Imagen: El País / Alba Palacios |
La Real Federación de Fútbol Madrileña le emite un permiso especial hasta que pueda cambiar su carné de identidad.
Fran Serrato | El País, 2018-09-19
https://elpais.com/ccaa/2018/09/18/madrid/1537287628_587006.html
Alba Palacios acaba de marcar a sus 33 años el gol de su vida. Durante año y medio se ha sometido a un tratamiento de hormonación y el pasado domingo, tras un duro proceso, Palacios se convirtió en la primera futbolista transgénero federada en España. Por fin cumplía el sueño de jugar en un equipo femenino.
Su club, Las Rozas C.F., en preferente femenina, visitaba el estadio del Sur Getafe en el primer partido de la temporada. En el minuto 20 un centro desde la izquierda quedó muerto en el área. La debutante abandonó su posición en la banda derecha y remató el balón al fondo de la red. Gol, cero a uno y debut soñado. “Tenía que dedicárselo a tanta gente que no sabía qué hacer. Al final se lo dediqué a mi pareja”, explica Palacios. Su equipo acabó ganando el partido por un gol a cuatro, aunque el resultado es lo de menos. “No soy consciente de la repercusión que tiene mi caso. La gente me dice que lo que estoy haciendo es muy importante”, afirma.
Tuvo siempre “gustos de chicos”, pero a los siete años comenzó a vestirse “como una chica”. Se refugió en el fútbol porque le divertía. Ingresó en la cantera del Pozuelo de Alarcón con diez años y permaneció en el club hasta los 24, tras debutar, aún como Álvaro, en Tercera División. Jugaba de lateral derecho, pero tuvo que dejarlo por “un problema personal”. Volvió a vestirse de corto a los 32 años, en el K-2 de Majadahonda, y poco después comenzó el tratamiento hormonal. “El fútbol es un deporte muy machista. El único que lo sabía era el entrenador. Se lo dije porque al iniciar el tratamiento iba a descender mi rendimiento”, reconoce.
Había vivido toda su vida encerrada en un cuerpo que no sentía como propio. Pocos conocían su historia porque tenía miedo de perder a su familia y a sus amigos. Fue su pareja la que le ayudó a dar el paso definitivo. “Me levantaba cada día con el deseo de ser una mujer”, señala la joven. En abril de 2016 acudió a la unidad de identidad de género del hospital Ramón y Cajal y, meses más tarde, le diagnosticaron disforia, una discordancia entre su identidad y su sexo. Comenzó a hormonarse el 21 de marzo del año pasado. Su DNI aún no reconoce el cambio. Según la Ley de Identidad de Género, de 2007, las personas transexuales pueden modificar su documento de identidad cuando hayan transcurrido al menos dos años del proceso de hormonación.
Palacios no ha cumplido aún el tiempo reglamentario, pero ha logrado comenzar la temporada jugando con su nuevo equipo gracias a un permiso especial expedido por la Real Federación de Fútbol Madrileña. “Como ya tenía licencia federativa con el nombre de Álvaro, y sin un nuevo DNI era imposible crear una nueva, lo que hemos hecho es certificar que Alba tiene autorización para jugar”, explica Nerea Alonso, vocal del fútbol femenino en dicha federación. Para hacerlo posible se tomaron como referencia dos leyes regionales aprobadas en 2016, una de identidad de género y otra de protección contra la LGTBIfobia.
Madrid es la única región que cuenta con ellas, así que si algún club de algunas de las dos ligas superiores en las que juega Palacios (profesionales y de ámbito nacional) se fija en ella, no podrá ficharla hasta que no obtenga su nuevo documento de identidad. “No he sentido discriminación en ningún momento. Me ha apoyado mucha gente, sobre todo mi presidente, mi entrenador y mis compañeras. Todo ha sido increíble”, afirma la jugadora. David Herrero, su técnico, rememora que su pupila se le acercó la temporada pasada, tras un partido amistoso, para contarle su caso y pedirle jugar en el club. “La única condición que puso fue que no supusiera ninguna limitación. El vestuario la ha acogido con normalidad”, admite el entrenador.
“Fuerza y valentía”
Le secunda Laura Berzal, capitana del equipo a sus 31 años: “Alba es una más y la queremos como es. Demuestra mucha fuerza y valentía, lo que le viene muy bien al equipo. Futbolísticamente nos aporta mucho, pero me quedo con su personalidad”. No obstante, Palacios entiende que los adversarios hablen sobre su supuesta superioridad física, algo que descarta. “Hay chicas en mi equipo con más potencia que yo, capaces de tirarme al suelo. Nadie sabe lo que he pasado con el tratamiento: náuseas, calambres y pérdida de masa muscular. Ahora, cuando me dan un golpe, me salen unos moratones tremendos por el chute de estrógenos”.
A Palacios, que mide 1,70 y pesa 59 kilos, lo que más le gusta es jugar de extremo derecho. Correr la banda la libera. Sin embargo, su entrenador, David Herrero, la ha utilizado en algunos partidos como defensa central por sus condiciones. En ella destaca la capacidad aérea, la colocación y la velocidad. El técnico añade: “Las competiciones se rigen por sexos, no por el nivel de testosterona. Hay mujeres que generan más que otras. La testosterona de Alba ha descendido por el proceso hormonal. Biológicamente puede competir con mujeres porque es una mujer. Las capacidades que posee han sido desarrolladas durante su vida y no dependen de su sexo”.
Fran Serrato | El País, 2018-09-19
https://elpais.com/ccaa/2018/09/18/madrid/1537287628_587006.html
Alba Palacios acaba de marcar a sus 33 años el gol de su vida. Durante año y medio se ha sometido a un tratamiento de hormonación y el pasado domingo, tras un duro proceso, Palacios se convirtió en la primera futbolista transgénero federada en España. Por fin cumplía el sueño de jugar en un equipo femenino.
Su club, Las Rozas C.F., en preferente femenina, visitaba el estadio del Sur Getafe en el primer partido de la temporada. En el minuto 20 un centro desde la izquierda quedó muerto en el área. La debutante abandonó su posición en la banda derecha y remató el balón al fondo de la red. Gol, cero a uno y debut soñado. “Tenía que dedicárselo a tanta gente que no sabía qué hacer. Al final se lo dediqué a mi pareja”, explica Palacios. Su equipo acabó ganando el partido por un gol a cuatro, aunque el resultado es lo de menos. “No soy consciente de la repercusión que tiene mi caso. La gente me dice que lo que estoy haciendo es muy importante”, afirma.
Tuvo siempre “gustos de chicos”, pero a los siete años comenzó a vestirse “como una chica”. Se refugió en el fútbol porque le divertía. Ingresó en la cantera del Pozuelo de Alarcón con diez años y permaneció en el club hasta los 24, tras debutar, aún como Álvaro, en Tercera División. Jugaba de lateral derecho, pero tuvo que dejarlo por “un problema personal”. Volvió a vestirse de corto a los 32 años, en el K-2 de Majadahonda, y poco después comenzó el tratamiento hormonal. “El fútbol es un deporte muy machista. El único que lo sabía era el entrenador. Se lo dije porque al iniciar el tratamiento iba a descender mi rendimiento”, reconoce.
Había vivido toda su vida encerrada en un cuerpo que no sentía como propio. Pocos conocían su historia porque tenía miedo de perder a su familia y a sus amigos. Fue su pareja la que le ayudó a dar el paso definitivo. “Me levantaba cada día con el deseo de ser una mujer”, señala la joven. En abril de 2016 acudió a la unidad de identidad de género del hospital Ramón y Cajal y, meses más tarde, le diagnosticaron disforia, una discordancia entre su identidad y su sexo. Comenzó a hormonarse el 21 de marzo del año pasado. Su DNI aún no reconoce el cambio. Según la Ley de Identidad de Género, de 2007, las personas transexuales pueden modificar su documento de identidad cuando hayan transcurrido al menos dos años del proceso de hormonación.
Palacios no ha cumplido aún el tiempo reglamentario, pero ha logrado comenzar la temporada jugando con su nuevo equipo gracias a un permiso especial expedido por la Real Federación de Fútbol Madrileña. “Como ya tenía licencia federativa con el nombre de Álvaro, y sin un nuevo DNI era imposible crear una nueva, lo que hemos hecho es certificar que Alba tiene autorización para jugar”, explica Nerea Alonso, vocal del fútbol femenino en dicha federación. Para hacerlo posible se tomaron como referencia dos leyes regionales aprobadas en 2016, una de identidad de género y otra de protección contra la LGTBIfobia.
Madrid es la única región que cuenta con ellas, así que si algún club de algunas de las dos ligas superiores en las que juega Palacios (profesionales y de ámbito nacional) se fija en ella, no podrá ficharla hasta que no obtenga su nuevo documento de identidad. “No he sentido discriminación en ningún momento. Me ha apoyado mucha gente, sobre todo mi presidente, mi entrenador y mis compañeras. Todo ha sido increíble”, afirma la jugadora. David Herrero, su técnico, rememora que su pupila se le acercó la temporada pasada, tras un partido amistoso, para contarle su caso y pedirle jugar en el club. “La única condición que puso fue que no supusiera ninguna limitación. El vestuario la ha acogido con normalidad”, admite el entrenador.
“Fuerza y valentía”
Le secunda Laura Berzal, capitana del equipo a sus 31 años: “Alba es una más y la queremos como es. Demuestra mucha fuerza y valentía, lo que le viene muy bien al equipo. Futbolísticamente nos aporta mucho, pero me quedo con su personalidad”. No obstante, Palacios entiende que los adversarios hablen sobre su supuesta superioridad física, algo que descarta. “Hay chicas en mi equipo con más potencia que yo, capaces de tirarme al suelo. Nadie sabe lo que he pasado con el tratamiento: náuseas, calambres y pérdida de masa muscular. Ahora, cuando me dan un golpe, me salen unos moratones tremendos por el chute de estrógenos”.
A Palacios, que mide 1,70 y pesa 59 kilos, lo que más le gusta es jugar de extremo derecho. Correr la banda la libera. Sin embargo, su entrenador, David Herrero, la ha utilizado en algunos partidos como defensa central por sus condiciones. En ella destaca la capacidad aérea, la colocación y la velocidad. El técnico añade: “Las competiciones se rigen por sexos, no por el nivel de testosterona. Hay mujeres que generan más que otras. La testosterona de Alba ha descendido por el proceso hormonal. Biológicamente puede competir con mujeres porque es una mujer. Las capacidades que posee han sido desarrolladas durante su vida y no dependen de su sexo”.
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