Imagen: El Español / Recreación de un fotograma del video |
Un redactor de El Español accede a la prueba grabada que existe contra 'El Prenda' y sus compinches con los presuntos abusos cometidos sobre una chica de Córdoba. Relatamos lo que se ve en las imágenes.
Andros Lozano | El Español, 2016-11-26
A bordo de un Volkswagen Golf, por la carretera A-435 que une las localidades cordobesas de Torrecampo y Pozoblanco, van cinco personas. Una joven de 21 años y cuatro hombres. Son el guardia civil Antonio Manuel Guerrero, José Angel Prenda, Jesús Escudero y el militar Alfonso Jesús Cabezuelo. Con el coche en marcha, los cuatro amigos empiezan a abusar de la chica, entre aturdida y adormilada.
Esta no es un escena sacada de una película. Pertenece a la realidad. Se trata de las imágenes que uno de los chicos, José Ángel Prenda, graba con un teléfono móvil. Sin saberlo, estaba registrando la prueba de una de las fechorías del grupo.
El Español recrea a través de varios episodios el vídeo que cuatro de los cinco sevillanos detenidos por la presunta violación de una joven de 18 años en Sanfermines se grabaron dos meses antes, mientras abusaban de otra chica en Pozoblanco.
Ellos mismos enviaron esas imágenes a dos grupos de Whatshapp (‘Manada’ y ‘Peligro’), cuyos integrantes, al ver el estado de inconsciencia en el que aparece la joven, llegaron a preguntarles si le habían suministrado “burundanga” o “cloroformo”. Incluso, uno se atrevió a decir: “Es otro caso Marta del Castillo, jajaja”.
El periodista relata el contenido de los 46 segundos de vídeo, al que ha tenido acceso esta misma semana a través de una fuente cercana al caso. Será un juez quien condene o absuelva a los presos, pero las imágenes que se recrean evidencian que los implicados abusaron de la joven sin su consentimiento.
Segundo 1 al 8. Empieza 'la fiesta'
Es 1 de mayo de 2016. Son entre las seis y las siete de la mañana. El día comienza a despuntar. Con la llegada de los primeros rayos de sol los cuatro amigos sevillanos van en coche camino de Pozoblanco (Córdoba), donde está destinado en prácticas el guardia civil Antonio Manuel Guerrero Escudero. A bordo de un Golf, mientras él mismo conduce, en el asiento del copiloto va José Ángel Prenda, quien de repente empieza a grabar un vídeo con el móvil del agente.
En la parte trasera los acompañan Jesús Escudero -primo del agente de la Benemérita-, el militar Antonio Jesús Cabezuelo y una joven cordobesa de 21 años a la que han conocido durante la noche. La chica, de Pozoblanco, va sentada entre los dos jóvenes. Parece inconsciente. No se mueve.
En los primeros segundos del vídeo Prenda graba al conductor y luego se centra en los dos amigos de detrás. En las imágenes se ve cómo el militar, quien pasa su brazo derecho por detrás del cuello de la chica, le gira la cabeza con su antebrazo y, mirando a la cámara de soslayo, la besa en los labios y le introduce la lengua en la boca. Ella no responde. Tampoco opone resistencia ni se muestra partícipe. En cambio, los chicos ríen a carcajadas.
[Los cuatro amigos han pasado la noche de fiesta en Torrecampo, una localidad situada a 20 kilómetros de Pozoblanco. El vídeo se graba mientras van de vuelta al pueblo en el que el guardia civil lleva un año trabajando. Sólo falta Ángel Boza, el quinto miembro de ‘La Manada’, como ellos mismos se llaman desde niños, cuando se conocieron por las calles de Sevilla. Dos meses después, los cuatro chicos, junto a Boza, abusaron de una madrileña de 18 años en un portal de Pamplona. Se les detuvo tras el primer encierro de San Fermín.
En ambos casos estuvieron presentes tanto el militar como el guardia civil. El agente de la Benemérita, Antonio Manuel Guerrero, accedió al Instituto Armado el año pasado tras aprobar en 2014 el examen de ingreso y pasar por la academia de Baeza (Jaén). En los hechos de Córdoba, justo detrás de él mientras conducía, estaba el soldado Alfonso Jesús Cabezuelo. Como su amigo, debía velar por la seguridad de los demás. Pero se le olvidó que pertenecía a la UME, el grupo del Ejército que actúa en casos de emergencias.]
Segundo 9 al 23. El manoseo
El vídeo continúa entre las risas de los cuatro amigos y los besos que el militar da a la chica. Prenda, o Joselito ‘El Gordo’, como se le conoce en su barrio, sigue grabando. Ahora se centra en los tres ocupantes de los asientos traseros. Sólo aparecen ellos. Apenas se entiende las pocas palabras que dicen.
Jesús Cabezuelo, peluquero de profesión, mira a la cámara y al instante le toca un pecho a la chica, a lo que se suma el militar, que no retira su boca de los labios de la abusada. En ningún momento se ve de frente el rostro de la joven ya que el miembro de la UME tiene la cabeza de la chica recostada sobre su hombro y le impide moverse con su antebrazo.
[El peluquero Jesús Escudero, el militar Alfonso Jesús Cabezuelo y José Ángel Prenda acudieron juntos a pasar el fin de semana en el pueblo en el que estaba destinado su amigo el guardia civil. Éste les había comentado en los días previos que se estaban celebrando las fiestas patronales de Torrecampo, una localidad de 1.200 habitantes vecina a Pozoblanco.
La noche previa a la madrugada de los abusos en Córdoba, una vez reunidos los cuatro amigos, se desplazaron en coche desde Pozoblanco hasta Torrecampo, donde el guardia civil tenía algunos conocidos. Entre ellos, a una chica con la que había tenido varias citas desde su llegada a la zona como uniformado. La relación entre ambos no siguió hacia delante porque ella “quería algo más serio” pero Antonio Manuel, con pareja formal en Sevilla, no podía dárselo.
Durante aquella noche de parranda, entre alcohol y sevillanas, los cuatro amigos conocieron a la chica de la que abusaron horas después, durante la madrugada del 30 de abril al 1 de mayo. Era rubia, guapa y simpática. La Manada se lanzó a por ella en cuanto la vieron. Cuando la joven quiso volverse a casa, los cuatro sevillanos se ofrecieron a llevarla en coche hasta Pozoblanco, de donde ella procede.]
Segundo 23 al 38. Aparece Prenda en el vídeo
Continúan los tocamientos del militar y del peluquero. Sin embargo, José Ángel Prenda, quien hasta el momento no ha aparecido en la imagen ya que es él quien graba el vídeo, irrumpe en la escena durante un instante. Son apenas dos o tres segundos. Sentado en el asiento del copiloto, él mismo registra su rostro y, por detrás de él, aparecen los ocupantes de los asientos traseros. La chica continúa desmayada -al menos en apariencia- y sus dos acompañantes vuelven a manosearla.
Prenda, que no deja de reírse, también le toca un pecho a la joven y suelta una sonora carcajada. Al instante, se ve cómo el guardia civil quita la mano derecha del volante y Prenda lo graba magreando a la joven. Entonces, aparece el rostro del miembro del Instituto Armado con cara sonriente.
[A los cinco sevillanos se les detuvo en Pamplona el pasado 7 de julio. Desde entonces, todos ellos se encuentran en prisión acusados de haber violado a una chica de 18 años en una calle cercana al centro de la capital navarra.
Gracias a la investigación abierta por la Policía Foral y al estudio del contenido de sus teléfonos móviles se descubrió que, además de grabar cómo habían violado a un chica de Madrid, dos meses antes cuatro de ellos habían estado en Pozoblanco. Allí registraron un vídeo abusando de otra joven, esta vez una cordobesa tres años mayor que su anterior víctima.
Cronológicamente, los hechos de Pozoblanco son anteriores a los de Pamplona. Se piensa que en esta localidad andaluza los jóvenes usaron alguna droga (probablemente la conocida como burundanga, que anula la voluntad de quien la toma) para abusar de la chica. Parte de los abusos quedaron registrados durante el trayecto en coche entre Torrecampo y dicha localidad, unidas por una carretera comarcal sin arcén y apenas transitada.]
Segundo 38 al 46. El guardia mira a cámara
Los últimos segundos del vídeo que graba José Ángel Prenda se centran en el conductor del vehículo, el guardia civil. Josélito ‘El Gordo’ dirige el móvil hacia la parte delantera del coche y vuelve a aparecer el agente de la Benemérita, que sigue conduciendo camino de Pozoblanco.
Justo al final, el chico aparta la mirada de la carretera y la dirige hacia su amigo Prenda, al que tiene a su derecha. Incluso se acerca unos centímetros al teléfono móvil con el que lo filma. Luego, enfatizando en cada unas de las sílabas, dice: “Esto es Pozoblanco y esto es la manada”. El vídeo termina justo en ese instante.
El hombre que debía velar por los demás, ese chico “amable y formal” que deslumbró durante el año de prácticas a sus compañeros del cuartel de Pozoblanco, estaba dejando constancia de uno de los secretos más oscuros y que sólo conocían sus amigos más íntimos.
[Los abusos a la chica habrían continuado durante un lapso de tiempo mayor a los 46 segundos que dura el vídeo, el cual lo mandaron a dos grupos de Whatsapp esa misma mañana. Sólo los agresores saben cuánto tiempo estuvieron con ella. Pudieron ser minutos o, quizás, horas.
Según se iban acercando a Pozoblanco, la chica comenzó a recobrar la consciencia y a salir de ese profundo sueño en el que estaba sumida. A su pueblo llegó desnuda, con el mono quitado y las medias rotas.
En ese momento, la chica se vistió y se colocó en el asiento del copiloto. Acto seguido, el militar Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena le pidió que le practicara una felación allí mismo. Pero la chica se negó y él, enfurecido, la golpeó dos veces en la cara y otra en el brazo.
Luego, la insultó y la empujó fuera del coche. La chica, sola, todavía aturdida y desubicada, llamó a cuatro amigos, uno de ellos policía local. Sólo se lo cogió uno -no el agente- aunque no llegó a explicarle con claridad qué le había ocurrido. Luego, se marchó a casa desconsolada.
Como no recordaba muy bien lo sucedido, sólo denunció cuando la Policía Foral se puso en contacto con ella tras haber encontrado en el móvil del guardia civil el vídeo de los abusos sufridos la madrugada del 1 de mayo pasado.
Precisamente, este viernes volvió a declarar por segunda vez la joven abusada en Pozoblanco. Lo hizo en los juzgados de su pueblo, donde ha recalado este segundo caso que afecta a cuatro de los cinco sevillanos detenidos en la capital navarra. El testimonio de la chica ha coincidido con la difusión esta semana en El programa de Ana Rosa de la declaración en Pamplona del peluquero Jesús Escudero.
Ante el juez, Escudero aseguró que la chica de la que abusaron en San Fermín consintió mantener relaciones sexuales con el grupo de cinco amigos y contó un episodio de su vida hasta el momento desconocido: la violación de su novia, cuando tenía 14 años, a manos de un agresor que en sólo 24 meses saldrá de prisión. “Yo no soy un violador. Odio a los violadores. Los odio", dijo entre lágrimas y con la voz entrecortada]
Esta no es un escena sacada de una película. Pertenece a la realidad. Se trata de las imágenes que uno de los chicos, José Ángel Prenda, graba con un teléfono móvil. Sin saberlo, estaba registrando la prueba de una de las fechorías del grupo.
El Español recrea a través de varios episodios el vídeo que cuatro de los cinco sevillanos detenidos por la presunta violación de una joven de 18 años en Sanfermines se grabaron dos meses antes, mientras abusaban de otra chica en Pozoblanco.
Ellos mismos enviaron esas imágenes a dos grupos de Whatshapp (‘Manada’ y ‘Peligro’), cuyos integrantes, al ver el estado de inconsciencia en el que aparece la joven, llegaron a preguntarles si le habían suministrado “burundanga” o “cloroformo”. Incluso, uno se atrevió a decir: “Es otro caso Marta del Castillo, jajaja”.
El periodista relata el contenido de los 46 segundos de vídeo, al que ha tenido acceso esta misma semana a través de una fuente cercana al caso. Será un juez quien condene o absuelva a los presos, pero las imágenes que se recrean evidencian que los implicados abusaron de la joven sin su consentimiento.
Segundo 1 al 8. Empieza 'la fiesta'
Es 1 de mayo de 2016. Son entre las seis y las siete de la mañana. El día comienza a despuntar. Con la llegada de los primeros rayos de sol los cuatro amigos sevillanos van en coche camino de Pozoblanco (Córdoba), donde está destinado en prácticas el guardia civil Antonio Manuel Guerrero Escudero. A bordo de un Golf, mientras él mismo conduce, en el asiento del copiloto va José Ángel Prenda, quien de repente empieza a grabar un vídeo con el móvil del agente.
En la parte trasera los acompañan Jesús Escudero -primo del agente de la Benemérita-, el militar Antonio Jesús Cabezuelo y una joven cordobesa de 21 años a la que han conocido durante la noche. La chica, de Pozoblanco, va sentada entre los dos jóvenes. Parece inconsciente. No se mueve.
En los primeros segundos del vídeo Prenda graba al conductor y luego se centra en los dos amigos de detrás. En las imágenes se ve cómo el militar, quien pasa su brazo derecho por detrás del cuello de la chica, le gira la cabeza con su antebrazo y, mirando a la cámara de soslayo, la besa en los labios y le introduce la lengua en la boca. Ella no responde. Tampoco opone resistencia ni se muestra partícipe. En cambio, los chicos ríen a carcajadas.
[Los cuatro amigos han pasado la noche de fiesta en Torrecampo, una localidad situada a 20 kilómetros de Pozoblanco. El vídeo se graba mientras van de vuelta al pueblo en el que el guardia civil lleva un año trabajando. Sólo falta Ángel Boza, el quinto miembro de ‘La Manada’, como ellos mismos se llaman desde niños, cuando se conocieron por las calles de Sevilla. Dos meses después, los cuatro chicos, junto a Boza, abusaron de una madrileña de 18 años en un portal de Pamplona. Se les detuvo tras el primer encierro de San Fermín.
En ambos casos estuvieron presentes tanto el militar como el guardia civil. El agente de la Benemérita, Antonio Manuel Guerrero, accedió al Instituto Armado el año pasado tras aprobar en 2014 el examen de ingreso y pasar por la academia de Baeza (Jaén). En los hechos de Córdoba, justo detrás de él mientras conducía, estaba el soldado Alfonso Jesús Cabezuelo. Como su amigo, debía velar por la seguridad de los demás. Pero se le olvidó que pertenecía a la UME, el grupo del Ejército que actúa en casos de emergencias.]
Segundo 9 al 23. El manoseo
El vídeo continúa entre las risas de los cuatro amigos y los besos que el militar da a la chica. Prenda, o Joselito ‘El Gordo’, como se le conoce en su barrio, sigue grabando. Ahora se centra en los tres ocupantes de los asientos traseros. Sólo aparecen ellos. Apenas se entiende las pocas palabras que dicen.
Jesús Cabezuelo, peluquero de profesión, mira a la cámara y al instante le toca un pecho a la chica, a lo que se suma el militar, que no retira su boca de los labios de la abusada. En ningún momento se ve de frente el rostro de la joven ya que el miembro de la UME tiene la cabeza de la chica recostada sobre su hombro y le impide moverse con su antebrazo.
[El peluquero Jesús Escudero, el militar Alfonso Jesús Cabezuelo y José Ángel Prenda acudieron juntos a pasar el fin de semana en el pueblo en el que estaba destinado su amigo el guardia civil. Éste les había comentado en los días previos que se estaban celebrando las fiestas patronales de Torrecampo, una localidad de 1.200 habitantes vecina a Pozoblanco.
La noche previa a la madrugada de los abusos en Córdoba, una vez reunidos los cuatro amigos, se desplazaron en coche desde Pozoblanco hasta Torrecampo, donde el guardia civil tenía algunos conocidos. Entre ellos, a una chica con la que había tenido varias citas desde su llegada a la zona como uniformado. La relación entre ambos no siguió hacia delante porque ella “quería algo más serio” pero Antonio Manuel, con pareja formal en Sevilla, no podía dárselo.
Durante aquella noche de parranda, entre alcohol y sevillanas, los cuatro amigos conocieron a la chica de la que abusaron horas después, durante la madrugada del 30 de abril al 1 de mayo. Era rubia, guapa y simpática. La Manada se lanzó a por ella en cuanto la vieron. Cuando la joven quiso volverse a casa, los cuatro sevillanos se ofrecieron a llevarla en coche hasta Pozoblanco, de donde ella procede.]
Segundo 23 al 38. Aparece Prenda en el vídeo
Continúan los tocamientos del militar y del peluquero. Sin embargo, José Ángel Prenda, quien hasta el momento no ha aparecido en la imagen ya que es él quien graba el vídeo, irrumpe en la escena durante un instante. Son apenas dos o tres segundos. Sentado en el asiento del copiloto, él mismo registra su rostro y, por detrás de él, aparecen los ocupantes de los asientos traseros. La chica continúa desmayada -al menos en apariencia- y sus dos acompañantes vuelven a manosearla.
Prenda, que no deja de reírse, también le toca un pecho a la joven y suelta una sonora carcajada. Al instante, se ve cómo el guardia civil quita la mano derecha del volante y Prenda lo graba magreando a la joven. Entonces, aparece el rostro del miembro del Instituto Armado con cara sonriente.
[A los cinco sevillanos se les detuvo en Pamplona el pasado 7 de julio. Desde entonces, todos ellos se encuentran en prisión acusados de haber violado a una chica de 18 años en una calle cercana al centro de la capital navarra.
Gracias a la investigación abierta por la Policía Foral y al estudio del contenido de sus teléfonos móviles se descubrió que, además de grabar cómo habían violado a un chica de Madrid, dos meses antes cuatro de ellos habían estado en Pozoblanco. Allí registraron un vídeo abusando de otra joven, esta vez una cordobesa tres años mayor que su anterior víctima.
Cronológicamente, los hechos de Pozoblanco son anteriores a los de Pamplona. Se piensa que en esta localidad andaluza los jóvenes usaron alguna droga (probablemente la conocida como burundanga, que anula la voluntad de quien la toma) para abusar de la chica. Parte de los abusos quedaron registrados durante el trayecto en coche entre Torrecampo y dicha localidad, unidas por una carretera comarcal sin arcén y apenas transitada.]
Segundo 38 al 46. El guardia mira a cámara
Los últimos segundos del vídeo que graba José Ángel Prenda se centran en el conductor del vehículo, el guardia civil. Josélito ‘El Gordo’ dirige el móvil hacia la parte delantera del coche y vuelve a aparecer el agente de la Benemérita, que sigue conduciendo camino de Pozoblanco.
Justo al final, el chico aparta la mirada de la carretera y la dirige hacia su amigo Prenda, al que tiene a su derecha. Incluso se acerca unos centímetros al teléfono móvil con el que lo filma. Luego, enfatizando en cada unas de las sílabas, dice: “Esto es Pozoblanco y esto es la manada”. El vídeo termina justo en ese instante.
El hombre que debía velar por los demás, ese chico “amable y formal” que deslumbró durante el año de prácticas a sus compañeros del cuartel de Pozoblanco, estaba dejando constancia de uno de los secretos más oscuros y que sólo conocían sus amigos más íntimos.
[Los abusos a la chica habrían continuado durante un lapso de tiempo mayor a los 46 segundos que dura el vídeo, el cual lo mandaron a dos grupos de Whatsapp esa misma mañana. Sólo los agresores saben cuánto tiempo estuvieron con ella. Pudieron ser minutos o, quizás, horas.
Según se iban acercando a Pozoblanco, la chica comenzó a recobrar la consciencia y a salir de ese profundo sueño en el que estaba sumida. A su pueblo llegó desnuda, con el mono quitado y las medias rotas.
En ese momento, la chica se vistió y se colocó en el asiento del copiloto. Acto seguido, el militar Alfonso Jesús Cabezuelo Entrena le pidió que le practicara una felación allí mismo. Pero la chica se negó y él, enfurecido, la golpeó dos veces en la cara y otra en el brazo.
Luego, la insultó y la empujó fuera del coche. La chica, sola, todavía aturdida y desubicada, llamó a cuatro amigos, uno de ellos policía local. Sólo se lo cogió uno -no el agente- aunque no llegó a explicarle con claridad qué le había ocurrido. Luego, se marchó a casa desconsolada.
Como no recordaba muy bien lo sucedido, sólo denunció cuando la Policía Foral se puso en contacto con ella tras haber encontrado en el móvil del guardia civil el vídeo de los abusos sufridos la madrugada del 1 de mayo pasado.
Precisamente, este viernes volvió a declarar por segunda vez la joven abusada en Pozoblanco. Lo hizo en los juzgados de su pueblo, donde ha recalado este segundo caso que afecta a cuatro de los cinco sevillanos detenidos en la capital navarra. El testimonio de la chica ha coincidido con la difusión esta semana en El programa de Ana Rosa de la declaración en Pamplona del peluquero Jesús Escudero.
Ante el juez, Escudero aseguró que la chica de la que abusaron en San Fermín consintió mantener relaciones sexuales con el grupo de cinco amigos y contó un episodio de su vida hasta el momento desconocido: la violación de su novia, cuando tenía 14 años, a manos de un agresor que en sólo 24 meses saldrá de prisión. “Yo no soy un violador. Odio a los violadores. Los odio", dijo entre lágrimas y con la voz entrecortada]
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