sábado, 2 de abril de 2016

#hemeroteca #franquismo | El pueblo más fiel a Franco: “Que vengan a quitarnos el nombre si tienen narices”

Imagen: El Confidencial
El pueblo más fiel a Franco: “Que vengan a quitarnos el nombre si tienen narices”.
Llanos del Caudillo (Ciudad Real) promete guerra si le obligan a eliminar su 'apellido' para cumplir con la Ley de la Memoria Histórica, tal como reclama el abogado Eduardo Ranz.
David Brunat | El Confidencial, 2016-04-02
http://www.elconfidencial.com/espana/2016-04-02/el-pueblo-mas-fiel-a-franco-se-niega-a-cambiar-su-nombre_1177533/

Prometen salir con pancartas y tractores. Manifestarse en Toledo o en Madrid si hace falta. Moler a palos al que se atreva a acercarse al pueblo a decirles que, en adelante, sus calles ya no se levantarán en honor a Franco. Así es Llanos del Caudillo, un municipio en guerra contra la Ley de la Memoria Histórica que, entre otros, exige la supresión de todos los símbolos y reminiscencias de la dictadura. En España hay al menos once municipios cuyo nombre glorifica al dictador o a uno de sus acólitos. Villafranco del Guadiana, Alcocero de Mola, Bembézar del Caudillo, Queipo de Llano… Hasta la fecha nadie les había obligado a desprenderse de sus ‘apellidos’, pero el abogado Eduardo Ranz se ha propuesto ahora que todos los municipios apliquen la ley a rajatabla. Ya ha denunciado a ocho alcaldes por “delito de incitación al odio” y está en proceso de demandar a los ayuntamientos.

“Que venga aquí ese abogado a quitarnos el nombre si tiene narices. Mientras yo viva esto se va a llamar pueblo de Franco, del Caudillo, porque a un tío que lleva 40 años muerto, ¡que lo dejen ya hombre!”, exclama hecho un basilisco Antolín Díaz, agricultor ya jubilado. El asunto desata pasiones en esta pequeña aldea manchega, la más combativa en contra de la aplicación de la ley. “Si se llama Llanos del Caudillo es porque lo hizo Franco. Cuando los políticos de ahora hagan un pueblo que le pongan su nombre, pero mientras tanto que no se metan con los que hay. Y que conste que no soy franquista ni lo he sido nunca, pero la historia no se puede cambiar”, añade Pablo González, industrial también jubilado.

No es sencillo sonsacar a los llaneros acerca de su controvertido nombre. Al oir hablar del asunto, muchos supiran y se niegan a hacer comentarios, en especial los más jóvenes, pero todos reconocen estar a gusto con su ‘apellido’. Ya sea Antonio, el carnicero del pueblo, o Jesús, el cartero, la respuesta siempre es la misma: “Que nos dejen en paz, que nosotros no molestamos a nadie”. No entienden que ahora se quiera cercenar su identidad como pueblo, esa que nació en 1955 con la fundación de Llanos del Caudillo, una de las 300 aldeas que creó la dictadura para reorganizar y reactivar el maltrecho sector agrícola a través del Instituto Nacional de Colonización.

Los 757 habitantes censados en el municipio son casi todos hijos o nietos de los llamados ‘pioneros’, esas primeras familias que se instalaron en estos terrenos baldíos para iniciar, gracias a la cesión gubernamental, una vida nueva. Igual que ellos, sus descendientes siguen viviendo de la agricultura: sandías, melones, pimientos y cereales conforman la base económica del pueblo. El trazado también se mantiene fiel a los orígenes, con calles diseñadas con escuadra y cartabón y paredes de cal blanca. Sólo hay una concesión: ahora la plaza de la iglesia se llama plaza de la Constitución.

“Yo llevo aquí desde los años 50 y quiero que se llame como se ha llamado siempre. Que aquí vinimos muertos de hambre y ahora vivimos como Dios quiere y manda. ¿Que Franco hizo cosas malas? No lo discuto, pero también las hizo buenas. A muchos padres de familia que no tenían ni para comer nos dio una casa y una parcela”, recuerda Ascensión Gómez. El alcalde, Andrés Antonio Arroyo (PP), comprende el disgusto de sus vecinos: “Este pueblo fue una oportunidad para muchas familias numerosas en aquella época tan difícil. El régimen les dio tierras de regadío, una vivienda y una yunta de buey para labrar. Y aunque luego su ideología sea más de izquierdas o de derechas, la gente siente que esto fue un bien para ellos". Para salir al paso de las suspicacias, Arroyo insiste en que Llanos es, en realidad, un pueblo de izquierdas. Aquí gobernó durante 28 años, argumenta, el PSOE.

El asunto del cambio de nombre no es nuevo por estos lares. En 2004 hubo una consulta popular para deshacerse del Caudillo promovida por el anterior alcalde, el socialista Santiago Sánchez. Cientos de personas salieron a la calle con pancartas en contra del cambio de nombre. Gritos, amenazas al alcalde y muchos nervios. Curiosamente, los más activistas a favor de seguir honrando a Franco fueron los vecinos más jóvenes, que armaron un revuelo tremendo y obligaron a la Guardia Civil a aparecer. Pero fue abrir la urna y disiparse toda la tensión: 350 votos a favor de mantener “del Caudillo” por sólo 50 que pedían eliminarlo. Una victoria abrumadora. Doce años después, el nuevo alcalde avisa: “Si nos obligan a cambiar el nombre, antes volveré a organizar una consulta vecinal para que quede constancia en los registros que fue en contra de la voluntad popular”.

“Afortunadamente, hoy en este país todo el mundo puede opinar. Pero las leyes están para cumplirlas, no para votar si se cumplen o no. Y a día de hoy hay once denominaciones que incumplen una ley que fue aprobada hace nueve años. Se trata de una cuestión legal y democrática”, afirma taxativo Eduardo Ranz, el letrado que ha armado todo este alboroto en Llanos del Caudillo. Ranz basa su actuación en el artículo 15 de la Ley de la Memoria Histórica, que urge a las administraciones públicas a retirar “escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura”.

Para este abogado, especialista en Derechos Humanos, “no existe mayor exaltación que llevar el nombre del protagonista de la dictadura en el título del pueblo. Glorificar el nombre del dictador o de cualquiera de los protagonistas de la dictadura es una ofensa directa a un grupo social determinado, y eso según el código penal es un delito de incitación al odio, lo que conlleva una sanción de hasta cuatro años de prision”.

Agustín Díaz, antiguo técnico del ayuntamiento, lo tiene claro: “Pueden cambiar la placa de la plaza o el cartel de la entrada, pero para nosotros será Llanos del Caudillo siempre. Dentro de un año o de dos cambiará la ley y se lo volveremos a poner. Porque esta Ley de Memoria Histórica de Zapatero no tiene mucho sentido cuando en la Transición los españoles ya trataron de reconciliarse y empezar una nueva vida en democracia”. Ranz, por su parte, considera “una incongruencia” que los vecinos defiendan el apellido “del Caudillo” a la vez que aseguran no hacer apología de la dictadura: “En Alemania no existe la colonia Hitler, ni en Italia hay un Trastévere de Mussolini. No se trata de valorar ahora si fue penalti o no hace 80 años. Se trata de cumplir una ley. Ni más ni menos”.

La Ley de la Memoria Histórica observa la “retirada de subvenciones o ayudas públicas” para aquellas administraciones que se nieguen a cumplir la normativa. Y Ranz ya ha remitido un escrito a la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) para que atienda el caso y retire las subvenciones a los municipios díscolos. Entre ellos, claro está, Llanos del Caudillo, cuyo presupuesto de 600.000 euros depende en un 50% de tributos y ayudas públicas. “Eso sí es incitar al odio, el quitarle a unos pueblos pequeños el dinero que necesitan para prestar servicios sociales”, se lamenta Arroyo. Sin embargo, para alcanzar ese extremo debería ser la propia FEMP quien decidiera por voluntad propia retirar las ayudas, una iniciativa que se antoja poco probable.

De los once municipios señalados por Ranz, hay dos que han anunciado que sí suprimirán su apellido. Se trata de Águeda del Caudillo (Salamanca) y Bembézar del Caudillo (Córdoba). En San Leonardo de Yagüe (Soria), renombrado así como homenaje al golpista Juan Yagüe, apodado 'El carnicero de Badajoz', el alcalde ha reconocido que no tiene “ningún interés” en conservar el apellido. Una confesión que ha inflamado a la Fundación Yagüe, presidida María Eugenia Yagüe, hija del militar falangista. El resto de municipios o bien se han manifestado en contra del cambio, como Guadiana del Caudillo (Badajoz) y Alberche del Caudillo (Toledo), o se han mostrado ambiguos, como Alcocero de Mola (Burgos), Villafranco del Guadiana (Badajoz), Villafranco del Guadalhorce (Málaga), Queipo de Llano (Sevilla) y Quintanilla de Onésimo (Valladolid).

El procedimiento legal impide a Eduardo Ranz demandar a los ayuntamientos hasta el 11 de abril. Pero asegura que en cuanto llegue ese día iniciará los trámites judiciales para sentar a los consistorios en el banquillo. Mientras, en Llanos de Caudillo le siguen esperando con las mangas remangadas, porque como dice Ascensión Gómez antres de marcharse hecha una furia: “Que venga el del batín, que va a quedar ‘apañao’. Si tú le dices a la gente joven que le van a cambiar el nombre al pueblo, dicen que vienen con una escopeta y le pegan un tiro a quien sea. Así de claro”.

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