Imagen: El Mundo / Mariano Camio |
Mariano Camio regaló prendas de la colección, asignó a dedo a su amante cubano -arquitecto sin título oficial- la construcción del museo, etcétera. Camio devolvió con manchas trajes del museo tras celebrar una fiesta de disfraces 'vintage' que dio en Miami.
Beatriz Miranda | LOC, El Mundo, 2019-11-03
https://www.elmundo.es/loc/famosos/2019/11/03/5dbb1035fc6c83bd498b468e.html
Si hay alguien que ha pisoteado el buen nombre de Cristóbal Balenciaga no ha sido el actual director creativo de su etiqueta, Demna Gvasalia, subido a sus famosas y feísimas zapatillas de deporte con plataforma de dos pisos que sorprendentemente tienen tanto éxito. Quien ha mancillado con peor suerte la figura del modista vasco, el más importante de la historia de la moda española hasta la fecha, ha sido este señor: Mariano Camio Uranga.
Ex presidente de la Fundación Balenciaga y ex alcalde de Guetaria por el PNV, ha sido condenado a cuatro años y medio de cárcel por su máxima implicación en el caso de delitos -y faldas- en torno a la construcción del museo del genio de la moda en su localidad natal, un proyecto que se presupuestó en cinco millones de euros y terminó costando 30, seis veces más.
Se trata de una sentencia bastante ‘light’ teniendo en cuenta todo lo que se acusaba inicialmente a Mariano Camio y se lee en el informe elaborado por la Ertzaintza. Un texto digno de novela de Danielle Steel que articula una instrucción que ha durado más de 12 años y en el que no faltan fiestas de disfraces gais y declaraciones de amor por email a la vasca.
Pues bien, el ex alcalde de Guetaria finalmente sólo ha sido declarado culpable de administración desleal y falsificación continuada en documento mercantil y se ha librado de los cargos de malversación de caudales públicos y del delito societario de impedir a un socio el ejercicio de los derechos de información objeto de acusación. ‘Pecata minuta’ si siguen leyendo.
Los ocho años de prisión que solicitaba la fiscalía finalmente se han reducido a la mitad, aunque Camio ha recurrido la sentencia a la Audiencia Provincial de Guipúzcoa. "Pisará la cárcel, pero sin antecedentes y esa condena tan corta lo hará por poco tiempo. Le ha compensado", confirma a LOC una fuente de su entorno, que desliza que en Guetaria se dice que Camio huyó del pueblo al morir su madre anciana, cuyos bienes también embargó, algo que le enfrentó a su familia. Hoy gestiona un negocio de agroturismo en Navarra.
El caso Balenciaga es, sin duda, uno de los más complicados que ha tratado el juzgado número 2 de Donostia, acostumbrado a procedimientos penales de menor envergadura. Terminología jurídica aparte, les contamos la (triste y vergonzosa) historia:
Cristóbal Balenciaga, como bien sabrán, fue el español que vistió a las reinas y damas de la alta sociedad internacional más elegantes del siglo XX. Su talento y glamour atraen al público desde siempre, de hecho el Thyssen acaba de clausurar una exposición sobre su obra con una cifra nada desdeñable de 154.234 visitas.
El ‘couturier’, que murió sin descendencia en 1972 en Jávea, dejó un valioso legado diseminado entre sus mejores clientas que, años más tarde, el también guetariano Mariano Camio, reunió, explotó y expolió.
Todo empezó en 1964. Camio tenía 11 años y visitó por primera vez la tienda de Balenciaga en París. Quedó prendado por el maestro, no valorado lo suficiente en España por haber huido de la posguerra y desarrollar su carrera en la cuna de la Alta Costura. Ve el filón.
1983. Comienza la carrera política de Mariano Camio, que gana las elecciones por el PNV a la Alcaldía de Guetaria, donde también nació Juan Sebastián Elcano. Camio se siente todopoderoso.
1993. El alcalde mitómano consigue fondos y subvenciones para montar el Museo Balenciaga. En un viaje a Barcelona conoce al cubano Julián Argilagos y arrancan una "intensa relación sentimental", según el ministerio público. Argilagos, casado con una mujer y padre de un niño, se va a vivir con su familia a casa de Camio en Guipúzcoa, que consiente el noviazgo y juntos gestionan un hotel en Biarritz.
1999. Camio abandona la Alcaldía y es nombrado responsable de la construcción del museo, financiado a medias por el Gobierno de España y el Gobierno Vasco en tiempos de Aznar, cuando el PP y el PNV partían peras. También le encumbran vicepresidente de la Fundación Balenciaga (cuyo presidente es Hubert de Givenchy, amigo de Balenciaga), sociedad pública que luego cambió de nombre a Berroeta-Aldamar y de cuya gestión también comenzó a encargarse.
2001. Después de declarar unilateralmente a su amante custodio de las piezas donadas al museo (por parte de la condesa Mona von Bismarck, las herederas de la marquesa de Llanzol, las millonarias Bunny Mellon y Meye Maier, etcétera), Camio le asignó también a dedo al cubano la proyección del edificio donde se ubicaría el museo, un anexo al palacio de Aldamar de Guetaria, otrora propiedad de la marquesa de Casa Torres, madre de Fabiola de Bélgica. Le contrató por medio millón de euros, honorarios que acabaron triplicándose y se cobraron con facturas falsas.
Intrusismo
El cubano (imputado en el proceso, pero en busca y captura internacional) era arquitecto y se comparaba con Frank Gehry, pero su título no estaba homologado para trabajar en España. Tampoco el de Rolando Paciel González, tercer encausado y contratado por Argilagos, cuyo trabajo tuvieron que acabar otros profesionales cualificados. Paciel ha sido absuelto de intrusismo y Argilagos, de forma insólita, ha cobrado ayudas para inmigrantes por parte del Gobierno Vasco hasta hace poco.
2007. Se destapan las primeras irregularidades. Gastos de viajes, reparaciones y repostaje del coche personal de la pareja, billetes a Dallas, Nueva York y San Francisco con cargo a la visa oro de la Fundación... Givenchy pide explicaciones, se le niegan y expulsa a Camio.
Por si fuera poco, Miren Arzalluz, hija del fallecido líder del PNV Xabier Arzalluz y conservadora del Museo Balenciaga entonces (hoy es directora del Palais Galliera), denuncia la desaparición de varias piezas valiosísimas de los fondos. Ese año, Camio y Argilagos se llevaron a Miami prendas para una supuesta exposición de Balenciaga, pero éstas regresaron manchadas tras la ¿celebración?, dice el informe, de una fiesta de disfraces vintage.
También consta que Camio regaló a las mujeres de sus concejales pares de guantes, incluso medias, de la colección. Incluso láminas que hoy están también desaparecidas.
2019. Camio, lleno de embargos, tendrá que abonar casi medio millón a la Fundación Balenciaga, que nunca recuperará este patrimonio perdido de valor incalculable.
Ex presidente de la Fundación Balenciaga y ex alcalde de Guetaria por el PNV, ha sido condenado a cuatro años y medio de cárcel por su máxima implicación en el caso de delitos -y faldas- en torno a la construcción del museo del genio de la moda en su localidad natal, un proyecto que se presupuestó en cinco millones de euros y terminó costando 30, seis veces más.
Se trata de una sentencia bastante ‘light’ teniendo en cuenta todo lo que se acusaba inicialmente a Mariano Camio y se lee en el informe elaborado por la Ertzaintza. Un texto digno de novela de Danielle Steel que articula una instrucción que ha durado más de 12 años y en el que no faltan fiestas de disfraces gais y declaraciones de amor por email a la vasca.
Pues bien, el ex alcalde de Guetaria finalmente sólo ha sido declarado culpable de administración desleal y falsificación continuada en documento mercantil y se ha librado de los cargos de malversación de caudales públicos y del delito societario de impedir a un socio el ejercicio de los derechos de información objeto de acusación. ‘Pecata minuta’ si siguen leyendo.
Los ocho años de prisión que solicitaba la fiscalía finalmente se han reducido a la mitad, aunque Camio ha recurrido la sentencia a la Audiencia Provincial de Guipúzcoa. "Pisará la cárcel, pero sin antecedentes y esa condena tan corta lo hará por poco tiempo. Le ha compensado", confirma a LOC una fuente de su entorno, que desliza que en Guetaria se dice que Camio huyó del pueblo al morir su madre anciana, cuyos bienes también embargó, algo que le enfrentó a su familia. Hoy gestiona un negocio de agroturismo en Navarra.
El caso Balenciaga es, sin duda, uno de los más complicados que ha tratado el juzgado número 2 de Donostia, acostumbrado a procedimientos penales de menor envergadura. Terminología jurídica aparte, les contamos la (triste y vergonzosa) historia:
Cristóbal Balenciaga, como bien sabrán, fue el español que vistió a las reinas y damas de la alta sociedad internacional más elegantes del siglo XX. Su talento y glamour atraen al público desde siempre, de hecho el Thyssen acaba de clausurar una exposición sobre su obra con una cifra nada desdeñable de 154.234 visitas.
El ‘couturier’, que murió sin descendencia en 1972 en Jávea, dejó un valioso legado diseminado entre sus mejores clientas que, años más tarde, el también guetariano Mariano Camio, reunió, explotó y expolió.
Todo empezó en 1964. Camio tenía 11 años y visitó por primera vez la tienda de Balenciaga en París. Quedó prendado por el maestro, no valorado lo suficiente en España por haber huido de la posguerra y desarrollar su carrera en la cuna de la Alta Costura. Ve el filón.
1983. Comienza la carrera política de Mariano Camio, que gana las elecciones por el PNV a la Alcaldía de Guetaria, donde también nació Juan Sebastián Elcano. Camio se siente todopoderoso.
1993. El alcalde mitómano consigue fondos y subvenciones para montar el Museo Balenciaga. En un viaje a Barcelona conoce al cubano Julián Argilagos y arrancan una "intensa relación sentimental", según el ministerio público. Argilagos, casado con una mujer y padre de un niño, se va a vivir con su familia a casa de Camio en Guipúzcoa, que consiente el noviazgo y juntos gestionan un hotel en Biarritz.
1999. Camio abandona la Alcaldía y es nombrado responsable de la construcción del museo, financiado a medias por el Gobierno de España y el Gobierno Vasco en tiempos de Aznar, cuando el PP y el PNV partían peras. También le encumbran vicepresidente de la Fundación Balenciaga (cuyo presidente es Hubert de Givenchy, amigo de Balenciaga), sociedad pública que luego cambió de nombre a Berroeta-Aldamar y de cuya gestión también comenzó a encargarse.
2001. Después de declarar unilateralmente a su amante custodio de las piezas donadas al museo (por parte de la condesa Mona von Bismarck, las herederas de la marquesa de Llanzol, las millonarias Bunny Mellon y Meye Maier, etcétera), Camio le asignó también a dedo al cubano la proyección del edificio donde se ubicaría el museo, un anexo al palacio de Aldamar de Guetaria, otrora propiedad de la marquesa de Casa Torres, madre de Fabiola de Bélgica. Le contrató por medio millón de euros, honorarios que acabaron triplicándose y se cobraron con facturas falsas.
Intrusismo
El cubano (imputado en el proceso, pero en busca y captura internacional) era arquitecto y se comparaba con Frank Gehry, pero su título no estaba homologado para trabajar en España. Tampoco el de Rolando Paciel González, tercer encausado y contratado por Argilagos, cuyo trabajo tuvieron que acabar otros profesionales cualificados. Paciel ha sido absuelto de intrusismo y Argilagos, de forma insólita, ha cobrado ayudas para inmigrantes por parte del Gobierno Vasco hasta hace poco.
2007. Se destapan las primeras irregularidades. Gastos de viajes, reparaciones y repostaje del coche personal de la pareja, billetes a Dallas, Nueva York y San Francisco con cargo a la visa oro de la Fundación... Givenchy pide explicaciones, se le niegan y expulsa a Camio.
Por si fuera poco, Miren Arzalluz, hija del fallecido líder del PNV Xabier Arzalluz y conservadora del Museo Balenciaga entonces (hoy es directora del Palais Galliera), denuncia la desaparición de varias piezas valiosísimas de los fondos. Ese año, Camio y Argilagos se llevaron a Miami prendas para una supuesta exposición de Balenciaga, pero éstas regresaron manchadas tras la ¿celebración?, dice el informe, de una fiesta de disfraces vintage.
También consta que Camio regaló a las mujeres de sus concejales pares de guantes, incluso medias, de la colección. Incluso láminas que hoy están también desaparecidas.
2019. Camio, lleno de embargos, tendrá que abonar casi medio millón a la Fundación Balenciaga, que nunca recuperará este patrimonio perdido de valor incalculable.
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