Florencia Goldsman | Pikara, 2014-12-29
http://www.pikaramagazine.com/2014/12/polemicas-trans-nuevas-categorias-politicas-en-los-encuentros-feministas/
La inclusión de nuevas identidades siempre enciende la polémica en los foros feministas. El 13º Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC), realizado del 22 al 25 de noviembre pasado, dedicado a la compleja relación entre cuerpo y territorio (y la descolonización de ambos) no fue la excepción. El debate estalló en mil sentidos refiriendo a algunas preguntas las preguntas llave del feminismo, tras vedarse el ingreso al evento de dos trans masculinos.
¿Qué nos define como sujetos sociales?, ¿hay corporalidades más legítimas que otras?, ¿cuánto influye nuestra genitalidad en nuestro activismo?, ¿de qué forma el género nos sujeta (y constituye el mapa de lo que se espera de cada quien)?, ¿cómo es que nos constituimos mujeres (u hombres)?, ¿se trata de nuestra fisonomía?, o ¿es nuestra sensibilidad y disposición para cambiar las cosas? Las respuestas a preguntas tan amplias y esenciales son mutables, abiertas y contingentes. Pero uno de los cuestionamientos más agita el debate es: ¿Es hoy el sujeto político “mujer” una designación estanca para el feminismo?
Los feminismos han ayudado a construir y deconstruir el concepto de las identidades, y remiten a cómo una o uno se siente y se nombra más allá de lo biológico y de lo binario. “El feminismo nos señala que no existe lo natural mientras haya una compleja y muy bien estructurada argamasa que nos empuja a habitar determinados espacios de enunciación”, define la lesboactivista y lingüista peruana Vero Ferrari.
Limites palpables
Sucede que cuando el análisis feminista de la situación de las mujeres tiende a concentrarse de manera exclusiva en el género, se agotan las fundamentaciones sólidas que permitirían problematizar otras categorías clave como la clase, la raza y las sexualidades diversas. Éstas no caben en las formas reductoras del binomio de género (femenino/masculino, hombre/mujer).
Durante los días del EFLAC una de las controversias se desató a partir de la negación de la entrada de un trans masculino ecuatoriano y el pedido de que se retirara un trans masculino peruano. El argumento esgrimido: son hombres. En las redes sociales rápidamente algunos videos capturados tipo “cámara oculta” comenzaron a viralizarse, en ellos se distinguía la voz de una de las organizadoras justificando las exclusiones. Los argumentos aparecían poco claros, se asignaban a los errores burocráticos de la inscripción y el formulario en Internet.
Muchos de los comentarios en Facebook apuntaron a la velocidad del rayo al colectivo de las feministas como “retrógrado” y “reaccionario”, entre otros epítetos, sin dar respiro, aguardar aclaraciones o comunicados oficiales sobre el asunto. Sin embargo las trans (mujeres) que sí estaban invitadas al EFLAC y fueron parte fundamental del encuentro en una de las plenarias y desde la comisión organizadora, tuvieron un espacio claro y definido. De hecho, el día 23 de noviembre tuvo lugar un taller a sala llena sobre transfeminismos e identidades intersex, dirigido por Belissa Andía (Perú) y Natasha Jímenez Mata (Costa Rica).
En esa actividad, Michel Riquelme Norambuena, trans masculino chileno, se manifestó con claridad sobre la controversia: “Si me toca definir una identidad, yo me defino trans, no me defino hombre ni mujer. Hay muchas personas que por mi apariencia o mi tono de voz me dicen ‘pues tú eres hombre’, y les digo que no. No me siento hombre, entonces replican: ‘te sientes mujer’, y les digo que no, que tampoco. ‘¿Entonces qué eres?’ Creo que hoy en día el tema del binario de género hace mucho ruido, soy de la idea de que la derecha del género es provocada por el binario de género. Siempre que se habla de género se tiende a pensar que se habla de la igualdad entre los hombres y las mujeres, o de la equidad entre hombres y mujeres. Cuando dicen eso me pregunto: ¿Y los demás qué?, ¿dónde quedamos los que no nos definimos como ninguna de las dos cosas? o ¿dónde nos ubicamos quienes hemos creado nuestra propia forma de definición? Esos temas no están en la agenda política, tampoco están en las agendas de los mismos grupos trans, que lamentablemente tenemos que luchar día a día contra la exclusión, la falta de trabajo, el acceso a la salud, a la educación. Entonces queda poco espacio para ponerse a pensar sobre las macro políticas de control social como son el binario de género. No creo que sean luchas excluyentes. No creo que luchar por que queremos cirugías gratis, por ejemplo, sea excluyente de poder cuestionar los binarios de género y las políticas públicas que en realidad no son para todo el mundo si no para los cuerpos y las identidades normadas como hombre o como mujer”.
¿Bienvenidos los trans-feminismos?
Los caminos sinuosos del feminismo pueden describirse según el libro "Transfeminismos, epistemes, fricciones y flujos" desde los años 90 y más claramente a partir año 2000 como “una serie de alianzas móviles y recombinables, de actuaciones dispersas donde el feminismo unitario va perdiendo su fuerza y su eficacia. Junto con estas formas fragmentadas de entender la identidad emergen otras formas políticas de visibilidad y representación y diversas estrategias cotidianas de resistencia. A partir de los noventa, las luchas ya no son exclusivamente económicas o por el reconocimiento, si no luchas que incorporan toda una economía subjetiva y simbólica”.
La mixtura de arte político y tecnologías estimulada por las ciberfeministas, la producción de imágenes, las nuevas representaciones en juego, la comunicación a las órdenes de la subversión, y en especial las estrategias vinculadas con la esfera simbólica (campañas gráficas, vídeos, ficciones, blogs), se aúnan con el deseo de construir “nuevas representaciones propias de la realidad” que confluyen junto con las identidades no encasillables que nos rodean.
La activista Ferrari publicaba esos días en su blog: “Aquí nos metemos nuevamente en esta pregunta que ya parecía respondida, ¿qué es ser mujer?, y sobre ello seguimos preguntándonos cuál es el sujeto político del feminismo. ¿Las personas que nacieron con vagina son las que tienen la potestad de decir qué es feminista y qué no? Porque si se trata de eso, los trans masculinos nacieron con vagina y tendrían todo el derecho a ingresar a estos eventos. Y si no es la vagina lo que nos define, ¿qué es lo que nos hace feministas? El sinnúmero de opresiones que hemos vivido por ser consideradas mujeres. ¿Y acaso no han vivido lo mismo los hombres trans? Han sido socializados como mujeres con las mismas opresiones y las mismas violencias que nosotras. Y sí, también se embarazan, también los violan, también abortan, también los matan, por su género, por su identidad, por ser un problema para el status quo”.
Por su lado, Belissa Andía complementaba ante las activistas que escuchaban desde la platea para luego cuestionar y debatir: “La identidad es algo que se otorga, que se asigna. Pero también es un campo de lucha, una lucha por mantener nuestra identidad, respetar los límites de nuestra autonomía, nuestra libertad. La identidad no es una posición fija”.
Más corporalidades en nuestros territorios
El cierre del Encuentro feminista peruano finalizó con una presentación oficial y un pedido expreso de “recusar la exclusión de sujetos consustanciales con el feminismo”, haciendo referencia a las “identidades políticas disidentes”. También el documento sirve hoy de ayuda-memoria, pues repasa los posicionamientos frente a los transfeminismos en encuentros feministas previos. La fuerte presencia de la resistencia trans con “nombre propio, lucha y pasiones feministas” ha dejado una impronta indiscutible .
En dicho comunicado oficial que circuló en la última plenaria, se destacaba que tres años atrás, en el 12º Encuentro en Colombia, la declaración trans había sido leída por un hombre transfeminista que, saludando a ése como segundo encuentro del cual podían participar las personas trans, celebraba “que se derribaran los fundamentalismos biologicistas que nos excluían por lo que teníamos entre las piernas o en nuestros cromosomas, negando nuestra identidad de género y la lucha feminista que hacemos”.
Si la biología no es un destino inexorable para conformar nuestras identidades de género y subsiguientes elecciones íntimas. Si a cada paso rescatamos la importancia del feminismo como cantero del que florecieron una serie de discursos y prácticas políticas que crearon las condiciones para que prospere que hoy llamamos transfeminismo. Si rechazamos el fundamentalismo que naturaliza la subordinación, la explotación y opresión que nos afecta a como mujeres, feministas y a las personas transgénero. ¿Podemos cohesionar las luchas frente a los poderes depredadores, las formas autoritarias y antidemocráticas de poder? Así reafirmaríamos la bienvenida (ya dada, pero que debe reiterarse, debatirse y aclararse, otra vez) a la disidencia sexual y política.
El EFLAC fue un punto de inflexión para expandir los feminismos como movimientos críticos del sistema capitalista neoliberal. Una oportunidad para empaparlos y nutrirlos con presencias que renuevan y profundizan el movimiento general. “Se van ennegreciendo, indigenizando, cholificando, transgenerizando, lesbianizando, en suma: desnormalizando”, firmaban Andía, Jimenez Mata y Norambuena. Sin embargo, al cierre de este artículo, Andía informaba que la moción por la aceptación de “Sujetos del feminismo e identidades políticas disidentes” había encontrado resistencias en la organización del EFLAC, “que finalmente determinó que no prosperara la propuesta”.
Como señala Marcela Lagarde, tenemos un desafío: aprender “a ser disidentes y no oponentes”. Dar pasos largos y firmes hacia la construcción de una sociedad respetuosa de la autonomía de todas las personas y de la diversidad de los cuerpos sexuados sin dejar de enfrentar el disenso frente a aquello que nos oprime. Acentuar, más que en las fisonomías y genitalidades o en las decisiones sexuales de las personas, la resistencia activa al neoliberalismo y al patriarcado.
¿Qué nos define como sujetos sociales?, ¿hay corporalidades más legítimas que otras?, ¿cuánto influye nuestra genitalidad en nuestro activismo?, ¿de qué forma el género nos sujeta (y constituye el mapa de lo que se espera de cada quien)?, ¿cómo es que nos constituimos mujeres (u hombres)?, ¿se trata de nuestra fisonomía?, o ¿es nuestra sensibilidad y disposición para cambiar las cosas? Las respuestas a preguntas tan amplias y esenciales son mutables, abiertas y contingentes. Pero uno de los cuestionamientos más agita el debate es: ¿Es hoy el sujeto político “mujer” una designación estanca para el feminismo?
Los feminismos han ayudado a construir y deconstruir el concepto de las identidades, y remiten a cómo una o uno se siente y se nombra más allá de lo biológico y de lo binario. “El feminismo nos señala que no existe lo natural mientras haya una compleja y muy bien estructurada argamasa que nos empuja a habitar determinados espacios de enunciación”, define la lesboactivista y lingüista peruana Vero Ferrari.
Limites palpables
Sucede que cuando el análisis feminista de la situación de las mujeres tiende a concentrarse de manera exclusiva en el género, se agotan las fundamentaciones sólidas que permitirían problematizar otras categorías clave como la clase, la raza y las sexualidades diversas. Éstas no caben en las formas reductoras del binomio de género (femenino/masculino, hombre/mujer).
Durante los días del EFLAC una de las controversias se desató a partir de la negación de la entrada de un trans masculino ecuatoriano y el pedido de que se retirara un trans masculino peruano. El argumento esgrimido: son hombres. En las redes sociales rápidamente algunos videos capturados tipo “cámara oculta” comenzaron a viralizarse, en ellos se distinguía la voz de una de las organizadoras justificando las exclusiones. Los argumentos aparecían poco claros, se asignaban a los errores burocráticos de la inscripción y el formulario en Internet.
Muchos de los comentarios en Facebook apuntaron a la velocidad del rayo al colectivo de las feministas como “retrógrado” y “reaccionario”, entre otros epítetos, sin dar respiro, aguardar aclaraciones o comunicados oficiales sobre el asunto. Sin embargo las trans (mujeres) que sí estaban invitadas al EFLAC y fueron parte fundamental del encuentro en una de las plenarias y desde la comisión organizadora, tuvieron un espacio claro y definido. De hecho, el día 23 de noviembre tuvo lugar un taller a sala llena sobre transfeminismos e identidades intersex, dirigido por Belissa Andía (Perú) y Natasha Jímenez Mata (Costa Rica).
En esa actividad, Michel Riquelme Norambuena, trans masculino chileno, se manifestó con claridad sobre la controversia: “Si me toca definir una identidad, yo me defino trans, no me defino hombre ni mujer. Hay muchas personas que por mi apariencia o mi tono de voz me dicen ‘pues tú eres hombre’, y les digo que no. No me siento hombre, entonces replican: ‘te sientes mujer’, y les digo que no, que tampoco. ‘¿Entonces qué eres?’ Creo que hoy en día el tema del binario de género hace mucho ruido, soy de la idea de que la derecha del género es provocada por el binario de género. Siempre que se habla de género se tiende a pensar que se habla de la igualdad entre los hombres y las mujeres, o de la equidad entre hombres y mujeres. Cuando dicen eso me pregunto: ¿Y los demás qué?, ¿dónde quedamos los que no nos definimos como ninguna de las dos cosas? o ¿dónde nos ubicamos quienes hemos creado nuestra propia forma de definición? Esos temas no están en la agenda política, tampoco están en las agendas de los mismos grupos trans, que lamentablemente tenemos que luchar día a día contra la exclusión, la falta de trabajo, el acceso a la salud, a la educación. Entonces queda poco espacio para ponerse a pensar sobre las macro políticas de control social como son el binario de género. No creo que sean luchas excluyentes. No creo que luchar por que queremos cirugías gratis, por ejemplo, sea excluyente de poder cuestionar los binarios de género y las políticas públicas que en realidad no son para todo el mundo si no para los cuerpos y las identidades normadas como hombre o como mujer”.
¿Bienvenidos los trans-feminismos?
Los caminos sinuosos del feminismo pueden describirse según el libro "Transfeminismos, epistemes, fricciones y flujos" desde los años 90 y más claramente a partir año 2000 como “una serie de alianzas móviles y recombinables, de actuaciones dispersas donde el feminismo unitario va perdiendo su fuerza y su eficacia. Junto con estas formas fragmentadas de entender la identidad emergen otras formas políticas de visibilidad y representación y diversas estrategias cotidianas de resistencia. A partir de los noventa, las luchas ya no son exclusivamente económicas o por el reconocimiento, si no luchas que incorporan toda una economía subjetiva y simbólica”.
La mixtura de arte político y tecnologías estimulada por las ciberfeministas, la producción de imágenes, las nuevas representaciones en juego, la comunicación a las órdenes de la subversión, y en especial las estrategias vinculadas con la esfera simbólica (campañas gráficas, vídeos, ficciones, blogs), se aúnan con el deseo de construir “nuevas representaciones propias de la realidad” que confluyen junto con las identidades no encasillables que nos rodean.
La activista Ferrari publicaba esos días en su blog: “Aquí nos metemos nuevamente en esta pregunta que ya parecía respondida, ¿qué es ser mujer?, y sobre ello seguimos preguntándonos cuál es el sujeto político del feminismo. ¿Las personas que nacieron con vagina son las que tienen la potestad de decir qué es feminista y qué no? Porque si se trata de eso, los trans masculinos nacieron con vagina y tendrían todo el derecho a ingresar a estos eventos. Y si no es la vagina lo que nos define, ¿qué es lo que nos hace feministas? El sinnúmero de opresiones que hemos vivido por ser consideradas mujeres. ¿Y acaso no han vivido lo mismo los hombres trans? Han sido socializados como mujeres con las mismas opresiones y las mismas violencias que nosotras. Y sí, también se embarazan, también los violan, también abortan, también los matan, por su género, por su identidad, por ser un problema para el status quo”.
Por su lado, Belissa Andía complementaba ante las activistas que escuchaban desde la platea para luego cuestionar y debatir: “La identidad es algo que se otorga, que se asigna. Pero también es un campo de lucha, una lucha por mantener nuestra identidad, respetar los límites de nuestra autonomía, nuestra libertad. La identidad no es una posición fija”.
Más corporalidades en nuestros territorios
El cierre del Encuentro feminista peruano finalizó con una presentación oficial y un pedido expreso de “recusar la exclusión de sujetos consustanciales con el feminismo”, haciendo referencia a las “identidades políticas disidentes”. También el documento sirve hoy de ayuda-memoria, pues repasa los posicionamientos frente a los transfeminismos en encuentros feministas previos. La fuerte presencia de la resistencia trans con “nombre propio, lucha y pasiones feministas” ha dejado una impronta indiscutible .
En dicho comunicado oficial que circuló en la última plenaria, se destacaba que tres años atrás, en el 12º Encuentro en Colombia, la declaración trans había sido leída por un hombre transfeminista que, saludando a ése como segundo encuentro del cual podían participar las personas trans, celebraba “que se derribaran los fundamentalismos biologicistas que nos excluían por lo que teníamos entre las piernas o en nuestros cromosomas, negando nuestra identidad de género y la lucha feminista que hacemos”.
Si la biología no es un destino inexorable para conformar nuestras identidades de género y subsiguientes elecciones íntimas. Si a cada paso rescatamos la importancia del feminismo como cantero del que florecieron una serie de discursos y prácticas políticas que crearon las condiciones para que prospere que hoy llamamos transfeminismo. Si rechazamos el fundamentalismo que naturaliza la subordinación, la explotación y opresión que nos afecta a como mujeres, feministas y a las personas transgénero. ¿Podemos cohesionar las luchas frente a los poderes depredadores, las formas autoritarias y antidemocráticas de poder? Así reafirmaríamos la bienvenida (ya dada, pero que debe reiterarse, debatirse y aclararse, otra vez) a la disidencia sexual y política.
El EFLAC fue un punto de inflexión para expandir los feminismos como movimientos críticos del sistema capitalista neoliberal. Una oportunidad para empaparlos y nutrirlos con presencias que renuevan y profundizan el movimiento general. “Se van ennegreciendo, indigenizando, cholificando, transgenerizando, lesbianizando, en suma: desnormalizando”, firmaban Andía, Jimenez Mata y Norambuena. Sin embargo, al cierre de este artículo, Andía informaba que la moción por la aceptación de “Sujetos del feminismo e identidades políticas disidentes” había encontrado resistencias en la organización del EFLAC, “que finalmente determinó que no prosperara la propuesta”.
Como señala Marcela Lagarde, tenemos un desafío: aprender “a ser disidentes y no oponentes”. Dar pasos largos y firmes hacia la construcción de una sociedad respetuosa de la autonomía de todas las personas y de la diversidad de los cuerpos sexuados sin dejar de enfrentar el disenso frente a aquello que nos oprime. Acentuar, más que en las fisonomías y genitalidades o en las decisiones sexuales de las personas, la resistencia activa al neoliberalismo y al patriarcado.
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Ochy Curiel | “Yo ya no creo en una solidaridad feminista transnacional así por así”
Itziar Pequeño | Pikara Magazine, 2014-10-08
http://www.pikaramagazine.com/2014/10/yo-ya-no-creo-en-una-solidaridad-feminista-transnacional-asi-por-asi/
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