martes, 21 de noviembre de 2017

#hemeroteca #mujeres | Un estudio sobre las mujeres en Pamplona indica que las diferencias socioeconómicas sobre los hombres son 'elevadas'

Imagen: Noticias de Navarra
Un estudio sobre las mujeres en Pamplona indica que las diferencias socioeconómicas sobre los hombres son 'elevadas'.
EP | Noticias de Navarra, 2017-11-21

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Un estudio sobre las mujeres en Pamplona concluye que las diferencias socioeconómicas que arrojan los datos con respecto a los hombres en la capital son "estructurales y elevadas".

Se trata de un análisis cuantitativo impulsado por el Área de Igualdad del Ayuntamiento de Pamplona que recoge los principales datos de situación con respecto a distintos parámetros: demografía, formación, mercado laboral, pobreza y exclusión, recursos sociales y acceso a recursos socio asistenciales, para analizar el alcance y las características de las desigualdades entre hombres y mujeres en la ciudad.

El estudio ha sido realizado por Paola Damonti, doctora en Intervención Social y Estado de Bienestar, y experta en género, y ha sido presentado este martes públicamente en el Centro de Documentación y Biblioteca de Mujeres IPES.

A partir de datos del Instituto de Estadística, Eurostat, la UPNA y el propio Ayuntamiento de Pamplona, entre otras fuentes, el estudio pretende ser punto de partida para la definición de políticas y la intervención social, y un primer acercamiento para definir los ámbitos en los que puede resultar más urgente llevar a cabo investigaciones sectoriales más profundas.

El estudio se presenta además dentro de la programación del 25 de Noviembre, Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres, para señalar que las desigualdad socioeconómica sitúa a las mujeres en una situación de mayor vulnerabilidad y menor grado de autonomía. 'Toda desigualdad es intrínsecamente violenta y, como tal, debe ser definida, comprendida y combatida', concluye el informe.

Análisis 2007-2017
El análisis toma como referencia la década 2007-2017, caracterizada por una fuerte crisis económica y una gran destrucción de empleo, que afectó en mayor medida a los hombres, pero que provocó "un efecto perverso: al igualar a la baja a hombres y mujeres, contribuyó a ocultar la desigualdad estructural que las mujeres experimentan".

La incipiente recuperación económica, indica el estudio, estaría iniciándose ahora pero sólo en el caso de los varones, por lo que se volvería a incrementar la brecha de género.

El estudio indica además cómo las mujeres siguen participando en el mercado laboral menos que los hombres y que además, cuando lo hacen, están en peores condiciones que ellos. Y apunta estos datos para el año 2016: la tasa de actividad femenina es del 53,8%, diez puntos por debajo de la masculina (63,8%); la tasa de ocupación de las mujeres se encuentra en el 46,1%, también diez puntos por debajo que sus compañeros (56,5%); y en 2015 la diferencia salarial entre mujeres y hombres es de 8.164 euros anuales.

En este sentido, el estudio subraya que las mujeres, cuando trabajan, tienden a ocuparse en empleos de menor calidad. "El mercado laboral se configura así como un ámbito en el que las desigualdades de género son especialmente elevadas y persistentes", apunta el estudio.

Esta situación no se corresponde con los datos formativos, en los que ellas aparecen como mejores estudiantes que los varones. El estudio indica dos segregaciones en el plano formativo. La primera sería horizontal y se localizaría tanto en la FP como en la universidad.

En FP, el alumnado es muy diferente según la familia profesional de los estudios: se pasa de titulaciones como 'Imagen personal' o 'Servicios socioculturales a la comunidad', donde los varones no superaban el 13% del total (datos del curso 206/2017) a estudios como 'Electricidad y electrónica', 'Instalación y mantenimiento' o Fabricación mecánica' donde son las mujeres quienes no superaban el 3% del alumnado.

En la universidad persisten estas diferencias, aunque con menor intensidad. El ejemplo puede encontrarse en las facultades de la UPNA de Ciencias de la Salud, Ciencias Humanas y Sociales y Ciencias Económicas y Empresariales, donde los varones apenas representaban una cuarta parte del total del alumnado, mientras que en facultades como Ingeniería Industrial y de telecomunicación eran ellas quienes no llegaban al 20% del alumnado (curso 2016/2017)

Con respecto a la segregación vertical, el estudio aporta datos para señalar cómo conforme se sube de categoría profesional, la presencia de mujeres se reduce drásticamente. Así, mientras la mitad del personal contratado doctor y ayudante doctor son mujeres, apenas una cuarta parte de las cátedras de la UPNA son ocupadas por mujeres.

Uso de recursos sociales
Tanto su menor participación en el mercado de trabajo como su mayor riesgo de sufrir una situación de pobreza o exclusión inciden en los patrones de utilización de las diferentes prestaciones sociales por parte de mujeres y hombres. Más aún, el estudio indica que la práctica totalidad de los hogares monoparentales están conformados por una mujer y sus hijos hijas (el 94,6% en 2016), y que estos hogares son unos de los grupos más importantes en la percepción de renta garantizada (el 20%).

Las mujeres también conforman la mayoría de las personas titulares beneficiarias de ayudas de emergencia social en Pamplona (63%) y de los subsidios para el alquiler Pro vivienda (79%). El informe analiza que estos datos ponen de relieve tanto la mayor vulnerabilidad económica de ellas en comparación con ellos como el hecho de que, cuando se da una situación de dificultad en el hogar, las encargadas de buscar y solicitar ayudas son las mujeres.

El estudio indica también que la población de Pamplona es una población envejecida: las personas de 55 y más años son más numerosas que las que no han cumplido los 30 años de edad. Y ese envejecimiento es mayoritariamente femenino: su mayor esperanza de vida hace que el 65% de las personas de 80 y más años sean mujeres (2017).

Esto conlleva unos problemas específicos, especialmente evidentes en lo que respecta a la atención a personas dependientes. Así, el número de mujeres usuarias de los recursos socio asistenciales es 2,3 veces superior al de hombres (2016).

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