Imagen: Divinity |
Hay quien rechaza a los bisexuales porque rompen con la tendencia natural humana a la categorización.
Patricia Peyró | The Luxonomist, Divinity, 2015-07-17
http://www.theluxonomist.es/2015/07/17/en-realidad-somos-todos-bisexuales/patricia-peyro
Hace apenas dos semanas celebrábamos en toda España la Semana del Orgullo Gay. Digo “celebrábamos” porque en los últimos años no es un tema homosexual, sino una fiesta popular en la que participan homos y heteros (¿a partes iguales?) En qué momento comenzó a volverse una verbena de celebración popular y cuándo se le empezó a llamar simplemente “Semana del Orgullo” escapa a mi memoria, pero la realidad es que la sociedad ha abierto los ojos a la diversidad sexual.
Sin embargo, ni todo el año se celebra “el orgullo”, ni el orgullo es tal según el sexo u orientación sexual. Dentro de la homosexualidad es bien conocida la discriminación descrita hacia la homosexualidad femenina respecto a la masculina (o al menos así lo explican las lesbianas).
A pesar de ello, dentro de la opción homo, los bisexuales son los auténticos incomprendidos, saliendo con frecuencia los peor parados de todos, afectados por estereotipos negativos mantenidos por una gran parte de la población y que hacen notar una profunda incomprensión sobre el tema.
El rechazo a esta orientación viene fundamentalmente motivado por la no adhesión del bisexual a una categoría pre-establecida, pero también tiene mucho que ver con la herencia cultural, por la que los comportamientos que se alejan de la monogamia se viven como amenaza para el principal núcleo social, que es la familia. Con estos principios, la reprobación social y los prejuicios sobre la bisexualidad están servidos.
Algunos de estos mitos falsos son:
- La bisexualidad no se puede definir como orientación sexual.
- La bisexualidad no existe: los bisexuales en realidad son homosexuales pero que no lo quieren o pueden reconocer.
Contrarios a estos estereotipos populares se encuentra el estudio sobre la sexualidad humana más importante de todos los tiempos, realizado por Alfred Kinsey, cuyos resultados publicó en dos libros en los años 1948 y 1953 sobre la sexualidad en el hombre y en la mujer, respectivamente.
En sus conclusiones estaban que sólo la mitad de los varones son exclusivamente heterosexuales y la mitad restante ha sentido atracción erótica hacia personas de su mismo sexo. ¿Eso convierte a las personas en homosexuales? ¿En bisexuales? Es un tema espinoso, pero su lectura adecuada es la concepción de la atracción sexual como un continuo en cuyos extremos están los polos heterosexual-homosexual y cada persona se sitúa en un punto de esta escala. Pocos blancos y pocos negros puros, pero mucho gris.
Sin embargo, ni todo el año se celebra “el orgullo”, ni el orgullo es tal según el sexo u orientación sexual. Dentro de la homosexualidad es bien conocida la discriminación descrita hacia la homosexualidad femenina respecto a la masculina (o al menos así lo explican las lesbianas).
A pesar de ello, dentro de la opción homo, los bisexuales son los auténticos incomprendidos, saliendo con frecuencia los peor parados de todos, afectados por estereotipos negativos mantenidos por una gran parte de la población y que hacen notar una profunda incomprensión sobre el tema.
El rechazo a esta orientación viene fundamentalmente motivado por la no adhesión del bisexual a una categoría pre-establecida, pero también tiene mucho que ver con la herencia cultural, por la que los comportamientos que se alejan de la monogamia se viven como amenaza para el principal núcleo social, que es la familia. Con estos principios, la reprobación social y los prejuicios sobre la bisexualidad están servidos.
Algunos de estos mitos falsos son:
- La bisexualidad no se puede definir como orientación sexual.
- La bisexualidad no existe: los bisexuales en realidad son homosexuales pero que no lo quieren o pueden reconocer.
Contrarios a estos estereotipos populares se encuentra el estudio sobre la sexualidad humana más importante de todos los tiempos, realizado por Alfred Kinsey, cuyos resultados publicó en dos libros en los años 1948 y 1953 sobre la sexualidad en el hombre y en la mujer, respectivamente.
En sus conclusiones estaban que sólo la mitad de los varones son exclusivamente heterosexuales y la mitad restante ha sentido atracción erótica hacia personas de su mismo sexo. ¿Eso convierte a las personas en homosexuales? ¿En bisexuales? Es un tema espinoso, pero su lectura adecuada es la concepción de la atracción sexual como un continuo en cuyos extremos están los polos heterosexual-homosexual y cada persona se sitúa en un punto de esta escala. Pocos blancos y pocos negros puros, pero mucho gris.
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