Imagen: El Asombrario / Fotografía de Juan Carlos Martínez |
Rafa Ruiz | El Asombrario, 2016-05-11
http://elasombrario.com/robadas-chicos-morbo/
Ha hecho de la erotización de escenas cotidianas de chicos con morbo anónimos, de la ‘foto robada’ como ejercicio de artístico voyeurismo, la columna vertebral de sus trabajos. Juan Carlos Martínez nos presenta su ‘Archivo de Fotografía Secreta‘, tras su paso por La Juan Gallery dentro del Festival Surge Madrid.
Día tras día desde hace tres años sube una de estas imágenes improvisadas, sin preparar, a su cuenta de Instagram y que también pueden verse en su web: www.juancarlosmartinez.eu.
Más de un millar ya de instantáneas de calle, con chicos anónimos en lugares anónimos -en el metro, en una calle, en una playa, en parques, en entrenamientos deportivos, en piscinas- capaces de levantar el ánimo sin pretenderlo explícitamente y cuidando que no se reconozca a los protagonistas. “Se trata de erotizar situaciones que en principio no lo son; captar erotismo donde otros puede que no lo vean”. Un millar publicadas, y miles más disparadas y descartadas, para conseguir la línea artística en torno al deseo que él busca. “Esto no es algo anecdótico; lleva mucha dedicación”.
Y así, con tesón, va construyendo el pacense afincado en Madrid su ‘Archivo de Fotografía Secreta’, que ha pasado por La Juan Gallery, esa galería alternativa en Lavapiés que tanto nos recuerda la energía sin prejuicios de los ochenta, en los primeros días de Surge Madrid, aparte de haberse encargado de las fotos oficiales de las compañías para la programación de este festival que apoya la creación emergente en escena. Una colección sensual de imágenes que en mayo recalará en UPHO (Festival Urbano de Fotografía en Málaga) y en 2017 en la galería Fernando Pradilla, en Madrid, con la que trabaja desde 2008. Además, la edición de este año de Photoespaña le ha invitado a participar con su Instagram durante una semana junto a otros artistas que usan este medio para la creación de sus obras.
¿Alguna vez te han pillado?
Sí, sí, más de una vez, sobre todo porque me ha delatado alguien de alrededor.
¿Y te han querido partir la cara?
No, no, no ha ido a más, no ha habido violencia, pero me han sacado los colores.
¿Y te han pedido que borraras la foto o fotos?
Sí, me lo han pedido y las he borrado.
Juan Carlos Martínez lleva ya tiempo ejercitando las connotaciones eróticas de la mirada; desde sus tiempos universitarios en Bellas Artes, cuando concibió la serie ‘University Neighbours’, en la que pedía a compañeros de su residencia de estudiantes en París que se asomaran a las ventanas o balcones de sus habitaciones por la noche para contar en ese destello toda las connotaciones sicalípticas de esa gente joven en pleno proceso de emancipación y de buscar su identidad. Y ya con toda esa carga de sexualidad homosexual que está muy presente en sus trabajos. Encuentros inesperados en la noche con una fuerte dosis de la tensión de las hormonas de la juventud. Las ventanas como escaparates.
En la serie ‘Subfilum spermopsida’ (aunque suene exótico, es el nombre científico para designar a las plantas vasculares que se reproducen por semillas), la excusa de la catalogación botánica de la vegetación que hace de parapeto o escondite le sirve a Juan Carlos Martínez para sugerir los códigos y encuentros -nuevamente los encuentros- furtivos al aire libre; que el apellido en latín de estas plantas remita a esperma y sida le puso en bandeja el juego de ambigüedades y cruces de relaciones que a él tanto le gustan. Precisamente ahora -y hasta el 20 de mayo- está presentando esta serie en la exposición ‘Sólo es sexo’, en la galería Fernando Pradilla, comisariada por Javier Díaz Guardiola.
En ‘Les Toilettes’, título tomado del pintor Edgar Degas, se apropiaba de las filmaciones de una ‘webcam’ colocada enfocando las duchas de una playa y cuyas imágenes son volcadas en tiempo real a través de Internet. “Alude a la representación de la intimidad al aire libre”. La intimidad en el espacio público, uno de los conceptos que dan hilo y estructura a sus obras.
Así ha ido construyendo Juan Carlos Martínez un universo propio entre lo artístico y lo documental, al estilo de Martin Parr, y cuyos límites en fotografía cada vez se desvanecen más. “Tomo la realidad, parto de ella, pero voy más allá de la pura documentación para entrar en el terreno de las fantasías”.
¿Buscas sitios propicios? ¿Repites caladeros que sabes más fructíferos?
No, no, tampoco quiero caer en la reiteración, huyo de eso. Yo fluyo y las situaciones surgen. Me gusta jugar con el misterio y la sorpresa, y que tampoco sean lugares reconocibles. Persigo el anonimato en la escena, que no se identifique la persona ni la localización, porque de ahí, de la falta de referencias, puede surgir mejor la fantasía del deseo.
Fantasías con tacto, a menudo nada evidentes, que requieren estar muy atento a lo que sucede alrededor, a captar situaciones y a tener el móvil siempre preparado. ¿No corres el riesgo de saturarte y que llegues a un punto en el que ya no sepas ver esa excitación improvisada?
Eso me pregunto yo a veces; esto hasta cuándo va a durar… Te puedo decir que por el momento no he perdido interés… Es como una especie de archivo de situaciones encontradas, una especie de legado de las experiencias vividas, vistas, capturadas para mantenerlas en la memoria… Una memoria hecha a pedazos de momentos encontrados, sublimes, y la captura como esa necesidad de retener lo fugitivo.
Horas después de la entrevista en persona, Juan Carlos Martínez me envía un correo electrónico porque no se ha quedado satisfecho con la explicación dada en torno al ‘Archivo de Fotografía Secreta’, y teme que lo maleinterprete y lo banalice, que el público y el lector lo malinterpreten y banalicen. Así que matiza: “El ‘Archivo Secreto’ es sobre todo un reto diario con la fotografía, un compromiso de contar historias a partir de situaciones reales, de crear imágenes sugerentes con varias capas de lectura en torno a la representación del otro masculino… Con los parámetros de no ser visto para jugar con la mirada y la naturalidad de las escenas. No sólo es pulsión y deseo; el grupo de imágenes van complejizando la manera en que éstas pueden leerse, lo cual lo distancia de un deseo amateur”.
“Es mucho más”, y estoy de acuerdo, “que un impulso devorador visual”.
El morbo de mirar, de hacer cómplice de ese ‘voyeurismo’ al público. De ahí también esa otra serie suya de siete piezas que muestran agujeros reales hechos en baños y vestuarios públicos para que unos hombres fisguen a otros hombres. La proyección sensual del anónimo que no está posando, sino que marca abdominales porque está haciendo ejercicio al aire libre o besa a una chica en una esquina, del obrero al que se le baja el pantalón más de la cuenta en plena calle mientras realiza alguna chapucilla, del deportista que regresa a casa en pantalón corto tras el entrenamiento, de un uniforme que marca, lascivo, un paquete o un culo, de la nuca de algún ‘teen’ en el metro o en el autobús. Sí, abundan las nucas en este ‘Archivo Secreto’. Una representación elegante del Deseo.
Día tras día desde hace tres años sube una de estas imágenes improvisadas, sin preparar, a su cuenta de Instagram y que también pueden verse en su web: www.juancarlosmartinez.eu.
Más de un millar ya de instantáneas de calle, con chicos anónimos en lugares anónimos -en el metro, en una calle, en una playa, en parques, en entrenamientos deportivos, en piscinas- capaces de levantar el ánimo sin pretenderlo explícitamente y cuidando que no se reconozca a los protagonistas. “Se trata de erotizar situaciones que en principio no lo son; captar erotismo donde otros puede que no lo vean”. Un millar publicadas, y miles más disparadas y descartadas, para conseguir la línea artística en torno al deseo que él busca. “Esto no es algo anecdótico; lleva mucha dedicación”.
Y así, con tesón, va construyendo el pacense afincado en Madrid su ‘Archivo de Fotografía Secreta’, que ha pasado por La Juan Gallery, esa galería alternativa en Lavapiés que tanto nos recuerda la energía sin prejuicios de los ochenta, en los primeros días de Surge Madrid, aparte de haberse encargado de las fotos oficiales de las compañías para la programación de este festival que apoya la creación emergente en escena. Una colección sensual de imágenes que en mayo recalará en UPHO (Festival Urbano de Fotografía en Málaga) y en 2017 en la galería Fernando Pradilla, en Madrid, con la que trabaja desde 2008. Además, la edición de este año de Photoespaña le ha invitado a participar con su Instagram durante una semana junto a otros artistas que usan este medio para la creación de sus obras.
¿Alguna vez te han pillado?
Sí, sí, más de una vez, sobre todo porque me ha delatado alguien de alrededor.
¿Y te han querido partir la cara?
No, no, no ha ido a más, no ha habido violencia, pero me han sacado los colores.
¿Y te han pedido que borraras la foto o fotos?
Sí, me lo han pedido y las he borrado.
Juan Carlos Martínez lleva ya tiempo ejercitando las connotaciones eróticas de la mirada; desde sus tiempos universitarios en Bellas Artes, cuando concibió la serie ‘University Neighbours’, en la que pedía a compañeros de su residencia de estudiantes en París que se asomaran a las ventanas o balcones de sus habitaciones por la noche para contar en ese destello toda las connotaciones sicalípticas de esa gente joven en pleno proceso de emancipación y de buscar su identidad. Y ya con toda esa carga de sexualidad homosexual que está muy presente en sus trabajos. Encuentros inesperados en la noche con una fuerte dosis de la tensión de las hormonas de la juventud. Las ventanas como escaparates.
En la serie ‘Subfilum spermopsida’ (aunque suene exótico, es el nombre científico para designar a las plantas vasculares que se reproducen por semillas), la excusa de la catalogación botánica de la vegetación que hace de parapeto o escondite le sirve a Juan Carlos Martínez para sugerir los códigos y encuentros -nuevamente los encuentros- furtivos al aire libre; que el apellido en latín de estas plantas remita a esperma y sida le puso en bandeja el juego de ambigüedades y cruces de relaciones que a él tanto le gustan. Precisamente ahora -y hasta el 20 de mayo- está presentando esta serie en la exposición ‘Sólo es sexo’, en la galería Fernando Pradilla, comisariada por Javier Díaz Guardiola.
En ‘Les Toilettes’, título tomado del pintor Edgar Degas, se apropiaba de las filmaciones de una ‘webcam’ colocada enfocando las duchas de una playa y cuyas imágenes son volcadas en tiempo real a través de Internet. “Alude a la representación de la intimidad al aire libre”. La intimidad en el espacio público, uno de los conceptos que dan hilo y estructura a sus obras.
Así ha ido construyendo Juan Carlos Martínez un universo propio entre lo artístico y lo documental, al estilo de Martin Parr, y cuyos límites en fotografía cada vez se desvanecen más. “Tomo la realidad, parto de ella, pero voy más allá de la pura documentación para entrar en el terreno de las fantasías”.
¿Buscas sitios propicios? ¿Repites caladeros que sabes más fructíferos?
No, no, tampoco quiero caer en la reiteración, huyo de eso. Yo fluyo y las situaciones surgen. Me gusta jugar con el misterio y la sorpresa, y que tampoco sean lugares reconocibles. Persigo el anonimato en la escena, que no se identifique la persona ni la localización, porque de ahí, de la falta de referencias, puede surgir mejor la fantasía del deseo.
Fantasías con tacto, a menudo nada evidentes, que requieren estar muy atento a lo que sucede alrededor, a captar situaciones y a tener el móvil siempre preparado. ¿No corres el riesgo de saturarte y que llegues a un punto en el que ya no sepas ver esa excitación improvisada?
Eso me pregunto yo a veces; esto hasta cuándo va a durar… Te puedo decir que por el momento no he perdido interés… Es como una especie de archivo de situaciones encontradas, una especie de legado de las experiencias vividas, vistas, capturadas para mantenerlas en la memoria… Una memoria hecha a pedazos de momentos encontrados, sublimes, y la captura como esa necesidad de retener lo fugitivo.
Horas después de la entrevista en persona, Juan Carlos Martínez me envía un correo electrónico porque no se ha quedado satisfecho con la explicación dada en torno al ‘Archivo de Fotografía Secreta’, y teme que lo maleinterprete y lo banalice, que el público y el lector lo malinterpreten y banalicen. Así que matiza: “El ‘Archivo Secreto’ es sobre todo un reto diario con la fotografía, un compromiso de contar historias a partir de situaciones reales, de crear imágenes sugerentes con varias capas de lectura en torno a la representación del otro masculino… Con los parámetros de no ser visto para jugar con la mirada y la naturalidad de las escenas. No sólo es pulsión y deseo; el grupo de imágenes van complejizando la manera en que éstas pueden leerse, lo cual lo distancia de un deseo amateur”.
“Es mucho más”, y estoy de acuerdo, “que un impulso devorador visual”.
El morbo de mirar, de hacer cómplice de ese ‘voyeurismo’ al público. De ahí también esa otra serie suya de siete piezas que muestran agujeros reales hechos en baños y vestuarios públicos para que unos hombres fisguen a otros hombres. La proyección sensual del anónimo que no está posando, sino que marca abdominales porque está haciendo ejercicio al aire libre o besa a una chica en una esquina, del obrero al que se le baja el pantalón más de la cuenta en plena calle mientras realiza alguna chapucilla, del deportista que regresa a casa en pantalón corto tras el entrenamiento, de un uniforme que marca, lascivo, un paquete o un culo, de la nuca de algún ‘teen’ en el metro o en el autobús. Sí, abundan las nucas en este ‘Archivo Secreto’. Una representación elegante del Deseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.