martes, 1 de septiembre de 2015

#hemeroteca #transfobia | Los derechos básicos a los que transexuales y travestis no acceden

Imagen: El País / Julia Moreira
Los derechos básicos a los que transexuales y travestis no acceden.
Los problemas de acceso a la salud y la inserción en el mercado laboral, parte de las luchas.
M. R. / M. N. | El País, 2015-09-01
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/08/28/actualidad/1440778259_469516.html

Cada vez que Ariel Nolasco, 21, va al cine, necesita explicar su vida entera al taquillero. Esto se repite en cualquier establecimiento que pida su carné de identidad para dejarle pasar, cuando va al médico o al banco.

Ariel es transexual. Sus documentos aún la muestran con una foto desactualizada y con el nombre y sexo masculinos asignados cuando ella nació. "Lo que más necesito es cambiar mi nombre”, cuenta. "Porque entonces si muero no voy a ser enterrada como hombre."

La historia de Ariel es muy parecida con la de centenas de transgéneros cuyos nombres sociales no constan en sus documentos. En Brasil, para conseguir cambiar el nombre y el sexo en el DNI hay que presentar un informe de un psicólogo y otro de un psiquiatra que atestigüen que la persona “sufre de transexualismo”, término clasificado en el Catálogo Internacional de Enfermedades. Se exigen igualmente cartas de amigos confirmando que ellos conocen a la persona con su nombre social, además de fotos del solicitante comprobando su apariencia física. El proceso puede tardar hasta un año.

Julia Moreira, de 29 años, ya tiene toda la documentación en manos. "El momento de enseñar mi documento es muy tenso, porque es antiguo, y aún estoy con barba", cuenta. "Una vez el encargado de seguridad en una fiesta pensó que le había enseñado por error el DNI de mi novio. Eso cuando no quieren poner mi nombre social en la ficha de consumición. Entonces me doy media vuelta y me voy.”

Aunque el proceso para el cambio de nombre sea bastante burocrático, algunas iniciativas tratan de zanjar esta cuestión. Hay en São Paulo una ley municipal que establece que todo órgano público debe llamar a la persona por su nombre social. “Mi tarjeta sanitaria tiene mi nombre social. En la Caixa Econômica Federal [banco estatal] conseguí también que mi tarjeta lo tuviese. Pero es una lucha", cuenta Ariel.

Este año, una resolución de la Secretaría de Derechos Humanos recomendó que estudiantes transgéneros puedan escoger qué uniforme y qué baño usar - masculino o femenino- y que sean llamados por sus nombres sociales. La medida tiene un peso brutal para las trans. "Hoy, el 90% de la población trans trabaja en la prostitución porque no tuvo una educación formal", afirma Keila Simpson, vicepresidenta trans de la Asociación Brasileña de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis y Transexuales (ABGLT). "Si no existe esta facilidad para los trans en las escuelas, lo cierto es que abandonan los estudios.”

La travesti Valeryah Rodrigues, de 35 años, dejó la escuela en el quinto año, tras ser agredida docenas de veces por sus compañeros. “Solo ahora puedo volver a estudiar, por medio de Transciudadania", cuenta. El programa del Ayuntamiento de São Paulo trata de reinsertar transexuales y travestis en la sociedad. Para ello, dos escuelas municipales, cuyos profesores y empleados pasaron por cursos de formación, reciben alumnas y alumnos trans que cursan diferentes años. La mayoría, más del 80%, no había ni terminado la enseñanza básica. Paralelamente a las clases, los alumnos y alumnas tienen cursos sobre derechos humanos, pintura, danza y teatro, además de recibir una ayuda de 827,40 reales (unos 200 euros) por mes.

Empleo
Daniela Andrade, de 35 años, es activista trans y consultora de desarrollo en una empresa del sector de tecnología. Graduada en computación y letras, trabaja con el análisis y desarrollo de sistemas hace cerca de 15 años. Creó, junto a Márcia Rocha y Paulo Bevilacqua, la web TransEmpregos, una página volcada a la divulgación de ofertas en el mercado de trabajo para travestis y transexuales, por conocer – por propia experiencia – las dificultades para la contratación de personas trans por parte de las empresas. “Cuando empecé a enviar currículos como mujer noté que las respuestas de los departamento de recursos humanos cayeron mucho, porque es un segmento muy machista. Pero cuando vas a la entrevista y descubren que se trata de una mujer trans, es aún más difícil. La mayoría de los lugares te dispensa", dice.

Daniela cuenta que aunque siempre se haya sentido mujer, fue sólo con 25 años cuando pasó a usar formalmente el nombre femenino en el trabajo. Durante mucho tiempo usó su nombre de pila por temor a estar cometiendo un delito al identificarse en el currículo con un nombre que no fuera el del registro. “Usaba mi nombre masculino porque decían que estaba cometiendo un crimen, que era falsedad ideológica que usar otro nombre... Después investigué y descubrí que no es así. Desgraciadamente, existe mucha desinformación todavía”, dice Daniela, que solo recientemente consiguió cambiar sus documentos.

Además de la dificultad en conseguir empleo en el mercado formal, otro obstáculo es la discriminación sufrida después incluso de la contratación, por sus propios compañeros de trabajo. "Siempre sufrí discriminación en el trabajo. Es palpable el malestar en los hombres. Ya escuché gente preguntar: '¿Por qué este traveco [término despreciativo para travesti] está trabajando aquí? ¿Porque no es peluquero?’. O decir que quería 'partir la cara a ese traveco'. ¿Sabes lo que es ir a trabajar y que nadie te mire a la cara? ¿Qué nadie te dé los buenos días? ¿Hablar lo imprescindible contigo? Es como si fueras un fantasma", se desahoga.

Admite que, en algunas ocasiones, tuvo que prostituirse cuando se encontró sin empleo y sin opciones de trabajo, con cuentas a pagar - una realidad que, según la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales (Antra), alcanza el 90% de la población trans en Brasil. "No todo el mundo hace eso por desesperación. Pero para mí eso era un acto de violencia mucho más grande conmigo misma", dice. “Nunca paré de buscar empleo en el mercado formal.”

Hoy consultora de desarrollo en una empresa de tecnología, la activista aún estudia desarrollar otros proyectos para ampliar el acceso de personas trans al mercado de trabajo. Pero, a pesar de su exitosa carrera, revela sentir el "peso de la responsabilidad" para no equivocarse. "Siento siempre que no me puedo equivocar. Porque si me equivoco, me llevo a todas las comunidades trans conmigo. Las personas van a decir 'ah, es porque es una mujer trans' y eso va a cerrar las puertas en la empresa para otras personas después de mí. Entonces siento que cargo un peso muy grande para no cometer ningún error.”

Sanidad
El Hospital de Clínicas en São Paulo suspendió este mes el proceso que venía haciendo desde 2008 para seleccionar transexuales que desean realizar la cirugía de cambio de sexo, técnicamente denominada cirugía de transgenitalización. De acuerdo con Alexandre Saadeh, coordinador del Ambulatorio de Trastorno de Identidad de Género y Orientación Sexual del Instituto de Psiquiatría de la Universidad de São Paulo, la lista de espera era tan grande que se volvió insostenible incluir nuevas citas. "Nuestra lista de espera, que hoy tiene 200 nombres, dura entre 10 y 15 años”, dice. "No podía crear más expectativa en personas que tal vez nunca podré atender.”

Desde 2008, el SUS (Sistema Único de Salud) costea cirugías en ocho hospitales del país. Además de las operaciones, existe un seguimiento psicológico para adultos y niños y tratamientos hormonales para adolescentes y adultos. Hasta finales del año pasado, 243 personas fueron operadas por el SUS, según el Ministerio de Sanidad. "Quiero hacerme la cirugía, pero voy a hacérmela por lo privado", cuenta Julia Moreira. "Por lo público tarda mucho y puede que ni llegue a suceder", dice.

"Si no fuese por una cuestión estructural, de falta de inversión, el proceso entre la búsqueda del hospital y la salida del centro quirúrgico duraría entre dos años y medio y tres años", explica Saadeh. "No basta con ser transexual, hay que estar preparado para la cirugía que no es reversible.”

Aunque no existan números oficiales, la mayoría de los transgéneros identifica en la infancia que su cuerpo, nombre y forma en cómo lo tratan no coincide con la manera en cómo se siente. Como esta cuestión se detecta muy pronto, el Hospital de Clínicas de São Paulo y el de Rio Grande do Sul realizan un trabajo volcado exclusivamente hacia niños y adolescentes.

Actualmente, 65 adolescentes y 20 niños participan del programa en São Paulo. Para recibir el seguimiento adecuado, pasan por una selección. "Cerca del 15% son rechazados en ese momento", explica Alexandre Saadeh. "O porque son diagnosticados con alguna enfermedad, como la esquizofrenia, o porque a veces es una cuestión de los padres que querían un hijo o una hija del otro sexo" y el niño comienza a comportarse para corresponder a esa expectativa.

Los seleccionados reciben atención de psicoterapia a lo largo de dos años. "Al llegar a la pubertad, tenemos que tomar una decisión: comenzar un tratamiento hormonal o bloquear el eje hipotálamo-hipófisis", dice Saadeh sobre la glándula que libera las hormonas durante la pubertad. La cirugía sólo se permite después de los 21 años. En la red privada, según Saadeh, llega a costar 40.000 reales (unos 10.000 euros).

Según Suzana Livadias, coordinadora del Espacio Trans del Hospital de Clínicas de Pernambuco, la cirugía en sí no es lo más importante. "Independientemente de la cirugía, entendemos que es necesario hacer un seguimiento" dice. "La intención de nuestro equipo no es la de convencer a nadie.” El HC de Pernambuco está autorizado desde octubre del año pasado a hacer las cirugías. Susana afirma que la previsión para este año es que 20 operaciones sean hechas hasta finales del año.

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