Imagen: El País / Philippe Barbarin |
El cardenal Philippe Barbarin es el religioso de más alta jerarquía que debe responder por ocultar los abusos de un cura bajo su mando.
Silvia Ayuso | El País, 2019-01-06
https://elpais.com/sociedad/2019/01/06/actualidad/1546786752_977584.html
François Devaux está nervioso. Y contento. Pero sobre todo nervioso. ¿O contento? Todo a la vez, confiesa. Al fin y al cabo, este hombre de 39 años que a los 11 fue víctima de los abusos sexuales de un cura y que hoy es uno de los principales responsables de que en Francia el problema de la pederastia en la Iglesia haya dejado de ser un tabú, está a punto de llegar a la meta. Pase lo que pase durante el juicio que comienza este lunes en Lyon contra el cardenal Philippe Barbarin, el responsable más alto de la jerarquía eclesiástica gala acusado de silenciar casos de curas pederastas, Devaux siente que ya ha ganado la batalla principal: que la sociedad, y la propia Iglesia, cambien de actitud sobre un problema muy presente pero callado durante décadas.
“Ya hemos ganado 200 veces, el debate ha penetrado en todas las capas de Francia. Puede que perdamos el último partido, el juicio, pero no se trata de ganarlo, sino del debate creado, es eso lo que va a crear la reflexión de fondo y permitirnos avanzar en la buena dirección”, sostiene Devaux, presidente de Parole Liberée (Palabra Liberada), una asociación de víctimas de pederastia en la Iglesia francesa considerada la responsable del cambio de actitud en el país respecto a este problema.
Juicio a un “sistema” de silenciamiento
Pese a ello, advierte, lo que suceda durante este juicio, que celebrará esta semana tres días de audiencias abiertas, es importante. Porque no es un juicio a una sola persona, el cardenal Barbarin, sino a “todo un sistema”, una cultura de silencio que permitió que durante décadas los curas pederastas fueran meramente trasladados a otro destino.
“Se trata de decidir si mañana se podrá volver a poner a depredadores sexuales en contacto con niños con el pretexto de que dicen estar escarmentados por el horror cometido. ¿Es normal que se nos pusiera a nosotros en el camino de un depredador sexual cuando ya se sabía lo que hacía? ¿Quiere la sociedad permitir que los niños estén en contacto con un depredador sexual? ¿Estamos dispuestos a asumir ese riesgo bajo el principio de la segunda oportunidad?”, pregunta Devaux.
Aunque reconoce que su visión sobre curas pederastas ha cambiado —de considerarlo como una “traición” de los responsables a la propia Iglesia a ahora pensar sobre todo en las víctimas—, el principal acusado sigue negando haber actuado de forma incorrecta. “Iré al tribunal a explicar exactamente lo que pasó”, aseguró en una entrevista con una emisora religiosa en noviembre, y agregó: “Hice lo que me demandó Roma. Que me demuestren por qué constituye una falta mi forma de actuar”.
Además de Barbarin, que afronta hasta cinco años de cárcel, otros cinco antiguos responsables de la diócesis de Lyon, entre ellos el actual arzobispo de Auch, Maurice Gardès, y el obispo de Nevers, Thierry Brac de la Perrière, están citados para declarar ante un juez por no haber denunciado los abusos sexuales cometidos por el cura Bernard Preynat contra jóvenes scouts de la región hasta 1991, pese a que recibieron durante años denuncias sobre ello.
En el banquillo también debería haberse sentado el cardenal español Luis Francisco Ladaria Ferrer, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Según la instrucción del caso, Barbarin consultó a Ladaria en 2015 cómo proceder ante el caso Preynat y este le pidió “evitar todo escándalo público”. Pero el Vaticano esgrimió su “inmunidad” para evitar su comparecencia en Lyon.
Un largo camino judicial
No ha sido fácil llegar a este momento. El escándalo estalló en 2015, cuando Preynat, que será procesado este año en un juicio aparte, fue imputado por los abusos sexuales cometidos hasta 1991 en el seno del grupo scout de Lyon Saint-Luc. Sus acusadores, varios de los cuales acabaron creando Parole Liberée a finales de 2015, también denunciaron al cardenal Barbarin, obispo de Lyon desde 2002 y por tanto responsable de Preynat, por no haber denunciado al cura ante la justicia a pesar de que se le informó en 2014 de las acusaciones que pesaban contra él.
Tras seis meses de investigación policial, que incluyó un interrogatorio durante diez horas a Barbarin, la fiscalía de Lyon archivó el caso en el verano de 2016. Pero Devaux y otras nueve víctimas de los abusos del cura Preynat lanzaron un proceso de “citación directa”, que en Francia permite a la víctima o al fiscal, bajo ciertas condiciones, acudir directamente al tribunal sin que se requiera una investigación policial previa. Después de varios retrasos, el proceso empieza ahora ante el tribunal correccional de Lyon.
Aunque Barbarin afirma que su “único juez es el Señor”, deberá someterse a la justicia terrenal de un país que ya no parece dispuesto a mirar a otro lado, como demostró la reciente condena a ocho meses de cárcel (exentos de cumplimiento) pese a su avanzada edad del exobispo de Orleans, el octogenario André Fort, por silenciar las denuncias contra otro cura pederasta.
En la víspera del juicio, el cardenal Barbain ha dicho que ruega "al Señor para que se cumpla el trabajo de la justicia (...) y sane el corazón de las víctimas de actos de pedofilia tan injustos como terribles".
Principio del fin de la cultura del silencio en Francia
El del cardenal Philippe Barbarin es el tercer juicio a un responsable eclesiástico en Francia por silenciar casos de pederastia entre curas que estaban bajo su responsabilidad. El primero fue en 2001. El segundo concluyó el pasado noviembre, solo mes y medio antes del caso de Lyon. No es casual que dos de los tres únicos casos juzgados en casi dos décadas se hayan producido de forma tan sucesiva. Es una muestra más del cambio sustancial que ha vivido toda la sociedad francesa en los últimos años respecto a la pederastia en la Iglesia. “Hoy en Francia la imagen de la víctima ha cambiado, afirma François Devaux.
También la Iglesia “se ha reformado. Quedan aún cosas por hacer, pero por fin se ha movido, ha puesto en duda muchas cosas, ha recibido por fin a las víctimas”, señala en referencia a la Conferencia Episcopal de noviembre, cuando los obispos recibieron por primera vez a víctimas de pederastia. También aprobaron la creación de una comisión independiente que deberá “arrojar luz sobre los abusos sexuales contra menores en la Iglesia católica desde 1950”. Al frente de dicha comisión, que tiene un máximo de dos años para presentar sus conclusiones, ha sido nombrado un hombre que genera también un amplio consenso: Jean-Marc Sauvé, vicepresidente honorario del Consejo de Estado, el órgano consultivo supremo del Estado francés.
Además, en verano se modificó el Código Penal para que se reconozca que el delito de no denunciación no es un acto puntual sino “continuo” y por tanto reprochable mientras no se acuda a la justicia. Y a pesar de haber rechazado la creación de una comisión específica sobre la Iglesia, el Senado aprobó en noviembre una “misión de información sobre la pederastia” que, aunque analice casos más allá de los de los religiosos, tiene como principal misión estudiar “la omertá en el seno de la Iglesia”, declaró el senador socialista Jean-Pierre Sueur.
“Ya hemos ganado 200 veces, el debate ha penetrado en todas las capas de Francia. Puede que perdamos el último partido, el juicio, pero no se trata de ganarlo, sino del debate creado, es eso lo que va a crear la reflexión de fondo y permitirnos avanzar en la buena dirección”, sostiene Devaux, presidente de Parole Liberée (Palabra Liberada), una asociación de víctimas de pederastia en la Iglesia francesa considerada la responsable del cambio de actitud en el país respecto a este problema.
Juicio a un “sistema” de silenciamiento
Pese a ello, advierte, lo que suceda durante este juicio, que celebrará esta semana tres días de audiencias abiertas, es importante. Porque no es un juicio a una sola persona, el cardenal Barbarin, sino a “todo un sistema”, una cultura de silencio que permitió que durante décadas los curas pederastas fueran meramente trasladados a otro destino.
“Se trata de decidir si mañana se podrá volver a poner a depredadores sexuales en contacto con niños con el pretexto de que dicen estar escarmentados por el horror cometido. ¿Es normal que se nos pusiera a nosotros en el camino de un depredador sexual cuando ya se sabía lo que hacía? ¿Quiere la sociedad permitir que los niños estén en contacto con un depredador sexual? ¿Estamos dispuestos a asumir ese riesgo bajo el principio de la segunda oportunidad?”, pregunta Devaux.
Aunque reconoce que su visión sobre curas pederastas ha cambiado —de considerarlo como una “traición” de los responsables a la propia Iglesia a ahora pensar sobre todo en las víctimas—, el principal acusado sigue negando haber actuado de forma incorrecta. “Iré al tribunal a explicar exactamente lo que pasó”, aseguró en una entrevista con una emisora religiosa en noviembre, y agregó: “Hice lo que me demandó Roma. Que me demuestren por qué constituye una falta mi forma de actuar”.
Además de Barbarin, que afronta hasta cinco años de cárcel, otros cinco antiguos responsables de la diócesis de Lyon, entre ellos el actual arzobispo de Auch, Maurice Gardès, y el obispo de Nevers, Thierry Brac de la Perrière, están citados para declarar ante un juez por no haber denunciado los abusos sexuales cometidos por el cura Bernard Preynat contra jóvenes scouts de la región hasta 1991, pese a que recibieron durante años denuncias sobre ello.
En el banquillo también debería haberse sentado el cardenal español Luis Francisco Ladaria Ferrer, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Según la instrucción del caso, Barbarin consultó a Ladaria en 2015 cómo proceder ante el caso Preynat y este le pidió “evitar todo escándalo público”. Pero el Vaticano esgrimió su “inmunidad” para evitar su comparecencia en Lyon.
Un largo camino judicial
No ha sido fácil llegar a este momento. El escándalo estalló en 2015, cuando Preynat, que será procesado este año en un juicio aparte, fue imputado por los abusos sexuales cometidos hasta 1991 en el seno del grupo scout de Lyon Saint-Luc. Sus acusadores, varios de los cuales acabaron creando Parole Liberée a finales de 2015, también denunciaron al cardenal Barbarin, obispo de Lyon desde 2002 y por tanto responsable de Preynat, por no haber denunciado al cura ante la justicia a pesar de que se le informó en 2014 de las acusaciones que pesaban contra él.
Tras seis meses de investigación policial, que incluyó un interrogatorio durante diez horas a Barbarin, la fiscalía de Lyon archivó el caso en el verano de 2016. Pero Devaux y otras nueve víctimas de los abusos del cura Preynat lanzaron un proceso de “citación directa”, que en Francia permite a la víctima o al fiscal, bajo ciertas condiciones, acudir directamente al tribunal sin que se requiera una investigación policial previa. Después de varios retrasos, el proceso empieza ahora ante el tribunal correccional de Lyon.
Aunque Barbarin afirma que su “único juez es el Señor”, deberá someterse a la justicia terrenal de un país que ya no parece dispuesto a mirar a otro lado, como demostró la reciente condena a ocho meses de cárcel (exentos de cumplimiento) pese a su avanzada edad del exobispo de Orleans, el octogenario André Fort, por silenciar las denuncias contra otro cura pederasta.
En la víspera del juicio, el cardenal Barbain ha dicho que ruega "al Señor para que se cumpla el trabajo de la justicia (...) y sane el corazón de las víctimas de actos de pedofilia tan injustos como terribles".
Principio del fin de la cultura del silencio en Francia
El del cardenal Philippe Barbarin es el tercer juicio a un responsable eclesiástico en Francia por silenciar casos de pederastia entre curas que estaban bajo su responsabilidad. El primero fue en 2001. El segundo concluyó el pasado noviembre, solo mes y medio antes del caso de Lyon. No es casual que dos de los tres únicos casos juzgados en casi dos décadas se hayan producido de forma tan sucesiva. Es una muestra más del cambio sustancial que ha vivido toda la sociedad francesa en los últimos años respecto a la pederastia en la Iglesia. “Hoy en Francia la imagen de la víctima ha cambiado, afirma François Devaux.
También la Iglesia “se ha reformado. Quedan aún cosas por hacer, pero por fin se ha movido, ha puesto en duda muchas cosas, ha recibido por fin a las víctimas”, señala en referencia a la Conferencia Episcopal de noviembre, cuando los obispos recibieron por primera vez a víctimas de pederastia. También aprobaron la creación de una comisión independiente que deberá “arrojar luz sobre los abusos sexuales contra menores en la Iglesia católica desde 1950”. Al frente de dicha comisión, que tiene un máximo de dos años para presentar sus conclusiones, ha sido nombrado un hombre que genera también un amplio consenso: Jean-Marc Sauvé, vicepresidente honorario del Consejo de Estado, el órgano consultivo supremo del Estado francés.
Además, en verano se modificó el Código Penal para que se reconozca que el delito de no denunciación no es un acto puntual sino “continuo” y por tanto reprochable mientras no se acuda a la justicia. Y a pesar de haber rechazado la creación de una comisión específica sobre la Iglesia, el Senado aprobó en noviembre una “misión de información sobre la pederastia” que, aunque analice casos más allá de los de los religiosos, tiene como principal misión estudiar “la omertá en el seno de la Iglesia”, declaró el senador socialista Jean-Pierre Sueur.
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