lunes, 3 de julio de 2017

#hemeroteca #gestacionsubrogada | Tu cuerpo es mío: Putas, Vasijas y el Feminismo Rottenmeier

Ilustración de @iluros
Tu cuerpo es mío: Putas, Vasijas y el Feminismo Rottenmeier.
Lucy Sombra | Zorras y Brujas, 2017-07-03

http://www.zorrasybrujas.com/cuerpo-mio-putas-vasijas-feminismo-rottenmeier/ 

“Mi cuerpo es mi genuino patrimonio”
Mario Benedetti

El feminismo está vivo y en constante revisión. Y menos mal. La lectura que hago de las discrepancias es positiva: los debates se dan porque seguimos construyendo, lo que casi siempre es síntoma de gozar de sana democracia interna, de no haber alcanzado un estado de enquistamiento, de seguir siendo aprendientes dentro de este movimiento -por suerte para nosotrxs, tan plural. Aunque compartimos preceptos básicos derivados de la lucha feminista mantenida durante décadas, existen actualmente opiniones enfrentadas en torno a dos temas en particular: prostitución y gestación subrogada.

Meto estos dos temas en el mismo saco porque me parece que, en muchos puntos, la base de los argumentos en contra de ambos parte de la misma idea. Parece ser que para las abolicionistas y las anti-gestación subrogada el clásico ‘Mi Cuerpo Es Mío’ viene con letra pequeña o alguna que otra excepción. Parece ser que otra de las consignas feministas más populares ‘Mi cuerpo/ mi vida/ mi forma de follar/ no se arrodillan ante el sistema patriarcal’, también lleva algún que otro ‘pero’ detrás, alguna que otra matización.

Demonización de la pareja homosexual

Uno de los argumentos estrella que más he leído dirigido a las parejas gais o lesbianas es este: querer ser madre o padre por gestación subrogada (porque biológicamente no es posible) se considera un ‘capricho’, un acto egoísta, egocéntrico y narcisista. Si dos hombres quieren tener un hijx por gestación subrogada se tilda de ‘egoísmo falocéntrico’ (¡!). Lo que te vienen a decir lxs que así opinan es, reformulado, básicamente esto: te jodes con lo que te ha dado la naturaleza. Me pregunto dónde queda la ciencia y los avances médicos en investigación en general, tan por la labor de joder lo que la naturaleza (o Dios, que también decide nuestro destino) muchas veces nos regala en forma de todo tipo de enfermedades y dolencias. Me pregunto si vamos a boicotear también a las que echan mano de los bancos de semen, las clínicas de fertilidad, y otras técnicas de reproducción asistida; todas opciones tan poco naturales.

Lxs que blanden la espada del inevitable destino biológico a continuación les sueltan: ¡pues que adopten! y desarrollan todo decálogo humanitario revuelto con todo un argumentario medioambiental y ecológico sobre la superpoblación del planeta. Y digo yo, ¡qué malas personas y qué inconscientes las parejas cis hetero y todxs lxs fértiles del mundo!

Demonización del servicio: heteropatriarcado y gaypitalismo

El titular vendría a ser: pagar por un servicio es mal. Pagar pagar pagar sirve al capitalismo heteropatriarcal (aquí dejo esta línea por si alguien la quiere rapear). Y … ¡buena suerte!, porque sí, se paga por todo en el pueblo donde yo vivo y en todas partes, creo. Qué sucio esto de que se necesite dinero para –inserte aquí el verbo de su elección- o satisfacer sueños o deseos, para disfrutar de confort o tranquilidad o lo que sea que queramos comprar. ¿Hay plataformas para acabar con el dinero? ¡Yo quiero ir a sus asambleas! Ah, no, espera, ¿pero alguien aquí trabaja gratis? ¡Tantas décadas de lucha por la adquisición de derechos laborales y sueldos dignos y lo errado que estaba el tiro, oye! Pues a mí me parece bastante más rastrero y bastante más mezquino pedirle a alguien que de un servicio o que trabaje gratis. ¿Realmente dónde está lo terrible en que una persona cobre por sexo o por llevar en su vientre el bebé de otra(s) persona(s)? ¿Se contemplan todos los escenarios, todas las circunstancias posibles, todas las situaciones personales? Los argumentos supuestamente heteropatriarcales y gaypitalistas los encontrarán ustedes en la puerta de su parroquia más cercana, pregunten a sus amigxs moralistas (y homófobos) más cercanos, asistan a alguna asamblea de nostálgicxs del comunismo de hace dos siglos o manden un wasap a sus prejuicios (que le responderán ipso facto con una carita roja enrabietada). El estigma no nace, se hace; para hacer su estigma perfecto no lean, no se informen, enquístense en el pedestal desde el que enjuician la vida y elecciones personales de lxs demás y disfruten. Si quieren hablar de los derechos de los bebés gestados en embarazos subrogados, pueden quedar a tomar café con lxs católicos anti-aborto e intercambien opiniones.

Demonización de la puta y la vasija: las mujeres
Este es el último grito en alienación. La eterna nomenclatura y adjetivación en torno al cuerpo de la mujer, su coño (que ahora resulta que es tuyo) y su útero (que ahora resulta que necesita de tu consentimiento). Se habla largo y aburrido sobre los riesgos del embarazo (¡dios mío! ¡Yo también estuve una vez embarazada! ¿Podría haber muerto?), las secuelas, lo traumático de todo. Como siempre, las voces de las trabajadoras del sexo (algunas muy empoderadas, por cierto, y muy puestas en esto de la Cosa Feminista) o de las mujeres gestantes son silenciadas o ninguneadas. En todo ese blabla yo sólo veo actitudes paternalistas, infantilización de la mujer, misoginia interiorizada y exteriorizada (¿de verdad nos vamos a llamar “vasijas” / ”vientres de alquiler”?), en definitiva, mucho feminismo Rottenmeier. Argumentos falaces que quieren ser anti-patriarcado pero que son machismo de manual, discursos ajenos a la realidad que resultan hipócritas pues no tienen la misma actitud con la realidad laboral de esas mismas personas y esos mismos perfiles en otros puestos de trabajo, otros servicios: ay, ay, la doble moral. En esas actitudes acusatorias y juicios reprobatorios yo veo sobre todo reproducción de las estructuras de poder de siempre: porque yo sé lo que te conviene, lo que es mejor para ti, tú no lo ves, tú no te das cuenta, estás alienada, tengo que protegerte, tengo que salvarte, me necesitas. Paradójicamente, son las abolicionistas y las anti-gestación subrogada las que tratan a la mujer como una mercancía, las que nos cosifican y las que insisten en el lenguaje ofensivo sobre su cuerpo. ¡Pues vamos a apropiarnos también de los insultos! En otra vuelta de tuerca, reivindicaremos desde el feminismo no-hegemónico la apropiación de las palabras; y desde ahí gritaremos que queremos tener la libertad de ser putas, vasijas, feminazis o lo que sea que nos venga en gana ser.

La necesidad de tener un marco legal que ofrezca garantías y consolide derechos laborales son mi manera de entender cómo se combate la precariedad, la feminización de la pobreza, las desigualdades socio-económicas y la total desprotección que sólo trae miserias. Nos iría bastante mejor si dejáramos de medirnos el tamaño de nuestro feminismo, de culparnos, de acusarnos, si dejáramos de ser intrusivas Señoritas Rottenmeiers que ordenan, dictan y mandan sobre otras mujeres, sus vidas, sus cuerpos, sus embarazos y sus formas de follar.

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