Un artículo que narra una cita con el creador de 'Master of none' ha dividido tanto a lectores como a columnistas y abre una nueva frontera en el debate post-Weinstein: la del consentimiento.
Guillermo Alonso | El País, 2018-01-16
https://elpais.com/elpais/2018/01/15/icon/1516034198_916720.html
Los artículos que detallan acoso sexual, comportamiento inapropiado o violaciones de hombres poderosos de la industria del entretenimiento contra mujeres se han multiplicado desde octubre. El debate ha llegado a todas las esferas de la vida pública y ha dado lugar a movimientos como el #MeToo o el #TimesUp. Para muchos, su normalización en la prensa también presenta el peligro de que el mensaje se convierta en una especie de ruido blanco. "Si todo es un escándalo, entonces nada es un escándalo", dijo Lee Drutman.
Este fin de semana la web feminista Babe publicó el relato anónimo de una fotógrafa de 23 años que durante una cita con Aziz Ansari (Carolina del Sur, 1983), el premiado protagonista y creador de la serie 'Master of none', se consideró víctima de un comportamiento sexual inapropiado por parte del actor.
Grace, el nombre ficticio con el que la mujer ha querido presentarse a través del artículo, cuenta que conoció a Ansari en una fiesta celebrada tras la gala de los Emmy en 2017 (o sea, el pasado septiembre) y tuvieron una cita una semana después, en Nueva York. Cenaron ostras en un coqueto restaurante situado en un barco en el río Hudson y se fueron después al apartamento de él, situado en Tribeca.
Una vez en su apartamento, él quiso llegar más lejos de lo que ella quería y, según Grace, ignoró sus señales verbales y no verbales, que indicaban que no quería seguir adelante con la deriva sexual que estaba tomando la velada. Él se desnudó, la desnudó a ella, llegó a haber sexo oral mutuo y la besó varias veces de forma "forzosa" según su relato.
Finalmente, cuando ella expresó de forma más explícita que quería irse, él no se opuso y llamó a un taxi para que acudiese a recogerla. Al día siguiente él le envió un mensaje que decía: "Hey, fue divertida nuestra cita de anoche". Ella le respondió: "Sería divertido para ti, no lo fue para mí. Cuando fuimos a tu casa ignoraste mis señales no verbales y seguiste adelante. Deberías haberte dado cuenta de que no estaba cómoda".
Algunas de las respuestas al tuit publicado por la cuenta oficial de la página web pusieron en duda la verdadera naturaleza de lo que había ocurrido. Aquí recogemos tres:
"Honestamente, esto fue solo una mala cita. Entiendo que se sintiese incómoda en el momento, pero historias como esta únicamente restan importancia a hechos reales de acoso sexual".
"No voy a decir que es su culpa o se lo merecía. Pero diré que tuvo muchas oportunidades para interrumpir esto y eligió no hacerlo. No puede culparlo en absoluto por malinterpretar su ausencia de negativa. Parece, por lo rápido que terminó la cena, que él solo quería una noche de sexo".
"No soporto a Aziz Ansari, pero esto es absurdo. Ella fue con él a su apartamento en la primera cita. Ella se desnudó (oh, perdón, ella dice que la desnudó él, ¡por favor!). Con su propio permiso, ella no fue demasiado clara al expresar su deseo de parar. Y después se arrepiente".
Editoriales en periódicos como 'The Guardian' o webs de contenidos virales como 'Mashable' se han apresurado a contrarrestar estas opiniones. "Lo que hace especialmente difícil este caso es que obligará a los hombres a examinar su propio comportamiento de un modo en el que no lo han hecho hasta ahora", escribe la periodista Emily Reynolds en ‘The Guardian’. "Alguien que ha cometido varios abusos sexuales y violaciones es fácilmente caracterizable como un depredador, un monstruo que se sitúa a miles de kilómetros de la vida y comportamiento de los hombres bienintencionados que están intentando conectar con este momento cultural. Pero el supuesto comportamiento de Ansari, por el contrario, golpea mucho más cerca".
En Mashable otra mujer –Rachel Thompson– señala dos palabras que considera clave en esta historia: "Las respuestas [opinadores anónimos y profesionales del periodismo] a la historia de esta mujer están llenas de ‘debería’. 'Ella ‘debería’ haber dicho no', 'ella ‘debería’ haberse ido', 'ella no ‘debería’ haberse quitado la ropa', 'ella no ‘debería’ haber ido a su apartamento en primer lugar'. Estas respuestas, inquietantemente extendidas, no solo depositan la culpa y la responsabilidad en la mujer, sino que fracasan a la hora de reconocer una importante verdad. Para muchas mujeres pronunciar un explícito 'no' no es tan fácil ni tan directo como podríais creer".
Especialmente comentado está siendo el artículo de opinión de ‘The New York Times’, el último en sumarse a este caso. La periodista Bari Weiss firma un férreo ataque al artículo original publicado en Babe bajo el título "Aziz Ansari es culpable... de no saber leer las mentes". Weiss se refiere al artículo publicado en Babe como "lo peor que le ha pasado al movimiento #MeToo".
"Aziz Ansari pareció ser un hombre agresivo, egoísta y desagradable esa noche", escribe la columnista. "¿No es deprimente que los hombres (especialmente aquellos que públicamente se presentan como feministas) actúen a menudo de este modo en privado? ¿No deberíamos intentar cambiar esta cultura sexual rota? ¿Y no da rabia que las mujeres sean educadas para resultar dóciles y acomodaticias y para anteponer los deseos de los hombres a los suyos propios? Sí. Sí. Sí", escribe Weiss. "Pero la solución a esos problemas no empieza con las mujeres persiguiendo con antorchas a los hombres que no han sido capaces de entender sus señales no verbales. La solución empieza con ser más directas. Decir: 'Esto es lo que me pone'. Por decir: 'No quiero hacer eso'. Y, sí, a veces decir: 'Que te den".
En esta misma línea escribe otra mujer (Caitlin Flanagan) para ‘The Atlantic’ bajo el título "La humillación de Aziz Ansari". "Aparentemente hay un país lleno de mujeres jóvenes que no saben cómo llamar a un taxi, y que han pasado mucho tiempo escogiendo trajes bonitos para fechas que esperaban que serían noches para recordar. Están enfadadas y son temporalmente poderosas, y anoche destruyeron a un hombre que no se lo merecía".
Si es o no es un caso de acoso es tal vez un debate demasiado complejo. Pero más sencillo es intentar encontrar una respuesta a lo que todas las voces críticas contra la protagonista de esta historia se están preguntando: ¿por qué no se fue? La psicóloga clínica Violeta Alcocer cree que la situación descrita por Grace dio lugar a un entorno "de acorralamiento en el que nos hemos visto muchas mujeres varias veces y en el que es realmente difícil reaccionar con rapidez y marcharse. En el momento en que ese hombre se comporta de una forma que claramente traspasa los límites, entras en un estado que los psicólogos llamamos disonancia cognitiva. Sucede cuando tienes que gestionar dos pensamientos-emociones contradictorios sobre el mismo hecho: 'Este chico me parece adorable y por eso he venido hasta aquí, pero se está comportando como un violador, esto no me cuadra".
"El sistema nervioso no suele resolver esta ecuación con rapidez", continúa la psicóloga. "La sorpresa (por un lado parece un tío majo, por otro siento que puedo estar en peligro) produce parálisis y embotamiento cognitivo, que es una manera que tiene el cerebro de ganar tiempo para intentar comprender cuál de sus percepciones es errónea. Además, en el momento en el que un hombre empieza a comportarse de una manera que no esperas en una primera cita y pese a tus negativas continúa el acoso o se incrementa, no sabes hasta dónde puede llegar; así que algunas mujeres, por miedo, tratan de normalizar, de no enfadar al otro, para evitar llegar a una situación peor. Aunque luego en tu casa pienses que tenías que haber salido corriendo, por algún motivo no se activaron en ti en ese momento los músculos para hacerlo. Es uno de los tres tipos de respuestas de nuestro sistema límbico ante una amenaza: lucha, huida o, como es el caso, parálisis".
Pese a que las reacciones son polarizadas sobre si este caso debería haber trascendido a la esfera pública, todos (incluso los que defienden a Ansari) coinciden en que la actitud de él no fue correcta en la esfera privada y que, sea o no acoso sexual, sí plantea un debate sobre el consentimiento sexual y las señales que conducen a él. Uno que tal vez es imposible plantear si no desdibujamos también las fronteras que separan una experiencia íntima de lo que merece la pena ser convertido en testimonio público. Alcocer lo tiene claro: "Esta mujer no podía haber hecho más de lo que hizo: contarlo cuando pudo hacerlo, cuando se sacudió el estupor, la vergüenza y la culpa". El debate, seguramente, continuará durante días.
Este fin de semana la web feminista Babe publicó el relato anónimo de una fotógrafa de 23 años que durante una cita con Aziz Ansari (Carolina del Sur, 1983), el premiado protagonista y creador de la serie 'Master of none', se consideró víctima de un comportamiento sexual inapropiado por parte del actor.
Grace, el nombre ficticio con el que la mujer ha querido presentarse a través del artículo, cuenta que conoció a Ansari en una fiesta celebrada tras la gala de los Emmy en 2017 (o sea, el pasado septiembre) y tuvieron una cita una semana después, en Nueva York. Cenaron ostras en un coqueto restaurante situado en un barco en el río Hudson y se fueron después al apartamento de él, situado en Tribeca.
Una vez en su apartamento, él quiso llegar más lejos de lo que ella quería y, según Grace, ignoró sus señales verbales y no verbales, que indicaban que no quería seguir adelante con la deriva sexual que estaba tomando la velada. Él se desnudó, la desnudó a ella, llegó a haber sexo oral mutuo y la besó varias veces de forma "forzosa" según su relato.
Finalmente, cuando ella expresó de forma más explícita que quería irse, él no se opuso y llamó a un taxi para que acudiese a recogerla. Al día siguiente él le envió un mensaje que decía: "Hey, fue divertida nuestra cita de anoche". Ella le respondió: "Sería divertido para ti, no lo fue para mí. Cuando fuimos a tu casa ignoraste mis señales no verbales y seguiste adelante. Deberías haberte dado cuenta de que no estaba cómoda".
Algunas de las respuestas al tuit publicado por la cuenta oficial de la página web pusieron en duda la verdadera naturaleza de lo que había ocurrido. Aquí recogemos tres:
"Honestamente, esto fue solo una mala cita. Entiendo que se sintiese incómoda en el momento, pero historias como esta únicamente restan importancia a hechos reales de acoso sexual".
"No voy a decir que es su culpa o se lo merecía. Pero diré que tuvo muchas oportunidades para interrumpir esto y eligió no hacerlo. No puede culparlo en absoluto por malinterpretar su ausencia de negativa. Parece, por lo rápido que terminó la cena, que él solo quería una noche de sexo".
"No soporto a Aziz Ansari, pero esto es absurdo. Ella fue con él a su apartamento en la primera cita. Ella se desnudó (oh, perdón, ella dice que la desnudó él, ¡por favor!). Con su propio permiso, ella no fue demasiado clara al expresar su deseo de parar. Y después se arrepiente".
Editoriales en periódicos como 'The Guardian' o webs de contenidos virales como 'Mashable' se han apresurado a contrarrestar estas opiniones. "Lo que hace especialmente difícil este caso es que obligará a los hombres a examinar su propio comportamiento de un modo en el que no lo han hecho hasta ahora", escribe la periodista Emily Reynolds en ‘The Guardian’. "Alguien que ha cometido varios abusos sexuales y violaciones es fácilmente caracterizable como un depredador, un monstruo que se sitúa a miles de kilómetros de la vida y comportamiento de los hombres bienintencionados que están intentando conectar con este momento cultural. Pero el supuesto comportamiento de Ansari, por el contrario, golpea mucho más cerca".
En Mashable otra mujer –Rachel Thompson– señala dos palabras que considera clave en esta historia: "Las respuestas [opinadores anónimos y profesionales del periodismo] a la historia de esta mujer están llenas de ‘debería’. 'Ella ‘debería’ haber dicho no', 'ella ‘debería’ haberse ido', 'ella no ‘debería’ haberse quitado la ropa', 'ella no ‘debería’ haber ido a su apartamento en primer lugar'. Estas respuestas, inquietantemente extendidas, no solo depositan la culpa y la responsabilidad en la mujer, sino que fracasan a la hora de reconocer una importante verdad. Para muchas mujeres pronunciar un explícito 'no' no es tan fácil ni tan directo como podríais creer".
Especialmente comentado está siendo el artículo de opinión de ‘The New York Times’, el último en sumarse a este caso. La periodista Bari Weiss firma un férreo ataque al artículo original publicado en Babe bajo el título "Aziz Ansari es culpable... de no saber leer las mentes". Weiss se refiere al artículo publicado en Babe como "lo peor que le ha pasado al movimiento #MeToo".
"Aziz Ansari pareció ser un hombre agresivo, egoísta y desagradable esa noche", escribe la columnista. "¿No es deprimente que los hombres (especialmente aquellos que públicamente se presentan como feministas) actúen a menudo de este modo en privado? ¿No deberíamos intentar cambiar esta cultura sexual rota? ¿Y no da rabia que las mujeres sean educadas para resultar dóciles y acomodaticias y para anteponer los deseos de los hombres a los suyos propios? Sí. Sí. Sí", escribe Weiss. "Pero la solución a esos problemas no empieza con las mujeres persiguiendo con antorchas a los hombres que no han sido capaces de entender sus señales no verbales. La solución empieza con ser más directas. Decir: 'Esto es lo que me pone'. Por decir: 'No quiero hacer eso'. Y, sí, a veces decir: 'Que te den".
En esta misma línea escribe otra mujer (Caitlin Flanagan) para ‘The Atlantic’ bajo el título "La humillación de Aziz Ansari". "Aparentemente hay un país lleno de mujeres jóvenes que no saben cómo llamar a un taxi, y que han pasado mucho tiempo escogiendo trajes bonitos para fechas que esperaban que serían noches para recordar. Están enfadadas y son temporalmente poderosas, y anoche destruyeron a un hombre que no se lo merecía".
Si es o no es un caso de acoso es tal vez un debate demasiado complejo. Pero más sencillo es intentar encontrar una respuesta a lo que todas las voces críticas contra la protagonista de esta historia se están preguntando: ¿por qué no se fue? La psicóloga clínica Violeta Alcocer cree que la situación descrita por Grace dio lugar a un entorno "de acorralamiento en el que nos hemos visto muchas mujeres varias veces y en el que es realmente difícil reaccionar con rapidez y marcharse. En el momento en que ese hombre se comporta de una forma que claramente traspasa los límites, entras en un estado que los psicólogos llamamos disonancia cognitiva. Sucede cuando tienes que gestionar dos pensamientos-emociones contradictorios sobre el mismo hecho: 'Este chico me parece adorable y por eso he venido hasta aquí, pero se está comportando como un violador, esto no me cuadra".
"El sistema nervioso no suele resolver esta ecuación con rapidez", continúa la psicóloga. "La sorpresa (por un lado parece un tío majo, por otro siento que puedo estar en peligro) produce parálisis y embotamiento cognitivo, que es una manera que tiene el cerebro de ganar tiempo para intentar comprender cuál de sus percepciones es errónea. Además, en el momento en el que un hombre empieza a comportarse de una manera que no esperas en una primera cita y pese a tus negativas continúa el acoso o se incrementa, no sabes hasta dónde puede llegar; así que algunas mujeres, por miedo, tratan de normalizar, de no enfadar al otro, para evitar llegar a una situación peor. Aunque luego en tu casa pienses que tenías que haber salido corriendo, por algún motivo no se activaron en ti en ese momento los músculos para hacerlo. Es uno de los tres tipos de respuestas de nuestro sistema límbico ante una amenaza: lucha, huida o, como es el caso, parálisis".
Pese a que las reacciones son polarizadas sobre si este caso debería haber trascendido a la esfera pública, todos (incluso los que defienden a Ansari) coinciden en que la actitud de él no fue correcta en la esfera privada y que, sea o no acoso sexual, sí plantea un debate sobre el consentimiento sexual y las señales que conducen a él. Uno que tal vez es imposible plantear si no desdibujamos también las fronteras que separan una experiencia íntima de lo que merece la pena ser convertido en testimonio público. Alcocer lo tiene claro: "Esta mujer no podía haber hecho más de lo que hizo: contarlo cuando pudo hacerlo, cuando se sacudió el estupor, la vergüenza y la culpa". El debate, seguramente, continuará durante días.
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