sábado, 12 de noviembre de 2016

#hemeroteca #politica | Los silencios de la burguesía catalana

Imagen: El Periódico
Los silencios de la burguesía catalana.
La historia nos recuerda que el catalanismo progresista solo ha avanzado cuando ha sido transversal.
Andreu Claret · Periodista y escritor | El Periódico, 2016-11-12
http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/los-silencios-burguesia-catalana-claret-articulo-5623388

Sorprende el silencio de la burguesía catalana. Y a los que vivimos la Transición aún nos sorprende más porque recordamos cómo los empresarios se mojaban sobre todo lo que pasaba en Madrid y también en Barcelona. Lo hacían con voces diferentes pero unidos en defensa de sus intereses. Ahora están callados, muy callados, y cuando se expresan aparecen divisiones profundas. Entre grandes y pequeños, entre los de Barcelona y los otros, entre quienes están a favor del proceso soberanista y quienes callan.

Mi primer trabajo fue en el Círculo de Economía, a principios de los años 70. Se hablaba de todo, no solo de empresa y economía, y yo, que me pasaba las mañanas conspirando contra el régimen en la universidad, alucinaba al ver cómo aquellos burgueses dedicaban las tardes a imaginar el país después de Franco. Con la democracia, como es lógico, se pusieron de manifiesto las diferencias. Los nacionalistas siguieron a Jordi Pujol. Los que habían leído a Galbraith pensaron que Felipe González podía modernizar España. Y los más moderados apoyaron un centrismo que no prosperó. Pero por encima de las diferencias les unía la idea fundacional de Vicens Vives, aquella según la cual Catalunya irá bien si logra reformar España.

El Fomento del Trabajo Nacional
Mientras el Círculo reunía a los más europeístas y liberales, otros resucitaron la más vieja y conservadora de las patronales, el Fomento del Trabajo Nacional, con el objetivo de evitar una victoria de las izquierdas en las elecciones autonómicas. Lo consiguieron con una campaña descarnada que Manuel Milián ha explicado con gran honestidad intelectual en 'Los puentes rotos', un libro imprescindible para entender la Transición. La izquierda sumó más escaños, pero Heribert Barrera prefirió a Pujol antes que a Joan Reventós. La gran burguesía lo recibió como un mal menor.

Veinte años después, se acabó la bonanza y el pájaro en mano, la obra pública escasea, la energía es la más cara de Europa y las infraestructuras han envejecido. El sueño de Vicens Vives no se ha hecho realidad. La reforma de España se ha atascado. En marzo del 2007, se produjo el último acto unitario de la burguesía catalana. Cerca de un millar de empresarios reclamaron un aeropuerto decente y un corredor del Mediterráneo eficiente. Cuando los historiadores estudien el giro político que ha dado la sociedad catalana en los últimos años, deberán recordar aquel acto.

En las primeros filas, estaban todos, desde el presidente de la Caixa hasta el del Barça. En la mesa, las voces eran moderadas, pero en la sala se notaba el rumor del catalán cabreado. Y en los pasillos los más encendidos soñaban con un 'tancament de caixes'. No ha habido 'tancament', porque ya no estamos en 1899, pero si ruptura.

La utopía disponible
Ese día se empezó a poner en cuestión el proyecto reformista que había sido el ADN del industrial catalán. Muchos pequeños y medianos empresarios ha dejado de creer en él. Piensan que es más estimulante soñar en ser uno de los motores de Europa que no esforzarse por ser la fábrica de una España que no funciona. Para ellos, la independencia se ha convertido en la utopía disponible de la que habla Marina Subirats. Mientras estos apoyan el proceso soberanista, los grandes callan.

En el 2006, algunos aún defendieron el Estatut de Maragall, pero cuando el Estado pasó el cepillo predominaron los silencios. Y el año pasado, cuando el presidente del Círculo, Anton Costas, propuso una declaración crítica pero equilibrada, en la más pura tradición de la casa, exigiendo diálogo a Madrid y advirtiendo del peligro de unas plebiscitarias en Catalunya, la junta directiva se agrietó.

Los silencios de los burgueses no solo revelan desconcierto ante el proceso que vive Catalunya. Son una expresión de la crisis que sufre la industria catalana. El PIB que genera ha pasado del 29% al 19% en los últimos 20 años, según un estudio de la Fundació per l'Indústria de Sabadell. Esta caída aún es más dramática si miramos la pérdida de puestos de trabajo: cerca del 30%, casi el triple de la media europea.

La crisis ha dejado al empresariado sin argumentario y sin líderes. Algunos políticos alocados leen estos silencios como una victoria. Como si la Catalunya profunda hubiera demostrado que no se deja mandar por los señores de Barcelona. Una idea que encuentra eco entre las clases medias y los jóvenes en una época como la actual, de desigualdades trágicas y de populismo político. Pero la historia es terca y nos recuerda que el catalanismo progresista solo ha avanzado cuando ha sido transversal. Y nos dice que el desconcierto de la burguesía nunca ha llevado a nada bueno.

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