El País / Vacunación en BCN Checkpoint // |
Viruela del mono: “Al escuchar la primera noticia me borré de las aplicaciones de citas”.
El 80% de los contagios en España se producen entre hombres que tienen sexo con hombres. En la comunidad hay temor, pero no pánico, y muchos aseguran que ya están reduciendo el número de parejas.
Pablo Linde / Alfonso L. Congostrina | El País, 2022-08-07
https://elpais.com/sociedad/2022-08-07/viruela-del-mono-al-escuchar-la-primera-noticia-me-borre-de-las-aplicaciones-de-citas.html
“La paranoia que he cogido con la viruela del mono no la tuve con la covid ni de lejos. En cuanto escuché la primera noticia me borré de Grindr y del resto de aplicaciones de citas”, dice Carles, un joven que esta semana se ha vacunado en el BCN Checkpoint, una ONG de la capital catalana dedicada a la detección de VIH y otras infecciones de transmisión sexual dirigida a la comunidad gay.
En España, ocho de cada diez casos se han detectado entre hombres que practican sexo con hombres, una comunidad con tantas reacciones a este brote como personas la forman. Desde el principio, cuando se descubrió que los primeros casos en España se transmitieron en una sauna gay, la comunidad LGTBI se ha situado en el punto de mira. Algunos, incluida la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+), aseguran sentirse señalados y estigmatizados, especialmente desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó a los hombres que tienen sexo con hombres que redujeran el número de parejas sexuales como medida para contener el brote. Tanto la federación como la OMS insisten en que la orientación sexual no tiene nada que ver con el riesgo de transmisión; el hecho de que avance entre la comunidad gay se debe a que el virus encontró casualmente en ella una vía de transmisión, pero también puede llegar a cualquier otra persona. Y ya lo está haciendo.
El País ha hablado con más de una veintena de personas de este colectivo, incluidos algunos activistas. Muchas coinciden en que el mensaje de la OMS no fue adecuado, pero también piensan que es necesario que la comunidad sea consciente de lo que está pasando. “Al final, somos nosotros entre los que se está transmitiendo más, es bueno que nos llegue la información”, dice Antonio que, como la mayoría de los que han querido participar en este reportaje, prefiere no identificarse con apellidos.
Él, Carles y muchos otros de los consultados ya están limitando el número de parejas sexuales para reducir el riesgo. La viruela del mono no es lo que se conoce como una enfermedad de transmisión sexual: aunque se estudia todavía si se puede contagiar por fluidos sexuales, no es su principal vía. Pero se transmite por contacto muy estrecho, a menudo piel con piel, y las relaciones sexuales son un medio propicio para su expansión. De hecho, es el que hay detrás de más del 80% de los casos de los que se tiene esa información en España, según los datos del Ministerio de Sanidad.
Las últimas cifras, publicadas el viernes, elevaban a 4.942 los diagnósticos y a dos los fallecimientos por viruela del mono en España, lo que lo mantiene como el país que más casos por habitante ha reportado. En términos absolutos solo está por detrás de Estados Unidos (7.102), que este jueves declaró el brote emergencia sanitaria nacional.
Además de Cataluña, Madrid, País Vasco y Andalucía ya han comenzado las vacunaciones para personas de grupos de riesgo. Pero el muy limitado número de dosis hace imposible alcanzar a todo el colectivo: en una primera remesa llegaron 5.300, a las que se suman 7.000 más esta semana, que siguen siendo insuficientes. Están destinadas a contactos de personas infectadas y a hombres que tienen sexo con distintas parejas sexuales masculinas, quienes necesitan mucha suerte y paciencia para conseguir recibirla. “No hay disponibilidad de cita, vuelva a intentarlo en los próximos días”, es el mensaje más frecuente que aparece en la web de la Comunidad de Madrid que, sin embargo, asegura que un 20% de quienes la solicitan luego no aparecen.
El colectivo LGTBI pide más vacunas con urgencia. “Es la mayor preocupación de la gente, que no hay suficientes”, asegura Toni Poveda, activista LGTBI y director de Cesida. “Todo el mundo quiere vacunarse. Estamos muy sensibilizadas con la salud y lo que decimos es que si no llegan vacunas de la Unión Europea [que ha hecho una compra conjunta de 110.000 dosis para todos los países miembros], nos vamos a movilizar para que las compren por otras vías”, señala.
El doctor Ángel Rivero, responsable médico de Checkpoint y uno de los que recibe a los 200 hombres que diariamente se dirigen al centro, reconoce que existe “mucha alarma” con la viruela del mono, pero “no hay un pánico terrible entre el colectivo y sí mucha desinformación”. Checkpoint ha recibido 660 dosis de vacunas que están poniendo a usuarios contagiados de VIH e inmunodeprimidos y a aquellos que utilizan habitualmente el PrEP (profilaxis prexposición), un medicamento que evita la transmisión del VIH aunque se mantengan relaciones sin protección. 660 dosis son totalmente insuficientes y si no llegan más, se les agotarán el martes. Además, advierte Rivero, por el momento solo están poniendo la primera dosis, que se calcula que tiene una efectividad de alrededor de un 30%. “Hasta que no podamos poner la segunda dosis, y no sabemos cuándo será, no alcanzaremos el 80% de la protección”, advierte.
Los contagios siguen sumando y muchos consultados advierten de que el verano es una época muy propicia para el contacto sexual. Entre el 6 y el 14 de agosto Barcelona celebra el Circuit Festival, donde miles de hombres gais se reúnen de fiesta y donde es más que habitual que “mantengan múltiples relaciones”, aseguran. El plato fuerte del Circuit es una fiesta en una piscina de Isla Fantasía donde se reúnen entre 10.000 y 15.000 hombres. “El Circuit puede ser una tormenta perfecta para que se continúe propagando la infección y tenemos que hacer mucha pedagogía para que además no se estigmatice más al colectivo. Lo que no puede ser, y nos está pasando más de lo permisible, es que estemos llamando a usuarios y nos digan que no tienen ni idea de qué es la viruela del mono”, lamenta Rivero.
En pleno verano, José Vela, del Colectivo de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales de Madrid, cree que el mensaje de reducir el número de parejas sexuales no es realista. “Tú dices que vas a tener menos relaciones cuando en frío lees lo que está pasando, pero cuando estás excitado se va el miedo y pasan cosas. Eso sucede también con el VIH, que le tenemos muchísimo miedo, pero no estás 24 horas al día pensando en eso, sales, te tomas un vino y tienes impulsos, como todo el mundo”, señala.
Dificultades de rastreo
Uno de los problemas para frenar los brotes está siendo la dificultad del rastreo. La OMS también pidió a los hombres que mantienen sexo con hombres que identifiquen a sus parejas. Pero el estigma que mencionan los colectivos LGTBI lo pone más difícil. Fuentes sanitarias aseguran que se han registrado casos en los que un hombre, contagiado tras mantener una relación con otro hombre, ha llegado a amenazar al médico que lo atendía para guardar su identidad, temeroso de que su mujer se pudiera enterar. Aunque la ley y el código deontológico garantizan el secreto de la identidad del paciente, ese temor evidencia obstáculos que no presentan otras enfermedades libres de estas connotaciones, como puede ser la covid, que a nadie avergüenza.
Jordi, uno de los primeros en recibir la vacuna, se siente estigmatizado. “He tenido miedo a la hora de mantener relaciones. Te dicen que antes de acercarte a otro chico revises a ver si tiene lesiones, pero no puedes inspeccionar a todos los hombres con quienes estás”, descarta. Tras la vacuna se siente seguro, pese a que la efectividad solo es del 30% en esta primera dosis.
Pablo, nombre ficticio, ya no recibirá la vacuna. Mantuvo una relación sexual con un chico hace 23 días. “Una noche comencé a tener escalofríos y fiebre. Pensé que incluso me habían salido hemorroides y me miré con un espejo. Enseguida vi las llagas y me entró pánico”, recuerda. Fue a Checkpoint y pronto salió de dudas. Le hicieron una PCR, tomaron muestras de las lesiones y le confirmaron que tenía viruela del mono: “Tres semanas de aislamiento e ibuprofeno”.
En una conversación telefónica y mientras sigue su aislamiento, Pablo describe cómo ha sido su día a día desde entonces: “Afortunadamente, teletrabajo, pero no estaba dispuesto a llamar a pedir la baja para tres semanas. Todos tenemos miedo porque esto es estigmatizante. Da la sensación de que hemos cogido la enfermedad por viciosos o por no haber tomado medidas, pero la viruela del mono no es una enfermedad sexual. Esto se contagia con el roce. Aun así, ahora viene el Circuit, luego el Matrix en Torremolinos…”. No es el único de los entrevistados que menciona esta localidad turística de la Costa del Sol, visitada en verano por miles de personas y con una gran presencia de la comunidad gay. “Esto no va a haber quien lo pare”, lamenta. “Y lo peor es que me da vergüenza. Solo se lo he contado a mi hermano porque me da la sensación de que si lo sabe mucha gente me tratarán como un apestado”, concluye.
En España, ocho de cada diez casos se han detectado entre hombres que practican sexo con hombres, una comunidad con tantas reacciones a este brote como personas la forman. Desde el principio, cuando se descubrió que los primeros casos en España se transmitieron en una sauna gay, la comunidad LGTBI se ha situado en el punto de mira. Algunos, incluida la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+), aseguran sentirse señalados y estigmatizados, especialmente desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó a los hombres que tienen sexo con hombres que redujeran el número de parejas sexuales como medida para contener el brote. Tanto la federación como la OMS insisten en que la orientación sexual no tiene nada que ver con el riesgo de transmisión; el hecho de que avance entre la comunidad gay se debe a que el virus encontró casualmente en ella una vía de transmisión, pero también puede llegar a cualquier otra persona. Y ya lo está haciendo.
El País ha hablado con más de una veintena de personas de este colectivo, incluidos algunos activistas. Muchas coinciden en que el mensaje de la OMS no fue adecuado, pero también piensan que es necesario que la comunidad sea consciente de lo que está pasando. “Al final, somos nosotros entre los que se está transmitiendo más, es bueno que nos llegue la información”, dice Antonio que, como la mayoría de los que han querido participar en este reportaje, prefiere no identificarse con apellidos.
Él, Carles y muchos otros de los consultados ya están limitando el número de parejas sexuales para reducir el riesgo. La viruela del mono no es lo que se conoce como una enfermedad de transmisión sexual: aunque se estudia todavía si se puede contagiar por fluidos sexuales, no es su principal vía. Pero se transmite por contacto muy estrecho, a menudo piel con piel, y las relaciones sexuales son un medio propicio para su expansión. De hecho, es el que hay detrás de más del 80% de los casos de los que se tiene esa información en España, según los datos del Ministerio de Sanidad.
Las últimas cifras, publicadas el viernes, elevaban a 4.942 los diagnósticos y a dos los fallecimientos por viruela del mono en España, lo que lo mantiene como el país que más casos por habitante ha reportado. En términos absolutos solo está por detrás de Estados Unidos (7.102), que este jueves declaró el brote emergencia sanitaria nacional.
Además de Cataluña, Madrid, País Vasco y Andalucía ya han comenzado las vacunaciones para personas de grupos de riesgo. Pero el muy limitado número de dosis hace imposible alcanzar a todo el colectivo: en una primera remesa llegaron 5.300, a las que se suman 7.000 más esta semana, que siguen siendo insuficientes. Están destinadas a contactos de personas infectadas y a hombres que tienen sexo con distintas parejas sexuales masculinas, quienes necesitan mucha suerte y paciencia para conseguir recibirla. “No hay disponibilidad de cita, vuelva a intentarlo en los próximos días”, es el mensaje más frecuente que aparece en la web de la Comunidad de Madrid que, sin embargo, asegura que un 20% de quienes la solicitan luego no aparecen.
El colectivo LGTBI pide más vacunas con urgencia. “Es la mayor preocupación de la gente, que no hay suficientes”, asegura Toni Poveda, activista LGTBI y director de Cesida. “Todo el mundo quiere vacunarse. Estamos muy sensibilizadas con la salud y lo que decimos es que si no llegan vacunas de la Unión Europea [que ha hecho una compra conjunta de 110.000 dosis para todos los países miembros], nos vamos a movilizar para que las compren por otras vías”, señala.
El doctor Ángel Rivero, responsable médico de Checkpoint y uno de los que recibe a los 200 hombres que diariamente se dirigen al centro, reconoce que existe “mucha alarma” con la viruela del mono, pero “no hay un pánico terrible entre el colectivo y sí mucha desinformación”. Checkpoint ha recibido 660 dosis de vacunas que están poniendo a usuarios contagiados de VIH e inmunodeprimidos y a aquellos que utilizan habitualmente el PrEP (profilaxis prexposición), un medicamento que evita la transmisión del VIH aunque se mantengan relaciones sin protección. 660 dosis son totalmente insuficientes y si no llegan más, se les agotarán el martes. Además, advierte Rivero, por el momento solo están poniendo la primera dosis, que se calcula que tiene una efectividad de alrededor de un 30%. “Hasta que no podamos poner la segunda dosis, y no sabemos cuándo será, no alcanzaremos el 80% de la protección”, advierte.
Los contagios siguen sumando y muchos consultados advierten de que el verano es una época muy propicia para el contacto sexual. Entre el 6 y el 14 de agosto Barcelona celebra el Circuit Festival, donde miles de hombres gais se reúnen de fiesta y donde es más que habitual que “mantengan múltiples relaciones”, aseguran. El plato fuerte del Circuit es una fiesta en una piscina de Isla Fantasía donde se reúnen entre 10.000 y 15.000 hombres. “El Circuit puede ser una tormenta perfecta para que se continúe propagando la infección y tenemos que hacer mucha pedagogía para que además no se estigmatice más al colectivo. Lo que no puede ser, y nos está pasando más de lo permisible, es que estemos llamando a usuarios y nos digan que no tienen ni idea de qué es la viruela del mono”, lamenta Rivero.
En pleno verano, José Vela, del Colectivo de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales de Madrid, cree que el mensaje de reducir el número de parejas sexuales no es realista. “Tú dices que vas a tener menos relaciones cuando en frío lees lo que está pasando, pero cuando estás excitado se va el miedo y pasan cosas. Eso sucede también con el VIH, que le tenemos muchísimo miedo, pero no estás 24 horas al día pensando en eso, sales, te tomas un vino y tienes impulsos, como todo el mundo”, señala.
Dificultades de rastreo
Uno de los problemas para frenar los brotes está siendo la dificultad del rastreo. La OMS también pidió a los hombres que mantienen sexo con hombres que identifiquen a sus parejas. Pero el estigma que mencionan los colectivos LGTBI lo pone más difícil. Fuentes sanitarias aseguran que se han registrado casos en los que un hombre, contagiado tras mantener una relación con otro hombre, ha llegado a amenazar al médico que lo atendía para guardar su identidad, temeroso de que su mujer se pudiera enterar. Aunque la ley y el código deontológico garantizan el secreto de la identidad del paciente, ese temor evidencia obstáculos que no presentan otras enfermedades libres de estas connotaciones, como puede ser la covid, que a nadie avergüenza.
Jordi, uno de los primeros en recibir la vacuna, se siente estigmatizado. “He tenido miedo a la hora de mantener relaciones. Te dicen que antes de acercarte a otro chico revises a ver si tiene lesiones, pero no puedes inspeccionar a todos los hombres con quienes estás”, descarta. Tras la vacuna se siente seguro, pese a que la efectividad solo es del 30% en esta primera dosis.
Pablo, nombre ficticio, ya no recibirá la vacuna. Mantuvo una relación sexual con un chico hace 23 días. “Una noche comencé a tener escalofríos y fiebre. Pensé que incluso me habían salido hemorroides y me miré con un espejo. Enseguida vi las llagas y me entró pánico”, recuerda. Fue a Checkpoint y pronto salió de dudas. Le hicieron una PCR, tomaron muestras de las lesiones y le confirmaron que tenía viruela del mono: “Tres semanas de aislamiento e ibuprofeno”.
En una conversación telefónica y mientras sigue su aislamiento, Pablo describe cómo ha sido su día a día desde entonces: “Afortunadamente, teletrabajo, pero no estaba dispuesto a llamar a pedir la baja para tres semanas. Todos tenemos miedo porque esto es estigmatizante. Da la sensación de que hemos cogido la enfermedad por viciosos o por no haber tomado medidas, pero la viruela del mono no es una enfermedad sexual. Esto se contagia con el roce. Aun así, ahora viene el Circuit, luego el Matrix en Torremolinos…”. No es el único de los entrevistados que menciona esta localidad turística de la Costa del Sol, visitada en verano por miles de personas y con una gran presencia de la comunidad gay. “Esto no va a haber quien lo pare”, lamenta. “Y lo peor es que me da vergüenza. Solo se lo he contado a mi hermano porque me da la sensación de que si lo sabe mucha gente me tratarán como un apestado”, concluye.
NOTA DE IGLU: Gemma Lienas, miembra del Parlament de Catalunya por el PSC, tuiteó esta noticia, el mismo día 8 de agosto, con este comentario: “Sexo entre hombres eran los gays, ¿ya está prohibida esta palabra?: ‘El 80% de los contagios de la viruela del mono en España se producen entre hombres que tienen sexo con hombres.’” Por su parte, Juana Gallego Ayala, también publicó, el mismo día, su reflexión: “¿El personal se ha vuelto loco o qué? Ahora tampoco se puede decir Gay para referirse a hombres homosexuales? @gemmalienas a la hoguera por decir tal herejía? Nadie se acuerda del FAGC? Y qué es la letra G de LGTBI? Alucino.” La verdad es que podemos alucinar con el poco conocimiento sobre estos temas de gente como ellas. Hablar de ‘hombres que tienen sexo con hombres’, o HsH en siglas, ha sido una de las estrategias para reducir el estigma y mejorar las políticas de abordaje contra el VIH-Sida.
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