Imagen: Público / Francesc Oliver 'La Rampova' |
Las jornadas abiertas de la Modelo de Barcelona descubren capítulos silenciados como la violación sistemática de los presos del colectivo LGTB.
María Serrano | Público, 2017-11-28
http://www.publico.es/politica/violacion-arma-represiva-fraquismo-dia-dia-presos-lgtb-modelo-barcelona.html
En la cárcel Modelo de Barcelona aún existen historias inéditas. En su jornadas de puertas abiertas, a través del proyecto ‘La Model ens parla’ iniciado tras su cierre definitivo el pasado verano, se han descubierto capítulos silenciados. Uno de los más fuertes, la represión vivida a finales del franquismo por el colectivo LGTBI. La impunidad de los funcionarios del régimen unido a las violaciones a la que los presos más jóvenes y afeminados eran sometidos es hoy un tema oculto para muchos conocedores de la Modelo.
“Se vivía este negocio sexual en los pabellones y celdas de los que muchos quedaron con secuelas para toda la vida, tanto físicas como psíquicas”, recuerda a ‘Público’ el investigador catalán Leopold Estapé. Unos cien presos fueron trasladados entre 1968 y 1975 a la Modelo por su condición de homosexual o transexual. “El resto de los detenidos, aproximadamente 270, serían acusados por otros delitos de vagancia, escándalo público o peligrosidad social”, aclara.
Cuando entraban a las celdas de la Modelo, a los presos “afeminados” le asignaban directamente un nombre de mujer. Algunos trans ya lo traían. La Gilda, la Candela, la Rampova o la Katy. “Así era menos duro para los presos heterosexuales y sobradamente masculinos violarlos sin tener remordimiento” apunta este investigador. Más tarde les pegaban una paliza. Y desparecía todo el estigma que aquellos delincuentes sentían cuando pagaban a los funcionarios por encuentros sexuales obligados. “Ahí estaban las principales víctimas, las que tenían menos recursos y eran obligados a entrar en esa red de tráfico durante el tiempo que estaban en la cárcel”. Estapé habla de una represión “clasista” en la dictadura hacia el colectivo LGTBI, en función de los ingresos y el origen familiar de las víctimas.
Francesc Oliver, La Rampova, fue una de aquel centenar de jóvenes salvajemente sometidas a esta prostitución. Nunca ha podido superar aquellas palizas y violaciones que soportó durante meses tras ser acusada por la Ley de Peligrosidad Social y acabar como presa en la Modelo a principios de los 70. Leopold afirma que fue detenida con tan solo catorce años de edad. Una vez en la Modelo fue a parar al pabellón de invertidos para menores. Explica que dentro de la celda los delincuentes comunes pagaban a los vigilantes para colarse y violar a los jóvenes recluidos.
La Rampova habla con mucha dificultad de aquel episodio. "He tenido más violaciones que relaciones consentidas por los traumas que viví allí”. Otro de los peores castigos dentro de la Modelo fue cuando decidió contar en confesión las condiciones en las que se encontraba. Le costaría muy caro hablar. Fue sometida a fuertes castigos y a una celda de aislamiento. Leopold aclara que este es uno de los casos más llamativos. "A presos como la Rampova la llegaron a violar ocho veces al día en las celdas”.
La Candela fue otro de los presos que vivió en primera persona las vejaciones de la Modelo. Ingresó en 1966 para quince días pero permaneció casi tres meses. La Candela quería huir de España, ir a Francia donde decían que había más libertad. Venía de Sevilla donde ya había sido fichada por la policía.
Esta sevillana no se caracterizaba por ir vestida de mujer. Solo se maquillaba un poco la cara. Tras su llegada a Barcelona, fue detenida y trasladada a la famosa comisaría de Conde Asalto. Después en los sótanos de Via Laietana donde era insultada. "Te vamos a matar maricón”, le repetían continuamente.
El juez que firmó la orden de la Candela la acusó de escándalo público y vagancia. Su delito, llevar la “cara pintada y no tener contrato laboral”, algo que ocurría con frecuencia en aquellos años. “Yo no había hecho nada, solo trabajar en muchos lugares sin contrato ".
En la Modelo trabajó haciendo cunas de mimbre y como esclava para uno de los funcionarios. Leopold relata que la Candela llegó a tener “un novio en prisión”, algo que era muy peligroso. “Si te cogían, te metían cuarenta días en la celda de castigo”. Los funcionarios solo permitían a determinadas parejas de hombres dentro de los pabellones para darles protección. Y es que en aquel espacio pudieron hacinarse casi una docena de presos a principios de los 70.
De la historia de la Gilda no se conoce su nombre de pila. Este camarero ingresaría en la Modelo con 22 años de edad, acusado por la Ley de Vagos y Maleantes. Otro de los reclusos fue Juan Soto, alias la Katy. Su historia es traumática. Con quince años, huyó de su pueblo, Haro, en la Rioja tras la violación por parte de un grupo de soldados italianos durante la guerra. Sería acusado de prófugo, vagancia y prostitución. Pasa por la Modelo de Barcelona y un sinfín de cárceles hasta finales de los 70.
Muchos de estos transexuales y homosexuales vinieron hasta Barcelona para llegar al barrio del Raval donde podían vivir con una mínima libertad y trabajar de camareros, peluqueros o dependientes. Sin embargo, aquel céntrico barrio barcelonés también fue una red de detenciones para la policía franquista que arrestaban a muchos de ellos para trasladarlos hasta la Modelo.
Ser homosexual no fue delito en España hasta 1954
Estapé recuerda que a “Franco no le interesaría en los primeros años de dictadura perseguir al colectivo LGTBI. Todas las leyes se centraban en acabar con las condiciones de los presos políticos”. Por ello, la homosexualidad no estuvo penalizada en España hasta 1954, aunque no era una conducta permitida. “Todo el país era una cárcel, un gesto, una insinuación o un comentario bastaba para ser detenido y encerrado sin tener una sentencia condenatoria”, afirma el historiador.
En Barcelona desarrollaron su vida profesional jueces como Antonio Sabaté que redactaría la conocida Ley de Peligrosidad Social de 1970. Esta ley junto al artículo del Código Penal por escándalo público fue usada, de forma sistemática, para la represión de la homosexualidad y la transexualidad a finales del franquismo.
Estapé aclara “cómo este colectivo tuvo antecedentes penales hasta el año 2002”. La Ley de Peligrosidad Social “fue solamente desactivada” tras la aprobación de la Constitución, sacando solo la palabra “homosexual de su articulado”. Una despenalización “por la puerta de atrás” afirma el investigador, por parte del nuevo gobierno democrático.
Sin denuncias ni nombre de aquellos policías
En pleno siglo XXI ninguno de aquellos presos ha podido denunciar a los funcionarios que realizaban esta prostitución obligada en esta prisión. “No me consta ninguna denuncia ni un nombre que haya salido a la luz, a pesar de que son historias de hace solo cincuenta años”.
Investigadores de la Transición declaran que los principales torturadores de aquellos años sí tenían nombres en la Barcelona de los 70. Atilano del Valle sería uno de los inspectores de la BPS que propinaba palizas en los interrogatorios a los detenidos de Via Laietana. Los hermanos Creix, Antonio y Vicente, también sembraron el pánico en aquella Barcelona. Su sadismo no tenía límites. Eran implacables. Sin embargo, ninguno de los detenidos del colectivo LGTBI ha declarado en contra de ninguno de aquellos miembros del Cuerpo de Seguridad del régimen.
Leopold apunta que la persecución y hacinamiento empezó a disiparse a finales del 78 en la Modelo. “Con la aprobación de la Constitución y la lenta modernización que ya empezaba a verse en España todo iba cambiado”. El Pabellón de Invertidos desapareció y las celdas tenían a dos o tres presos, no la docena que llegó a ocupar a principios de los 70.
“Se vivía este negocio sexual en los pabellones y celdas de los que muchos quedaron con secuelas para toda la vida, tanto físicas como psíquicas”, recuerda a ‘Público’ el investigador catalán Leopold Estapé. Unos cien presos fueron trasladados entre 1968 y 1975 a la Modelo por su condición de homosexual o transexual. “El resto de los detenidos, aproximadamente 270, serían acusados por otros delitos de vagancia, escándalo público o peligrosidad social”, aclara.
Cuando entraban a las celdas de la Modelo, a los presos “afeminados” le asignaban directamente un nombre de mujer. Algunos trans ya lo traían. La Gilda, la Candela, la Rampova o la Katy. “Así era menos duro para los presos heterosexuales y sobradamente masculinos violarlos sin tener remordimiento” apunta este investigador. Más tarde les pegaban una paliza. Y desparecía todo el estigma que aquellos delincuentes sentían cuando pagaban a los funcionarios por encuentros sexuales obligados. “Ahí estaban las principales víctimas, las que tenían menos recursos y eran obligados a entrar en esa red de tráfico durante el tiempo que estaban en la cárcel”. Estapé habla de una represión “clasista” en la dictadura hacia el colectivo LGTBI, en función de los ingresos y el origen familiar de las víctimas.
Francesc Oliver, La Rampova, fue una de aquel centenar de jóvenes salvajemente sometidas a esta prostitución. Nunca ha podido superar aquellas palizas y violaciones que soportó durante meses tras ser acusada por la Ley de Peligrosidad Social y acabar como presa en la Modelo a principios de los 70. Leopold afirma que fue detenida con tan solo catorce años de edad. Una vez en la Modelo fue a parar al pabellón de invertidos para menores. Explica que dentro de la celda los delincuentes comunes pagaban a los vigilantes para colarse y violar a los jóvenes recluidos.
La Rampova habla con mucha dificultad de aquel episodio. "He tenido más violaciones que relaciones consentidas por los traumas que viví allí”. Otro de los peores castigos dentro de la Modelo fue cuando decidió contar en confesión las condiciones en las que se encontraba. Le costaría muy caro hablar. Fue sometida a fuertes castigos y a una celda de aislamiento. Leopold aclara que este es uno de los casos más llamativos. "A presos como la Rampova la llegaron a violar ocho veces al día en las celdas”.
La Candela fue otro de los presos que vivió en primera persona las vejaciones de la Modelo. Ingresó en 1966 para quince días pero permaneció casi tres meses. La Candela quería huir de España, ir a Francia donde decían que había más libertad. Venía de Sevilla donde ya había sido fichada por la policía.
Esta sevillana no se caracterizaba por ir vestida de mujer. Solo se maquillaba un poco la cara. Tras su llegada a Barcelona, fue detenida y trasladada a la famosa comisaría de Conde Asalto. Después en los sótanos de Via Laietana donde era insultada. "Te vamos a matar maricón”, le repetían continuamente.
El juez que firmó la orden de la Candela la acusó de escándalo público y vagancia. Su delito, llevar la “cara pintada y no tener contrato laboral”, algo que ocurría con frecuencia en aquellos años. “Yo no había hecho nada, solo trabajar en muchos lugares sin contrato ".
En la Modelo trabajó haciendo cunas de mimbre y como esclava para uno de los funcionarios. Leopold relata que la Candela llegó a tener “un novio en prisión”, algo que era muy peligroso. “Si te cogían, te metían cuarenta días en la celda de castigo”. Los funcionarios solo permitían a determinadas parejas de hombres dentro de los pabellones para darles protección. Y es que en aquel espacio pudieron hacinarse casi una docena de presos a principios de los 70.
De la historia de la Gilda no se conoce su nombre de pila. Este camarero ingresaría en la Modelo con 22 años de edad, acusado por la Ley de Vagos y Maleantes. Otro de los reclusos fue Juan Soto, alias la Katy. Su historia es traumática. Con quince años, huyó de su pueblo, Haro, en la Rioja tras la violación por parte de un grupo de soldados italianos durante la guerra. Sería acusado de prófugo, vagancia y prostitución. Pasa por la Modelo de Barcelona y un sinfín de cárceles hasta finales de los 70.
Muchos de estos transexuales y homosexuales vinieron hasta Barcelona para llegar al barrio del Raval donde podían vivir con una mínima libertad y trabajar de camareros, peluqueros o dependientes. Sin embargo, aquel céntrico barrio barcelonés también fue una red de detenciones para la policía franquista que arrestaban a muchos de ellos para trasladarlos hasta la Modelo.
Ser homosexual no fue delito en España hasta 1954
Estapé recuerda que a “Franco no le interesaría en los primeros años de dictadura perseguir al colectivo LGTBI. Todas las leyes se centraban en acabar con las condiciones de los presos políticos”. Por ello, la homosexualidad no estuvo penalizada en España hasta 1954, aunque no era una conducta permitida. “Todo el país era una cárcel, un gesto, una insinuación o un comentario bastaba para ser detenido y encerrado sin tener una sentencia condenatoria”, afirma el historiador.
En Barcelona desarrollaron su vida profesional jueces como Antonio Sabaté que redactaría la conocida Ley de Peligrosidad Social de 1970. Esta ley junto al artículo del Código Penal por escándalo público fue usada, de forma sistemática, para la represión de la homosexualidad y la transexualidad a finales del franquismo.
Estapé aclara “cómo este colectivo tuvo antecedentes penales hasta el año 2002”. La Ley de Peligrosidad Social “fue solamente desactivada” tras la aprobación de la Constitución, sacando solo la palabra “homosexual de su articulado”. Una despenalización “por la puerta de atrás” afirma el investigador, por parte del nuevo gobierno democrático.
Sin denuncias ni nombre de aquellos policías
En pleno siglo XXI ninguno de aquellos presos ha podido denunciar a los funcionarios que realizaban esta prostitución obligada en esta prisión. “No me consta ninguna denuncia ni un nombre que haya salido a la luz, a pesar de que son historias de hace solo cincuenta años”.
Investigadores de la Transición declaran que los principales torturadores de aquellos años sí tenían nombres en la Barcelona de los 70. Atilano del Valle sería uno de los inspectores de la BPS que propinaba palizas en los interrogatorios a los detenidos de Via Laietana. Los hermanos Creix, Antonio y Vicente, también sembraron el pánico en aquella Barcelona. Su sadismo no tenía límites. Eran implacables. Sin embargo, ninguno de los detenidos del colectivo LGTBI ha declarado en contra de ninguno de aquellos miembros del Cuerpo de Seguridad del régimen.
Leopold apunta que la persecución y hacinamiento empezó a disiparse a finales del 78 en la Modelo. “Con la aprobación de la Constitución y la lenta modernización que ya empezaba a verse en España todo iba cambiado”. El Pabellón de Invertidos desapareció y las celdas tenían a dos o tres presos, no la docena que llegó a ocupar a principios de los 70.
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