La Razón / Miguel Poveda // |
Miguel Poveda: “Nunca he ocultado mi manera de amar”.
Hablamos con el artista de su adorado hijo y de proyectos en ciernes, antes de su actuación del 27 de agosto en Starlite, Marbella.
Amparo de la Gama | La Razón, 2022-08-12
https://www.larazon.es/gente/famosos/20220812/3xo6kbxjyvejblcq43wksi3ezi.html
Miguel Poveda está como nunca. El maestro del cante, vuelve con un gran cartel y se sube a las tablas de la cantera de Nagüelles. El concierto de Starlite será el próximo día 27 de agosto. El cantante ofrecerá un concierto repleto de sorpresas con canciones inéditas, algunas de ellas realizadas en el confinamiento y ya se lo tiene vendido casi todo. El cantante habla con La Razón y se ríe a carcajadas cuando nos dice: «Y hasta es posible que veáis a Ángel mi niño, entre el público, aunque él es más de los Planetas que del cante jondo de su padre». Su único hijo Ángel, nacido en California hace 7 años, gracias a un vientre de alquiler, «es mi ser de luz. Mi amor por él no tiene límites y estoy muy orgulloso de cómo es, e intento protegerlo lo que puedo. Vivo con el enano en una burbuja de amor y paz».
Miguel Poveda pasa con su hijo el verano en la urbanización El Paraíso de Estepona, donde residen: «Y como su nombre indica estamos en el paraíso, con el niño disfruto un montón. Ya tiene siete años, va al colegio y es el mejor compañero que he encontrado en el camino». El artista expresa devoción por Miguel Ángel. «Es la pureza más absoluta delante de mis ojos. Es muy cariñoso, muy bonito, sabe mi profesión y yo charlo con él como si fuera un adulto. Con él lo he hablado todo: desde cómo vino al mundo, hasta nuestra manera de vivir. El niño tiene un contacto continuo con la madre gestante. El pequeño y yo tenemos un vínculo tan fuerte de amor, que todo se entiende», detalla a este medio.
El visado a la felicidad
Ser flamenco para Miguel Poveda es sentir: «Vivir ese flechazo para todo: la alegría, la pena, el dolor, el amor y que se fusionen en una sola cosa». El cantaor catalán, que tiene en el mercado «Diverso», un disco donde interpreta otros ritmos del mundo, además de flamenco está triunfando. Desde que inició su gira en febrero, en el Teatro Real de Madrid, no ha parado: «Ahora por fin en Starlite Catalana Occidente, que durante estos años por el Covid no he podido estar, pero lo he cogido este año con muchas ganas».
Él cuenta siempre en las entrevistas, que es consciente de que su voz ha sido el pasaporte a la libertad y el visado a su felicidad, porque a través de ella se ha podido edificar interiormente. Con el tiempo, ahora con sus cincuenta años, su ansia por llenar conciertos sigue siendo una prioridad, pero no el único cometido. Sabe que su voz es un don y quiere que esa magia no se rompa y le dure de por vida. Y por eso se cuida. Y mucho.
Cuando le preguntamos si se considera «cantaor o cantante», él dice que es las dos cosas. Lo tiene muy claro, porque ahí está como espejo, ese niño que empezó a cantar a los 15 años en locales de Badalona hasta que a los 20, a la vuelta del servicio militar, ganó el festival de cante de Las Minas de La Unión, y desde entonces hasta ahora, puristas y transgresores del flamenco le adoran. Precisamente, en la gira que le subirá al escenario de Starlite el próximo sábado día 27, realizará un viaje musical que incluye el flamenco clásico y termina con un compromiso social y personal por el cuidado del planeta y la diversidad del amor.
Flamenco y «Diverso», como su nuevo disco no es un juego de palabras. Miguel jamás ocultó su manera de amar. No tuvo que salir del armario, porque como él dice, «nunca estuve dentro». Pero, eran tiempos en los que explicarles a unos padres como los suyos, lo que era la homosexualidad, no era fácil. «Pero él con el corazón se explica todo muy bien y una vez que lo entendieron, vieron que yo seguía siendo él mismo y que no pasaba nada». Miguel ha puesto en su nuevo disco toda la pasión, de la que es capaz de poner un ser humano, a quien le gusta hacer un homenaje a los suyos. Y así ha rescatado canciones que escuchaba de adolescente en la radio de su madre, «canciones que nunca se olvidan».
Miguel es muy activo en las redes sociales y cada poco tiempo, estampa en su muro fotografías del poeta Federico García Lorca que ha sido el «leit motiv» en su vida. Dice que, para él, el poeta granadino, «es un amigo, una pareja, un hermano y conocer su obra y poder cantarla ha sido un viaje espiritual». Miguel Poveda se abre en canal como Lorca, pero le gusta mantener la intimidad de sus amores por «respeto al otro y su entorno» y lo único que comenta es que: «Soy muy enamoradizo, mucho. Pero eso ya lo sabéis», zanja a La Razón con una sonrisa.
Miguel Poveda pasa con su hijo el verano en la urbanización El Paraíso de Estepona, donde residen: «Y como su nombre indica estamos en el paraíso, con el niño disfruto un montón. Ya tiene siete años, va al colegio y es el mejor compañero que he encontrado en el camino». El artista expresa devoción por Miguel Ángel. «Es la pureza más absoluta delante de mis ojos. Es muy cariñoso, muy bonito, sabe mi profesión y yo charlo con él como si fuera un adulto. Con él lo he hablado todo: desde cómo vino al mundo, hasta nuestra manera de vivir. El niño tiene un contacto continuo con la madre gestante. El pequeño y yo tenemos un vínculo tan fuerte de amor, que todo se entiende», detalla a este medio.
El visado a la felicidad
Ser flamenco para Miguel Poveda es sentir: «Vivir ese flechazo para todo: la alegría, la pena, el dolor, el amor y que se fusionen en una sola cosa». El cantaor catalán, que tiene en el mercado «Diverso», un disco donde interpreta otros ritmos del mundo, además de flamenco está triunfando. Desde que inició su gira en febrero, en el Teatro Real de Madrid, no ha parado: «Ahora por fin en Starlite Catalana Occidente, que durante estos años por el Covid no he podido estar, pero lo he cogido este año con muchas ganas».
Él cuenta siempre en las entrevistas, que es consciente de que su voz ha sido el pasaporte a la libertad y el visado a su felicidad, porque a través de ella se ha podido edificar interiormente. Con el tiempo, ahora con sus cincuenta años, su ansia por llenar conciertos sigue siendo una prioridad, pero no el único cometido. Sabe que su voz es un don y quiere que esa magia no se rompa y le dure de por vida. Y por eso se cuida. Y mucho.
Cuando le preguntamos si se considera «cantaor o cantante», él dice que es las dos cosas. Lo tiene muy claro, porque ahí está como espejo, ese niño que empezó a cantar a los 15 años en locales de Badalona hasta que a los 20, a la vuelta del servicio militar, ganó el festival de cante de Las Minas de La Unión, y desde entonces hasta ahora, puristas y transgresores del flamenco le adoran. Precisamente, en la gira que le subirá al escenario de Starlite el próximo sábado día 27, realizará un viaje musical que incluye el flamenco clásico y termina con un compromiso social y personal por el cuidado del planeta y la diversidad del amor.
Flamenco y «Diverso», como su nuevo disco no es un juego de palabras. Miguel jamás ocultó su manera de amar. No tuvo que salir del armario, porque como él dice, «nunca estuve dentro». Pero, eran tiempos en los que explicarles a unos padres como los suyos, lo que era la homosexualidad, no era fácil. «Pero él con el corazón se explica todo muy bien y una vez que lo entendieron, vieron que yo seguía siendo él mismo y que no pasaba nada». Miguel ha puesto en su nuevo disco toda la pasión, de la que es capaz de poner un ser humano, a quien le gusta hacer un homenaje a los suyos. Y así ha rescatado canciones que escuchaba de adolescente en la radio de su madre, «canciones que nunca se olvidan».
Miguel es muy activo en las redes sociales y cada poco tiempo, estampa en su muro fotografías del poeta Federico García Lorca que ha sido el «leit motiv» en su vida. Dice que, para él, el poeta granadino, «es un amigo, una pareja, un hermano y conocer su obra y poder cantarla ha sido un viaje espiritual». Miguel Poveda se abre en canal como Lorca, pero le gusta mantener la intimidad de sus amores por «respeto al otro y su entorno» y lo único que comenta es que: «Soy muy enamoradizo, mucho. Pero eso ya lo sabéis», zanja a La Razón con una sonrisa.
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