Imagen: Google Imágenes / Hetaira en las calles de Madrid |
Hetaira, 2019-03-19
Recogido por: Rebelión, 2019-03-20
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=253812
Interior aeropuerto
-Caye: Mi amiga, que se va porque quiere.
-Policía: ¿Perdón?
-Caye: Que se va porque quiere, que no la echa nadie. Se va ella, a ver a su hijo.
-Policía: Estupendo.
-Caye: Nada más que eso.
(‘Princesas’, de Fernando León de Aranoa).
Hace justo hoy 24 años, el 12 de marzo de 1995, nacía en Madrid Hetaira, colectivo en defensa de los derechos de las prostitutas. Hoy, 24 años después, decidimos colectivamente que Hetaira llega a su fin. Ésta es, sin duda, la comunicación más difícil que hemos tenido que realizar en todos estos años de andadura.
Hetaira nace de las ganas de un grupo de mujeres (unas prostitutas y otras no) que, tras reunirse durante dos años antes pensando sobre las estrategias y necesidades de quienes ejercían la prostitución, decide dar el paso de alquilar un espacio en una calle de nombre hermoso, la calle del Desengaño (la misma que le producía “Malegría” a Manu Chao en su canción y, con parecido sentimiento, nos asentamos). Los últimos años nos trasladamos -obligadas por la gentrificación- a la calle Fuencarral, porque decidimos estar cerca de las mujeres más vulnerables entre quienes ejercen la prostitución: aquellas que captan a su clientela en la calle.
Hetaria creció y se hizo fuerte, gracias a las ganas y al impulso de un grupo de mujeres que tuvimos por bandera la generosidad; la generosidad por apoyarnos siempre, por aprender unas de otras y por estar dispuestas a compartir tristezas y alegrías, éxitos y fracasos. También supimos enfrentarnos a los conflictos internos y salir reforzadas de ellos, porque siempre supimos poner por delante lo único importante: la defensa de los derechos de las prostitutas desde nuestro pensamiento feminista.
Hetaira creció y se hizo fuerte, gracias a que había mujeres que tenían los pies en la tierra, que sabían qué necesidades materiales había que trabajar para mantener el local, para mantener el equipo, para buscar financiación, para crecer como asociación, para adentrarse en las instituciones.
Creció y se hizo fuerte, gracias a que había mujeres que echaban a volar la imaginación (no teníamos referentes, excepto alguna iniciativa en contextos distintos al nuestro) para cambiar la política tradicional e integrar la lucha de las prostitutas en los discursos sociales, políticos, culturales y económicos. Las prostitutas, por fin, son ya hoy sujet@s polític@s, le pese a quien le pese y están organizadas. Y estamos orgullosas en lo poco o mucho que hayamos podido influir para generar esta autoorganización en distintos puntos del país. Porque comenzamos solas, pero conseguimos generar alianzas indestructibles.
Creció y se hizo fuerte, gracias a que formamos parte de plataformas pro derechos internacionales, donde dejamos alguna pequeña huella y donde aprendimos de nuevas realidades y de otras posibles formas de actuar. También en la trata de personas y no solo en el trabajo sexual.
Creció y se hizo fuerte, gracias a que nos formamos, estudiamos y empapamos de realidad. Escribimos cientos de artículos, narramos nuestra experiencia en incontables charlas y mesas redondas y difundimos nuestras ideas a través de los medios de comunicación, del mundo de la cultura. Recordaremos siempre la primera vez que una puta puso el pie en una facultad no para ser “diseccionada” sino para impartir “saber”: explicar en qué consistía su trabajo y cuáles eran los derechos que reclamaban.
Creció y se hizo fuerte, gracias al contacto permanente con las prostitutas, algunas formando parte del colectivo y otras no, que nos recordaban cada día que era lo importante y que era accesorio. Porque había que estar en los polígonos, en los parques, en la Casa de Campo, en las esquinas, en los clubes, de noche y de día, con frío y con calor.
Creció y se hizo fuerte, relacionándose con cientos de mujeres que ejercen el trabajo sexual y estudiamos, junto a ellas, medidas y alternativas reales a sus diversas situaciones. Nos enriquecimos al encontrar una realidad diversa: mujeres de todas las edades, mujeres de diversas nacionalidades, mujeres racializadas, mujeres trans, mujeres lesbianas, mujeres bisexuales. Mujeres alucinantes.
Creció y se hizo fuerte, gracias a que animó a la autoorganización de las prostitutas en plataformas autónomas, en donde ellas tuvieran la palabra: la ya desaparecida Agrupación Montera y AFEMTRAS (en buenísimo estado de salud) por ejemplo. Y porque, en la medida de nuestras posibilidades, siempre estuvimos apoyando a las nuevas asociaciones que surgían en otras ciudades del país.
Creció y se hizo fuerte, gracias al empuje definitivo de las primeras líderes de entre las chicas de la calle, que arriesgaron todo porque nada tenían que perder. Que dieron la cara ante los medios de comunicación, que se plantaron ante los problemas e injusticias. Mujeres que sufrieron, en ocasiones, un estigma injusto y una persecución difícilmente soportable.
Creció y se hizo fuerte, gracias al activismo de todas; porque a lo largo de todos estos años, entraron y salieron a lo largo de todos estos años un buen puñado de mujeres que supieron dejar huella en quienes continuaron en el proyecto y que dejaron en Hetaira lo mejor de sí mismas. Lo hemos pasado en grande -el sentido del humor siempre fue nuestro gran aliado- organizando en todos estos años manifestaciones, concentraciones, conciertos, festivales, pasarelas de moda fashion, fiestas, aniversarios. Cualquier formato era bueno para llevar la realidad de las prostitutas a la agenda política y social.
No es fácil mantener un proyecto como Hetaira que necesita de muchas, muchísimas, horas de activismo: hay que salir cada semana a la calle, acudir a todas las reuniones precisas, atender a investigadoras y/o becarias, a artistas que llaman a nuestra puerta con su proyecto bajo el brazo (un documental, un proyecto fotográfico, una obra de teatro, un guión de cine), para atender a los medios de comunicación, para escribir artículos, para preparar ponencias y viajar a donde nos llamaran, para atender a las redes sociales, y, además, continuar formándonos ante las nuevas realidades que se presentan...
Así quisimos que fuera, no deseamos nunca ni un proyecto asistencial dirigido a las prostitutas ni mucho menos una asociación que se redujera a contratar personal que las atendiera. Y la apuesta significa horas de activismo en los tiempos libres de cada una de nosotras en el mejor de los casos, y en horas de sueño en el peor y más realista de los casos.
No sabríamos por dónde empezar a agradecer, tampoco tendríamos espacio suficiente para hacerlo.
Habéis sido tantas las personas que nos habéis acompañado a lo largo de todos estos años, haciendo que los momentos difíciles siempre se dulcificaran. Gracias a quienes nos ayudasteis a levantar cuando desesperábamos (y no solo económicamente). Gracias a quienes empujasteis siempre a nuestro lado. Gracias queridas y queridos socios. Gracias a quienes defendisteis nuestro trabajo en lugares no demasiado “amables”, Gracias a la vida por ponernos delante a tantísima gente inteligente y luchadora con quienes hemos trabajado en alianza durante todos estos años. Gracias en definitiva a todas las personas que en algún momento gritasteis a nuestro lado: ‘Yo Soy Hetaira’. Gracias, gente valiente.
Quienes nos conocéis bien sabéis que quienes conformamos Hetaira continuaremos trabajando en la defensa de los derechos humanos y por un feminismo que escuche y esté al lado de las necesidades de nuestras queridas chicas de la calle, de quienes tanto continuamos aprendiendo y de todas las trabajadoras del sexo. Lo sabéis y es lo único que hoy -que escribimos este “hasta siempre” tan difícil- nos hace felices: siempre estaremos ahí. Con vosotras. Y, aunque parezca el final de una historia es al contrario, esta lucha no ha hecho más que comenzar.
Hetaira nace de las ganas de un grupo de mujeres (unas prostitutas y otras no) que, tras reunirse durante dos años antes pensando sobre las estrategias y necesidades de quienes ejercían la prostitución, decide dar el paso de alquilar un espacio en una calle de nombre hermoso, la calle del Desengaño (la misma que le producía “Malegría” a Manu Chao en su canción y, con parecido sentimiento, nos asentamos). Los últimos años nos trasladamos -obligadas por la gentrificación- a la calle Fuencarral, porque decidimos estar cerca de las mujeres más vulnerables entre quienes ejercen la prostitución: aquellas que captan a su clientela en la calle.
Hetaria creció y se hizo fuerte, gracias a las ganas y al impulso de un grupo de mujeres que tuvimos por bandera la generosidad; la generosidad por apoyarnos siempre, por aprender unas de otras y por estar dispuestas a compartir tristezas y alegrías, éxitos y fracasos. También supimos enfrentarnos a los conflictos internos y salir reforzadas de ellos, porque siempre supimos poner por delante lo único importante: la defensa de los derechos de las prostitutas desde nuestro pensamiento feminista.
Hetaira creció y se hizo fuerte, gracias a que había mujeres que tenían los pies en la tierra, que sabían qué necesidades materiales había que trabajar para mantener el local, para mantener el equipo, para buscar financiación, para crecer como asociación, para adentrarse en las instituciones.
Creció y se hizo fuerte, gracias a que había mujeres que echaban a volar la imaginación (no teníamos referentes, excepto alguna iniciativa en contextos distintos al nuestro) para cambiar la política tradicional e integrar la lucha de las prostitutas en los discursos sociales, políticos, culturales y económicos. Las prostitutas, por fin, son ya hoy sujet@s polític@s, le pese a quien le pese y están organizadas. Y estamos orgullosas en lo poco o mucho que hayamos podido influir para generar esta autoorganización en distintos puntos del país. Porque comenzamos solas, pero conseguimos generar alianzas indestructibles.
Creció y se hizo fuerte, gracias a que formamos parte de plataformas pro derechos internacionales, donde dejamos alguna pequeña huella y donde aprendimos de nuevas realidades y de otras posibles formas de actuar. También en la trata de personas y no solo en el trabajo sexual.
Creció y se hizo fuerte, gracias a que nos formamos, estudiamos y empapamos de realidad. Escribimos cientos de artículos, narramos nuestra experiencia en incontables charlas y mesas redondas y difundimos nuestras ideas a través de los medios de comunicación, del mundo de la cultura. Recordaremos siempre la primera vez que una puta puso el pie en una facultad no para ser “diseccionada” sino para impartir “saber”: explicar en qué consistía su trabajo y cuáles eran los derechos que reclamaban.
Creció y se hizo fuerte, gracias al contacto permanente con las prostitutas, algunas formando parte del colectivo y otras no, que nos recordaban cada día que era lo importante y que era accesorio. Porque había que estar en los polígonos, en los parques, en la Casa de Campo, en las esquinas, en los clubes, de noche y de día, con frío y con calor.
Creció y se hizo fuerte, relacionándose con cientos de mujeres que ejercen el trabajo sexual y estudiamos, junto a ellas, medidas y alternativas reales a sus diversas situaciones. Nos enriquecimos al encontrar una realidad diversa: mujeres de todas las edades, mujeres de diversas nacionalidades, mujeres racializadas, mujeres trans, mujeres lesbianas, mujeres bisexuales. Mujeres alucinantes.
Creció y se hizo fuerte, gracias a que animó a la autoorganización de las prostitutas en plataformas autónomas, en donde ellas tuvieran la palabra: la ya desaparecida Agrupación Montera y AFEMTRAS (en buenísimo estado de salud) por ejemplo. Y porque, en la medida de nuestras posibilidades, siempre estuvimos apoyando a las nuevas asociaciones que surgían en otras ciudades del país.
Creció y se hizo fuerte, gracias al empuje definitivo de las primeras líderes de entre las chicas de la calle, que arriesgaron todo porque nada tenían que perder. Que dieron la cara ante los medios de comunicación, que se plantaron ante los problemas e injusticias. Mujeres que sufrieron, en ocasiones, un estigma injusto y una persecución difícilmente soportable.
Creció y se hizo fuerte, gracias al activismo de todas; porque a lo largo de todos estos años, entraron y salieron a lo largo de todos estos años un buen puñado de mujeres que supieron dejar huella en quienes continuaron en el proyecto y que dejaron en Hetaira lo mejor de sí mismas. Lo hemos pasado en grande -el sentido del humor siempre fue nuestro gran aliado- organizando en todos estos años manifestaciones, concentraciones, conciertos, festivales, pasarelas de moda fashion, fiestas, aniversarios. Cualquier formato era bueno para llevar la realidad de las prostitutas a la agenda política y social.
No es fácil mantener un proyecto como Hetaira que necesita de muchas, muchísimas, horas de activismo: hay que salir cada semana a la calle, acudir a todas las reuniones precisas, atender a investigadoras y/o becarias, a artistas que llaman a nuestra puerta con su proyecto bajo el brazo (un documental, un proyecto fotográfico, una obra de teatro, un guión de cine), para atender a los medios de comunicación, para escribir artículos, para preparar ponencias y viajar a donde nos llamaran, para atender a las redes sociales, y, además, continuar formándonos ante las nuevas realidades que se presentan...
Así quisimos que fuera, no deseamos nunca ni un proyecto asistencial dirigido a las prostitutas ni mucho menos una asociación que se redujera a contratar personal que las atendiera. Y la apuesta significa horas de activismo en los tiempos libres de cada una de nosotras en el mejor de los casos, y en horas de sueño en el peor y más realista de los casos.
No sabríamos por dónde empezar a agradecer, tampoco tendríamos espacio suficiente para hacerlo.
Habéis sido tantas las personas que nos habéis acompañado a lo largo de todos estos años, haciendo que los momentos difíciles siempre se dulcificaran. Gracias a quienes nos ayudasteis a levantar cuando desesperábamos (y no solo económicamente). Gracias a quienes empujasteis siempre a nuestro lado. Gracias queridas y queridos socios. Gracias a quienes defendisteis nuestro trabajo en lugares no demasiado “amables”, Gracias a la vida por ponernos delante a tantísima gente inteligente y luchadora con quienes hemos trabajado en alianza durante todos estos años. Gracias en definitiva a todas las personas que en algún momento gritasteis a nuestro lado: ‘Yo Soy Hetaira’. Gracias, gente valiente.
Quienes nos conocéis bien sabéis que quienes conformamos Hetaira continuaremos trabajando en la defensa de los derechos humanos y por un feminismo que escuche y esté al lado de las necesidades de nuestras queridas chicas de la calle, de quienes tanto continuamos aprendiendo y de todas las trabajadoras del sexo. Lo sabéis y es lo único que hoy -que escribimos este “hasta siempre” tan difícil- nos hace felices: siempre estaremos ahí. Con vosotras. Y, aunque parezca el final de una historia es al contrario, esta lucha no ha hecho más que comenzar.
¡Qué viva la lucha de las prostitutas!
¡Hasta siempre y seguimos!
¡Nos vemos en las calles!
Y TAMBIÉN…
Hetaira, 20 años de lucha por los derechos de las prostitutas.
El colectivo Hetaira lleva dos décadas luchando por la defensa de los derechos de las prostitutas, por la normalización de su trabajo y por acabar con la estigmatización que supone dedicarse a ello. Repasamos con ellas estos 20 años de trayectoria.
María Arranz | Madriz, 2015-11-27
http://www.madriz.com/hetaira-20-anos-de-lucha-por-los-derechos-de-las-prostitutas/
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