miércoles, 20 de abril de 2016

#hemeroteca #homofobia #futbol | Roja a la homofobia

Imagen: La Verdad / Jesús y David
Roja a la homofobia.
Un joven gaditano de 21 años se convierte en el primer árbitro español en salir del armario. «Maricón» es lo más suave que oye en los partidos de Tercera División cadete que dirige.
Inés Gallastegui | La Verdad, 2016-04-20
http://www.laverdad.es/murcia/sociedad/201604/12/roja-homofobia-20160412015955-v.html

Maricón, te vas a hartar de comer pollas» y «comepollas, te gusta que te partan el culo» no son frases que uno espera escuchar en el trabajo... excepto si es árbitro de fútbol. Jesús Tomillero, de 21 años, tuvo que escuchar esas y otras lindezas el 26 de marzo, durante los 90 minutos que duró el partido de Tercera División cadete entre la Peña Madridista Linense y El Mirador en La Línea de la Concepción (Cádiz). Los incidentes podrían haber pasado desapercibidos si no fuera porque el destinatario de los improperios es gay. Y porque aquel sábado llegó a su casa llorando, humillado, como tantos otros, pero después tomó una decisión: los insultos no van en el sueldo. La Federación Arco Iris ha denunciado ante la fiscalía, en su nombre, al utillero y a un jugador de la Peña, autores de la afrenta. Para el primero pide 4 años de cárcel. «Yo nunca me he escondido», asegura el primer árbitro del país en salir del armario.

Jesús tuvo una infancia complicada. Su padre murió cuando él tenía 3 años y su madre lo dejó a cargo de otros familiares. De niño no le gustaba jugar al fútbol, pero ya sabía que era homosexual y que quería ser árbitro. «Es mi pasión», admite. A los 11 años pitó su primer encuentro amistoso y a los 15 les confesó a sus abuelos que le gustaban los chicos. «Mi abuela tiene 78 años y lo está asimilando», admite.

Ahora compagina su actividad como colegiado -gana entre 15 y 50 euros por jornada- con la venta de seguros en una agencia y su empleo en un pub de La Línea. Su pareja, David, con el que vive, trabaja en el asadero de pollos de sus padres. «Nos queremos casar en agosto», revela, ilusionado. Hace más de un año publicó en su muro de Facebook una foto de los dos con un comentario: «Aquí está mi felicidad».

Pero ahí estaba también su desgracia. David le acompañó una vez a un partido. «Lo pasó muy mal. Me apoya, pero no ha vuelto más», reconoce el joven colegiado. Porque los insultos de hace dos semanas no eran algo aislado. «No es la primera vez que me ocurre, pero ya me he cansado y no me callo más -zanja-. Lo peor es que ocurra en partidos con chavales de 15 y 16 años. Les están inculcando la homofobia, que está penada por la Justicia. El mundo del fútbol es machista y homófobo».

Un supuesto fuera de juego torció aquel partido. El encargado de material del equipo local le recriminó con gestos y gritos por no haberlo visto. Cuando Jesús le advirtió de que iba a expulsarle si no se calmaba, el utillero empezó a soltar groserías, rematadas por un amenazante «Te espero fuera». A los insultos se unió más tarde un jugador del conjunto linense, un adolescente. Los dos acabaron fuera del campo, pero el acoso no cesó. Terminado el encuentro, dos chavales tiraron piedras contra la puerta de su vestuario.

Que vengan los bomberos
El delegado de campo, lejos de apoyar al árbitro agredido, respondió a sus peticiones de que llamara a la Policía con recochineo: «No, mejor que vengan los bomberos».

Tomillero lamenta la falta de apoyo del Comité de Árbitros de Cádiz y prefiere no pensar que su reciente caída en la clasificación para el ascenso de categoría -del puesto 13 al 44- tenga que ver con este incidente. Teme que la Real Federación Andaluza de Fútbol espere a que se calme el revuelo mediático para sancionarle; no se ha puesto en contacto con él, pero le ha hecho llegar que sus declaraciones públicas serán castigadas con la suspensión.

El Sindicato de Árbitros no es tan diplomático: considera «irrisorias» las sanciones impuestas a los infractores -30 euros y 9 partidos para el empleado, 4 para el jugador- y acusa a ambos organismos de tratar de «silenciar» al denunciante.

El joven gaditano se siente «arropado por los miles de mensajes» de apoyo que le llegan estos días, tanto de España como de otros países. Le han mostrado su solidaridad Nuevas Generaciones del PP -a cuya organización local pertenece- y la presidenta andaluza, la socialista Susana Díez. «Algunos árbitros se han ofrecido a prepararme para las pruebas físicas y teóricas de ascenso de categoría», revela Jesús, que sueña con pitar en primera.

El domingo asistió al partido del Cádiz frente al Sevilla Atlético desde el palco de autoridades del Ramón de Carranza. La peña Nenas Cadistas exhibió banderas y globos multicolores. Y los jugadores de ambos equipos saltaron al campo con una pancarta: 'Roja directa a la homofobia'.

Lo que no ha conseguido, de momento, es que ningún otro árbitro homosexual dé un paso al frente. «Les da miedo», reconoce Jesús, que no se arrepiente de su decisión. «Soy libre de amar a quien quiera».

Antecedentes
Un entorno homófobo. Dirigir insultos homófobos es un clásico en el mundo del fútbol. Da igual si quien los recibe es gay o no. El entrenador del Nápoles, Maurizio Sarri, fue suspendido en enero con dos partidos por llamar «marica» al técnico del Inter, Roberto Mancini.

También machista. En 2015 llegaron a la Comisión Antiviolencia los improperios a la gaditana Laura Jiménez, árbitra de regional. «¿No les gusta que esté aquí? Pues aquí estoy», retó la joven a sus acosadores.

No es el primero. En Turquía lo tienen peor: Halil Ibrahim Dincdag fue expulsado del colegio de árbitros tras salir del armario. Y el fútbol no es el único deporte homófobo. El galés Nigel Owens, árbitro de rugby, le echó valor y se declaró gay en 2007.

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