lunes, 15 de diciembre de 2014

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Entrevista a Javi Larrauri
“Lo que tengo claro es que el cine y la cultura me interesan si sirven como herramienta para transformar la sociedad”
Eduardo Nabal | Radicalmente Antisistema, 2014-12-15
http://torzew.blogspot.com.es/2014/12/entrevista-javi-larrauri.html

Javi Larrauri (Madrid, 1971), director del documental “Testigos de un tiempo maldito” y “Mujeres republicanas” sigue rodando. Su último trabajo colectivo es “Tomemos las calles”, casi un diario de combate contra la explotación y el expolio. Javi es un realizador prometedor pero, sobre todo, comprometido con este tiempo. Un tiempo que necesita muchas más voces como la suya. Ha trabajo temas de memoria histórica, sexualidades, feminismos y protesta social contra los abusos recientes.

Filmografía: "Mujeres republicanas" (2010), "La maternidad de Elna" (2010), "Marcos con eme de memoria" (2012), "Testigos de un tiempo maldito" (2012), "La luz de aquella tierra" (2013), "Tomaremos las calles" (2014).

Hola Javi. Tú último trabajo “Tomemos las calles” ¿suena a cine político o es, sin complejos, cine político? Porque claro no es lo mismo testimoniar el presente que desenterrar las fosas comunes del pasado, con todas esas víctimas del franquismo como telón de fondo. ¿Sigue siendo peligroso rodar según qué, quien, cuando y como en este país o más bien no acaba de ser rentable?
Javier Larrauri: No sé si es cine político, social o nada de eso. Eso lo tendrá que decidir la gente que lo vea. Lo que sí tengo claro es que el cine y la cultura me interesan si sirven como herramienta para transformar la sociedad. Entiendo que también es necesario el entretenimiento, pero no me interesa la cultura complaciente, sino la que es crítica, y cuanto más, mejor. Y que sirva para despertar una mirada crítica en la ciudadanía, algo que considero imprescindible.

Y por supuesto que cuanta más crítica es una película con el sistema, menos comercial y menos rentable será. Y encontrará muchas más puertas cerradas que abiertas. Al sistema le interesa mantener al pueblo dormido y con sus mentes anestesiadas. Y para ello nada mejor que darles telebasura, fútbol, religión y comedias absurdas que no hagan plantearse nada más allá. Ojalá algún día desde las instituciones se potencie otro tipo de productos culturales que sirvan para dar voz a la ciudadanía y no para aborregarla.

“Mujeres republicanas” y “Testigos de un tiempo maldito” daban voz a gentes represaliadas por el fascismo por su género u orientación sexual. Ya entonces aparecían luchas que siguen estando en la calle como el derecho al aborto, las libertades sexuales, las cuestiones de clase y el miedo al compromiso con estos temas por parte de un sector de la izquierda. Las cosas han cambiado pero ¿no lo suficiente?
Javi Larrauri: Algunas cosas han cambiado, pero no necesariamente para mejor. En este último tiempo estamos viviendo un retroceso en muchos ámbitos. El heteropatriarcado sigue férreamente asentado y no va a soltar el poder tan fácilmente. Y seguimos siendo gobernados por una pequeña oligarquía que oprime a toda la ciudadanía. En los últimos años ha aparecido una luz de esperanza: el 15M, que prendió la llama de la indignación y abrió las mentes al cuestionamiento permanente, al inconformismo. Y ha resultado en un empoderamiento ciudadano en las calles que lamentablemente ahora parece centrado más en cuestiones institucionales.

En cuestión de feminismos, desgraciadamente, seguimos a años luz de la igualdad. Los hombres de la izquierda no hemos entendido ni asumido que para que las mujeres se puedan autoafirmar nosotros tenemos que desempoderarnos. Que para que ellas ocupen el lugar que les corresponde, nosotros tenemos que desaparecer de esos lugares. Y que para que a ellas se las escuche, nosotros debemos callarnos. Y eso pasa inevitablemente por renunciar a los miles de privilegios personales que el patriarcado nos ofrece cada día.

La, por algunos, todavía llamada “crisis” ha puesto en primer plano la vulnerabilidad de muchos grupos sociales, sobre todo cuando hablamos de gente cercana a la precariedad, como mujeres, inmigrantes o personas LGTBI sin un estatus determinado. ¿Es dificil rodar algo bonito a partir de una situación tan fea o lo hermoso es la sinceridad de los “actores sociales”?
J.L: "Tomaremos las calles" comienza con una cita de Juana Doña que dice: "Aquella fue mi época, mi tiempo, un tiempo duro, pero no hay dureza que no sea vulnerable y yo encontré vetas que me hacen añorar dichas pasadas". En situaciones terribles como la crisis actual aparecen momentos de una belleza increíble. Ver a un grupo de personas poniendo sus cuerpos frente a la vivienda de una familia para impedir su desahucio es una de las estampas del triunfo del ser humano, de la solidaridad por encima de todo. Precisamente las situaciones límite sacan por un lado lo peor del ser humano, y por otro lo mejor. Y ahí es donde se puede apreciar la belleza infinita de la gente que lucha altruistamente por un mundo más justo, y sin buscar nada a cambio. Por eso me quise centrar en este trabajo en las mujeres de los movimientos sociales, que llevan a cabo este tipo de lucha.

Hay documentales como por ejemplo “Las maestras de la República” apoyados por más medios y con mayor y mejor difusión. Casi tienen un respaldo. ¿Te alegra que algunos de tus trabajos escapen a ese canon de supuesta “calidad” y “prestigio” o crees que lo uno no está reñido con lo otro? Porque algunos de tus trabajos o por ejemplo “Yolanda en el país de los estudiantes” son además de filmes de denuncia inmediata auténticas lecciones de cine.
Javi L: Mis documentales los hago desde la autogestión. No cuentan con financiación de ningún tipo ni con el respaldo de ninguna productora. Eso tiene su parte negativa ya que trabajo desde la precariedad absoluta y encargándome yo de todo. Pero también tiene una parte maravillosa que es la libertad que me ofrece. Libertad en todos los sentidos, para hacer lo que quiera cuando quiera y no tener que darle explicaciones a nadie. ¿Me gustaría contar con más y mejores medios? Pues sí, el resultado final sería mejor, y no estaría mal probarlo algún día si llega el caso. Pero me costaría mucho perder aunque fuera un ápice de la libertad que tengo a la hora de trabajar. Quizá la cuestión está en que yo me ubico más en el activismo que en la industria del cine. Me siento más activista que cineasta.

Lo que ha pasado y está pasando en Rusia o los recientes debates en Venezuela o Francia e incluso aquí hacen pensar que el heterosexismo aunque promovido por una sociedad patriarcal, machista, jerárquica y capitalista no es, a fin de cuentas, patrimonio exclusivo de ninguna ideología política. ¿Crees que esto va cambiando?
J.L: El machismo y la homofobia no entienden de ideologías. Esto es así desde siempre y lamentablemente no tiene pinta de que vaya a cambiar en breve. El hombre blanco hetero está muy cómodo controlándolo todo, desde su posición privilegiada de poder absoluto, y no va a renunciar a él así como así. Y no hay más que oír hablar fuera de cámara a algunos dirigentes políticos de izquierdas, los supuestamente progresistas que representan el cambio, incapaces de superar de una vez el machismo, la homofobia y la transfobia, para darte cuenta de que nada va a cambiar desde las instituciones. Como mucho nos podrán regalar unas migajas para que así no protestemos, que es lo que han hecho. Pero para que realmente haya un cambio tendría que haber una verdadera revolución desde abajo, desde la ciudadanía, que acabe con todos los tipos de opresión (clasista, machista, heterosexista, racista). Si eso no se da, nada cambiará.

Tus trabajos tienen ya una audiencia bastante fiel pero supongo que pretendes llegar todavía a más gente.
J.L: Lo malo de trabajar en precario y desde la autogestión es que los temas burocráticos relacionados con la difusión, distribución, etc. los tengo que hacer yo mismo y me dan una pereza enorme. Hoy por hoy no me planteo llegar a nada ni a nadie. Lo que tenga que venir, ya irá llegando.

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