jueves, 27 de diciembre de 2018

#hemeroteca #homofobia #memoria | 40 años fuera del armario

Imagen: El Periódico de Aragón / Primer Orgullo en Zaragoza, 1998

40 años fuera del armario.
La norma que reprimió durante décadas a este colectivo suponía su encarcelamiento y destierro. España despenalizó la homosexualidad en 1978 tras una reforma de la ley de peligrosidad social.
B. Pérez / D. Chic | El Periódico de Aragón, 2018-12-27
https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/temadia/40-anos-fuera-armario_1332801.html

There’s nothing here but flesh and bone. En español: Aquí no hay nada más que carne y hueso. Es uno de los versos de la canción 'Outside' de George Michael, que relata su arresto «por actos obscenos» en 1998, cuando tenía 34 años, en unos baños públicos de Beverly Hills. Un policía encubierto le había tendido una trampa. El cantante, cuya carrera comenzó en los 80, se vio entonces obligado a hacer pública su homosexualidad.

En España, durante la dictadura franquista, la ley de peligrosidad social encarcelaba a cualquier persona que fuera sorprendida intentando establecer contacto homosexual o en algún local frecuentado por gais. Al igual que en EEUU, en España los urinarios públicos eran lugares de gancho para la policía. Esa ley, que durante décadas reprimió dura y sistemáticamente al colectivo LGTBI y que suponía años de encarcelamiento y el posterior destierro, fue reformada el 26 de diciembre de 1978 y eliminó de su articulado el delito de homosexualidad en España. Hoy se cumplen 40 años de aquel momento fundamental en la historia del colectivo: se abría la puerta para salir del armario de la clandestinidad.

«La ley de peligrosidad social fue aprobada en 1954 y sustituía a la de vagos y maleantes. En 1970 pasó a denominarse ley de peligrosidad y rehabilitación social. Es decir, incluyó la paternalista idea de que era posible curar la homosexualidad y rehabilitarnos», explica Jordi Samsó, presidente del Casal Lambda, un centro asociativo de Barcelona que desde 1976 tiene como objetivo la normalización social de la homosexualidad. La primera manifestación LGTBI de España, en las Ramblas de Barcelona en junio de 1977, pedía la derogación de la ley de peligrosidad social, que estuvo especialmente activa en los 50 y 60.

Como relata Armand de Fluvià, iniciador del movimiento gay en España, esta reforma supuso que los homosexuales ya no eran considerados ni «anormales» ni «peligrosos sociales» ni «predelincuentes». «Pasábamos a ser ciudadanos iguales que los demás», dice Fluvià, quien comenzó en la lucha escondido bajo el pseudónimo Roger de Gaimon. En Huelva y Badajoz se encontraban los centros de rehabilitación social donde encerraban a homosexuales y travestis (en aquel momento no existía la palabra transexual) para curarlos con capellanes y psiquiatras. «En los campos de concentración nazis estaba escrito 'El trabajo os hace libres'. Aquí la idea era que el trabajo nos hacía normales. Quienes estaban allí encerrados confeccionaban pelotas de fútbol, sogas para la marina de guerra y parquets». Fluvià estuvo dos veces en una cárcel franquista pero no por homosexual, sino como preso político por estar a favor de una monarquía democrática parlamentaria.

«Los homosexuales fuimos los últimos en salir de las cárceles franquistas. Ocurrió en 1979», recuerda Jordi Samsó. Gais y transexuales no eran presos políticos, simplemente maricones. Por eso la ley de amnistía de 1977 no incluyó al colectivo LGTBI, que no salió de la cárcel hasta febrero de 1979, un mes después de la aparición en el Boletín Oficial del Estado (BOE) de la reforma de la ley de peligrosidad social.

La eliminación del delito de homosexualidad fue un gran paso, pero aún quedaba mucho por hacer. La ley de peligrosidad social no se derogó completamente hasta 1995 y el delito de escándalo público contra las conductas provocadoras (nudismo, exhibicionismo, voyeurismo u homosexualidad) estuvo vigente hasta 1988.

Y mientras tanto pasaban cosas. En los 80 apareció el sida, que añadió un elemento más de estigmatización a un colectivo históricamente discriminado. Al VIH se le conocía como la enfermedad de las tres haches: hemofílicos, heroinómanos y homosexuales. La medicación que convertiría en crónico el sida no aparecería hasta 1998. Por el camino se quedó mucha gente, vinculada o no al activismo.

En Aragón las cosas llevaron un camino más lento. Numerosos homosexuales y transexuales tuvieron que mudarse a ciudades de mayor tamaño, como Madrid o Barcelona porque en sus pueblos no podían exteriorizar sus sentimientos. La primera marcha del Orgullo LGTBI en Zaragoza se convocó en 1998 y acudieron unas 150 personas. «La visibilidad en los 70 y 80 era inexistente», explica el activista Pepe Paz, autor de un documental sobre la memoria del colectivo.

Una de las primeras publicaciones en abordar estas cuestiones fue Andalán, que por esas fechas ya publicó reportajes celebrando la eliminación de la nefasta norma de control franquista.

El 2005 fue un año clave en la historia del colectivo: España se convierte en el cuarto país del mundo en legalizar el matrimonio gay. La semana pasada, las Cortes de Aragón vivieron «un día histórico» con la aprobación de la ley contra la discriminación por razón de orientación sexual e identidad de género.

Pero aún queda mucho por hacer. Paz recuerda que en Aragón solo tres personas han podido acceder a las indemnizaciones por haber sufrido la ley de control social ya que en sus fichas de calabozo las detenciones no figuran como penas de cárcel ni se hace referencia explícita a la homosexualidad.

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