Imagen:Izquierda Diario / Carlitos, protagonista de 'El Ángel' |
Eduardo Nabal | La Izquierda Diario, 2019-03-10
http://www.izquierdadiario.es/El-Angel-muerte-humor-negro-y-antiheroismo-en-la-Argentina-de-los-70
Película argentina cuando menos “distinta” y “desbocada” que mezcla la comedia sexual, el melodrama familiar, el thriller con humor negro y la sátira social.
El filme parte de un hecho real, de un personaje de carne y hueso, de la historia de un joven que se convirtió en una suerte de demonio para la opinión pública y la prensa sensacionalista por el calibre de sus crímenes (robos y asesinatos) y por su conducta que se tilda de antisocial. Es ahí donde el trabajo sólido y a ratos sórdido (sin perder un atisbo de un extraño dinamismo y buenas dosis de humor negro) se desmarca de la “historia oficial” creando una suerte de personaje antiheroico, con una visión cínica de la existencia e incapaz de calibrar el alcance de su periplo como ladrón a mano armada por diferentes mansiones y comercios de la Argentina de los años 70 en plena ebullición social y bajo el manto ambivalente del peronismo.
El filme, no obstante, elude cualquier suerte de didactismo a favor de mostrar un personaje psicológicamente desbocado en un entorno marcado por la codicia, el miedo, la doble moral y el ansia de poder. La intervención de “El Deseo filmes” (productores también de la impagable “Relatos salvajes”) en la producción, le permite además desarrollar con mayor barroquismo e ironía la ambigüedad sexual de nuestro singular “Carlitos” que ocupa casi todos los planos de una historia contada con un brío y ritmo que ya de por sí la dotan de interés. Aparte de sus matices, claroscuros, detalles sangrientos y tensión entre todos los personajes que, empezando por el joven protagonista, acaban cruzando la raya con “la normalidad” y “las reglas sociales” para situarse del lado del crimen semiorganizado y del amor más allá de las convenciones.
“El Ángel” elude el moralismo, aunque tampoco pretende eludir el siniestro periplo de Carlitos por el amor, el desvarío y la muerte, que apenas dejan mella en su expresión descarada y angelical. Su contacto casi amoroso con su colega Rubén y la suerte de nueva familia disfuncional que forma con los padres de este, son algunas de las cartas que el realizador Luis Ortega juega con mayor soltura, valentía y falta de tapujos.
La película no incide demasiado en las causas y si nos muestra con fuerza e ironía los actos del personaje principal que tiene una notable habilidad para moverse, entre el engaño y la trifulca, por un sendero y un ambiente marcados por la mediocridad y una suerte de hostilidad que va y viene con (y contra) nuestro imposible protagonista.
Así, un sabio humor negro con toques almodovarianos, acompaña a este thriller de calado “amoral” sobre un personaje disfuncional socialmente que realmente existió y que logra fascinar a la cámara en sus elegantes y sinuosos movimientos entre el crimen, la pasión, la mentira y la venganza. Irreprochable su factura técnica y la capacidad de combinar el horror con la poesía, el humor y el esperpento.
No estamos ante una película para amar a ninguno de sus personajes, pero si para sorprenderse con la personalidad del protagonista y su feroz interacción con todo lo que le rodea. Entre el nihilismo y la violencia cercana al absurdo, mezclada con toques románticos y de comedia en las relaciones entre los personajes principales, el filme logra un extraño distanciamiento no solo del protagonista sino de esa sociedad argentina de los años 70, de la que se erige en un producto extremo y en cierto sentido sintomático/patológico. El propio realizador reconoce haber minimizado algunos de los aspectos más sórdidos de la personalidad y andanzas de Carlitos para darle un toque pop y antiheroico con matices autorreferenciales y autobiográficos.
Arropada en una profusa sucesión de canciones de la época, “El Ángel”, desde su pesimismo humanista, puede provocar sentimientos encontrados dependiendo del tipo de público, pero esgrime resortes fílmicos, interpretativos y audiovisuales para no dejar indiferente a nadie.
El filme parte de un hecho real, de un personaje de carne y hueso, de la historia de un joven que se convirtió en una suerte de demonio para la opinión pública y la prensa sensacionalista por el calibre de sus crímenes (robos y asesinatos) y por su conducta que se tilda de antisocial. Es ahí donde el trabajo sólido y a ratos sórdido (sin perder un atisbo de un extraño dinamismo y buenas dosis de humor negro) se desmarca de la “historia oficial” creando una suerte de personaje antiheroico, con una visión cínica de la existencia e incapaz de calibrar el alcance de su periplo como ladrón a mano armada por diferentes mansiones y comercios de la Argentina de los años 70 en plena ebullición social y bajo el manto ambivalente del peronismo.
El filme, no obstante, elude cualquier suerte de didactismo a favor de mostrar un personaje psicológicamente desbocado en un entorno marcado por la codicia, el miedo, la doble moral y el ansia de poder. La intervención de “El Deseo filmes” (productores también de la impagable “Relatos salvajes”) en la producción, le permite además desarrollar con mayor barroquismo e ironía la ambigüedad sexual de nuestro singular “Carlitos” que ocupa casi todos los planos de una historia contada con un brío y ritmo que ya de por sí la dotan de interés. Aparte de sus matices, claroscuros, detalles sangrientos y tensión entre todos los personajes que, empezando por el joven protagonista, acaban cruzando la raya con “la normalidad” y “las reglas sociales” para situarse del lado del crimen semiorganizado y del amor más allá de las convenciones.
“El Ángel” elude el moralismo, aunque tampoco pretende eludir el siniestro periplo de Carlitos por el amor, el desvarío y la muerte, que apenas dejan mella en su expresión descarada y angelical. Su contacto casi amoroso con su colega Rubén y la suerte de nueva familia disfuncional que forma con los padres de este, son algunas de las cartas que el realizador Luis Ortega juega con mayor soltura, valentía y falta de tapujos.
La película no incide demasiado en las causas y si nos muestra con fuerza e ironía los actos del personaje principal que tiene una notable habilidad para moverse, entre el engaño y la trifulca, por un sendero y un ambiente marcados por la mediocridad y una suerte de hostilidad que va y viene con (y contra) nuestro imposible protagonista.
Así, un sabio humor negro con toques almodovarianos, acompaña a este thriller de calado “amoral” sobre un personaje disfuncional socialmente que realmente existió y que logra fascinar a la cámara en sus elegantes y sinuosos movimientos entre el crimen, la pasión, la mentira y la venganza. Irreprochable su factura técnica y la capacidad de combinar el horror con la poesía, el humor y el esperpento.
No estamos ante una película para amar a ninguno de sus personajes, pero si para sorprenderse con la personalidad del protagonista y su feroz interacción con todo lo que le rodea. Entre el nihilismo y la violencia cercana al absurdo, mezclada con toques románticos y de comedia en las relaciones entre los personajes principales, el filme logra un extraño distanciamiento no solo del protagonista sino de esa sociedad argentina de los años 70, de la que se erige en un producto extremo y en cierto sentido sintomático/patológico. El propio realizador reconoce haber minimizado algunos de los aspectos más sórdidos de la personalidad y andanzas de Carlitos para darle un toque pop y antiheroico con matices autorreferenciales y autobiográficos.
Arropada en una profusa sucesión de canciones de la época, “El Ángel”, desde su pesimismo humanista, puede provocar sentimientos encontrados dependiendo del tipo de público, pero esgrime resortes fílmicos, interpretativos y audiovisuales para no dejar indiferente a nadie.
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