lunes, 16 de mayo de 2022

#hemeroteca #homofobia #crimenesdeodio | El presunto asesino de la app gay: calculador, pero guiado por un afán de robar que le llevó a dejar cabos sueltos

La Vanguardia / Nelson tras el registro del domicilio de Irun //

El presunto asesino de la app gay: calculador, pero guiado por un afán de robar que le llevó a dejar cabos sueltos.

El profesor de Psicología Criminal César San Juan ayuda a arrojar luz sobre el perfil del posible autor de varios asesinatos en Bilbao. La Ertzaintza sigue investigando la vinculación del sospechoso con el homicidio de un hombre de 43 años y analiza otras tres muertes repentinas.
Ander Goyoaga | La Vanguardia, 2022-05-16
https://www.lavanguardia.com/local/paisvasco/20220516/8264704/presunto-asesino-bilbao-calculador-guiado-afan-robar-le-llevo-dejar-cabos-sueltos.html 

El caso del presunto asesino de la app de contactos homosexuales ha conmocionado a la sociedad y ha vuelto a poner sobre la mesa los interrogantes sobre qué pasa por la cabeza de este tipo de criminales. La investigación se prevé larga y muy compleja. La magnitud del caso sigue sin estar clara, y no será sencillo encontrar evidencias directas que relacionen al sospechoso con las muertes, en principio atribuidas a causas naturales, de hasta cuatro hombres que habrían contactado con él. La Ertzaintza, en todo caso, cuenta con indicios relevantes sobre la relación del sospechoso, Nelson David M. B., con esas muertes, y el juez ha dictado prisión provisional.

¿Cómo es posible que, de confirmarse los hechos, llegase a acabar con la vida de varias personas por acceder a sus cuentas bancarias? ¿Existe también un móvil de carácter homófobo? ¿Qué perfil psicopático se esconde detrás de ese modus operandi? ¿Cuáles serán, en adelante, las claves de la investigación? César San Juan, investigador del Instituto Vasco de Criminología y profesor titular del departamento de Psicología Criminal de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), arroja la luz sobre las claves de este caso.

¿Asesino en serie?
La Ertzaintza, de la mano de la fiscalía y un juzgado de instrucción de Bilbao, investiga la relación del sospechoso con la muerte de un varón de 43 años, en principio atribuida a causas naturales, así como con el fallecimiento repentino de otros tres hombres que se habrían comunicado con el detenido a través de la aplicación de contactos. También se investigan otros dos intentos de homicidios y no se cierra la puerta a posibilidad de que existan otros casos, en la capital vizcaína o en otras zonas de España por las que pasó.

El caso, por tanto, apunta a la comisión de varios homicidios y César San Juan señala que, de probarse los hechos, nos encontraríamos, efectivamente, ante un asesino en serie.

“Si se constata que el mismo individuo es el responsable de acabar con la vida de todas esas personas, estaríamos ante un asesino en serie. De hecho, las clasificaciones más estrictas se refieren a tres asesinatos o más para atribuirles esa condición de asesino serial. Otros especialistas consideran que dos asesinatos en los que medie un periodo de enfriamiento sería suficiente. En definitiva, en este caso, efectivamente, es correcto hablar de asesino en serie”, explica.

El perfil
El presunto asesino habría conocido a las víctimas a través de una app de contactos, en alguno de los casos incluso se habría citado con estas personas en más de una ocasión. A partir de ahí, estando en sus domicilios, habría buscado su sumisión química utilizando GHB y, al menos en el caso de las dos víctimas que consiguieron zafarse -los dos homicidios en grado de tentativa-, habría amagado con mantener relaciones sexuales para después tratar de estrangularles.

Atendiendo a esta forma de actuar, ¿ante qué perfil nos encontraríamos? ¿Se puede hablar de un psicópata?

“Con respecto a la posibilidad de que se trate de un psicópata, obviamente se dictaminará tras la correspondiente evaluación psicológica. En todo caso, sí sabemos que la mayor parte de los asesinos en serie tienen una personalidad psicopática y, en muchos de los casos, con una aparente doble vida que puede llegar a causar estupor en parte de su círculo social y familiar cuando sale a la luz su perfil depredador y criminal. Ahí está el caso, por ejemplo, de Koldo Larrañaga, asesino en serie de Vitoria que actuó entre 1998 y 1999, descrito por algunos de sus amigos como bonachón y padre ejemplar”, indica César San Juan.

El modus operandi
Una de las claves de la investigación está relacionada con el posible homicidio de Josu M., el 18 de octubre del año pasado. Días después de su muerte, una vez que su familia le había despedido pensando que se trataba de una muerte por causas muertes, su hermano apreció movimientos sospechosos en las cuentas del fallecido.

Es decir, el presunto asesino accedería a las cuentas bancarias a los pocos días de haber acabado con la vida de sus víctimas. Se trata de un movimiento que deja un rastro evidente y que, en apariencia, contrasta con un modus operandi calculador.

“Se trata de un modus operandi bien elaborado y de ‘bajo riesgo’ para el supuesto asesino. Consigue llegar al domicilio de su víctima y tenerla bajo control. El hecho de que no hubiera ni signos de violencia, ni indicios de criminalidad, ha provocado que estos casos no se investigaran y quedaran fuera del ‘radar’ policial. Obviamente, el cabo suelto en este modus operandi es saquear las cuentas de las víctimas una vez muertas. Claro que, si atendemos al móvil más probable de estos crímenes, el económico, no habría muchas más formas de apropiarse de su dinero. Tampoco era una buena opción demorar el uso de las tarjetas de crédito, ya que, una vez certificada la muerte natural de la víctima, se procedería a la cancelación de sus cuentas bancarias”, explica San Juan.

De hecho, el profesor de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) constata un dato escalofriante: de confirmarse los hechos, habrían hecho falta varias muertes para poner a la policía tras el rastro del presunto criminal.

“En este momento, y con el supuesto asesino en prisión preventiva, podemos apreciar un modus operandi que deja un rastro evidente y calificarlo de negligente. Sin embargo, la realidad es que el procedimiento le estaba resultando muy eficaz. La investigación policial se ha activado con varios crímenes ya a sus espaldas y no hay razones para pensar que no pueda haber más asesinatos de los que se están ahora investigando y que hayan quedado archivados como muertes naturales”, indica.

Entrega en comisaría
El sospechoso, Nelson David M.B., se entregó el pasado 5 de mayo en la comisaria de la Ertzaintza de la localidad guipuzcoana de Irun, donde residía desde febrero. La madre de su novia incidió en que ese paso venía motivado por la máxima de que “no tiene nada que esconder”. Aunque se encontraba a pocos minutos de la frontera, eludió tratar de huir. ¿A qué responde este movimiento?

En opinión de César San Juan se trata de “la opción más lógica”, una vez que se había filtrado su imagen e identidad completa. “Hay que tener en cuenta que, aunque los medios de comunicación lo ocultaron en un primer momento, en todas las redes sociales estaba circulando su rostro sin restricciones. Este hombre iba a ser reconocido en cuanto saliera a la calle y, dado que se conocía su domicilio, su detención era cuestión de horas. En esa tesitura lo mejor es personarse en comisaría, negarlo todo y confiar en acreditar una relación puramente circunstancial con la escena o escenas del crimen”, indica

Apenas dos días después de su entrega en comisaría, tras declarar ante la Ertzaintza y el juez de instrucción, Nelson David fue enviado a prisión. Un hecho que, en opinión de San Juan, “a expensas de que trascienda el sumario, solo puede deberse a que la Ertzaintza dispone de indicios razonablemente importantes de la responsabilidad del sospechoso en los crímenes investigados”.

El móvil
Uno de los aspectos controvertidos del caso tiene que ver con el móvil de los presuntos asesinatos. La Ertzaintza baraja el móvil económico como principal hipótesis. Así lo ha declarado el consejero de Seguridad del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, si bien no ha querido descartar que puedan existir “factores de odio” y también ha señalado que “una cosa no quita la otra”.

Atendiendo a la evidencia empírica de la Psicología Criminal, César San Juan se inclina por el móvil económico, aunque sin descartar otras opciones.

El componente homófobo entra perfectamente dentro de lo posible. Pero yo no lo creo. Ha habido personas que me han acusado de ser un homófobo que justifica asesinatos homófobos por el hecho de no apreciar esta motivación fóbica en el asesino. En fin, no voy a perder el tiempo en defenderme de este descomunal disparate. Y es que, en el contexto de una investigación policial, yo debo referirme al perfil estadísticamente más probable atendiendo a la evidencia empírica en Psicología Criminal. La realidad es que, efectivamente, hay asesinos en serie cuya motivación principal es el odio a un determinado colectivo, como, por ejemplo, inmigrantes, mendigos, prostitutas... también a homosexuales. Sin embargo, en esos asesinatos hay un cierto componente exhibicionista de ese odio. Es decir, el asesino no quiere que pase desapercibido su odio, no quiere disimularlo”, explica

En esos casos, por tanto, el asesino buscaría un ensañamiento que expresaría sus propias fobias. “Sus crímenes serían una apología del desprecio que siente hacia el colectivo en cuestión. Para ello, lo normal es que la violencia empleada sea ‘expresiva’, es decir, con signos claros de agresión, incluso de ensañamiento. En este caso, la elección de las víctimas creo que tiene más que ver con el diseño del modus operandi que con las fobias del asesino. En contra de lo que se pueda pensar, a algunas personas no le hace falta odiar a alguien para matarlo”, explica.

La investigación
El Departamento de Seguridad del Gobierno vasco apunta a una investigación que se puede prolongar “varios meses” debido a sus múltiples complejidades: acceso a los registros de actividad en la app de contactos, rastro del sospechoso en las viviendas de los fallecidos o análisis forense a través de las muestras de tejidos para determinar si los fallecidos fueron narcotizados.

César San Juan pone el acento en la dificultad que supone encontrar indicios más allá de lo que pueda ser considerado circunstancial.

“Digamos que en el contexto de una investigación policial pueden distinguirse, genéricamente, dos niveles de pruebas incriminatorias. Por un lado, podemos disponer de ‘indicios’, incluso de muchos indicios, que relacionan al sospechoso con la víctima de un crimen. Un indicio, por ejemplo, puede ser la constatación de que el sospechoso estuvo en casa de una víctima. También es un indicio que las víctimas hayan sido drogadas con una sustancia que el sospechoso guarda entre sus pertenencias. El problema es que en la sala de justicia el abogado responsable de su defensa puede argumentar que estos indicios son meramente circunstanciales. Lo realmente definitivo, por tanto, es encontrar evidencias directas de la autoría del sospechoso y esto es lo que complica enormemente una investigación policial”, indica.

Otra opción pasaría por encontrar una carga “inapelable” de indicios. “En ocasiones, se han dictado sentencias contra sospechosos de asesinato sin estas evidencias directas, pero siempre ha sido con una abundante e inapelable carga de indicios. En el caso que nos ocupa, la policía, siempre celosa de su trabajo, sospecho que se estará afanado en acumular las pruebas suficientes para reducir todo lo que sea posible la sombra de duda”, concluye.

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