El malagueño Emilio Calderón se hace con el II Premio Stella Maris de Biografías y Memorias. "Una guardia pretoriana en torno a su figura ha custodiado celosamente su vida íntima, creyendo que hacían un favor al Nobel ocultando su sexualidad», afirma el autor.
Matías Néspolo | El Mundo, 2016-01-14
http://www.elmundo.es/cataluna/2016/01/14/5697fb9d268e3e80078b4688.html
Comparte junto a un puñado de escogidos como Juan Ramón Jiménez o Camilo José Cela el máximo galardón, el de la Academia sueca, y sin embargo es una de las figuras más opacas o silenciadas de la Generación del 27. Incluso puede que su obra poética sea también una de las menos leídas. Al extremo de que hasta el presente Vicente Aleixandre no contaba con una biografía rigurosa y exhaustiva.
«He pasado años esperando una biografía completa hasta que decidí aventurarme a ser yo quien la escribiera», dice el historiador y novelista malagueño Emilio Calderón, recordando los dos únicos trabajos parciales que había al respecto, «entre el panegírico y el oportunismo» de cuando recibiera el Nobel en 1977. Y Calderón ha dado todo de sí con el resultado de que su manuscrito ‘La memoria de un hombre está en sus besos’ ha sido galardonado con el II Premio Stella Maris de Biografías y Memorias de la editorial homónima.
Las razones por las que el recorrido vital completo y la intimidad del poeta permanecían aún en las sombras se le revelaron al biógrafo al primer paso de su investigación. «Una guardia pretoriana en torno a su figura ha custodiado celosamente su vida íntima, creyendo que hacían un favor al Nobel ocultando su sexualidad», dice Calderón. Y fue exactamente lo contrario: su vida sentimental y las relaciones que entabló con José Manuel García Briz, su mecanógrafo Jesús Bocanegra o con su amante más conocido, Andrés Acero (nombre que utilizó el biógrafo como seudónimo para enviar el manuscrito a concurso) son cruciales para entender su evolución poética. «Descubro un Vicente Aleixandre que focalizaba en el amor todo lo que la salud le imposibilitaba en la vida», explica en relación a la tuberculosis que lo llevaría a perder un riñón y lo confinaría en el sedentarismo. «Me he encontrado con una persona para la que el amor y la amistad fueron el motor de su vida, por encima de la poesía», añade.
Su trabajo aporta numerosos documentos inéditos como la correspondencia con el pintor Gregorio Prieto o con el poeta Carlos Bousoño, y clarifica algunos equívocos como el de su supuesto «exilio interior» que fue más bien forzado porque el poeta intentó escapar sin éxito vía Francia en febrero de 1938. Pero lo que más sorprende o más bien indigna al biógrafo es el estado actual de su célebre casa en la madrileña calle de Velintonia (hoy Vicente Aleixandre), «desprotegida, en estado de ruina y a la venta», denuncia. La misma casa en la que lo visitaba Neruda cada domingo, pasaban habitualmente Miguel Hernández, Lorca y la Generación del 27 al completo. «Su casa se convirtió en el centro neurálgico. Debería ser la casa de la poesía española del siglo XX», revindica. Pero cualquier comprador dispuesto a pagar 5 millones de euros puede hoy derribarla. La misma cifra por la que los herederos de Carlos Bousoño venden el archivo de Vicente Aleixandre, «que seguramente acabará en alguna universidad norteamericana, porque el Estado no ha hecho nada en 31 años», se lamenta el investigador.
«He pasado años esperando una biografía completa hasta que decidí aventurarme a ser yo quien la escribiera», dice el historiador y novelista malagueño Emilio Calderón, recordando los dos únicos trabajos parciales que había al respecto, «entre el panegírico y el oportunismo» de cuando recibiera el Nobel en 1977. Y Calderón ha dado todo de sí con el resultado de que su manuscrito ‘La memoria de un hombre está en sus besos’ ha sido galardonado con el II Premio Stella Maris de Biografías y Memorias de la editorial homónima.
Las razones por las que el recorrido vital completo y la intimidad del poeta permanecían aún en las sombras se le revelaron al biógrafo al primer paso de su investigación. «Una guardia pretoriana en torno a su figura ha custodiado celosamente su vida íntima, creyendo que hacían un favor al Nobel ocultando su sexualidad», dice Calderón. Y fue exactamente lo contrario: su vida sentimental y las relaciones que entabló con José Manuel García Briz, su mecanógrafo Jesús Bocanegra o con su amante más conocido, Andrés Acero (nombre que utilizó el biógrafo como seudónimo para enviar el manuscrito a concurso) son cruciales para entender su evolución poética. «Descubro un Vicente Aleixandre que focalizaba en el amor todo lo que la salud le imposibilitaba en la vida», explica en relación a la tuberculosis que lo llevaría a perder un riñón y lo confinaría en el sedentarismo. «Me he encontrado con una persona para la que el amor y la amistad fueron el motor de su vida, por encima de la poesía», añade.
Su trabajo aporta numerosos documentos inéditos como la correspondencia con el pintor Gregorio Prieto o con el poeta Carlos Bousoño, y clarifica algunos equívocos como el de su supuesto «exilio interior» que fue más bien forzado porque el poeta intentó escapar sin éxito vía Francia en febrero de 1938. Pero lo que más sorprende o más bien indigna al biógrafo es el estado actual de su célebre casa en la madrileña calle de Velintonia (hoy Vicente Aleixandre), «desprotegida, en estado de ruina y a la venta», denuncia. La misma casa en la que lo visitaba Neruda cada domingo, pasaban habitualmente Miguel Hernández, Lorca y la Generación del 27 al completo. «Su casa se convirtió en el centro neurálgico. Debería ser la casa de la poesía española del siglo XX», revindica. Pero cualquier comprador dispuesto a pagar 5 millones de euros puede hoy derribarla. La misma cifra por la que los herederos de Carlos Bousoño venden el archivo de Vicente Aleixandre, «que seguramente acabará en alguna universidad norteamericana, porque el Estado no ha hecho nada en 31 años», se lamenta el investigador.
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