Imagen: Vanity Fair / Juan Ferrero |
Juan Ferrero fue el primer culturista en lograr el título de Mr. Universo. Su éxito fue silenciado por el régimen franquista, que consideraba el culturismo como un deporte de homosexuales.
Diego Parrado | Vanity Fair, 2017-07-01
http://www.revistavanityfair.es/celebrities/articulos/juan-ferrero-primer-mister-universo-silenciado-por-franco-culturismo-arnold-schwarzennegger/24887
Ni siquiera cuando hay que rebautizar una calle dedicada al General Mola, o retirar un monumento erigido en honor al Caudillo, se acuerdan nuestros políticos de Juan Ferrero, el primer Míster Universo. El atleta no encaja en ninguna de las categorías de víctimas de Franco: Ferrero no era homosexual, ni rojo. Nacido en 1918 en Puente Almuhey, un pueblo de la cuenca minera de León, Juan Ferrero, de hecho, lo tenía todo para convertirse en el héroe del franquismo. Era educado, guapo y fuerte como un toro. Había batido el récord mundial de levantamiento en peso muerto, y en 1937 fue proclamado Mejor Atleta de Europa. Unas cualidades que, por ejemplo, Franco podría haber aprovechado para disimular los pírricos resultados de las Olimpiadas de 1952, donde España solo ganó una medalla de plata en la categoría de tiro olímpico.
Ese mismo verano de 1952, precisamente, Juan Ferrero se convirtió en el primer deportista en conseguir el título profesional de Míster Universo, un concurso que todavía hoy se celebra y que es uno de los de mayor prestigio en el mundo del culturismo. El trofeo que ganó Ferrero, para que nos hagamos una idea, es el mismo que dieciséis años después daría a conocer a Arnold Schwarzenegger y le abriría las puertas de Hollywood. La prensa española de la época, sin embargo, guardó silencio ante la victoria de Juan Ferrero.
Francés, dandi y además bailarín
Dos teorías explican el desdén de la dictadura por el atleta. Según la primera, las hazañas de Ferrero jamás aparecieron en el NODO porque, en los años veinte, su familia abandonó el país de la piel de toro y emigró a Burdeos. Fue allí, en la ciudad a orillas del Garona, donde Juan encontró su vocación. Desde muy joven, practicaba gimnasia, pero fue después de ver unas fotos del atleta Marcel Rouet en la revista ‘La Culture Physique’, cuando decidió dedicarse profesionalmente al culturismo. Luego, en 1939, se casó en la misma ciudad francesa con la bailarina Magdalena Isabel Martínez, con la que tuvo dos hijos, Rodolfo y Ana. Juan Ferrero, en definitiva, era más francés que español, o así lo consideró Franco.
Tampoco ayudó que, al estallar la Guerra Civil, el padre de Juan se hubiera alistado a las Brigadas Internacionales, llegando a ser capturado y condenado a muerte. Puede que Juan Ferrero lograra levantar 190 kilos de peso muerto a un brazo, pero no por ello dejaba de ser el hijo de un rojo.
Por otro lado, su entrenamiento en la escuela francesa, que combinaba el entrenamiento físico con el del intelecto y los buenos modales, lo había convertido en un dandi al que además su mujer había enseñado a bailar, lo cual nos lleva a la segunda teoría: si Franco, dispuesto siempre a exaltar las victorias de sus héroes, hizo caso omiso de las del leonés, fue porque el culturismo le parecía “una mariconada” y, por tanto, unos maricones los que lo practicaban.
El culturismo como tapadera gay
Escribe Fernando Olmeda en ‘El látigo y la pluma’, que detrás del discurso homófobo del nacionalcatolicismo latía un claro deseo homoerótico. Mediante su persecución a sangre y fuego, los censores franquistas no pretendían otra cosa que expulsarlo de su interior. Tal vez por eso, fueron los primeros en entender que los ‘slips’ y las piernas depiladas de Míster Universo, desafiaban los principios del movimiento como el peor de sus enemigos masones.
No andaban desencaminados. Revistas como las que descubrieron a Ferrero su vocación culturista, despertaron en otros jóvenes apetitos prohibidos, y es de suponer que si las fotografías del leonés se hubiesen publicado en alguna revista española, su “físico elegante, con reminiscencias del clasicismo griego, perfecto en proporciones, con abdominales firmemente esculpidos con el cincel de las pesas” (así lo describe Fernando Olmeda en su libro citado), hubiesen causado estragos en los jóvenes españoles. El mismo deseo despertaba ya Ben-Hur en las pantallas de cine, o la imagen de San Sebastián asaeteado por los arqueros de Diocleciano en los seminarios, pero mientras que estos operaban en el terreno de la fantasía y los sueños, los culturistas como Ferrero eran de carne y hueso.
Los homosexuales americanos, de hecho, llevaban años explotando el filón homoerótico del culturismo. La famosa revista ‘Athletic Model Guild’, por ejemplo, usaba dede 1945 este deporte como tapadera para vender porno gay. También fue muy conocida la ‘Grecian Guild Pictorial’, que tuvo la novedosa idea de sumar a los artículos sobre gimnasia y nutrición una sección de contactos. Gracias a esta iniciativa, apareció una de las primeras comunidades gay de los Estados Unidos. Sin comerlo ni beberlo, los culturistas apadrinaron las revueltas de Stonewall.
Levantando pesas en la clandestinidad
En España, lo más parecido que tuvimos a la ‘Grecian Guild Pictorial’ fue la revista ‘Las Pesas’. El interés de ésta por el culturismo y los ejercicios de desarrollo muscular, sin embargo, era verdadero. No vimos aquí, para desgracia de los homosexuales españoles, las guías de ‘cruising’ que publicó la revista americana, ni sus relatos eróticos. A cambio, ‘Las Pesas’ organizó la primera competición de culturismo de Madrid: Míster las Pesas 1964.
Fue delirante. Dado que, para convocar reuniones de más de 20 personas, en la dictadura había que solicitar un permiso que a los culturistas nunca se les concedía, los aspirantes a Míster Las Pesas tuvieron que competir por correspondencia, enviando sus fotografías a la revista para que el jurado eligiera al vencedor. El anuncio del certamen rezaba lo siguiente: “¡Participe usted en la elección del Mr. Las Pesas! Un concurso para nuestros lectores. Remita tres fotos junto con sus medidas y nuestros colaboradores elegirán al culturista más proporcionadamente musculado.” En esa primera edición, el mejor fue Jaime Gallostra.
Solo un año después, el gimnasio Heracles, verdadero refugio culturista de la época, celebró otro concurso tan alucinante como el de ‘Las Pesas’: Míster Madrid. Tampoco en esta ocasión se logró obtener el permiso policial oportuno, y los atletas aspirantes al título, tuvieron que reunirse de manera clandestina en los sótanos de una cafetería del madrileño barrio de Ibiza, mientras dos vigilaban las puertas del local. Puede que no fueran homosexuales, pero tenían que guardar las mismas cautelas que éstos.
Por lo que respecta a Juan Ferrero, llevaba muerto casi una década cuando estos primeros concursos de culturismo comenzaron a celebrarse en España. Había fallecido en 1958, en un accidente de tráfico. Años mas tarde, en 1974, Arnold Schwarzennegger, tres veces Míster Universo, visitó nuestro país para entregar el trofeo de Míster Madrid. Seguíamos entonces sin enterarnos de que el primero había sido español. Fue víctima de los complejos de Franco.
Ese mismo verano de 1952, precisamente, Juan Ferrero se convirtió en el primer deportista en conseguir el título profesional de Míster Universo, un concurso que todavía hoy se celebra y que es uno de los de mayor prestigio en el mundo del culturismo. El trofeo que ganó Ferrero, para que nos hagamos una idea, es el mismo que dieciséis años después daría a conocer a Arnold Schwarzenegger y le abriría las puertas de Hollywood. La prensa española de la época, sin embargo, guardó silencio ante la victoria de Juan Ferrero.
Francés, dandi y además bailarín
Dos teorías explican el desdén de la dictadura por el atleta. Según la primera, las hazañas de Ferrero jamás aparecieron en el NODO porque, en los años veinte, su familia abandonó el país de la piel de toro y emigró a Burdeos. Fue allí, en la ciudad a orillas del Garona, donde Juan encontró su vocación. Desde muy joven, practicaba gimnasia, pero fue después de ver unas fotos del atleta Marcel Rouet en la revista ‘La Culture Physique’, cuando decidió dedicarse profesionalmente al culturismo. Luego, en 1939, se casó en la misma ciudad francesa con la bailarina Magdalena Isabel Martínez, con la que tuvo dos hijos, Rodolfo y Ana. Juan Ferrero, en definitiva, era más francés que español, o así lo consideró Franco.
Tampoco ayudó que, al estallar la Guerra Civil, el padre de Juan se hubiera alistado a las Brigadas Internacionales, llegando a ser capturado y condenado a muerte. Puede que Juan Ferrero lograra levantar 190 kilos de peso muerto a un brazo, pero no por ello dejaba de ser el hijo de un rojo.
Por otro lado, su entrenamiento en la escuela francesa, que combinaba el entrenamiento físico con el del intelecto y los buenos modales, lo había convertido en un dandi al que además su mujer había enseñado a bailar, lo cual nos lleva a la segunda teoría: si Franco, dispuesto siempre a exaltar las victorias de sus héroes, hizo caso omiso de las del leonés, fue porque el culturismo le parecía “una mariconada” y, por tanto, unos maricones los que lo practicaban.
El culturismo como tapadera gay
Escribe Fernando Olmeda en ‘El látigo y la pluma’, que detrás del discurso homófobo del nacionalcatolicismo latía un claro deseo homoerótico. Mediante su persecución a sangre y fuego, los censores franquistas no pretendían otra cosa que expulsarlo de su interior. Tal vez por eso, fueron los primeros en entender que los ‘slips’ y las piernas depiladas de Míster Universo, desafiaban los principios del movimiento como el peor de sus enemigos masones.
No andaban desencaminados. Revistas como las que descubrieron a Ferrero su vocación culturista, despertaron en otros jóvenes apetitos prohibidos, y es de suponer que si las fotografías del leonés se hubiesen publicado en alguna revista española, su “físico elegante, con reminiscencias del clasicismo griego, perfecto en proporciones, con abdominales firmemente esculpidos con el cincel de las pesas” (así lo describe Fernando Olmeda en su libro citado), hubiesen causado estragos en los jóvenes españoles. El mismo deseo despertaba ya Ben-Hur en las pantallas de cine, o la imagen de San Sebastián asaeteado por los arqueros de Diocleciano en los seminarios, pero mientras que estos operaban en el terreno de la fantasía y los sueños, los culturistas como Ferrero eran de carne y hueso.
Los homosexuales americanos, de hecho, llevaban años explotando el filón homoerótico del culturismo. La famosa revista ‘Athletic Model Guild’, por ejemplo, usaba dede 1945 este deporte como tapadera para vender porno gay. También fue muy conocida la ‘Grecian Guild Pictorial’, que tuvo la novedosa idea de sumar a los artículos sobre gimnasia y nutrición una sección de contactos. Gracias a esta iniciativa, apareció una de las primeras comunidades gay de los Estados Unidos. Sin comerlo ni beberlo, los culturistas apadrinaron las revueltas de Stonewall.
Levantando pesas en la clandestinidad
En España, lo más parecido que tuvimos a la ‘Grecian Guild Pictorial’ fue la revista ‘Las Pesas’. El interés de ésta por el culturismo y los ejercicios de desarrollo muscular, sin embargo, era verdadero. No vimos aquí, para desgracia de los homosexuales españoles, las guías de ‘cruising’ que publicó la revista americana, ni sus relatos eróticos. A cambio, ‘Las Pesas’ organizó la primera competición de culturismo de Madrid: Míster las Pesas 1964.
Fue delirante. Dado que, para convocar reuniones de más de 20 personas, en la dictadura había que solicitar un permiso que a los culturistas nunca se les concedía, los aspirantes a Míster Las Pesas tuvieron que competir por correspondencia, enviando sus fotografías a la revista para que el jurado eligiera al vencedor. El anuncio del certamen rezaba lo siguiente: “¡Participe usted en la elección del Mr. Las Pesas! Un concurso para nuestros lectores. Remita tres fotos junto con sus medidas y nuestros colaboradores elegirán al culturista más proporcionadamente musculado.” En esa primera edición, el mejor fue Jaime Gallostra.
Solo un año después, el gimnasio Heracles, verdadero refugio culturista de la época, celebró otro concurso tan alucinante como el de ‘Las Pesas’: Míster Madrid. Tampoco en esta ocasión se logró obtener el permiso policial oportuno, y los atletas aspirantes al título, tuvieron que reunirse de manera clandestina en los sótanos de una cafetería del madrileño barrio de Ibiza, mientras dos vigilaban las puertas del local. Puede que no fueran homosexuales, pero tenían que guardar las mismas cautelas que éstos.
Por lo que respecta a Juan Ferrero, llevaba muerto casi una década cuando estos primeros concursos de culturismo comenzaron a celebrarse en España. Había fallecido en 1958, en un accidente de tráfico. Años mas tarde, en 1974, Arnold Schwarzennegger, tres veces Míster Universo, visitó nuestro país para entregar el trofeo de Míster Madrid. Seguíamos entonces sin enterarnos de que el primero había sido español. Fue víctima de los complejos de Franco.
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