Imagen: El Diario |
En algunas modalidades de deporte rural vasco la falta de mujeres imposibilita la celebración de campeonatos, con lo que la única manera de practicarlo es en exhibiciones. “En herri kirolak a las chicas nos tratan mejor que en otros deportes porque nos necesitan”, dice la segalari Irati Astondoa. “Te tiene que gustar muchísimo porque requiere mucha dedicación”, reconoce Alazne Etxaburua, que tras aficionarse a la sega está aprendiendo a manejar la aizkora.
Patricia Burgo Muñoz | El Diario, 2015-07-12
http://www.eldiario.es/norte/euskadi/Mujeres-herri-kirolak-competir_0_402110271.html
El deporte rural vasco es duro, sacrificado y necesita de mucha dedicación para conseguir buenos resultados. El problema llega cuando después de tanto esfuerzo y entrenamiento no hay posibilidad de demostrar la capacidad en un campeonato. Y ese problema se lo encuentran a menudo las mujeres que han elegido alguna de las disciplinas de herri kirolak en las que no es habitual su participación.
El levantamiento de piedra o la siega son dos de las modalidades en las que menos chicas participan por lo que lo más normal es que la participación, por ejemplo de las haizkolaris y segalaris, quede relegada a exhibiciones.
Irati Astondoa y Alazne Etxaburua son dos de las mujeres que han dado el paso de participar en un deporte tradicionalmente ocupado por hombres, ayudando a revertir así una dinámica que ha ido cambiando desde la década de los 80. En este sentido la ‘Guía para la enseñanza de herri kirolak’, editada en 2009 por el departamento de cultura del Gobierno vasco señala que “durante siglos la mujer ha tenido que compartir las labores de agro con las labores domésticas, y apenas les quedaba tiempo para el ocio. La mayoría se quedaba en casa y estaba mal visto que acudiera a las pruebas de herri kirolak”.
Pero los tiempos han cambiado, ni las mujeres quieren quedarse en casa, ni los hombres quieren impedir su participación en este deporte tradicional. “A las chicas nos tratan mejor en herri kirolak que en otros deportes porque nos necesitan”, dice convencida la segalari Irati Astondoa, que niega cualquier tipo de discriminación. Su compañera Alazne Etxaburua es de la misma opinión, “los chicos nos valoran mogollón, nos apoyan y nos enseñan”, repite.
La historia de estas dos mujeres con la siega es totalmente diferente. Mientras Irati Astondoa lo ha vivido desde pequeña en su pueblo, Zeanuri, -su padre Pabi Astondoa es una leyenda de la siega-, Alazne Etxaburua, se ha enfrentado a este reto desde cero, “yo no sabía ni cómo se cogía la guadaña, pero probé cogí el gusto”, dice después de cinco años entrenando.
Campeonatos con dos participantes
Desde que se iniciaron en herri kirolak, el objetivo de ambas es aprender y superarse, pero la falta de contrincantes impide que puedan probar nuevos retos. “Casi siempre competimos la una contra la otra, ya nos tenemos la medida cogida”, dice Astondoa, que echa de menos más participación femenina en algunas modalidades de herri kirolak.
Así como en sokatira el número de deportistas permite la celebración regular de campeonatos, en otras disciplinas la Federación ha tenido incluso que cambiar el reglamento en alguna ocasión para celebrar algún campeonato. “La harrijasotzaile Idoia Etxebarria no tiene contrincantes”, pone como ejemplo Astondoa, “es verdad que si no hay nadie más te llaman siempre a ti para las exhibiciones, pero la ilusión de todo deportista es superarse, y si no tienes con quién competir”, reflexiona. También en esto Etxaburua está de acuerdo, “para celebrar un campeonato se necesitan como mínimo tres participantes, y en una ocasión la Federación llegó permitir que con solo dos participantes se celebrara un campeonato”, explica.
“Este deporte te tiene que gustar muchísimo, requiere mucha dedicación”, reconoce Etxaburua, que ve en esto una razón para que las chicas no den el paso. “El material supone mucho gasto”, añade Astondoa que aclara que “no se saca dinero” con la siega. Todos estos obstáculos no impiden que ambas continúen con una dedicación absoluta a este deporte.
Primera apuesta entre dos mujeres
Su inquietud, por ejemplo, les ha llevado a ser las primeras mujeres que han protagonizado una apuesta en la que combinaron su disciplina, la siega, con otra que nunca habían practicado, la aizkora (hacha). “No hay precedentes de ninguna apuesta individual entre dos mujeres”, aclara Astondoa. El desafío se celebró el pasado mes de junio en la localidad guipuzcoana de Zizurkil y consistía en cortar cuatro troncos y conseguir más kilos de hierba en una hora. Aunque la apuesta se la llevó Alazne Etxaburua, ambas están satisfechas porque consiguieron crear expectación, llegar a los medios de comunicación y visibilizar la participación de la mujer en este deporte.
El levantamiento de piedra o la siega son dos de las modalidades en las que menos chicas participan por lo que lo más normal es que la participación, por ejemplo de las haizkolaris y segalaris, quede relegada a exhibiciones.
Irati Astondoa y Alazne Etxaburua son dos de las mujeres que han dado el paso de participar en un deporte tradicionalmente ocupado por hombres, ayudando a revertir así una dinámica que ha ido cambiando desde la década de los 80. En este sentido la ‘Guía para la enseñanza de herri kirolak’, editada en 2009 por el departamento de cultura del Gobierno vasco señala que “durante siglos la mujer ha tenido que compartir las labores de agro con las labores domésticas, y apenas les quedaba tiempo para el ocio. La mayoría se quedaba en casa y estaba mal visto que acudiera a las pruebas de herri kirolak”.
Pero los tiempos han cambiado, ni las mujeres quieren quedarse en casa, ni los hombres quieren impedir su participación en este deporte tradicional. “A las chicas nos tratan mejor en herri kirolak que en otros deportes porque nos necesitan”, dice convencida la segalari Irati Astondoa, que niega cualquier tipo de discriminación. Su compañera Alazne Etxaburua es de la misma opinión, “los chicos nos valoran mogollón, nos apoyan y nos enseñan”, repite.
La historia de estas dos mujeres con la siega es totalmente diferente. Mientras Irati Astondoa lo ha vivido desde pequeña en su pueblo, Zeanuri, -su padre Pabi Astondoa es una leyenda de la siega-, Alazne Etxaburua, se ha enfrentado a este reto desde cero, “yo no sabía ni cómo se cogía la guadaña, pero probé cogí el gusto”, dice después de cinco años entrenando.
Campeonatos con dos participantes
Desde que se iniciaron en herri kirolak, el objetivo de ambas es aprender y superarse, pero la falta de contrincantes impide que puedan probar nuevos retos. “Casi siempre competimos la una contra la otra, ya nos tenemos la medida cogida”, dice Astondoa, que echa de menos más participación femenina en algunas modalidades de herri kirolak.
Así como en sokatira el número de deportistas permite la celebración regular de campeonatos, en otras disciplinas la Federación ha tenido incluso que cambiar el reglamento en alguna ocasión para celebrar algún campeonato. “La harrijasotzaile Idoia Etxebarria no tiene contrincantes”, pone como ejemplo Astondoa, “es verdad que si no hay nadie más te llaman siempre a ti para las exhibiciones, pero la ilusión de todo deportista es superarse, y si no tienes con quién competir”, reflexiona. También en esto Etxaburua está de acuerdo, “para celebrar un campeonato se necesitan como mínimo tres participantes, y en una ocasión la Federación llegó permitir que con solo dos participantes se celebrara un campeonato”, explica.
“Este deporte te tiene que gustar muchísimo, requiere mucha dedicación”, reconoce Etxaburua, que ve en esto una razón para que las chicas no den el paso. “El material supone mucho gasto”, añade Astondoa que aclara que “no se saca dinero” con la siega. Todos estos obstáculos no impiden que ambas continúen con una dedicación absoluta a este deporte.
Primera apuesta entre dos mujeres
Su inquietud, por ejemplo, les ha llevado a ser las primeras mujeres que han protagonizado una apuesta en la que combinaron su disciplina, la siega, con otra que nunca habían practicado, la aizkora (hacha). “No hay precedentes de ninguna apuesta individual entre dos mujeres”, aclara Astondoa. El desafío se celebró el pasado mes de junio en la localidad guipuzcoana de Zizurkil y consistía en cortar cuatro troncos y conseguir más kilos de hierba en una hora. Aunque la apuesta se la llevó Alazne Etxaburua, ambas están satisfechas porque consiguieron crear expectación, llegar a los medios de comunicación y visibilizar la participación de la mujer en este deporte.
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