khalo hasta James Dean pasando por Kate Moss, Lady Di, Tony Ward o Joe Dallesandro) es lo que le da peso específico al asunto.
Acoso escolar
La cuestión es: ¿pero hay algo que no se sepa del mediático colaborador de Cámbiame, un tipo con casi 800.000 seguidores en Instagram y cerca de 125.000 en Twitter enfrascados en un toma y daca de comentarios constantes? Según el propio interesado, presentado en más de una ocasión como cabecilla español de la llamada Generación Yo (esa juventud del selfie, criada a los pechos digitales del extinto Fotolog y posteriores redes sociales), así es. Por eso no se ahorra detalle de su persona, ni por dentro ni por fuera. "Me he sentido querido, amado, apoyado y cuidado cada uno de los días de mi vida", dice a propósito de sus progenitores, Antonio y Elena. Y, a partir de ahí, conocemos a sus abuelos, Esther y Jesús (a quienes dedica la obra); a su tía enrollada, que le llevaba de tiendas guays por su Oviedo natal; a su hermana Natalia, musa inspiradora... E incluso a la villana de su infancia, una profesora del colegio religioso en el que cursó la EGB y que pretendió "corregirle" algunas de sus actitudes y preferencias, por ejemplo, preferir la amistad de las niñas a la de los niños.
Lástima que los escuetos episodios referidos a lo que podrían identificarse como casos de acoso queden diluidos y hasta edulcorados por alguno de sus ripios pro-autoestima, porque ahí sí podría haber dado ejemplo y servir de ayuda a los chicos y chicas que sufren de lo que ahora los medios llaman bullying.
En ese sentido resulta curioso, cuanto menos, la ausencia de declaraciones al respecto de su orientación sexual. Por supuesto, se trata de una cuestión que, en principio, sólo le atañe a él y de la que no tiene que dar cuenta si no quiere. Pero, tratándose de un libro que parece específicamente dirigido a esa base de fans eminentemente adolescente y femenina, quizá no habría estado de más. Sobre todo cuando dices que el volumen está pensado para dar a conocer al verdadero Prince Pelayo (apelativo que le puso una amiga iraní durante su estancia en Londres y que aún le sirve como nom de guerre en sus perfiles sociales como @prince pelayo).
Además, resulta imposible pasar por alto sus sonados romances con dos diseñadores de pro, el español David Delfín y el francés Nicolas Ghesquière, por los que fue airadamente tachado de oportunista y arribista. Al primero, el hombre que le dio a conocer para la prensa rosa, apenas le reserva unas cuantas líneas. Y tampoco se moja demasiado. Habla de su relación creativo-laboral con él: "Es una de las mejores personas que he conocido jamás, que más me han cuidado y valorado y que me ha hecho más feliz cruzándose en mi vida", escribe de él).
Al segundo, director creativo de Louis Vuitton, le dedica un dibujo y un texto, entre poético y evocador: "Un día fui a la cueva donde el unicornio solía dormir. Estaba vacía pero aún podía oler el fuego en el aire. Nunca comprendí exactamente qué pasó, pero a veces las cosas son tan perfectas que tienen que ser efímeras". Y a buen entendedor, ya se sabe...
Por lo que respecta a su desnudo exterior, también queda bien documentado (empezando por la misma portada). No se puede exhibir más carne orgullosa, sobre todo para explicar uno a uno los muchos tatuajes que recorren su cuerpo y que trazan una historia en sí mismos: una silla del grupo Memphis, un imperdible como recuerdo de cómo empezó en la moda, el número 28 (su favorito), la palabra 'Dreams' ("porque nunca hay que dejar de soñar") o la frase "La juventud está malgastada en los jóvenes", su frase favorita de Oscar Wilde. Por supuesto: más chicha para adolescentes.
Para rematar, el otrora bloguero superstar (su bitácora, Katelovesme, fue designada como una de las más influyentes del mundo por la revista Time; hoy abjura el término bloguero, faltaría) reconoce que no es diseñador, como tanto deseó ser de pequeño y motivo por el que se matriculó en la prestigiosa escuela Central St. Martins de Londres (sí, donde actualmente se forma Antonio Banderas). Y que ya piensa en la televisión como en su futuro. "He descubierto que es el medio que me hace feliz y que me hace levantarme cada mañana súper ilusionado porque no sé qué va a pasar. Me gustaría formarme más, dar clases de voz y dicción para ser mejor profesional", aseguraba en una reciente entrevista. ¿Alguien dijo ambición?
Si no conociéramos el It de Alexa Chung quizá hasta colaría. Pero el volumen parece exactamente eso: la versión masculina del manual que la polifacética británica lanzara en 2013. Solo que el color de la portada, claro, es azul en lugar de rosa. De 'chica it' a 'chico it' (lo del it es ese no-sé-qué intangible que desprende una persona y que la convierte en foco de atención allí donde pisa), tanto en forma y, casi, contenido. En efecto, el libro es un compendio de vivencias salpicadas de fotografías personales mezcladas con dibujos naïf, cartas, recortes de periódicos, fotocopias de documentos personales, bocetos de algunos de sus diseños y mensajes de esos que aparecen en las agendas de autoayuda ("¡Perseguid vuestros sueños! Y no os olvidéis de sonreír por el camino", reza una; "Podrán romper nuestros corazones, pero no nuestra alma", proclama otra. Y así todo). Las imágenes adicionales de sus personajes y artistas favoritos (de Frida Khalo hasta James Dean pasando por Kate Moss, Lady Di, Tony Ward o Joe Dallesandro) es lo que le da peso específico al asunto.
Acoso escolar
La cuestión es: ¿pero hay algo que no se sepa del mediático colaborador de Cámbiame, un tipo con casi 800.000 seguidores en Instagram y cerca de 125.000 en Twitter enfrascados en un toma y daca de comentarios constantes? Según el propio interesado, presentado en más de una ocasión como cabecilla español de la llamada Generación Yo (esa juventud del selfie, criada a los pechos digitales del extinto Fotolog y posteriores redes sociales), así es. Por eso no se ahorra detalle de su persona, ni por dentro ni por fuera. "Me he sentido querido, amado, apoyado y cuidado cada uno de los días de mi vida", dice a propósito de sus progenitores, Antonio y Elena. Y, a partir de ahí, conocemos a sus abuelos, Esther y Jesús (a quienes dedica la obra); a su tía enrollada, que le llevaba de tiendas guays por su Oviedo natal; a su hermana Natalia, musa inspiradora... E incluso a la villana de su infancia, una profesora del colegio religioso en el que cursó la EGB y que pretendió "corregirle" algunas de sus actitudes y preferencias, por ejemplo, preferir la amistad de las niñas a la de los niños.
Lástima que los escuetos episodios referidos a lo que podrían identificarse como casos de acoso queden diluidos y hasta edulcorados por alguno de sus ripios pro-autoestima, porque ahí sí podría haber dado ejemplo y servir de ayuda a los chicos y chicas que sufren de lo que ahora los medios llaman bullying.
En ese sentido resulta curioso, cuanto menos, la ausencia de declaraciones al respecto de su orientación sexual. Por supuesto, se trata de una cuestión que, en principio, sólo le atañe a él y de la que no tiene que dar cuenta si no quiere. Pero, tratándose de un libro que parece específicamente dirigido a esa base de fans eminentemente adolescente y femenina, quizá no habría estado de más. Sobre todo cuando dices que el volumen está pensado para dar a conocer al verdadero Prince Pelayo (apelativo que le puso una amiga iraní durante su estancia en Londres y que aún le sirve como nom de guerre en sus perfiles sociales como @prince pelayo).
Además, resulta imposible pasar por alto sus sonados romances con dos diseñadores de pro, el español David Delfín y el francés Nicolas Ghesquière, por los que fue airadamente tachado de oportunista y arribista. Al primero, el hombre que le dio a conocer para la prensa rosa, apenas le reserva unas cuantas líneas. Y tampoco se moja demasiado. Habla de su relación creativo-laboral con él: "Es una de las mejores personas que he conocido jamás, que más me han cuidado y valorado y que me ha hecho más feliz cruzándose en mi vida", escribe de él).
Al segundo, director creativo de Louis Vuitton, le dedica un dibujo y un texto, entre poético y evocador: "Un día fui a la cueva donde el unicornio solía dormir. Estaba vacía pero aún podía oler el fuego en el aire. Nunca comprendí exactamente qué pasó, pero a veces las cosas son tan perfectas que tienen que ser efímeras". Y a buen entendedor, ya se sabe...
Por lo que respecta a su desnudo exterior, también queda bien documentado (empezando por la misma portada). No se puede exhibir más carne orgullosa, sobre todo para explicar uno a uno los muchos tatuajes que recorren su cuerpo y que trazan una historia en sí mismos: una silla del grupo Memphis, un imperdible como recuerdo de cómo empezó en la moda, el número 28 (su favorito), la palabra 'Dreams' ("porque nunca hay que dejar de soñar") o la frase "La juventud está malgastada en los jóvenes", su frase favorita de Oscar Wilde. Por supuesto: más chicha para adolescentes.
Para rematar, el otrora bloguero superstar (su bitácora, Katelovesme, fue designada como una de las más influyentes del mundo por la revista Time; hoy abjura el término bloguero, faltaría) reconoce que no es diseñador, como tanto deseó ser de pequeño y motivo por el que se matriculó en la prestigiosa escuela Central St. Martins de Londres (sí, donde actualmente se forma Antonio Banderas). Y que ya piensa en la televisión como en su futuro. "He descubierto que es el medio que me hace feliz y que me hace levantarme cada mañana súper ilusionado porque no sé qué va a pasar. Me gustaría formarme más, dar clases de voz y dicción para ser mejor profesional", aseguraba en una reciente entrevista. ¿Alguien dijo ambición?
Y TAMBIÉN…
El 'braguetazo' de Pelayo Díaz, el ex de David Delfín.
Su relación con Nicolas Ghesquière, director creativo de Louis Vuitton se consolida. El bloguero presume en su perfil de Instagram de nueva vida rodeada de lujos.
Pelayo ha estado de vacaciones en Los Angeles, Bora Bora y ahora vive en París.
Pilar Vidal | El Mundo, 2014-07-22
http://www.elmundo.es/loc/2014/07/22/53cd499e22601d511b8b456e.html
Pelayo Díaz, Rafael Amargo... 'Groupies' de la moda extranjera.
Pelayo Díaz es noticia por su relación con Ghesquière, de Louis Vuitton. Rafael Amargo, por su parte, por su amistad con Stéphane Rolland. No son los únicos que ahora apoyan a marcas de fuera.
Beatriz Miranda / Paola Pempsey | El Mundo, 2014-06-01
http://www.elmundo.es/loc/2014/05/31/5388c3e4ca4741e7208b4571.html
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