La Vanguardia / Nelson, el presunto 'matagais' en serie // |
El manual del asesino en serie se dibuja con el supuesto ‘matagais’ de Bilbao.
El perfil de estos criminales corresponde a un hombre de entre 21 y 30 años
Ander Goyoaga / Javier Ricou | La Vanguardia, 2022-05-15
https://www.lavanguardia.com/vida/20220515/8267963/manual-asesino-serie-dibuja-supuesto-matagais-bilbao.html
La criminología nos dice que lo correcto para identificar a un sujeto como un asesino en serie es que este haya cometido un mínimo de tres asesinatos, con un espacio indeterminado de tiempo entre sus crímenes. A este ciclo temporal se le conoce como periodo de enfriamiento, con un intervalo entre asesinatos que puede ir desde días, hasta años”.
Esa tarjeta de identificación del asesino en serie –a la que se refiere Alberto Pintado, profesor y vicedecano de los estudios de criminología de la Universidad de Murcia– se la otorgaron desalmados criminales como Antonio Gilberto Chamba, ‘el monstruo de Machala’; Francisco García Escalero, ‘el matamendigos’ ; Alfredo Galán, ‘el asesino de la baraja’, o José Antonio Rodríguez Vega, ‘el mataviejas’.
Y ahora podría sumarse a esa lista un nuevo nombre: Nelson David. Es el joven, de 25 años, detenido en Bilbao e investigado por la muerte de cuatro hombres y el intento de homicidio de otros dos. Habría contactado con todos ellos a través de aplicaciones de contactos homosexuales. La pregunta, por lo que se conoce hasta ahora de este caso es: ¿Estamos ante un nuevo asesino en serie, al que algunos medios bautizan ya como ‘el matagais’?
Eso deberá probarlo la investigación de la Ertzaintza –las pesquisas no se apuntan nada fáciles– y en este punto de las diligencias policiales todo lo que pueda apuntarse no pasan de ser conjeturas o hipótesis. ¿Qué sabemos hasta ahora?
“Sabemos que este hombre ha atacado a personas homosexuales con las que contactaba a través de aplicaciones de citas y sabemos que algunos de esos hombres han sido victimas de robos”, responde Vicente Garrido, doctor en Psicología y Criminología de la Universidad de València.
“La pregunta, aún sin respuesta, es –continúa Garrido– averiguar si la selección de las víctimas responde a que este sujeto aprendió a que son personas vulnerables a las que se puede robar más fácilmente (porque el escenario es de intimidad, y/o son más débiles que él físicamente) y posteriormente el homicidio es el modo de no dejar testigos; o si él tiene por víctimas a los homosexuales porque los considera un colectivo odioso, con lo que siente placer cuando los mata. En tal caso, el robo sería un beneficio añadido al asesinato”.
Esta última hipótesis –la del móvil de odio hacia el colectivo gay– es una línea barajada por los investigadores, tal y como confirmó esta misma semana un portavoz del Gobierno Vasco, junto con el ánimo de robar sus víctimas.
“Son hipótesis totalmente coherentes con los comportamientos de los asesinos en serie”, corrobora Alberto Pintado, autor del libro ‘Análisis criminológico de los asesinos en serie’. Detrás de sus actos, continúa este criminólogo, pueden coincidir diferentes motivaciones. Y pone varios ejemplos, al hablar de móviles, que encajan con las hipótesis que ahora planean en el caso de este supuesto ‘matagais’ de Bilbao.
“Joel Rifkin mataba a prostitutas convencido de que hacía un favor a esta sociedad y, entre otras motivaciones, quería que estas fueran al más allá y así poder hacer compañía a su padre, el cual había fallecido de cáncer. Otros lo que intentan es obtener un beneficio económico, como sería el caso de Dorothea Puente, que mataba para cobrar los cheques de la seguridad social de sus víctimas; mientras que ha habido también muchos asesinos en serie movidos por un placer sexual”. Esta última posibilidad es otra duda a resolver en el caso de Nelson David. De momento se desconoce si su intención, al entrar supuestamente en esas aplicaciones de citas, era mantener también relaciones íntimas con sus víctimas, a las que se cree drogaba para dejarlas noqueadas.
El móvil homófobo “entra perfectamente dentro de lo posible”, apunta César San Juan, investigador del Instituto Vasco de Criminología y profesor de Psicología Criminal de la UPV/EHU. Aunque este experto no aprecia, por lo revelado hasta ahora, el componente exhibicionista que suele acompañar a ese odio. Cuando eso ocurre esos asesinos no quieren que “pase desapercibido su odio, ni quieren disimularlo. Sus crímenes suelen ser una apología del desprecio que sienten hacia el colectivo en cuestión.
Y para ello, lo normal es que la violencia empleada sea ‘expresiva’, es decir, con signos claros de agresión, incluso de ensañamiento. En el caso de Bilbao, la elección de las víctimas creo que tiene más que ver con el diseño del modus operandi que con las fobias del asesino”. Y recalca: “En contra de lo que se pueda pensar, a algunas personas no le hace falta odiar a alguien para matarlo”.
La mayoría de asesinos en serie son, por otro lado, muy hábiles a la hora de llevar una doble vida. Así que el hecho de que Nelson David “tenga novia y llevara una vida ‘normal’, es lo más habitual en este tipo de homicidas”, indica Vicente Garrido.
Alberto Pintado dibuja un perfil en su libro de los asesinos en serie más famosos de España. Y más coincidencias con el sospechoso de Bilbao: “En la mayoría de casos los criminales son hombres de entre 21 y 30 años y la práctica totalidad tenían pareja cuando cometieron los asesinatos”.
Lo más complicado, por no decir imposible, apunta este criminólogo, “es comprender qué pasa por la mente a una persona que comete crímenes tan atroces. Son comportamientos que los humanos somos incapaces de interiorizar, con conductas más propias de animales”. Y lo más preocupante: muchos expertos coinciden en que la mayoría de estos criminales, aunque se intente rehabilitarlos, nunca dejarán de ser asesinos en serie.
Esa tarjeta de identificación del asesino en serie –a la que se refiere Alberto Pintado, profesor y vicedecano de los estudios de criminología de la Universidad de Murcia– se la otorgaron desalmados criminales como Antonio Gilberto Chamba, ‘el monstruo de Machala’; Francisco García Escalero, ‘el matamendigos’ ; Alfredo Galán, ‘el asesino de la baraja’, o José Antonio Rodríguez Vega, ‘el mataviejas’.
Y ahora podría sumarse a esa lista un nuevo nombre: Nelson David. Es el joven, de 25 años, detenido en Bilbao e investigado por la muerte de cuatro hombres y el intento de homicidio de otros dos. Habría contactado con todos ellos a través de aplicaciones de contactos homosexuales. La pregunta, por lo que se conoce hasta ahora de este caso es: ¿Estamos ante un nuevo asesino en serie, al que algunos medios bautizan ya como ‘el matagais’?
Eso deberá probarlo la investigación de la Ertzaintza –las pesquisas no se apuntan nada fáciles– y en este punto de las diligencias policiales todo lo que pueda apuntarse no pasan de ser conjeturas o hipótesis. ¿Qué sabemos hasta ahora?
“Sabemos que este hombre ha atacado a personas homosexuales con las que contactaba a través de aplicaciones de citas y sabemos que algunos de esos hombres han sido victimas de robos”, responde Vicente Garrido, doctor en Psicología y Criminología de la Universidad de València.
“La pregunta, aún sin respuesta, es –continúa Garrido– averiguar si la selección de las víctimas responde a que este sujeto aprendió a que son personas vulnerables a las que se puede robar más fácilmente (porque el escenario es de intimidad, y/o son más débiles que él físicamente) y posteriormente el homicidio es el modo de no dejar testigos; o si él tiene por víctimas a los homosexuales porque los considera un colectivo odioso, con lo que siente placer cuando los mata. En tal caso, el robo sería un beneficio añadido al asesinato”.
Esta última hipótesis –la del móvil de odio hacia el colectivo gay– es una línea barajada por los investigadores, tal y como confirmó esta misma semana un portavoz del Gobierno Vasco, junto con el ánimo de robar sus víctimas.
“Son hipótesis totalmente coherentes con los comportamientos de los asesinos en serie”, corrobora Alberto Pintado, autor del libro ‘Análisis criminológico de los asesinos en serie’. Detrás de sus actos, continúa este criminólogo, pueden coincidir diferentes motivaciones. Y pone varios ejemplos, al hablar de móviles, que encajan con las hipótesis que ahora planean en el caso de este supuesto ‘matagais’ de Bilbao.
“Joel Rifkin mataba a prostitutas convencido de que hacía un favor a esta sociedad y, entre otras motivaciones, quería que estas fueran al más allá y así poder hacer compañía a su padre, el cual había fallecido de cáncer. Otros lo que intentan es obtener un beneficio económico, como sería el caso de Dorothea Puente, que mataba para cobrar los cheques de la seguridad social de sus víctimas; mientras que ha habido también muchos asesinos en serie movidos por un placer sexual”. Esta última posibilidad es otra duda a resolver en el caso de Nelson David. De momento se desconoce si su intención, al entrar supuestamente en esas aplicaciones de citas, era mantener también relaciones íntimas con sus víctimas, a las que se cree drogaba para dejarlas noqueadas.
El móvil homófobo “entra perfectamente dentro de lo posible”, apunta César San Juan, investigador del Instituto Vasco de Criminología y profesor de Psicología Criminal de la UPV/EHU. Aunque este experto no aprecia, por lo revelado hasta ahora, el componente exhibicionista que suele acompañar a ese odio. Cuando eso ocurre esos asesinos no quieren que “pase desapercibido su odio, ni quieren disimularlo. Sus crímenes suelen ser una apología del desprecio que sienten hacia el colectivo en cuestión.
Y para ello, lo normal es que la violencia empleada sea ‘expresiva’, es decir, con signos claros de agresión, incluso de ensañamiento. En el caso de Bilbao, la elección de las víctimas creo que tiene más que ver con el diseño del modus operandi que con las fobias del asesino”. Y recalca: “En contra de lo que se pueda pensar, a algunas personas no le hace falta odiar a alguien para matarlo”.
La mayoría de asesinos en serie son, por otro lado, muy hábiles a la hora de llevar una doble vida. Así que el hecho de que Nelson David “tenga novia y llevara una vida ‘normal’, es lo más habitual en este tipo de homicidas”, indica Vicente Garrido.
Alberto Pintado dibuja un perfil en su libro de los asesinos en serie más famosos de España. Y más coincidencias con el sospechoso de Bilbao: “En la mayoría de casos los criminales son hombres de entre 21 y 30 años y la práctica totalidad tenían pareja cuando cometieron los asesinatos”.
Lo más complicado, por no decir imposible, apunta este criminólogo, “es comprender qué pasa por la mente a una persona que comete crímenes tan atroces. Son comportamientos que los humanos somos incapaces de interiorizar, con conductas más propias de animales”. Y lo más preocupante: muchos expertos coinciden en que la mayoría de estos criminales, aunque se intente rehabilitarlos, nunca dejarán de ser asesinos en serie.
- 'El Arropiero', Manuel Delgado. El asesino en serie más despiadado de España. Presumía de haber matado a 47 personas.
- 'El matamendigos', Francisco García. Asesinó a 11 indigentes y practicó con esos cadáveres necrofilia y canibalismo.
- 'El mataviejas', José Antonio Rodríguez. Asesinó a 16 mujeres en menos de diez meses. La de mayor edad tenía 93 años.
- 'El asesino de la baraja', Alfredo Galán. Dejaba una carta junto a los cadáveres. Cometió 6 crímenes y 3 intentos.
- 'El monstruo de Machala', Gilberto Chamba. Violó y asesinó a una joven en Lleida tras 8 crímenes idénticos en Ecuador.
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