Imagen: Diario Sur / Protesta de Shangay Lily ante Mariano Rajoy, 2010-11-04 |
Nacido en El Palo hace 53 años, la primera ‘dragqueen’ de España fallece dejando tras de sí una estela de reivindicación y ‘artivismo’.
Iván Gelibter | Diario Sur, 2016-04-13
http://www.diariosur.es/gente-estilo/201604/13/activismo-gay-muere-shangay-20160413000428.html
«Mari, ¿me pasas el popper?». Esta frase, tan escuchada en cualquier cuarto oscuro desde Chueca hasta Torremolinos, fue el título que Shangay Lily escogió como encabezado de su ‘Diccionario homosexual de la A a la Z’. Aunque solo fuera el nombre de una obra, sí que podía ser usada como ejemplo para definir el carácter reivindicativo de la vida de la que fuera la primera ‘dragqueen’ televisiva de España –participó en los 90 en programas como ‘Esta noche, sexo’, ‘Esta noche cruzamos el Mississippi’, ‘La noche prohibida’ e incluso en el reality de Antena 3, ‘La Granja’–, fallecido ayer tras una larga enfermedad.
Lily defendía, o más bien denunciaba, la deriva que el colectivo LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) tomó en el mundo occidental tras los Disturbios de Stonewall, ocurridos en 1969 en Nueva York y que originaron el movimiento gay moderno; desde la llegada del conservadurismo homosexual –y la confusión de lo gay con la heteronormatividad y la igualdad de derechos– hasta lo que él mismo calificó como ‘gaycapitalismo’, un término acuñado para criticar la realidad de barrios como Chueca, en cuya creación fue parte esencial hasta que se opuso a ese modelo.
Shangay Lily decía que no tenía país, y que su única nacionalidad era el vientre de su madre, del que nació hace 53 años en Málaga. Entre el Bahía y las Cuatro Esquinas, en la barriada de El Palo, tenía ella la casa, a la que siempre vino a visitar hasta hace dos años, cuando falleció. El escritor local Santos Moreno, muy amigo de Shangay, recuerda aquella noche en la que el activista le mandó simplemente una foto del mar, algo que le bastó para entender qué había pasado. «Una de las primeras veces que se celebró el Orgullo Gay en Málaga, recuerdo como mi amiga se subió al escenario, situado en la Plaza de la Merced; allí no dudó en gritar a los cuatro vientos que Málaga era gay, que la plaza era gay».
Dada la valentía de la que siempre se caracterizó Shangay Lily, lo cierto es que sería injusto calificarlo de huída, pero cuando surgió en Madrid la Movida de los 80, no lo dudó ni un solo momento. Pedro Ortega, uno de los portavoces de Aleas (colectivo LGTB dentro de IU, partido en el que militaba), explica que, pese a ser en un principio producto de los medios, nunca cejó en su empeño de denunciar el viaje del movimiento gay «a una suerte de capitalismo rosa», cuyo paradigma era el Orgullo de Madrid, en los últimos años carente de fondo y contenido político o reivindicativo.
El 'artivismo' de Shangay
Actor de cine y de teatro, escritor, activista (o ‘artivista’, como le gustaba a él que lo llamaran) y articulista, Shangay Lily era mucho más que eso. Feminista hasta la médula, su radicalismo bien entendido no le permitía callar ante una injusticia, o enfrentarse al poderoso. Durante la campaña de las elecciones andaluzas de 2012, Shangay tuvo un fuerte enfrentamiento en Twitter con la parlamentaria Esperanza Oña, a la que le afeó un vídeo sobre la prevención del VIH, toda vez que el Gobierno central había recortado los fondos en esta materia. Similar fue su intensa disputa con Rajoy en 2010, al que interrumpió en un acto con el grito de «basta de homofobia en el PP», en referencia al recurso por el matrimonio igualitario.
«Me da pena que fuera tan poco reconocido», señala Santos Moreno sobre Shangay, que aunque fuera el creador de la primera publicación escrita de carácter gay y gratuita (’Shangay Express’, 1993), hoy en día sus caminos iban por otro lado. La defensa de Alfon –el joven sindicalista preso tras una huelga–, las críticas al Gobierno, y hasta sus disgustos con Podemos centraban sus artículos en el diario Público.
Escritor, actor, artivista, maricón orgulloso, feminista, ateo y rojo; así se definía a sí mismo un Shangay Lily que era mucho más que una ‘dragqueen’ o un articulista. Él, que nació en El Palo, vivió en Madrid pero que tuvo a Stonewall como referencia, es y será un referente para todo el colectivo; ese que a veces olvida que nuestros derechos no fueron conseguidos con equidistancias o indiferencias, sino con piedras, lucha y feminismo.
Lily defendía, o más bien denunciaba, la deriva que el colectivo LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) tomó en el mundo occidental tras los Disturbios de Stonewall, ocurridos en 1969 en Nueva York y que originaron el movimiento gay moderno; desde la llegada del conservadurismo homosexual –y la confusión de lo gay con la heteronormatividad y la igualdad de derechos– hasta lo que él mismo calificó como ‘gaycapitalismo’, un término acuñado para criticar la realidad de barrios como Chueca, en cuya creación fue parte esencial hasta que se opuso a ese modelo.
Shangay Lily decía que no tenía país, y que su única nacionalidad era el vientre de su madre, del que nació hace 53 años en Málaga. Entre el Bahía y las Cuatro Esquinas, en la barriada de El Palo, tenía ella la casa, a la que siempre vino a visitar hasta hace dos años, cuando falleció. El escritor local Santos Moreno, muy amigo de Shangay, recuerda aquella noche en la que el activista le mandó simplemente una foto del mar, algo que le bastó para entender qué había pasado. «Una de las primeras veces que se celebró el Orgullo Gay en Málaga, recuerdo como mi amiga se subió al escenario, situado en la Plaza de la Merced; allí no dudó en gritar a los cuatro vientos que Málaga era gay, que la plaza era gay».
Dada la valentía de la que siempre se caracterizó Shangay Lily, lo cierto es que sería injusto calificarlo de huída, pero cuando surgió en Madrid la Movida de los 80, no lo dudó ni un solo momento. Pedro Ortega, uno de los portavoces de Aleas (colectivo LGTB dentro de IU, partido en el que militaba), explica que, pese a ser en un principio producto de los medios, nunca cejó en su empeño de denunciar el viaje del movimiento gay «a una suerte de capitalismo rosa», cuyo paradigma era el Orgullo de Madrid, en los últimos años carente de fondo y contenido político o reivindicativo.
El 'artivismo' de Shangay
Actor de cine y de teatro, escritor, activista (o ‘artivista’, como le gustaba a él que lo llamaran) y articulista, Shangay Lily era mucho más que eso. Feminista hasta la médula, su radicalismo bien entendido no le permitía callar ante una injusticia, o enfrentarse al poderoso. Durante la campaña de las elecciones andaluzas de 2012, Shangay tuvo un fuerte enfrentamiento en Twitter con la parlamentaria Esperanza Oña, a la que le afeó un vídeo sobre la prevención del VIH, toda vez que el Gobierno central había recortado los fondos en esta materia. Similar fue su intensa disputa con Rajoy en 2010, al que interrumpió en un acto con el grito de «basta de homofobia en el PP», en referencia al recurso por el matrimonio igualitario.
«Me da pena que fuera tan poco reconocido», señala Santos Moreno sobre Shangay, que aunque fuera el creador de la primera publicación escrita de carácter gay y gratuita (’Shangay Express’, 1993), hoy en día sus caminos iban por otro lado. La defensa de Alfon –el joven sindicalista preso tras una huelga–, las críticas al Gobierno, y hasta sus disgustos con Podemos centraban sus artículos en el diario Público.
Escritor, actor, artivista, maricón orgulloso, feminista, ateo y rojo; así se definía a sí mismo un Shangay Lily que era mucho más que una ‘dragqueen’ o un articulista. Él, que nació en El Palo, vivió en Madrid pero que tuvo a Stonewall como referencia, es y será un referente para todo el colectivo; ese que a veces olvida que nuestros derechos no fueron conseguidos con equidistancias o indiferencias, sino con piedras, lucha y feminismo.
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