viernes, 29 de noviembre de 2019

#hemeroteca #television #machismo | Karlos Arguiñano, atrapado en la trampa de la tele

Imagen: El País / Karlos Arguiñano pidiendo disculpas
Karlos Arguiñano, atrapado en la trampa de la tele.
Sus disculpas por el chiste de mal gusto que contó en 'El homiguero' suenan tan naturales como el propio chiste.
Sergio del Molino | El País, 2019-11-29
https://elpais.com/cultura/2019/11/28/television/1574933957_544311.html

Si algo ha transmitido siempre Karlos Arguiñano ha sido verdad. No una verdad cursi, equivalente a esa autenticidad que tanto se reivindica y que nadie sabe muy bien qué es, sino la sensación de asistir a algo que no se ha escrito ni ensayado, que brota con la misma naturalidad que una conversación en un bar de pinchos. Eso no quiere decir que no pueda estar escrito o ensayado, ni que el Karlos Arguiñano real sea alguien completamente distinto al Karlos Arguiñano personaje. Pudiera ser: los artificios del espectáculo pueden confundir hasta a los más cínicos, pero ni Marlon Brando podría engañar a tanta gente tantos años, saliendo a diario por la tele.

Habrá quien vea su programa con un cuadernito para cocinar la receta luego. Yo lo veía (aunque lo dejé hace tiempo) por los chascarrillos. En una tele en la que hasta las toses van consignadas en un guion y los cómicos leen los chistes en el telepronter, un señor que a la hora de comer cantaba canciones donde los conejos no son roedores y los nabos no son tubérculos y contaba los mismos chistes malos que cuenta tu suegro los domingos era alucinante.

Por eso sus disculpas por el chiste sobre una violación que contó en ‘El homiguero’ suenan tan naturales como el propio chiste. Estaba consternado, “destrozao”, como dijo él, y hay que ser muy cretino para no entenderle y agradecerle las disculpas. Pero en ese plano tan insólito de un señor pidiendo perdón sin añadir peros ni atenuantes había algo más perverso: Arguiñano hablaba desde el fondo de un foso, atrapado en una trampa que la propia tele le había tendido. Esa misma industria que celebra siempre su espontaneidad, le ha castigado por ella. Así funciona este espectáculo traidor, que te incita a ser tú mismo y te guillotina en cuanto te muestras como eres.

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