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Dispuesta a atajar el abandono masivo de vástagos naturales, la ministra de Familia de Marruecos se plantea declarar obligatorios los test de ADN «para que todos los niños sepan quién es su padre».
Irma Cuesta | El Correo, 2018-01-08
Basima Hakaui, la más que controvertida ministra de Solidaridad, Mujer, Familia y Desarrollo Social de Marruecos, parece dispuesta a poner un poco de orden en un país en el que el abandono de niños va camino de convertirse en pandemia. A esta mujer, que se mostró contraria a la prohibición del matrimonio de niñas menores pese a que buena parte de las jóvenes de su país le pedían a gritos un cambio en la legislación, no le parece bien que en la tierra de Mohamed VI la mayor parte de los bebés que nacen fuera de una unión convencional queden desamparados, y propone convertir en obligatorios los test de ADN. La idea, ha dicho Hakaui, es que cada niño que venga a este mundo tenga un padre y sepa quién es. «El Gobierno debe asegurar a los niños abandonados todos los servicios que les permitan afrontar su futuro en igualdad, empezando por su inscripción en el registro civil donde se conozca la identidad de sus padres», ha afirmado la ministra de un país en el que cada día nacen unos 160 niños fuera del matrimonio y cerca de 30 son olvidados por sus madres.
Aunque la propuesta de Hakaui ha sido recibida con alegría por las muchas asociaciones que trabajan en Marruecos para ayudar a las madres solteras, la realidad es que la ministra lo va a tener complicado. No es solo que la idea puede caer como una losa sobre buena parte de los miembros del PJD, el partido islamista al que pertenece, es que habría que encarar serias reformas en la legislación marroquí. Regida por el código de familia Mudawana, los últimos cambios, aprobados en 2003, supusieron un considerable avance porque pusieron ciertos límites a la poligamia, pero a punto estuvieron de levantar en armas a los fundamentalistas.
Problemas de fondo
Por complicado que pueda resultar, la realidad es que conocer la identidad del padre no cambiaría demasiado las cosas sin una nueva reforma del código de familia, una norma que discrimina a la madre soltera que se queda con su hijo; que establece que solo podrá darle su apellido si su padre o su hermano acceden, y que deja claro que en ningún caso tendrán derecho a reclamar una pensión al padre biológico. Por si eso fuera poco, la ley marroquí tampoco ayuda demasiado a los niños. De hecho, todo el que nace fuera del matrimonio se considera hijo natural que no podrá ser reconocido por su padre aunque este quiera hacerlo.
A pesar de todo, hay quien cree que es un buen momento para lograr que la propuesta de la ministra prospere. Especialmente cuando, aunque finalmente la historia no acabara bien, hace solo un año que un tribunal de primera instancia de Tánger decidió reconocer la filiación paterna de una de esas niñas naturales después de que las pruebas de ADN eliminaran cualquier duda sobre quién era su padre. El juez, para sorpresa de muchos, armó su sentencia sobre acuerdos internacionales sobre derechos de los niños firmados por Marruecos, y no por el derecho de familia marroquí. Sin embargo, su resolución tardó muy poco en ser revocada. Solo unos meses después, el tribunal de apelaciones anuló la sentencia y obligó a la madre a pagar las costas.
Aún así, personas como Cherkaui, psicóloga y responsable de una de las asociaciones que trabajan para proteger a niños y mujeres, opinan que lo más problemático es la mirada de la sociedad hacia esas madres, que son vistas como prostitutas. Eso, sin contar que muchos de los chavales abandonados terminan en la calle engordando el censo de lo que ya se conoce como ‘desheredados de Marruecos’, miles de niños que deambulan por las calles sobreviviendo como pueden sin nadie cerca que vele por ellos.
Ni siquiera el trabajo que realiza gente como Yousef Hamounid, educador social y responsable de una organización pionera en la atención a los niños de la calle, resulta un consuelo. «La calamidad conduce a estos chavales vulnerables hacia el pegamento, porque no tienen medios para recurrir a drogas más caras», afirma, mientras desde la Asociación Marroquí de Ayuda a Niños en Situación Precaria se airean datos alarmantes.
En este escenario, es fácil entender que el anuncio de Basima Hakaui haya sido aplaudido por los progresistas a pesar de que a la ministra le preceda una más que merecida fama de inmovilista. Al fin y al cabo, encabezó un movimiento contra una actuación de Shakira por considerarlo «un espectáculo pornográfico trufado de connotaciones sexuales». Eso, por no hablar de que se ha mostrado públicamente a favor del matrimonio de una mujer con su violador por considerar que, en ocasiones, «no es especialmente malo» y de que no tiene ningún problema en decir que «la política no es para las mujeres».
Aunque la propuesta de Hakaui ha sido recibida con alegría por las muchas asociaciones que trabajan en Marruecos para ayudar a las madres solteras, la realidad es que la ministra lo va a tener complicado. No es solo que la idea puede caer como una losa sobre buena parte de los miembros del PJD, el partido islamista al que pertenece, es que habría que encarar serias reformas en la legislación marroquí. Regida por el código de familia Mudawana, los últimos cambios, aprobados en 2003, supusieron un considerable avance porque pusieron ciertos límites a la poligamia, pero a punto estuvieron de levantar en armas a los fundamentalistas.
Problemas de fondo
Por complicado que pueda resultar, la realidad es que conocer la identidad del padre no cambiaría demasiado las cosas sin una nueva reforma del código de familia, una norma que discrimina a la madre soltera que se queda con su hijo; que establece que solo podrá darle su apellido si su padre o su hermano acceden, y que deja claro que en ningún caso tendrán derecho a reclamar una pensión al padre biológico. Por si eso fuera poco, la ley marroquí tampoco ayuda demasiado a los niños. De hecho, todo el que nace fuera del matrimonio se considera hijo natural que no podrá ser reconocido por su padre aunque este quiera hacerlo.
A pesar de todo, hay quien cree que es un buen momento para lograr que la propuesta de la ministra prospere. Especialmente cuando, aunque finalmente la historia no acabara bien, hace solo un año que un tribunal de primera instancia de Tánger decidió reconocer la filiación paterna de una de esas niñas naturales después de que las pruebas de ADN eliminaran cualquier duda sobre quién era su padre. El juez, para sorpresa de muchos, armó su sentencia sobre acuerdos internacionales sobre derechos de los niños firmados por Marruecos, y no por el derecho de familia marroquí. Sin embargo, su resolución tardó muy poco en ser revocada. Solo unos meses después, el tribunal de apelaciones anuló la sentencia y obligó a la madre a pagar las costas.
Aún así, personas como Cherkaui, psicóloga y responsable de una de las asociaciones que trabajan para proteger a niños y mujeres, opinan que lo más problemático es la mirada de la sociedad hacia esas madres, que son vistas como prostitutas. Eso, sin contar que muchos de los chavales abandonados terminan en la calle engordando el censo de lo que ya se conoce como ‘desheredados de Marruecos’, miles de niños que deambulan por las calles sobreviviendo como pueden sin nadie cerca que vele por ellos.
Ni siquiera el trabajo que realiza gente como Yousef Hamounid, educador social y responsable de una organización pionera en la atención a los niños de la calle, resulta un consuelo. «La calamidad conduce a estos chavales vulnerables hacia el pegamento, porque no tienen medios para recurrir a drogas más caras», afirma, mientras desde la Asociación Marroquí de Ayuda a Niños en Situación Precaria se airean datos alarmantes.
En este escenario, es fácil entender que el anuncio de Basima Hakaui haya sido aplaudido por los progresistas a pesar de que a la ministra le preceda una más que merecida fama de inmovilista. Al fin y al cabo, encabezó un movimiento contra una actuación de Shakira por considerarlo «un espectáculo pornográfico trufado de connotaciones sexuales». Eso, por no hablar de que se ha mostrado públicamente a favor del matrimonio de una mujer con su violador por considerar que, en ocasiones, «no es especialmente malo» y de que no tiene ningún problema en decir que «la política no es para las mujeres».
- Las cifras
- 300.000 niños viven en Marruecos en situación de desamparo según las estimaciones de la Asociación Marroquí de Ayuda a Niños en Situación Precaria (Amesip).
- Fuera de la ley. La mayoría de las mujeres que deciden desprenderse de sus hijos lo hacen legalmente, en la misma clínica o ante un juez, pero un 38% de estos niños son abandonados de forma ilegal.
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