domingo, 30 de marzo de 2008

#hemeroteca #testimonios | Cecilia G. de Guilarte, anarquista y corresponsal de guerra

Cecilia G. de Guilarte, anarquista y corresponsal de guerra.
Cecilia García de Guilarte, periodista y novelista, fue la única mujer que ejerció de corresponsal de guerra en el llamado «Frente del Norte» durante la Guerra del 36. Anarquista desde la cuna, esta tolosarra que años después llegó a ser finalista del Premio Planeta, estuvo en las trincheras con tan sólo veinte años. Un libro recupera ahora sus crónicas.
Karolina Almagia | Gara, 2008-03-30
http://gara.naiz.eus/paperezkoa/20080330/70110/es/Cecilia-G-Guilarte-anarquista--corresponsal-guerra

La tolosarra Cecilia G. de Guilarte (1915-1989) ha pasado a la historia por sus libros de narrativa, pero apenas se conoce su faceta como periodista y corresponsal de guerra en el Frente de la Guerra del 36. Escribió de todo, pero nos privó de lo que más nos hubiera gustado leer: sus memorias sobre la guerra. Y, sin embargo, a través de sus crónicas -recuperadas ahora por Guillermo Tabernilla y Julen Lezamiz, de la Asociación Sancho de Beurko, en el libro «Cecilia G. Guilarte. Reporter de la CNT» (Ediciones Beta)-, podemos seguir los pasos de esta valiente mujer. El libro reproduce las crónicas de guerra editadas en los periódicos «CNT Norte», «Frente Popular» y «El Liberal», además de trazar una aproximación a la autora y al contexto histórico en el que trabajó. Esta publicación coincide con las siete tesis doctorales que en estos momentos se están haciendo sobre ella en México y Estados Unidos, lo que demuestra el interés que su figura despierta en los historiadores.

Cecilia G. Guilarte mamó el anarquismo desde la cuna. Nacida en Tolosa en 1915, en el seno de una familia obrera emigrada de Burgos, abrazó el anarquismo de un modo casi confesional. Su padre trabajaba en la industria papelera y uno de sus hermanos, Felix, murió con 17 años en los combates de Irun.

Guilarte cubrió para el periódico de la CNT los frentes de Gipuzkoa, Bizkaia, Santander y Asturias entre 1936 y 1937, ofreciendo una visión de la guerra muy alejada de los tópicos que asignaban a la mujer periodista un rol de mera propagandista.

Cecilia fue una mujer que no huyó del peligro y permaneció en medio de la batalla de Irun, en las calles de Bilbo durante los trágicos sucesos del 4 de enero de 1937 (cuando, tras un bombardeo que causó varios muertos, la muchedumbre penetró en las cárceles de la ciudad y causó una matanza entre los presos franquistas), en las posiciones del batallón Isaac Puente en Cimadevilla o en la ofensiva del general Mola.

Joven y pasionada, llama la atención el hecho de que escribe sus crónicas en primera persona, siempre preocupada por el factor humano y manteniendo la fe en la victoria. Y en medio de todo ello, vive una historia de amor con el eibarrés Amós Ruiz Girón, gudari que llegó a ser jefe del Batallón Disciplinario de Euskadi. Precisamente investigando sobre este batallón llegaron Guillermo Tabernilla y Julen Lezamiz a las crónicas de Cecilia G. Guillarte, lo que despertó su interés por esta mujer. «Amós era jefe de la Policía Municipal de Eibar y cuando se produce el alzamiento de los franquistas marcha hacia la zona de Tolosa. Se conocen, comienzan una relación y se casan el 2 de mayo de 1937, en Portugalete. Nada más terminar la ceremonia, llaman a Amós para que se incorpore a la Batalla de Sollube, donde el comandante es herido de gravedad», relata Julen Lezamiz.

Compartiendo con los milicianos largas horas en las trincheras, sufriendo las penalidades de la guerra, Cecilia, con apenas veinte años, persiguió la noticia allá donde estuviera. Muestra de ello es la exclusiva que consiguió al localizar y entrevistar a un piloto alemán apresado por el Ejército republicano, que el Gobierno tenía escondido para evitar su linchamiento popular. Claro que lo tuvo fácil: su novio era el encargado de custodiar al prisionero. «Digamos que es una especie de acuerdo. El comandante Ruiz Girón le deja entrevistar al alemán, pero a cambio Cecilia escribe un artículo sobre el Batallón Disciplinario», explica Lezamiz.

Pero no fueron crónicas de guerra lo único que escribió Guilarte esos años en el Frente. Llegó a publicar en las páginas del periódico anarquista un folletín por entregas para entretenimiento de los milicianos. Es lo último que firma en este medio. «Cuando cae Bizkaia, el Ejército vasco se retira hacia Cantabria y unos pocos batallones continúan hacia Asturias, entre ellos el Batallón Disciplinario. Cecilia embarca en Ribadesella hacia Francia, de donde pasa a Catalunya. Ya embarazada, se queda en zona republicana, mientras su marido sigue combatiendo en Asturias. Amós se salvó de milagro, escapando en un pequeño barco mientras muchos de sus compañeros eran apresados y fusilados», continúa Lezamiz.

Exiliados en México, Cecilia se afilió a Izquierda Republicana y comenzó a colaborar con diversas publicaciones, entre ellas «Euzko-Deya».

Residió en diversas ciudades y regresó a su tierra natal en 1964, mientras su marido permaneció en aquel país hasta la muerte del dictador. Autora de ensayos, teatro, relatos, columnas periodísticas y novelas, alcanzó éxito con su biografía de la religiosa del siglo XVII Juana de Asbaje, así como con «Nacer en España», su gran novela sobre la Guerra Civil. En 1975 salía de la imprenta su último libro publicado en vida, «La soledad y sus ríos», en donde rememora sus años mexicanos.

Sus hijas viven en México, excepto una de ellas, Ana Mari, que regresó a Tolosa. Para ellas también ha sido una sorpresa la recuperación de estas crónicas.

«Hoy me he sentido más periodista que nunca»

Ante los aparatos fascistas destrozados, ante los cadáveres carbonizados de los aviadores alemanes me he sentido más periodista que nunca. Y también más joven. Me parecía que el cotidiano «tranquilidad en toda la provincia» del gobernador y el «niño mordido por un perro» de toda la vida se rebelaban, cansados, sin duda, de ser las noticias salientes del día.

-Uno de los aviadores fascistas ha resultado ileso -se decía. Y la noticia se agrandaba. Corría kilómetros y se repetía de una a otra punta de la provincia.

-Hay que buscarlo -me he dicho-. ¿Cómo?

No quiera el lector saberlo. Imagínese todos los trucos periodísticos, todas las ventanas escaladas que quiera, y aún resultará pálido ante la realidad.

Bilbao era una ola de pasión. Se pedía la muerte del que con tan traidoras intenciones llegó a Vizcaya. La pedían las madres que saben de dolor y de ternuras. La pedía el pueblo sintiendo la bofetada alemana en pleno rostro. (...)

Angustia en los ministerios. Pasión en la calle. Titubeos. Un hombre de pronto. Sólo él sería capaz de llevarse al preso pasándolo por entre la multitud impaciente ya para evitar que la justicia del pueblo se cumpliese con demasiada premura.

Y Schmidt Karl Gustav, el aviador alemán cuya vida un pueblo entero reclama, atravesó Bilbao, lleno el rostro de asombro y temor, ante las gentes agitadas en oleadas de sentimientos vengadores.

Es preciso verle, hablarle. He querido borrar de mi memoria las peripecias que esto me costó. (....)

-¿Qué opinas de la aviación leal?

-Son valientes -responde lacónico.

-¿Y ahora? -le pregunto.

Hace un gesto de indiferencia. Se ve que lucha por aparecer tranquilo sin conseguirlo. Hay en sus ojos azules una sombra de tristeza, parecida a la que se observa en las gallinas próximas al sacrificio. Con la vista fija en el suelo, contesta:

-Ya sé que no saldré de aquí. Al principio creí que esto terminaría enseguida... todos lo creímos así.

Cecilia.G. de Guilarte (Reportaje publicado en `CNT Norte' el 12 de enero de 1937)

domingo, 9 de marzo de 2008

#hemeroteca #homofobia | Victorio & Lucchino topan con la Iglesia

Victorio & Lucchino topan con la Iglesia.
Reyes Rincón | El País, 2008-03-09
http://elpais.com/diario/2008/03/09/sociedad/1205017203_850215.html

La cruzada de la Iglesia contra el matrimonio homosexual no perdona a nadie. A José Víctor Rodríguez y José Luis Medina, ‘Victorio & Lucchino’ (V&L), les ha salido cara su boda, celebrada en marzo de 2007. Según confirmó a este periódico la responsable de comunicación de los diseñadores, ambos han sido apartados de una labor a la que se dedicaban desde hace "seis o siete años" gratis y por devoción: vestir a las imágenes de uno de los pasos que cada Martes Santo procesiona en Sevilla con la Hermandad de San Esteban.

La portavoz de los modistos confirma que "han sido expulsados" como vestidores de las imágenes y que en el trasfondo del asunto está el matrimonio formalizado por la pareja hace unos meses. Los modistos rechazan hacer declaraciones: "Prefieren dejarlo pasar".

Los responsables de la cofradía admiten la desvinculación de V&L, pero niegan que tenga que ver con su cambio de estado civil. El hermano mayor (máximo responsable) de San Esteban, Carlos García Guisado, lo explica así: "Es una decisión de ellos adoptada de forma voluntaria y unilateral. Jamás nadie les ha dicho nada en contra", asegura García. Otras fuentes afirman que los modistos "han sido invitados" a abandonar su labor, pero que ambas partes han llegado a un "pacto de silencio". Victorio & Lucchino siguen siendo hermanos de San Esteban. "Nosotros no los hemos echado ni tengo constancia de que se hayan dado de baja", afirma el hermano mayor. La marcha de los diseñadores ha obligado a la hermandad a desempolvar las viejas indumentarias de las imágenes.

viernes, 7 de marzo de 2008

#hemeroteca #politica | Gays de derechas

Gays de derechas
Alberto Mira | Universo Gay, 2008-03-07
http://tribuna.universogay.com/gays-de-derechas__07032008.html

“¿Cómo se puede ser gay y de derechas?”, se preguntaba mi pareja exasperado, refiriéndose a uno de los novios (es una larga historia) de mi amigo Jorge. Ciertamente es un fenómeno que algunos gays no alcanzan a comprender, como si la expresión perteneciera al ámbito del oxímoron o simplemente como si se quisiera llevar la contraria al orden normal de las cosas. Según este punto de vista, la derecha es lo más contrario al bienestar de los homosexuales, resulta inflexible en esta cuestión, es, en una palabra, “homófoba”, así en bloque y sin ambigüedades. Todo lo más, de existir, los gays de derechas serían unas armarizadas insufribles, presas de sus contradicciones, probablemente con cosas mentales raras, y sin duda incómodos con su sexualidad. Pero la actitud hacia la propia sexualidad no está relacionada de manera unívoca con el posicionamiento político.

Lo cierto es que existen gays de derechas y están tan cómodos con su homosexualidad como los gays de izquierdas. Mucho más que algunos gays de izquierdas, incluso. Y ya puestos (espero que nadie se escandalice), a veces me siento mucho más cercano y mucho más cómplice con mis amigos gays de derechas que con un hetero homófobo de izquierdas. La distancia ideológica puedo salvarla, ignorar la homofobia me cuesta más.

Históricamente encontramos que tanto la izquierda como la derecha han utilizado la idea de la homosexualidad para desautorizar a aquellos que se consideran enemigos. En "De Sodoma a Chueca" comentaba que al inicio de la Guerra Civil, la derecha propagó el rumor de que Azaña, presidente de la Segunda República, era maricón, y los rojos hicieron lo propio con José Antonio Primo de Rivera, ideólogo de la Falange. Por otra parte, hay una larga tradición de homosexuales conservadores, aunque es cierto que acabamos por saber menos de ellos. Se me ocurre Noel Coward, sin ir más lejos. Los curas homosexuales (y hay muchos) serían, asumo, de derechas así como todos los militares homosexuales, lo que pasa es que la homofobia es parte escencial de estos ámbitos, así que en general se abstienen de declaraciones y hacen todo lo posible por pasar desapercibidos, con lo cual son menos identificables. El ensayista gay más influyente de las últimas décadas, Andrew Sullivan, se declara de derechas. A lo largo del siglo XX, tanto los regímenes de extrema derecha como los de extrema izquierda han dado muestras de homofobia, lo cual sugiere que ésta va más allá de las opciones políticas: por cada Hitler hay un Stalin, un Castro.

Sin duda el grueso de la cultura gay se acerca a la izquierda en los años sesenta, y esto resulta especialmente cierto entre los activistas. Esto sucede porque es la izquierda la que adopta la causa de la revolución sexual, y los gays del momento pensaban que esto les incluía a ellos. En España a esto hay que añadir que la derecha que nos gobernó entre 1939 y 1976 las hizo pasar canutas a los homosexuales (como las hizo pasar canutas a cualquiera que no siguiera ciertas pautas de comportamiento). El caso es que es fácil ver que coincidiendo con la emergencia de una izquierda que se convirtió en alternativa política, la situación de los homosexuales mejoró. Y los homosexuales en 1977 buscaron siempre el apoyo de opciones a la izquierda del espectro, porque con la derecha ya se sabía que no podía ser.

Sin duda la situación ha cambiado. El gobierno del Partido Socialista se ha mojado, sin tener por qué hacerlo, por los derechos de los homosexuales. Pero también cabe señalar que esta derecha no es la de los años setenta en la cuestión homosexual. Por una parte, la causa de la Revolución sexual, que antaño era determinante en la división entre izquierda y derecha, ha dejado de ser tema candente. Cierto que la derecha es más puritana en estas cuestiones, pero ya no hacen del sexo caballo de batalla. A ver, ciertamente se declaran contra “el matrimonio homosexual”, pero en su discurso ya no encontramos, salvo excepciones como los Polainos y compañía, la homofobia de antes. No sería de recibo. Líderes del PP declaran que a ellos lo único que les molesta del asunto es que se llame “matrimonio”. El argumento es implícitamente homófobo, pero hace una década probablemente habría dado pie a expresiones de homofobia mucho más brutales. La mayoría cuestionarán, un poco por lo bajines, el tema de la adopción. Pero seamos sinceros, la derecha ya no es lo que era. Se puede ser gay dentro del PP, y no pasa gran cosa. Tampoco en el PSOE tiene que ser un camino de rosas, cuando un reciente candidato a un puesto importante optó por el armario.

La gente no vota sólo “como homosexual”, y la sexualidad no ocupa el mismo espacio en las vidas de todos. Algunos, por trabajo o por inclinación, vivimos a gusto en esta idea de subcultura. Otros, una vez pasan los rituales de salir del armario y emparejarse, dan la espalda a cualquier cosa que sugiera esa subcultura con la que no se sienten relacionados. Esta distinción siempre me ha parecido más relevante entre los gays que la ideológica. Hace una década, en los Estados Unidos el partido republicano empezó a admitir homosexuales visibles en sus filas: la idea era que los homosexuales podían votarles de manera natural, porque al no vivir en familias (generalmente) y con su tendencia a constituir parejas en que había dos sueldos, preferían políticas que les permitiesen administrar su dinero, en lugar de una actitud más social que se dedica a escuelas, protección familiar y apoyo a madres solteras (a menudo heterosexuales). Socialmente, cuando se supera la amenaza de leyes opresivas, tiene cierto sentido que los homosexuales viren hacia la derecha y creo que no sirve de nada escandalizarse al respecto. Es decir, que no se trata de acusar a los gays de derechas de incoherencia, sino de producir un discurso que reivindique el hecho de que son gays, y por lo tanto “de los nuestros”, y que, en cierta medida, hay motivos por los que además de votar con la mano en el bolsillo o con la mente en una visión de la sociedad, tengan en cuenta otras razones que tendrán lo suyo de egoísmo.

En estos términos, el tema del matrimonio me parece que invita a que los gays de derechas, esta vez, voten como gays y no como conservadores. La reforma de la definición del matrimonio que realizó el gobierno de Rodríguez Zapatero en el 2005 hace que exista una división entre los dos principales partidos en este sentido. De hecho yo diría que dejando de lado la cuestión de principio, los gays de derechas tienen más que agradecerle que los gays de izquierdas: al fin y al cabo, los gays conservadores son, intrínsecamente, más proclives al matrimonio y la profesión de monogamia. Así que, dado que, según el señor Rajoy, ya no hay ni derechas ni izquierdas (es decir el que uno sea de derechas no significa que tenga que votar al señor Rajoy), ¿por qué no dejarnos de exclusiones? La opción política es cosa de cada uno, pero, por su propio interés, aunque sólo sea por mantener vivo el principio conservador de que el matrimonio es la base de la sociedad y las parejas sólo serán normales si son legítimas, hay motivos para que los gays de derechas, en esta ocasión, voten por partidos distintos al PP que son los únicos que van a proteger su estatus legal.