sábado, 6 de enero de 2018

#hemeroteca #iglesia #violenciasexual | Jaime Concha: "Toda la institución marista abusó de mí"

Imagen: El Periódico / Jaime Concha
"Toda la institución marista abusó de mí".
Jaime Concha, un médico chileno de 54 años, denuncia los abusos sexuales sufridos y las manipulaciones para que callara.
Guillen Sànchez | El Periódico, 2018-01-06
http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180106/toda-la-institucion-marista-abuso-de-mi-denuncia-jaime-concha-victima-pederastia-chile-6533090

Jaime Concha es un médico de familia de 54 años que se ha convertido en el portavoz de los exalumnos que han sufrido abusos sexuales en colegios maristas de Chile. Estuvo callado durante 40 años y ahora acaba de empezar a hablar. En el relato de su infancia está resumida la soledad que sintieron los menores que vivieron lo mismo que él. Todo comenzó en el curso escolar de 1973-74. Él tenía 10 años y faltaban pocos meses para que Augusto Pinochet diera un golpe de Estado que cambiaría la historia de Chile. Su vida también estaba a punto de cambiar, porque en el instituto Alonso Ercilla de Santiago iba a conocer al hermano Abel Pérez. Aunque este profesor de matemáticas, el principal acusado en este escándalo, no fue el primero que abusó de él. Ni el último.

- ¿Quién fue el primero que abusó de usted?
- José Monasterio, uno de los hermanos con más prestigio dentro del colegio, encargado de la ornamentación de la capilla y un experto en caligrafía. Yo estaba sentado en la mesa de su despacho porque quería aprender a escribir letras góticas. Él cerró la puerta y se colocó, de pie, a mi espalda. Se recostó sobre mí, y su respiración se alteró. Me abrazó como si quisiera levantarme, muy nervioso, y trató de besarme mientras agarraba con fuerza mis genitales.

- ¿Qué hizo usted?
- Me paralicé. En cuanto me soltó salí corriendo para esconderme en el baño del patio. Del susto, me hice pis encima. Para disimularlo, abrí el grifo y me mojé toda la ropa. Cuando mi madre me recogió, poco después, estaba calado. Ella me regañó pero no se dio cuenta de nada. Funcionó. Ese fue el primer día que me callé. Por eso cuando me atrapó Abel Pérez, seguí guardando silencio.

- ¿Cómo era Abel Pérez?
- Alto, fornido, autoritario, siempre se colocaba en una esquina del recreo mientras jugábamos. Nos observaba. Solía llevarse a niños de la mano hacia las aulas vacías. O hacia a la capilla. Desde fuera, el resto sentíamos envidia de los que elegía. Pronto averiguaría que aquello no era nada bueno.

- ¿También le tocó a usted?
- Sí, un día me llevó a una clase vacía. Abrió la puerta y me ordenó que me sentara en un pupitre del fondo. Cerró la puerta y, cuando se dio la vuelta para acercarse, me di cuenta de que su rostro había cambiado, igual que el del hermano Monasterio. Ya no era él. En cuando llegó, se abalanzó sobre mí, me abrazó, me besó y me tocó en la entrepierna. Supongo que grité hasta que me soltó. Ese día volví a orinarme.

- ¿Abel Pérez era precavido o actuaba sin ocultarse?
- En público era serio, cuidaba sus gestos y las palabras. Pero en privado era brusco, tomaba el control de la situación rápidamente. Recuerdo que entraba en los vestuarios y a algunos los hacía ducharse frente a él. Simulando que bromeaba, incluso podía tocarles los genitales. Yo sabía que aquello no era ninguna broma. Conmigo siempre se las arreglaba para aislarme y llevarme a un lugar en el que no aparecería ningún adulto. Abusó de mí las veces que quiso en la capilla, en una oficina, en el sótano del gimnasio, en su habitación -los hermanos disponen de residencia dentro del recinto escolar- y en los campamentos.

- ¿Fuera del colegio?
- En verano de 1975 salí de campamentos con los Boy Scouts del colegio. Abel Pérez era uno de los profesores que tutelaban la salida. Un día enfermé y me quedé a dormir en la tienda de campaña mientras el resto de compañeros estaban de excursión. Horas más tarde, me desperté por la noche, con fiebre. Lo primero que noté fue que ya no estaba en mi tienda, estaba en otro lugar. Lo segundo fue que estaba desnudo y que había alguien que me estaba sujetando la cabeza por el cuello mientras me practicaba sexo oral. Era Abel Pérez. Creo que esa noche también llegó a penetrarme mientras estaba inconsciente. Cuando acabó, se acomodó la ropa, se colocó las gafas, se levantó y se marchó, sin decirme nada. Fue como si lo que estuviera dejando allí fueran solo mis despojos.

- ¿Qué sentía?
- Era como si yo ya no perteneciera a mis padres, como si no fuera el dueño de mi vida. Sentía que ellos podían hacer conmigo lo que quisieran.

- ¿Cree que lo que hacía con usted se sabía?
- Había personas que tenían que saber lo que pasaba allí. El sacerdote que confesaba a los hermanos cada domingo, por ejemplo, lo sabría seguro. El problema era que este cura, Sergio Uribe, de la orden de los capuchinos, también abusaba de los alumnos. Cuando leí lo que publicaba El Periódico sobre lo que pasaba dentro de los Maristas en España me di cuenta de que allí había pasado lo mismo que aquí.

- ¿Abel Pérez fue el que más daño le hizo?
- Sí. Directa e indirectamente. Porque también estoy seguro de que él planificó el golpe que lo rompió todo definitivamente.

- ¿Qué pasó?
- Fue en 1977. Abel nos convenció, a mí y a otros dos chicos, para que asistiéramos de noche a una reunión de los Boy Scouts. El colegio tenía un sótano debajo del gimnasio. Allí había algunas habitaciones de madera con bancos que era para los scouts. Lo llamaban 'cubil'. Abel nos reunió a los tres con un grupo de chicos mayores, dos o tres años más que nosotros. Trajo chorizo y vino españoles y un termo con café y aguardiente. Bebimos un rato y pronto nos pusimos eufóricos. Él se levantó y se marchó, cerrando la puerta por fuera. Los mayores comenzaron a burlarse de nosotros. Nos insultaron y se sacaron los cinturones para pegarnos. Eran más grandes y tenían más fuerza. Al final, nos agarraron y mientras unos nos sujetaban otros nos violaron. Duró toda la noche. Lo recuerdo como si lo hubiera observado desde arriba, como si yo estuviera flotando en el techo de la habitación y mi cuerpo ya no fuera el mío...

Aquí Concha se echa a llorar.

- ¿Aquello lo rompió todo?
- Sí, esa noche de Noviembre de 1977 los 'aprendices' de Abel Pérez terminaron de fracturar mi vida, mi infancia, mi espiritualidad, mi masculinidad... A partir de allí quedé atrapado en un estado permanente de soledad, de angustia, que me ha impedido establecer vínculos afectivos sanos y estables. No he disfrutado jamás del sexo.

- ¿Por qué nunca dijo nada?
- Porque unos me agredieron sexualmente pero hubo otros que me manipularon para que callara. Abusaron de mí a todos los niveles. Toda la institución abusó de mí.

- ¿Cómo te manipularon?
- El hermano Mariano Varona [durante años la persona designada por la institución marista para prevenir la pederastia y uno de los portavoces de la orden] era mi catequista. Me hablaba siempre del sexto mandamiento, explicándome que a Dios le molestaban los malos deseos y los actos impuros. Me dijo que Satanás nos tentaba a todos con los pecados de la carne, y que si eso me sucedía, tenía que entender que yo era el que me tenía que resistir y no dejarme tentar. Decía que todos éramos pecadores por naturaleza y, en consecuencia, que tenía que ser misericordioso con los que cometieran el mismo error.

- ¿Misericordioso en qué sentido?
- En ser prudente con mis juicios porque todos teníamos la obligación de ser leales a la hermandad marista y de protegerla... Todo esto se transformó en mi experiencia de culpa. 
 
Abel Pérez, el Joaquim Benítez del 'caso Maristas' de Chile.
Este religioso español fue el primer denunciado y es el que acumula el grueso de las acusaciones. Confesó en el 2010 pero la orden se limitó a cobijarlo en su residencia y no lo comunicó a la justicia chilena.
Guillem Sànchez | El Periódico, 2018-01-06
http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180106/abel-perez-el-joaquim-benitez-del-caso-maristas-de-chile-6533003

Abel Pérez Ruiz es el profesor de Matemáticas con el que ha estallado el escándalo de pederastia en los colegios maristas de Chile. La emisión de un reportaje del Canal T13, a finales del pasado mes de agosto, que incluía el testimonio de Hernán Martínez -un exalumno que aseguraba haber sufrido abusos por parte de Pérez- abrió la caja de Pandora.

La organización marista, sin embargo, estaba al corriente de los abusos de este hermano desde el 2010. Ese año, una familia comunicó a la orden educativa que su hijo había sido agredido sexualmente por Pérez. En Chile acababa de explotar el 'caso Karadima'. Este sacerdote bien conectado con las clases altas chilenas fue acusado de pederastia y la noticia conmocionó al país. En este contexto de sensibilización social ante los abusos sexuales, Pérez confesó.

La orden decidió apartarlo de la docencia a los 63 años y enviarlo a Perú. Pero no informó a la justicia chilena. Tras la emisión del reportaje en agosto, los maristas hicieron que regresara de nuevo a Santiago de Chile. Ahora está en la Casa Provincial, la residencia de la orden, junto a Jesús Castañeda, Adolfo Fuentes y Armando Alegría, tres hermanos acusados también de pederastia.

La emisión del reportaje sobre Pérez motivó una reunión de exalumnos en el instituto Alonso Ercilla de Santiago de Chile el 14 de septiembre. Allí tomaron la palabra diversos hombres que, públicamente, se identificaron como víctimas del hermano Pérez. Pero también se escucharon más nombres de agresores sexuales. El primero en sincerarse fue Jaime Concha, que fue atacado reiteradamente por dos docentes –Pérez y José Monasterio– mientras estudió en esta escuela entre 1973 y 1980. La revista 'The Clinic' publicó nuevos testimonios de víctimas que detallaban abusos que atañían a más hermanos.

A raíz del encuentro en el Ercilla, epicentro del escándalo, se recordó también un precedente acontecido durante la década de los 90 en el mismo centro. Miguel Ángel Katalinic, un profesor laico que había estudiado en el mismo colegio y había dejado a medias su ingreso a hermano marista, fue expulsado por mantener relaciones sexuales con un alumno. Años más tarde, fue detenido por posesión de pornografía infantil. Emergió también el episodio de Luis Cornejo, un hermano chileno que ha acumulado ocho denuncias por abusos perpetrados en un colegio marista de Quillota (Chile) y que actualmente se encuentra en estado vegetal al ser apuñalado en Bolivia en circunstancias no aclaradas.

Cuarenta años bajo sospecha
Pérez comenzó a ejercer de profesor en 1974. Hasta el 2010 estuvo en contacto con alumnos de varios colegios maristas. También fue enviado a Bolivia. Ejerció sobre todo en el Ercilla y en la escuela de La Pintana –una de las zonas más pobres de Chile–. Contra Pérez hay 19 denuncias de alumnos de ambos centros. Varias de estas, por abusos perpetrados entre el 2006 y el 2008, siguen vigentes. La ley chilena, parecida a la española en este aspecto, prescribe todos los delitos sexuales que la víctima no haya denunciado antes de cumplir los 23 años de edad.

Sobre el resto de docentes investigados por pederastia no han recaído denuncias no prescritas. En Chile la situación es parecida a lo que ocurrió con el 'caso maristas' destapado por este diario: de los 12 profesores denunciados en España, únicamente Joaquim Benítez, el profesor de educación física de la escuela de Sants-Les Corts de Barcelona, será juzgado. Benítez, como Pérez en Chile, también fue el primer docente denunciado, el autor de una confesión silenciada por los maristas, el que ha acumulado más denuncias y el que hizo saltar por los aires el muro que tapaba los abusos cometidos por otros docentes.

El escándalo de pederastia de los Maristas se reproduce en Chile.

Al menos siete docentes están investigados por abusos cometidos contra una treintena de alumnos. Cuatro de los hermanos acusados son españoles y fueron instruidos en un centro de Valladolid.
Guillem Sànchez | El Periódico, 2018-01-06
http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180106/el-escandalo-de-pederastia-de-los-maristas-se-reproduce-en-chile-6532833

Chile también ha comenzado a escarbar en el pasado de colegios que los Hermanos Maristas –una organización religiosa con centros educativos en 79 países de los cinco continentes– construyeron en América del Sur para expandir su obra y evangelizar a su población. Y ha encontrado lo mismo que ocultaban estas escuelas en España: abusos sexuales a incontables niños que se sentaron en los pupitres de sus aulas.

Tras el escándalo de pederastia destapado en España por El Periódico a comienzos del 2016, que se saldó con doce profesores denunciados por delitos perpetrados contra una cuarentena de alumnos de tres colegios maristas de Barcelona y Badalona, la realidad que aflora ahora en Chile demuestra que, a pesar de mediar un océano como el Atlántico, en las escuelas españolas y chilenas ocurrió algo demasiado parecido. La impunidad de la que gozaron los docentes para atrapar a las víctimas y el silencio que impuso la institución para proteger su reputación en lugar de proteger a los menores, se repiten. El balance provisional chileno, además, ya se acerca al español.

Según fuentes judiciales, portavoces de la orden marista y víctimas entrevistadas por este diario, actualmente ya son al menos siete los hermanos religiosos investigados por delitos cometidos -en cinco centros distintos- entre 1970 y 2010. El total de exalumnos que han denunciado abusos supera la treintena, un balance que convierte este caso en el más grave conocido hasta la fecha en Chile.

Cuatro hermanos españoles
Cuatro de los profesores sospechosos son hermanos maristas de origen español: Abel Pérez (19 víctimas), José Monasterio (2 víctimas), Adolfo Fuentes (1 víctima) y Jesús Castañeda (1 víctima). El resto son hermanos chilenos: Luís Cornejo (8 víctimas), Armando Alegría (1 víctima) y Luis Izquierdo (1 víctima).

Los hermanos españoles fueron reclutados a edades tempranas, entre los 10 y los 15 años, durante las décadas de 1940, 1950 y 1960. Ingresaron en el Juniorado Hispanoamericano que se impartía en Valladolid, en un centro que las comunidades maristas de América del Sur decidieron montar en España tras constatar "la falta de vocación", según aclara Mariano Varona –hermano español que ejerce de portavoz marista–, que existía entre los habitantes de Chile, Argentina o Perú. El centro de formación estuvo en Palencia –temporalmente– y en Valladolid –definitivamente–. Por eso, y según consta en el archivo patrimonial marista de Chile, todos los acusados de origen español procedían de pueblos del norte de Castilla y León.

Fe, educación y abusos
"Sor Soledad nos llamaba indios. Nos regañaba diciendo que gracias a los maristas estábamos conociendo la civilización y la fe, que sin los españoles todavía andaríamos con taparrabos". Este recuerdo pertenece a Eneas Espinoza, uno de los exalumnos que han denunciado abusos de un hermano español en la década de los ochenta en el Instituto Alonso Ercilla (IAE).

En la capilla, el sótano y las aulas de este colegio de Santiago de Chile se sitúa el epicentro de un terremoto que ha alcanzado a otros cuatro colegios chilenos. El Alonso Ercilla lleva el nombre de un poeta español que participó en la colonización de este país durante el siglo XVI. La obra más famosa de Ercilla ('La Araucana') narra el sometimiento de los mapuches por los conquistadores españoles.

Los hermanos españoles "se paseaban como seres sagrados por el colegio", recuerda Javier Neira, otro exalumno, que no sufrió abusos pero sí mantiene el mismo recuerdo que Espinoza sobre el poder de los profesores que llegaron de tan lejos, según rezaba su misión, para "dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar entre los niños y jóvenes, especialmente los más necesitados". Pero los colegios maristas chilenos no eran gratuitos. Y eran caros. Con el tiempo, abrieron algún centro subvencionado, como el Champagnat de La Pintana, ubicado en un suburbio de la capital chilena. Allí se han denunciado los abusos sexuales más recientes.

Ramificación española
Gran parte de los delitos se cometieron mientras la sociedad chilena vivía bajo el yugo militar del golpista Augusto Pinochet –quien había sido exalumno marista en el Instituto Rafael Ariztía, otro centro afectado por la pederastia–. Aunque en estos colegios, sin importar si en el exterior de sus muros había democracia o dictadura, siempre reinó una disciplina férrea impuesta por profesores religiosos que se dirigían con acento español a los alumnos.

La organización marista tiene raíz francesa pero quienes extendieron la obra de su fundador Marcelino Champagnat por América del Sur fueron los españoles. Más del 60% de los hermanos nacieron en España y durante el último siglo los españoles han copado todos los puestos de poder dentro de la organización. Por eso el abuso sexual a menores maristas en Chile es una ramificación española. Porque se cometió dentro de una organización religiosa importada desde España que no solo extendió la obra de Champagnat y evangelizó y educó a miles de niños chilenos, también reprodujo en las escuelas unas condiciones ambientales idóneas para que la pederastia creciera sin ser vista.

José Andrés Murillo, director de la Fundación para la Confianza –una asociación chilena que está asesorando tanto a víctimas de los colegios maristas como a la propia orden– constata que los abusos ocurridos dentro de estas escuelas seguían "un patrón" para ocultarlos. "Toda institución que esté dentro de la iglesia ha reproducido en cualquier parte del mundo el mismo mecanismo de encubrimiento y abuso de poder", concluye el abogado Carlos Lombardi, representante de la Red de Supervivientes de Abuso Sexual Eclesiástico en Argentina, otro país de América del Sur en el que van emergiendo delitos sexuales de organizaciones religiosas.

La organización marista chilena ha asegurado a El Periódico que "cooperará" con la justicia para "reparar" a todos los afectados. Han creado dos órganos: la 'Comisión para la verdad', que cuenta con especialistas externos, y el grupo de trabajo de 'La mesa de nunca más. El objetivo es encontrar en cada colegio a todas las víctimas e informar tanto a las autoridades chilenas como a la prensa de los profesores bajo sospecha. La mayoría de los nombres de docentes ahora investigados han sido trasladados a la justicia por la propia institución.

La orden marista chilena parece ahora comprometida con la necesidad de desenterrar hasta el último abuso que se silenció. Es algo nuevo. Hasta ahora había actuado al revés, haciendo lo mismo que sus 'padres' españoles: echando encima toda la tierra posible.

Maristas reclutados en Valladolid llevaron a Chile fe, educación y abusos sexuales.
En el Juniorado Hispanoamericano se formaron los religiosos españoles ahora denunciados y sus superiores.
Guillem Sánchez | El Periódico, 2018-01-06
http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180106/maristas-de-castilla-y-leon-llevaron-a-chile-fe-educacion-y-abusos-sexuales-6533338

Los primeros maristas llegaron a Chile el 27 de febrero de 1911. Eran cuatro hermanos españoles que partieron del puerto de Barcelona en un barco de vapor (el 'León XII') que los condujo hasta Buenos Aires (Argentina). Según consta en el archivo patrimonial de la orden chilena, cruzaron los Andes en el "recién inaugurado" Tren Trasandino. El primer colegio lo abrieron en un antiguo convento asuncionista. Lo llamaron Instituto Chacabuco y está en una zona fronteriza de los Andes que separa Chile de Argentina. El Instituto Alonso Ercilla (IAE), la escuela en la que más abusos han aflorado hasta la fecha, fue el primero que se inauguró en la capital, Santiago, en 1929.

Actualmente hay doce centros maristas en todo Chile que atienden a más de 15.000 alumnos. Es la segunda comunidad educativa religiosa del país, tras la de los Salesianos, en cuyo seno ha estallado también algún caso de pederastia en los últimos años. Siete de estos centros maristas siguen siendo enteramente privados. Los cinco restantes son subvencionados y están en zonas de pocos recursos.

"A los Maristas en Chile nos llaman 'mochos'", explica Mariano Varona, hermano de origen español que ejerce de portavoz de la orden. Los 'mochos' son los árboles sin copa, una metáfora para contar que los hermanos ni son laicos -sus votos incluyen la castidad- ni tampoco llegan a convertirse en clérigos -no pueden oficiar ninguna ceremonia-. Si para encontrar sacerdotes la Iglesia ya tenía dificultades, para encontrar vocación para quedarse en 'mocho' la cosa era "todavía más complicada".

Para sortear este obstáculo, las comunidades de Perú, Argentina y Chile acordaron en 1951 crear en España un Juniorado Hispanoamericano que, provisionalmente, instalaron en Palencia, para educar a niños españoles, convertirlos en hermanos maristas y enviarlos a América a expandir la obra de Marcelino Champagnat, su fundador. En 1953 este centro fue trasladado de forma definitiva a Valladolid. Los menores seleccionados no pertenecían obligatoriamente a una escuela de la orden. Existía la figura del reclutador, que los buscaba en colegios de poblaciones cercanas a Palencia, Burgos y Valladolid.

"Vino un señor a mi colegio -explica Varona- y preguntó por los alumnos más espabilados". Él fue uno de los escogidos por el director para entrevistarse con el reclutador. Solo tenía 10 años, y su padre, tras escuchar la propuesta, le respondió que aquella decisión, la de formarse para partir hacia a América, tenía que tomarla él. Aceptó. Entró en el programa del Juniorado y antes de cumplir la mayoría de edad ya había dejado su pueblo natal, Mazariegos (Palencia), para viajar a Chile.

El escándalo de pederastia que se ha reproducido ahora en Chile ha dejado al descubierto que no solo trajeron de España fe y educación. Cuatro de los al menos siete hermanos denunciados por abusos sexuales llegaron a Chile como Varona. Abel Pérez (1947), Adolfo Fuentes (1943), el difunto José Monasterio (1926) y Jesús Castañeda (1955) se criaron en pueblos del norte de Castilla y León. Los responsables de todos los colegios en que se cometieron, y se taparon, estos delitos, eran también españoles. Como lo eran los máximos dirigentes de la comunidad chilena. En la actualidad, cada vez son más los nacidos en el país americano que ostentan puestos de mando. Durante el último siglo, sin embargo, la organización ha estado completamente gobernada por hermanos españoles. El encubrimiento de la pederastia que ahora se investiga pesa especialmente sobre los segundos.

Pederastas sin fronteras.

Habrá que ver en qué acaba la investigación judicial en Chile. En España, de los 12 docentes denunciados, tres de ellos confesos, solo uno acabará sentado en el banquillo de los acusados.
Luis Mauri | El Periódico, 2018-01-06
http://www.elperiodico.com/es/opinion/20180106/pederastas-sin-fronteras-6535063

Habrá que repetirlo dos, diez, cien veces. Un millar. ¿De qué estamos hablando? De niños sometidos a abusos sexuales por sus profesores. Niños manoseados, atemorizados, amenazados, traumatizados, abusados, culpabilizados, violados. De esto estamos hablando. De niños de infancia robada y madurez ensombrecida. De niños inermes devorados por los maestros a cuyo magisterio fueron encomendados. No es que el lobo se colara en el corral de las ovejas, es que estas llevaban sin saberlo a sus corderitos a la lobera.

La Congregación de los Hermanos Maristas, originaria de Francia, es una organización multinacional cuya misión fundacional es la educación. Dispone de colegios en 79 países de todo el mundo. Tras el escándalo de pederastia en tres de sus escuelas en Barcelona y Badalona, ahora los abusos sexuales de menores sacuden los cimientos de los colegios maristas en Chile. En el país del Cono Sur hay al menos siete hermanos acusados por más de 30 exalumnos de cinco centros educativos. Cuatro de los docentes investigados en Chile fueron reclutados en su día en España por la congregación.

Una exhaustiva investigación de El Periódico reveló en el 2016 una realidad escalofriante: más de 40 niños de 7 a 16 años de edad fueron sometidos a violaciones, felaciones y masturbaciones por parte de 12 profesores y un monitor en Barcelona y Badalona. Los crímenes fueron cometidos a lo largo de tres décadas. Durante 30 años, los depredadores actuaron a placer, con total impunidad, protegidos por el manto de silencio, tan espeso como abominable, que imponían los colegios y la congregación religiosa a la que pertenecían.

El mismo procedimiento

El procedimiento era siempre el mismo, con ligeras variaciones. Cuando algún alumno lograba vencer el miedo, la vergüenza, el asco y la humillación, y alertaba a sus padres de que estaba siendo víctima de abusos sexuales por parte de un hermano o un profesor del colegio, la dirección del centro, es de suponer con el aval de sus superiores en la congregación, trataba de disuadir a los padres de la idea de denunciar el caso. En algunas ocasiones, los padres recibían presiones e incluso amenazas. El colegio, en contrapartida, se comprometía a apartar al depredador de las tareas docentes directas o trasladarlo a otro centro educativo de la hermandad. Un colegio nuevo, a cuya llegada el lobo sería recompensado con un nuevo rebaño de corderitos.

Habrá que ver en qué acaba la investigación judicial en Chile. En España, de los 12 docentes denunciados, tres de ellos confesos, solo uno, Joaquim Benítez, acabará sentado en el banquillo de los acusados. Los demás ni siquiera han sido investigados porque sus delitos han prescrito por el paso del tiempo. Eso en cuanto a los depredadores. En cuanto a la organización bajo cuyo amparo destruían infancias, sigue recibiendo subvenciones de la Generalitat. La oposición no parece muy alarmada al respecto. Todos, Gobierno y oposición, deben de tener asuntos de mayor hondura de los que ocuparse. Cómo no.

"Los Maristas me despidieron por enfrentarme a un pederasta".
Patricio Quiroz perdió su trabajo de profesor en un colegio chileno de la orden por impedir que Abel Pérez abusara de un alumno.
Guillem Sànchez | El Periódico, 2018-01-07
http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180107/los-maristas-me-despidieron-por-enfrentarme-a-un-pederasta-6536418

Patricio Quiroz es exalumno y exprofesor del colegio Alonso Ercilla de Santiago de Chile, el centro marista en el que estudiaron la mayoría de las víctimas que ahora han denunciado haber sufrido abusos sexuales durante su escolarización. Jugó de central en la selección de fútbol del colegio y, años después, cuando ya era profesor de educación física, pasó a entrenarla. Uno de los chicos a los que entrenó cuenta de Quiroz que más de una vez "se había peleado contra dos y tres jugadores del equipo rival". Posiblemente ese carácter que le recuerdan en el equipo de fútbol fue la que le terminó costando el trabajo en los Maristas. Unos amigos le habían contado qué hacía con los niños el hermano Abel Pérez durante una cena de exalumnos, y él, entonces compañero de claustro de este hermano sobre el que ahora pesan una veintena de denuncias por abusos sexuales cometidos entre 1970 y 2010, se enfrentó con el pederasta.

- ¿Cuándo supo quién era en realidad Abel Pérez?
- En 1991. En la cena de nuestro décimo aniversario de graduación. Eran casi las dos de la madrugada. Habíamos bebido y estábamos bromeando. Uno que estaba sentado frente a mí levantó la mano y dijo que quería "contar algo". Lo que explicó fue que hubo un hermano que había abusado de él en el colegio, que le había obligado a practicarle sexo oral.

- ¿Cómo reaccionaron?

- De entrada pensábamos que estaba de coña. Él se quedó callado. Pero a los pocos segundos otro de los compañeros le preguntó directamente si ese hermano era Abel Pérez. Él respondió que sí y el otro dijo: "A mí me hizo lo mismo". Desde la esquina de la mesa habló un tercer compañero: "A mí también". A todos se nos pasó de golpe la borrachera.

- ¿Entonces ya era profesor?
- Sí. Me pasé muchos meses con esa información en la cabeza pensando qué hacer. Pregunté por el hermano Abel Pérez en el colegio porque en esa época estaba en otro colegio. Cinco años más tarde, en 1996, Abel Pérez volvió al Alonso Ercilla.

- ¿Y se encontró con él?
- Sí. En octubre de ese año, yo estaba esperando a que salieran algunos de mis jugadores porque era día de partido. Sentado en un banco vi salir a Abel Pérez con un crío rubio con ojos azules de la mano. Se lo llevaba a la capilla para "enseñarle a rezar".

-¿Hizo usted algo?
- Me acerqué y le dije que yo era compañero de curso de cuatro de sus víctimas, que sabía lo que él hacía con los niños y que este niño no se iba con él a la capilla. Cogí al crío del brazo y lo mandé de vuelta a la clase.

- ¿Abel Pérez respondió?
- Me miró, perplejo, rabioso. Me avisó de que "esto no iba a quedar así".

- ¿No quedó así?
- Un mes después, el director del colegio, Gregorio Pastor, me llamó a su despacho y me dijo que mi contrato finalizaba.

- ¿Le dijo por qué?
- De entrada, me contó que era por quejas de los alumnos. Pero acabó admitiendo que era por el enfrentamiento que tuve con Abel Pérez. Haciendo el gesto con la mano de cerrar la boca con una cremallera, me dijo que yo no tenía "compromiso con el colegio".

- ¿Y le echaron?
- Sí. Lo siguiente que supe de los Maristas ya fue en el 2012, cuando me llamaron porque Mariano Varona [portavoz de la organización religiosa en Chile] quería hablar conmigo. Fui a reunirme con él. Me explicó que en el 2010 unos padres habían acudido porque su hijo estaba atravesando una depresión mayor a causa de los abusos de Abel Pérez y quería conocer mi versión de esta historia. Esta víctima trató de suicidares dos veces y eso, me contó Varona, les hizo reaccionar. Entonces fue cuando sacaron al hermano Abel del colegio de La Pintana y cesó su contacto con los menores. Pero no lo denunciaron.

Los Maristas de Chile admiten que silenciaron abusos sexuales a menores.
Mariano Varona, portavoz: "Estas cosas no se ventilaban. Ni para dentro ni para fuera". La dirección de la orden chilena sí investigará "con expertos externos" la pederastia de "los últimos 50 años".
Guillem Sànchez | El Periódico, 2018-01-07
http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20180107/maristas-chile-admiten-silenciaron-abusos-sexuales-menores-6536118

Los Hermanos Maristas de Chile, en una entrevista con El Periódico celebrada en la Casa de la Providencia de Santiago con los tres portavoces de la institución -Mariano Varona, de origen español; Héctor Villena, asesor de comunicación, y Ernesto Reyes, representante del provincial-, admiten que en el pasado se cometieron "errores". Por primera vez, representantes de esta institución religiosa reconocen que los casos de abusos sexuales que sufrían los alumnos se silenciaban en lugar de denunciarse.

La dirección chilena de la orden, sumida en un escándalo de pederastia cuyas raíces entroncan con una forma de operar importada de España, lanza el mensaje de que ahora las cosas han cambiado. En contraste con los Maristas catalanes, en Chile se investigarán a fondo "los últimos cincuenta años" con la Comisión para la Verdad, un equipo de expertos en derechos humanos externos escarbará en el pasado de las doce escuelas chilenas. Todas las pruebas de abusos que aparezcan "serán entregadas a la justicia" y las víctimas "serán reparadas", prometen. Han creado, además, la Mesa de Nunca Más, de funcionamiento interno y presidida por Reyes. "Este nombre no significa que nunca más habrá casos de abusos en las escuelas, significa que nunca más se actuará sin seguir los protocolos de prevención -y de denuncia a la justicia- estrictamente".

Existe "desconfianza" por parte de las víctimas, "y resulta comprensible", razona Reyes, "por cómo se hicieron al inicio" las cosas.

- El hermano Abel Pérez ha ejercido durante 40 años y acumula una veintena de denuncias, ¿Nadie vio nunca nada?
-Varona: No. Jamás vimos nada. Y si alguien lo vio y avisó al director, él nunca lo transparentó. Cosa que solía ser costumbre.

- ¿Costumbre?
- Varona: Estas cosas no se ventilaban. Ni para dentro ni para fuera. Pero también es falso que lo supiera t odo el mundo.

El propio Varona escuchó una denuncia de pederastia en 1981 contra otro de los hermanos acusados, Armando Alegría. Se lo contó directamente a él un aspirante a marista que tutelaba en calidad de formador. Este hecho "hay que ponerlo en contexto", remarca. "No creí que se tratara de abusos sexuales, sino más bien de juegos eróticos y de fotografías de desnudos entre Armando y el muchacho", recuerda. "Lo que me contó a mí era como un secreto de confesión. No correspondía denunciar. De todos los formadores que escucharon otros casos ninguno presentó ninguna denuncia. Lo que correspondía era ayudar a la persona a enfrentar la situación".

- ¿Por qué no?
- Varona: Sería como una falta de respeto a una confidencia sagrada. ¿Cómo vas a ventilar eso?

- Tal vez esa era una vía que tenían para pedir ayuda…

- Varona: Lo que yo hice fue informar a mi superior. Ahora las cosas han cambiado. Pero entonces no se podía denunciar sin hablar con el provincial [el máximo responsable de cada comunidad]. Los Maristas vienen de una estructura piramidal rígida.

- ¿No les parece que de esta manera hubo muchas señales de alarma que se ignoraron?

- Varona: Tal vez sí hubo ocasiones en las que alguien pidió ayuda y no se le socorrió. Así como con Abel Pérez te lo niego y no hubo encubrimiento, en el caso de Armando Alegría, y ustedes lo pueden catalogar como quieran... lo que pasó fue que yo se lo conté al provincial y el provincial no hizo nada. Ningún provincial actuó. Yo mismo fui provincial y tampoco actué.

- ¿Por qué no se actuó?
- Varona: Por respeto al hermano…

- ¿Y a los alumnos? ¿No les preocuparon los alumnos que podrían ser agredidos por Alegría en el futuro?
- Varona: No sé… no se consideró así. No se tuvo en cuenta eso.

- ¿Creían más en la palabra de los hermanos que en la de los alumnos?

- Varona: También las familias creían más en la palabra del hermano que en la de su hijo. Así sucedió en el caso de Jaime Concha.

La investigación de El Periódico en España destapó abusos de doce profesores distintos contra una cuarentena de alumnos. En Chile ya hay al menos siete docentes investigados por delitos contra una treintena de alumnos. "Yo creo que la explicación es sencilla -explica Varona- y es válida para la mayor parte de los casos que han pasado en todo el mundo. En todo el proceso de formación de los maristas casi nunca nos hablaban de sexualidad. Nuestra formación en muchos aspectos fue muy buena: buenas clases, mucho deporte, un ambiente muy positivo… en el que nos sentíamos felices. Pero sobre sexualidad, de acompañamiento en el proceso que vive el adolescente, no hubo nada. Ahí se quedó un vacío. Una carencia muy grande, que después tiene repercusiones en algunas personas. Afortunadamente no con todas. Pero sí con algunas".

- Cuatro de los hermanos acusados son españoles y se formaron en España. Tres de ellos, como usted, en el llamado Juniorado Hispanoamericano construido para captar vocaciones cerca de Valladolid y enviarlos a América del Sur. ¿Sufrieron durante el juniorado alguna experiencia traumática?
- Varona: Fue falta de formación…

- Pero al hablar de este problema… a menudo los pederastas son hombres que también sufrieron abusos en la infancia. Por eso le preguntaba…
- Varona: No… de los casos que yo conozco… no. Solamente te podría decir de un caso. Donde se dio por otra parte una cosa que pudo ser bastante común en los ambientes de España. Me consta que esa persona ha declarado que cuando él era niño en su pueblo había juegos entre los compañeros de connotación sexual.

- ¿Antes de entrar en el juniorado?
- Varona: Antes de entrar, sí.

- ¿Es Abel Pérez?

- Varona: Sí. Manoseos… masturbaciones… juegos en esa línea. Y él lo ha contado no como una explicación de todo esto… pero sí para decir que había un 'antes' de todo esto.

El 'caso Maristas' de Chile ha supuesto para esta comunidad educativa "un golpe terrible". Pero solo ocho familias del colegio Alonso Ercilla, epicentro del escándalo, han retirado a hijos escolarizados allí, señala Reyes. En el resto de centros de los Maristas en Chile, "la movilidad ha sido mínima", subraya. "Ha sido todo muy doloroso, sobre todo para los hermanos más jóvenes", admite Varona. Pero incluso estos más jóvenes, consultados por el propio Varona sobre la posible expulsión de alguno de los hermanos acusados, han respondido que "hay que ser misericordiosos".

PS. En una aclaración posterior a la publicación de esta noticia, Ernesto Reyes ha matizado que, aunque "el 95% de los hermanos" -en palabras de Varona- abogan por esta actitud de misericordia, los más jóvenes son los que han pedido medidas más duras contra la pederastia.

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