Imagen: El País / Manuel Velandia preparándose para la Marcha del Orgullo de Medellín, Colombia |
Manuel Velandia encabezó la primera marcha del orgullo en Colombia. Esta es la historia de su regreso al hogar para seguir exigiendo los derechos de la población LGTBI.
Salomé Arbeláez, Alejandra Garzón, Laia Martínez y Dolores Mendo | Planeta Futuro, El País, 2019-08-12
https://elpais.com/elpais/2019/08/07/planeta_futuro/1565171593_799506.html
El 28 de junio de 1982 se realizó la primera marcha del orgullo gay en Colombia. El trayecto fue corto y pocos los asistentes. Custodiados por un centenar de policías, 32 personas marcharon en las calles de Bogotá, mientras clamaban consignas como: "¡Ni guerrilleros, ni antisociales, simplemente homosexuales!". La manifestación fue encabezada por Manuel Velandia Mora y León Zuleta Ruiz, pioneros del movimiento. “Fue la primera vez que hicimos un discurso en una plaza pública diciendo que teníamos derechos”, afirma Velandia.
Este histórico día sentó un precedente, pues a partir de ahí el movimiento LGTBI creció y se organizó en una Colombia inmersa en un conflicto armado. Defender la diversidad sexual y de género puso y sigue poniendo a personas y organizaciones en una situación de riesgo.
“Los paramilitares hicieron y por desgracia seguirán haciendo limpieza social, de aquello que parezca que daña a la sociedad. Algunas lesbianas fueron víctimas de violaciones colectivas; a personas trans, trabajadoras sexuales, las descuartizaron; otros fueron obligados a desplazarse y otros hemos sido amenazados de muerte y tuvimos que refugiarnos en otros países”, sostiene Velandia.
La guerra permeó en la sexualidad, los cuerpos y las formas diversas de amar. Gais, lesbianas, bisexuales y trans fueron blanco de señalamientos, abusos y violencia por parte de todos los actores armados. Miles fueron asesinados, torturados, desaparecidos y desplazados. El Registro Único de Víctimas (RUV), un instrumento público para registrar a todos los afwectados por el conflicto armado interno, ha reconocido a 2.130 personas LGTBI como víctimas. 1.961 despojadas de sus territorios y 125 asesinadas o desaparecidas.
Los líderes LGTB han enfrentado un doble riesgo: por su defensa de los derechos humanos y por la discriminación hacia su orientación sexual o de género. León Zuleta, pionero junto a Manuel, fue asesinado. De su muerte se sabe muy poco y está impune.
En 2002, durante el mandato presidencial de Álvaro Uribe, Manuel sufrió un intento de asesinato. Entonces, Velandia era candidato al Congreso y además de su activismo político, fue pionero en programas de prevención del VIH y trabajaba como docente universitario. “Soy el primer homosexual que es candidato avalado por un partido político. Y estando en esa campaña, lanzan una granada en mi casa. Todos los vidrios se rompieron y un pedazo de la casa se cayó 15 días después”, recuerda.
Las constantes amenazas de muerte lo llevaron a abandonar el país para refugiarse en España. A su llegada, en 2007, se estableció en Alicante, donde pasó 12 años. Obtuvo el asilo tres años después de su llegada y fue reconocido como la primera víctima homosexual del conflicto armado colombiano en el exterior.
Manuel sociólogo, filósofo, docente e investigador, no logró empleo estable en el país. “La gente se teje fantasías para ir y la experiencia es muy dura porque llegas y técnicamente solo sabes leer y escribir hasta que homologas tu título universitario. Mi único trabajo en España fue de nueve meses, trabajando con travestis trabajadoras sexuales en la calle. Un trabajo que nadie quería porque era de nueve de la noche a tres de la mañana”, resalta.
En Alicante, se dedicó al arte y al activismo, creando piezas que resisten, molestan, disienten y son testimonio de lo diverso. Durante estos 12 años, no dejó de trabajar en las identidades sexuales, los tránsitos identitarios de género y la prevención de enfermedades de transmisión sexual. Hizo cuatro máster y dos doctorados. Acompañó la inclusión de las víctimas LGTB exiliadas en el proceso de paz de La Habana. “Como parte del Foro Internacional de Víctimas, organizamos un congreso al que llevamos víctimas de 18 países” cuenta Manuel.
A inicios de este año, Manuel tomó la decisión de solicitar el retorno a Colombia. Regresó a un país donde, según el informe Todos los nombres, todos los rostros, 702 líderes sociales habrían sido asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016 hasta la fecha dentro del territorio colombiano.
El retorno esperado
En el momento de esta entrevista, tres meses después de su retorno, expresa sin miedo: “Yo tengo claro que uno nunca se muere antes. Que uno se está muriendo todos los días y que no puede dejar de vivir por temor a morirse porque entonces ya está muerto. No puedo dejar de hacer lo que me hace feliz porque ya me mataron”.
El histórico Acuerdo de Paz firmado en noviembre de 2016 por las FARC y el Gobierno colombiano puso fin a más de 50 años de violencia sostenida. El tratado incluye a la población LGTBI.
Fruto del ACUERDO, se creó la Jurisprudencia Especial para la Paz (JEP), un tribunal que ha de juzgar los crímenes cometidos durante el conflicto y que, por primera vez en la historia, incluirá el crimen de persecución contra la población LGTBI.
Velandia considera que la inclusión de los testimonios en estos mecanismos es fundamental porque “hay que visibilizar que fueron condiciones particulares que incrementaron el riesgo de las víctimas. Es importante que se entienda que somos víctimas de la guerra en general, pero por unas condiciones en particular que nos hace doble víctimas”.
Sin embargo, el acuerdo no ha puesto fin a la discriminación. Más de la mitad de los puntos que incluyen el enfoque de género no se han iniciado y solo el 4% de dichos compromisos se han implementado completamente, según un informe de ONU Mujeres, la Embajada de Suecia, el Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame y la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM). Pertenecer a la comunidad LGBTI hoy día en Colombia es peligroso debido a las pocas garantías de seguridad que existen.
Políticas públicas para la igualdad
30 años después de la primera marcha del orgullo en Colombia encabezada por Velandia y Zuleta, el pasado 28 de junio, tuvo lugar la vigesimotercera bajo el lema ‘Elijo ser, deseo vivir’. Pretendió ser un espacio para exigir al gobierno acciones y garantías que consoliden el respeto a los derechos humanos para toda la ciudadanía diversa y plural. Para Velandia, más que una protesta tenía que ser una celebración: “La primera fue una marcha. Las de ahora tienen que ser un carnaval. Hay que celebrar que hemos conseguido muchos derechos y que si nos descuidamos podemos perderlos. Hay mucho interés en que los perdamos”.
El pasado 9 de abril, Manuel habló en el Congreso colombiano como la primera víctima homosexual en el exilio, durante un evento en el que habitantes de todo el territorio colombiano relataron sus testimonios. Una de las principales peticiones de la jornada fue la ampliación de la ley de reparación, que vence en dos años, para que se puedan incorporar todos los testimonios desde el exilio. Entre los presentes se encontraba Álvaro Uribe, presidente de Colombia cuando Manuel sufrió el atentado.
Velandia recordó en su discurso la importancia de darle espacios a las víctimas de violencia sexual para que expresen su dolor. “Parece que son cosas de las que se debe hablar en voz baja”, expresó Manuel aquel día.
Artivismo ‘queer’
Uno de los grandes cambios para Manuel en Colombia, ha sido la ruptura con su rutina artística. “Esa es una faceta que yo construí allá. Aquí había hecho algunas cosas, pero toda esa vida se construyó allá” asegura Manuel, que continúa con su artivismo ‘queer’, performances y fotografía. Ahora en Bogotá busca un espacio para seguir desarrollando su obra. “A mí me encantaría que aquí me pensaran artista colombiano porque aquí no soy un artista, aquí soy un marica desconocido para muchos”.
Para él, “el artivismo ‘queer’ es la posibilidad de transgredir el deber ser como una experiencia desde el cuerpo. Mi personaje es alguien que se levanta un día por la mañana y se pregunta y yo qué soy, ¿hombre o mujer?, ¿qué quiero ser? Y decide que no tiene que ser ni lo uno ni lo otro, sino que puede ser las dos, o no ser nada”. En este sentido, Velandia considera que "la sexualidad no es una cosa fija".
Manuel ha regresado a Bogotá, pero en cierta manera sigue siendo un exiliado, pues el tiempo ha pasado también en el lugar que dejó, como él mismo explica: “La diferencia del regreso es que eso de alguna manera ya había sido tuyo. Pero la vida de los amigos, la vida de la sociedad, la vida de la norma continúa y llegas a un territorio que ya no lo es”.
El 28 de junio se le entregó el Galardón León Zuleta y fue homenajeado en Medellín. Fue el invitado de honor en la marcha del Orgullo, en la que desfiló acompañado por más de 32 personas.
Este histórico día sentó un precedente, pues a partir de ahí el movimiento LGTBI creció y se organizó en una Colombia inmersa en un conflicto armado. Defender la diversidad sexual y de género puso y sigue poniendo a personas y organizaciones en una situación de riesgo.
“Los paramilitares hicieron y por desgracia seguirán haciendo limpieza social, de aquello que parezca que daña a la sociedad. Algunas lesbianas fueron víctimas de violaciones colectivas; a personas trans, trabajadoras sexuales, las descuartizaron; otros fueron obligados a desplazarse y otros hemos sido amenazados de muerte y tuvimos que refugiarnos en otros países”, sostiene Velandia.
La guerra permeó en la sexualidad, los cuerpos y las formas diversas de amar. Gais, lesbianas, bisexuales y trans fueron blanco de señalamientos, abusos y violencia por parte de todos los actores armados. Miles fueron asesinados, torturados, desaparecidos y desplazados. El Registro Único de Víctimas (RUV), un instrumento público para registrar a todos los afwectados por el conflicto armado interno, ha reconocido a 2.130 personas LGTBI como víctimas. 1.961 despojadas de sus territorios y 125 asesinadas o desaparecidas.
Los líderes LGTB han enfrentado un doble riesgo: por su defensa de los derechos humanos y por la discriminación hacia su orientación sexual o de género. León Zuleta, pionero junto a Manuel, fue asesinado. De su muerte se sabe muy poco y está impune.
En 2002, durante el mandato presidencial de Álvaro Uribe, Manuel sufrió un intento de asesinato. Entonces, Velandia era candidato al Congreso y además de su activismo político, fue pionero en programas de prevención del VIH y trabajaba como docente universitario. “Soy el primer homosexual que es candidato avalado por un partido político. Y estando en esa campaña, lanzan una granada en mi casa. Todos los vidrios se rompieron y un pedazo de la casa se cayó 15 días después”, recuerda.
Las constantes amenazas de muerte lo llevaron a abandonar el país para refugiarse en España. A su llegada, en 2007, se estableció en Alicante, donde pasó 12 años. Obtuvo el asilo tres años después de su llegada y fue reconocido como la primera víctima homosexual del conflicto armado colombiano en el exterior.
Manuel sociólogo, filósofo, docente e investigador, no logró empleo estable en el país. “La gente se teje fantasías para ir y la experiencia es muy dura porque llegas y técnicamente solo sabes leer y escribir hasta que homologas tu título universitario. Mi único trabajo en España fue de nueve meses, trabajando con travestis trabajadoras sexuales en la calle. Un trabajo que nadie quería porque era de nueve de la noche a tres de la mañana”, resalta.
En Alicante, se dedicó al arte y al activismo, creando piezas que resisten, molestan, disienten y son testimonio de lo diverso. Durante estos 12 años, no dejó de trabajar en las identidades sexuales, los tránsitos identitarios de género y la prevención de enfermedades de transmisión sexual. Hizo cuatro máster y dos doctorados. Acompañó la inclusión de las víctimas LGTB exiliadas en el proceso de paz de La Habana. “Como parte del Foro Internacional de Víctimas, organizamos un congreso al que llevamos víctimas de 18 países” cuenta Manuel.
A inicios de este año, Manuel tomó la decisión de solicitar el retorno a Colombia. Regresó a un país donde, según el informe Todos los nombres, todos los rostros, 702 líderes sociales habrían sido asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016 hasta la fecha dentro del territorio colombiano.
El retorno esperado
En el momento de esta entrevista, tres meses después de su retorno, expresa sin miedo: “Yo tengo claro que uno nunca se muere antes. Que uno se está muriendo todos los días y que no puede dejar de vivir por temor a morirse porque entonces ya está muerto. No puedo dejar de hacer lo que me hace feliz porque ya me mataron”.
El histórico Acuerdo de Paz firmado en noviembre de 2016 por las FARC y el Gobierno colombiano puso fin a más de 50 años de violencia sostenida. El tratado incluye a la población LGTBI.
Fruto del ACUERDO, se creó la Jurisprudencia Especial para la Paz (JEP), un tribunal que ha de juzgar los crímenes cometidos durante el conflicto y que, por primera vez en la historia, incluirá el crimen de persecución contra la población LGTBI.
Velandia considera que la inclusión de los testimonios en estos mecanismos es fundamental porque “hay que visibilizar que fueron condiciones particulares que incrementaron el riesgo de las víctimas. Es importante que se entienda que somos víctimas de la guerra en general, pero por unas condiciones en particular que nos hace doble víctimas”.
Sin embargo, el acuerdo no ha puesto fin a la discriminación. Más de la mitad de los puntos que incluyen el enfoque de género no se han iniciado y solo el 4% de dichos compromisos se han implementado completamente, según un informe de ONU Mujeres, la Embajada de Suecia, el Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame y la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM). Pertenecer a la comunidad LGBTI hoy día en Colombia es peligroso debido a las pocas garantías de seguridad que existen.
Políticas públicas para la igualdad
30 años después de la primera marcha del orgullo en Colombia encabezada por Velandia y Zuleta, el pasado 28 de junio, tuvo lugar la vigesimotercera bajo el lema ‘Elijo ser, deseo vivir’. Pretendió ser un espacio para exigir al gobierno acciones y garantías que consoliden el respeto a los derechos humanos para toda la ciudadanía diversa y plural. Para Velandia, más que una protesta tenía que ser una celebración: “La primera fue una marcha. Las de ahora tienen que ser un carnaval. Hay que celebrar que hemos conseguido muchos derechos y que si nos descuidamos podemos perderlos. Hay mucho interés en que los perdamos”.
El pasado 9 de abril, Manuel habló en el Congreso colombiano como la primera víctima homosexual en el exilio, durante un evento en el que habitantes de todo el territorio colombiano relataron sus testimonios. Una de las principales peticiones de la jornada fue la ampliación de la ley de reparación, que vence en dos años, para que se puedan incorporar todos los testimonios desde el exilio. Entre los presentes se encontraba Álvaro Uribe, presidente de Colombia cuando Manuel sufrió el atentado.
Velandia recordó en su discurso la importancia de darle espacios a las víctimas de violencia sexual para que expresen su dolor. “Parece que son cosas de las que se debe hablar en voz baja”, expresó Manuel aquel día.
Artivismo ‘queer’
Uno de los grandes cambios para Manuel en Colombia, ha sido la ruptura con su rutina artística. “Esa es una faceta que yo construí allá. Aquí había hecho algunas cosas, pero toda esa vida se construyó allá” asegura Manuel, que continúa con su artivismo ‘queer’, performances y fotografía. Ahora en Bogotá busca un espacio para seguir desarrollando su obra. “A mí me encantaría que aquí me pensaran artista colombiano porque aquí no soy un artista, aquí soy un marica desconocido para muchos”.
Para él, “el artivismo ‘queer’ es la posibilidad de transgredir el deber ser como una experiencia desde el cuerpo. Mi personaje es alguien que se levanta un día por la mañana y se pregunta y yo qué soy, ¿hombre o mujer?, ¿qué quiero ser? Y decide que no tiene que ser ni lo uno ni lo otro, sino que puede ser las dos, o no ser nada”. En este sentido, Velandia considera que "la sexualidad no es una cosa fija".
Manuel ha regresado a Bogotá, pero en cierta manera sigue siendo un exiliado, pues el tiempo ha pasado también en el lugar que dejó, como él mismo explica: “La diferencia del regreso es que eso de alguna manera ya había sido tuyo. Pero la vida de los amigos, la vida de la sociedad, la vida de la norma continúa y llegas a un territorio que ya no lo es”.
El 28 de junio se le entregó el Galardón León Zuleta y fue homenajeado en Medellín. Fue el invitado de honor en la marcha del Orgullo, en la que desfiló acompañado por más de 32 personas.
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