Imagen: Público / Lucía Cuín |
David Bollero | Público, 2019-06-06
https://blogs.publico.es/david-bollero/2019/06/06/cuin-vox/
Vox ha dado de baja a una concejala electa en Torremolinos por defender la igualdad independientemente de la orientación sexual, es decir, por defender la Constitución. La edil Lucía Cuín, que no renuncia a su acta de concejala, se quedará en el Ayuntamiento de Torremolinos como no adscrita. Ambos hechos describen perfectamente la naturaleza del partido de extrema-derecha.
En primer lugar, el hecho de que Vox tenga que autorizar a una edil su asistencia a unos actos LGTBI dice mucho de cómo entienden la democracia. Las directrices castrenses que parecen regir el funcionamiento interno del partido de extrema-derecha son pretéritas y profundamente antidemocráticas. Ello se traduce en el modo en que cargan contra la Constitución que dicen defender, vulnerando derechos fundamentales y entrando en la discriminación. Se traduce, incluso, en cómo, según la edil, ésta recibió toda suerte de insultos y amenazas de miembros del partido tras asistir al acto LGTBI.
Por otro lado, ¿qué esperaba Lucía Cuín cuando fue de número 2 en las listas electorales de Vox? ¿Es que le ha dado un repentino arrebato de defensa de libertades civiles una vez que se ha hecho con el acta de concejala? Sorprende que ella fuera ajena al hecho de que se adhería a un partido machista, homófobo y xenófobo... y, si efectivamente lo era, también la retrata perfectamente. Escuchar a Cuín ahora “yo tenía que estar ahí [en el acto LGTBI] porque soy concejala de todos” es para echarse a reír, por no llorar. Lalalandía en Vox.
Esta caspa termina por traducirse en el culto a la persona de Santiago Abascal que reina en Vox. Recuerdo cómo cuando realicé el artículo acerca de la profesora de Vox acusada de adoctrinar a su alumnado, ésta me lo demostró. En un momento de la entrevista telefónica, la docente me colgó repentinamente el teléfono. Tras volver a llamarla, me explicó que “es que me sonaba el teléfono y me han dicho que me va a llamar Santiago Abascal; como entenderás, si me llama Santiago te tengo que cortar“. Era la COPE. Tras publicarse el artículo contando lo que ella misma había relatado, cómo ella defiende “unos valores morales de virtud y castidad”, me acusó de ponerme “del lado de la barbarie” y se despidió con un “que Dios te ilumine y te bendiga”. Y aquí sigo, sumido en la más profunda de las oscuridades, pero defendiendo la igualdad. Qué cosas.
En primer lugar, el hecho de que Vox tenga que autorizar a una edil su asistencia a unos actos LGTBI dice mucho de cómo entienden la democracia. Las directrices castrenses que parecen regir el funcionamiento interno del partido de extrema-derecha son pretéritas y profundamente antidemocráticas. Ello se traduce en el modo en que cargan contra la Constitución que dicen defender, vulnerando derechos fundamentales y entrando en la discriminación. Se traduce, incluso, en cómo, según la edil, ésta recibió toda suerte de insultos y amenazas de miembros del partido tras asistir al acto LGTBI.
Por otro lado, ¿qué esperaba Lucía Cuín cuando fue de número 2 en las listas electorales de Vox? ¿Es que le ha dado un repentino arrebato de defensa de libertades civiles una vez que se ha hecho con el acta de concejala? Sorprende que ella fuera ajena al hecho de que se adhería a un partido machista, homófobo y xenófobo... y, si efectivamente lo era, también la retrata perfectamente. Escuchar a Cuín ahora “yo tenía que estar ahí [en el acto LGTBI] porque soy concejala de todos” es para echarse a reír, por no llorar. Lalalandía en Vox.
Esta caspa termina por traducirse en el culto a la persona de Santiago Abascal que reina en Vox. Recuerdo cómo cuando realicé el artículo acerca de la profesora de Vox acusada de adoctrinar a su alumnado, ésta me lo demostró. En un momento de la entrevista telefónica, la docente me colgó repentinamente el teléfono. Tras volver a llamarla, me explicó que “es que me sonaba el teléfono y me han dicho que me va a llamar Santiago Abascal; como entenderás, si me llama Santiago te tengo que cortar“. Era la COPE. Tras publicarse el artículo contando lo que ella misma había relatado, cómo ella defiende “unos valores morales de virtud y castidad”, me acusó de ponerme “del lado de la barbarie” y se despidió con un “que Dios te ilumine y te bendiga”. Y aquí sigo, sumido en la más profunda de las oscuridades, pero defendiendo la igualdad. Qué cosas.
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