miércoles, 10 de enero de 2018

#hemeroteca #ideologiadegenero | ¿Qué es y para qué sirve la “ideología de género”?

Imagen: Google Imágenes / Las Carmelitas Descalzas de Chile saludan a JOrge Mario Bergoglio
¿Qué es y para qué sirve la “ideología de género”?
Andrea Puggelli, activista LGBTIQ | 1 de cada 10, 20 Minutos, 2018-01-10
https://blogs.20minutos.es/1-de-cada-10/2018/01/10/la-ideologia-de-genero-para-que-sirve/

El término ‘ideología de género’ (en singular y sin ninguna otra especificación) es una etiqueta utilizada por el Vaticano desde el comienzo de la década de 2000 para oponerse al movimiento feminista, LGBT y a las luchas que estos movimientos han producido y siguen produciendo. El discurso que se dirige contra el concepto de género comenzó a circular con la publicación del 'Lexicon' en 2003 bajo los auspicios del Consejo Pontificio para la Familia y de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es un diccionario enciclopédico dedicado a las cuestiones sexuales y de “bioética” se compone de un centenar de voces, procedentes de más de setenta “expertos” de una veintena de países, asesores y colaboradores de las Academias y los Consejos Pontificios.

El libro volvió a poner en marcha una polémica contra el concepto de género, que había empezado unos pocos años antes, a mediados de los 90, en respuesta a dos importantes acontecimientos políticos: la ‘Conferencia Internacional sobre la Población’, organizada por la ONU en El Cairo en 1994, y la ‘Conferencia Mundial sobre la mujer’, celebrada en Beijing en 1995. A estas reuniones asistió a una delegación del Vaticano, junto con muchas ONG feministas, representantes de algunas asociaciones contra el aborto y LGTB de Estados Unidos y se habló de los derechos sexuales y reproductivos. “El género” fue el concepto clave utilizado para nombrar las desigualdades de género como un producto, no como un orden natural, sino como un sistema de poder y de dominación.

El término ‘ideología de género’ que es utilizado por el Vaticano, es el corazón de un discurso que tiene la intención de reafirmar a través de nuevas referencias (como la defensa del niño para proteger), la visión esencialista de los hombres, el hecho de que las mujeres no tienen “por naturaleza” el mismo lugar en el mundo que ellos, o como tampoco las personas homosexuales, bisexuales, trans e intersexuales son consideradas inferiores a las personas heterosexuales. Es importante recordar que estos grupos sexistas, antifeministas y antiLGTB siguen creciendo en Francia, Alemania, Polonia, Rusia, Colombia, Brasil, México y Uruguay. Los investigadores que estudian estos movimientos en perspectiva comparada, han demostrado que existe el mismo repertorio argumentativo en todos los países, permitiendo así la creación de nuevas conexiones y alianzas tanto a nivel nacional como supranacional.

El éxito principal del “discurso anti-género” ha sido lo de crear, con la complicidad de los medios de comunicación que han tomado a menudo y de manera acrítica los términos utilizados por estos actores, una controversia pública polarizada sobre falsas preguntas tales como: “¿están a favor o contra la ideología de género?” o “¿existe o no la ideología de género?” Un verdadero veneno intelectual que contamina la política que debería estar ocupada en cómo reducir la discriminación estructural que sufren las mujeres y/o las personas LGBTQI, cómo deshacer, si no destruir, los cimientos del sistema heteronormativo que pone hombres y mujeres en dos grupos “naturales” y complementarios.

La circulación y la difusión de este discurso en los medios de comunicación y espacios políticos tiene dos consecuencias fatales: por un lado, se da visibilidad a un discurso que no es otro que la reformulación de posiciones sexistas, LGTBfobas y antifeminista; por otra parte se crea una retórica que se apoya en una forma de “reversión de la víctima” por parte de estos actores que se presentan ahora a “las personas ideológicamente manipuladas por el lobby feminista y LGTB” y como verdaderos oponentes al totalitarismo, ”los verdaderos revolucionarios contra el conformismo LGTB”.

La cruzada “anti-género” se opone a cualquier forma de desnaturalización para culpar en primer lugar el género, uno de los conceptos clave utilizados por las feministas desde el comienzo de los años 70 para designar o para mostrar las “diferencias” entre los sexos. Como las feministas no se han detenido y no dejan de recordar que “nombrar es revolucionario”. Nombrar es un acto estructuralmente y doblemente político que, por un lado, permite la apertura de un análisis teórico de espacio, estudiamos el funcionamiento de un sistema de opresión que ahora se ve como tal y, en segundo lugar, uno espacio de acción política. Decir que la naturaleza sexual heteronormativa no es natural sino histórica y política significa decir que no tiene nada inmutable o nada convincente.

En oposición al género, la cruzada “anti-género” se opone, en términos más generales a la revolución teórica, conceptual, epistemológica inaugurada por los movimientos feministas y LGBTQI. Desde la primera utilización del concepto de género, en los años 70, varias teorías fueron formuladas por diferente teóricxs. Como en el trabajo de Christine Delphy, según la cual el género es un sistema que separa a la humanidad en dos partes asimétricas, en dos grupos jerárquicos. En este sentido, se piensa que los “hombres” y las “mujeres” son grupos sociales naturalizados. Judith Butler teoriza que el género como dispositivo de masculinidad y feminidad repite una norma imperfecta de “normalidad sexual”. O la definición desarrollada por Joan W. Scott que el género no es sólo la forma histórica a través del cual la diferenciación entre los sexos se declina en diferentes contextos históricos, sino también es el marco conceptual para pensar todas las relaciones de poder.

Estos ejemplos muestran que en el concepto feminista del género hay diferentes definiciones o diferentes teorías, que, entre otras cosas, transmiten diferentes significados de las categorías “mujeres”, “hombres”, “homosexual”, “heterosexuales”. Estas teorías y, en general, las análisis producidas en el campo de los estudios de género y la sexualidad son portadores inextricablemente de una revolución política y teórica que es precisamente una revolución que toca las categorías de percepción por las cuales la sociedad considera el orden sexual, sus divisiones, sus relaciones. Lo que fue considerado como el orden de lo obvio o el hecho de que los hombres y las mujeres eran consideradas grupos naturales complementarias, sigue siendo una creencia fuerte, pero, gracias a estas teorías, análisis y luchas, esta creencia ha perdido su condición de dogma, su fuerza de evidencia absoluta. Tal capacidad de romper el sentido común, para desentrañar el “pensamiento heterosexual”, para usar el término acuñado por Monique Wittig, explica la capacidad de respuesta del Vaticano y sus aliados.

Lo que estos llaman “ideología de género” homogeniza, distorsiona y demoniza teorías, análisis, luchas y reivindicaciones feministas y LGBTQI con un propósito reaccionario: reafirmar que el sexo y la sexualidad son “hechos de la naturaleza” y asì se deforman, estigmatizan y deslegitiman las revoluciones feministas y LGBTQI que han afirmado que el sexo y la sexualidad son categorías históricas y políticas. Cuando los ‘anti-género dicen que la ideología de género “produce el fin del Mundo”, sólo tenemos que decir que estas y en general las luchas, las teorías feministas y LGBTQI no quieren terminar con el Mundo pero, sin duda, sí destruir el mundo sexista, antifeminista y LGTBfobo.

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