Imagen: El Diario / Yevgeny Voitsekhovsky y Pavel Stotsko durante su boda en Dinamarca |
Pavel y Yevgeny se habían casado en Dinamarca con lo que el Estado debería haber reconocido la unión, pero las autoridades fueron contra ellos para que no cundiera el ejemplo.
Marc Bennetts | El Diario, 2018-09-07
https://www.eldiario.es/theguardian/Rusia-gays-LGTBI_0_811569633.html
En una fría tarde de enero, unos policías vestidos de paisano golpearon insistentemente la puerta del apartamento de dos hombres cerca de Moscú. Fue entonces cuando esta pareja de recién casados, Pavel Stotsko y Yevgeny Voitsekhovsky, empezó a plantearse la posibilidad de huir del país.
“Fue un asedio en toda regla. Los policías se plantaron delante del edificio y lo rodearon”, explica Stotsko desde Holanda, donde a los dos hombres, ambos de 28 años, se les ha concedido asilo. "Nos quedamos sentados en el piso como si se tratara de la celda de una prisión, completamente solos y aterrorizados", añade Voitsekhovsky.
Los problemas de los dos hombres con las autoridades rusas empezaron a principios de año, después de celebrar su boda en Dinamarca, donde los matrimonios entre personas del mismo sexo son legales desde 2012.
Si bien la homosexualidad no es contraria a la legislación rusa, el matrimonio entre personas del mismo sexo sí es ilegal. Sin embargo, tras estudiar el código civil ruso, Stotsko y Voitsekhovsky se percataron de que las autoridades están obligadas a reconocer los matrimonios que han sido registrados en el extranjero, incluso aquellos entre parejas del mismo sexo. Al parecer, los funcionarios rusos no eran conscientes de este vacío legal.
Cuando regresaron a Rusia en enero, llevaron sus documentos de identidad a una oficina de registro en Moscú, donde un empleado estampó el certificado de matrimonio en los documentos "serenamente y sin preguntas". La ley obliga a los rusos mayores de 14 años a poseer un documento que registre su lugar de residencia y estado civil. Este papel no es válido para viajes al extranjero.
"Nos llenó de satisfacción ver que el funcionario estampaba el sello en nuestros documentos. Pensamos que a partir de ese momento podríamos vivir felices y tranquilos en Rusia, y que, a pesar de la homofobia que se respira en el país, la ley estaba de nuestro lado", indica Stotsko. "No esperábamos que las autoridades respondieran con esa agresividad".
Tras completar con éxito el trámite burocrático, Stotsko colgó fotografías de los certificados en las redes sociales. La pareja también concedió entrevistas a medios de comunicación del país. Todo ello provocó una indignación generalizada.
"Cabras apestosas"
Vitaly Milonov, un diputado ultraconservador del partido gobernante Rusia Unida, afirmó que el sello en el pasaporte no tenía base legal y comparó a Stotsko y Voitsekhovsky con "cabras apestosas". También dijo que deberían ser "examinados para detectar enfermedades peligrosas" y "expulsados del país" como una advertencia para otros que quisieran seguir sus pasos. El Ministerio del Interior acusó a los hombres de falsificar sus pasaportes. La pareja lo desmintió. El matrimonio recibió numerosas amenazas de muerte.
Los grupos de defensa de los derechos humanos indican que desde que el presidente Vladimir Putin y el Congreso aprobaron una controvertida ley que prohíbe la llamada "propaganda gay" en 2013, se han disparado los ataques homófobos en Rusia, y se considera un delito promover los derechos de la comunidad LGBT. El año pasado, decenas de hombres homosexuales fueron detenidos y torturados en Chechenia, una república mayoritariamente musulmana situada en el sur de Rusia.
No pasó mucho tiempo hasta que se presentaron agentes de policía en su casa en Lyubertsy, un pueblo situado en las afueras de la capital, y les pidieron que les entregaran sus documentos. Los hombres creen que esta acción fue supervisada por Andrei Zakharov, que por aquel entonces era el subjefe de la policía de Moscú. Poco después, la policía también los dejó sin Internet y sin luz. Los hombres se quedaron a oscuras.
“Para los rusos, que su documento de ciudadano tenga el sello que certifica que se han casado simboliza que el Estado reconoce esa unión. Como es lógico, cuando las autoridades se percataron de que legalmente no podían no reconocer nuestro matrimonio, decidieron que querían deshacerse de los documentos que demostraban lo que había pasado”, explica Stotsko.
Aunque los hombres entregaron sus documentos a la policía, los agentes se negaron a darles protección: “Zakharov también dijo que no nos podía garantizar que más tarde no íbamos a ser detenidos”.
Huida a Holanda
Aterrorizados, los dos hombres decidieron salir del país esa misma noche, con la ayuda de miembros de la atribulada comunidad LGBT. "Una helada noche de enero dejamos el país con tan solo 53 dólares", explica Stotsko. La pareja huyó a Ámsterdam, donde solicitó asilo. Cuentan que sus abogados les aconsejaron que no hablaran de su terrible experiencia hasta ahora, cuando ya se les ha confirmado que están bajo la protección de las autoridades holandesas.
Tienen la esperanza de que más adelante se les conceda la ciudadanía holandesa y no tienen intención de regresar a Rusia. Son pesimistas en cuanto a posibles mejoras a largo plazo del trato que reciben las personas LGBT en Rusia.
“Tras la llegada de Putin al poder, tras el ascenso de toda esa gente que procede del submundo criminal, han ido ganando terreno los comportamientos delictivos y la idea de que los homosexuales son personas sucias. Ahora esta noción está muy arraigada en el gobierno”, explica Stotsko.
Si bien la policía rusa fue, por lo general, tolerante con las personas LGBT de otros países que asistieron al Mundial de Fútbol este verano, lo cierto es que las actitudes homófobas son una constante en el país.
Según Stotsko, incluso en Moscú, un lugar más seguro para las minorías sexuales que el resto del país, las personas de la comunidad LGBT pueden sufrir graves abusos en público si muestran sus tendencias sexuales abiertamente.
En un experimento social que se llevó a cabo en la ciudad en 2015, dos jóvenes que caminaban de la mano por la calle fueron objeto de burlas repetidas e incluso sufrieron ataques físicos por parte de los transeúntes. El año pasado, unos agresores mataron a golpes a un hombre de 29 años en el parque Gorky de Moscú, cerca del Kremlin, "por no vestirse bien".
En una encuesta de opinión publicada el mes pasado por una organización estatal, y que ha resultado ser muy reveladora, dos tercios de los rusos afirman que creen que hay una conspiración mundial de homosexuales para subvertir los "valores tradicionales" de su país.
"A Putin le gusta afirmar que la ley es aplicable a todo aquel que vive en Rusia", indica Stotsko. "Pero lo que nos ha pasado demuestra que eso es falso. Tratamos de vivir en Rusia conforme a la legislación rusa, pero las autoridades vulneraron la ley para confiscar nuestros documentos".
“Fue un asedio en toda regla. Los policías se plantaron delante del edificio y lo rodearon”, explica Stotsko desde Holanda, donde a los dos hombres, ambos de 28 años, se les ha concedido asilo. "Nos quedamos sentados en el piso como si se tratara de la celda de una prisión, completamente solos y aterrorizados", añade Voitsekhovsky.
Los problemas de los dos hombres con las autoridades rusas empezaron a principios de año, después de celebrar su boda en Dinamarca, donde los matrimonios entre personas del mismo sexo son legales desde 2012.
Si bien la homosexualidad no es contraria a la legislación rusa, el matrimonio entre personas del mismo sexo sí es ilegal. Sin embargo, tras estudiar el código civil ruso, Stotsko y Voitsekhovsky se percataron de que las autoridades están obligadas a reconocer los matrimonios que han sido registrados en el extranjero, incluso aquellos entre parejas del mismo sexo. Al parecer, los funcionarios rusos no eran conscientes de este vacío legal.
Cuando regresaron a Rusia en enero, llevaron sus documentos de identidad a una oficina de registro en Moscú, donde un empleado estampó el certificado de matrimonio en los documentos "serenamente y sin preguntas". La ley obliga a los rusos mayores de 14 años a poseer un documento que registre su lugar de residencia y estado civil. Este papel no es válido para viajes al extranjero.
"Nos llenó de satisfacción ver que el funcionario estampaba el sello en nuestros documentos. Pensamos que a partir de ese momento podríamos vivir felices y tranquilos en Rusia, y que, a pesar de la homofobia que se respira en el país, la ley estaba de nuestro lado", indica Stotsko. "No esperábamos que las autoridades respondieran con esa agresividad".
Tras completar con éxito el trámite burocrático, Stotsko colgó fotografías de los certificados en las redes sociales. La pareja también concedió entrevistas a medios de comunicación del país. Todo ello provocó una indignación generalizada.
"Cabras apestosas"
Vitaly Milonov, un diputado ultraconservador del partido gobernante Rusia Unida, afirmó que el sello en el pasaporte no tenía base legal y comparó a Stotsko y Voitsekhovsky con "cabras apestosas". También dijo que deberían ser "examinados para detectar enfermedades peligrosas" y "expulsados del país" como una advertencia para otros que quisieran seguir sus pasos. El Ministerio del Interior acusó a los hombres de falsificar sus pasaportes. La pareja lo desmintió. El matrimonio recibió numerosas amenazas de muerte.
Los grupos de defensa de los derechos humanos indican que desde que el presidente Vladimir Putin y el Congreso aprobaron una controvertida ley que prohíbe la llamada "propaganda gay" en 2013, se han disparado los ataques homófobos en Rusia, y se considera un delito promover los derechos de la comunidad LGBT. El año pasado, decenas de hombres homosexuales fueron detenidos y torturados en Chechenia, una república mayoritariamente musulmana situada en el sur de Rusia.
No pasó mucho tiempo hasta que se presentaron agentes de policía en su casa en Lyubertsy, un pueblo situado en las afueras de la capital, y les pidieron que les entregaran sus documentos. Los hombres creen que esta acción fue supervisada por Andrei Zakharov, que por aquel entonces era el subjefe de la policía de Moscú. Poco después, la policía también los dejó sin Internet y sin luz. Los hombres se quedaron a oscuras.
“Para los rusos, que su documento de ciudadano tenga el sello que certifica que se han casado simboliza que el Estado reconoce esa unión. Como es lógico, cuando las autoridades se percataron de que legalmente no podían no reconocer nuestro matrimonio, decidieron que querían deshacerse de los documentos que demostraban lo que había pasado”, explica Stotsko.
Aunque los hombres entregaron sus documentos a la policía, los agentes se negaron a darles protección: “Zakharov también dijo que no nos podía garantizar que más tarde no íbamos a ser detenidos”.
Huida a Holanda
Aterrorizados, los dos hombres decidieron salir del país esa misma noche, con la ayuda de miembros de la atribulada comunidad LGBT. "Una helada noche de enero dejamos el país con tan solo 53 dólares", explica Stotsko. La pareja huyó a Ámsterdam, donde solicitó asilo. Cuentan que sus abogados les aconsejaron que no hablaran de su terrible experiencia hasta ahora, cuando ya se les ha confirmado que están bajo la protección de las autoridades holandesas.
Tienen la esperanza de que más adelante se les conceda la ciudadanía holandesa y no tienen intención de regresar a Rusia. Son pesimistas en cuanto a posibles mejoras a largo plazo del trato que reciben las personas LGBT en Rusia.
“Tras la llegada de Putin al poder, tras el ascenso de toda esa gente que procede del submundo criminal, han ido ganando terreno los comportamientos delictivos y la idea de que los homosexuales son personas sucias. Ahora esta noción está muy arraigada en el gobierno”, explica Stotsko.
Si bien la policía rusa fue, por lo general, tolerante con las personas LGBT de otros países que asistieron al Mundial de Fútbol este verano, lo cierto es que las actitudes homófobas son una constante en el país.
Según Stotsko, incluso en Moscú, un lugar más seguro para las minorías sexuales que el resto del país, las personas de la comunidad LGBT pueden sufrir graves abusos en público si muestran sus tendencias sexuales abiertamente.
En un experimento social que se llevó a cabo en la ciudad en 2015, dos jóvenes que caminaban de la mano por la calle fueron objeto de burlas repetidas e incluso sufrieron ataques físicos por parte de los transeúntes. El año pasado, unos agresores mataron a golpes a un hombre de 29 años en el parque Gorky de Moscú, cerca del Kremlin, "por no vestirse bien".
En una encuesta de opinión publicada el mes pasado por una organización estatal, y que ha resultado ser muy reveladora, dos tercios de los rusos afirman que creen que hay una conspiración mundial de homosexuales para subvertir los "valores tradicionales" de su país.
"A Putin le gusta afirmar que la ley es aplicable a todo aquel que vive en Rusia", indica Stotsko. "Pero lo que nos ha pasado demuestra que eso es falso. Tratamos de vivir en Rusia conforme a la legislación rusa, pero las autoridades vulneraron la ley para confiscar nuestros documentos".
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