Alexandru Soroiu, premio extraordinario de Bachillerato, es un joven brillante que ofrece una imagen positiva de la inmigración en las aulas.
Marta Fdez. Vallejo | El Correo, 2016-04-03
http://www.elcorreo.com/bizkaia/sociedad/educacion/201604/03/quiero-fiscal-juez-embajador-20160403001450.html
Forma parte de ese 6,7% de alumnos inmigrantes de la enseñanza vasca, una estadística que enfrenta a la comunidad escolar este curso por su reparto desequilibrado entre redes, la creación de guetos en unos pocos centros, o sus especiales necesidades educativas por las que los colegios reclaman más recursos. Alexandru Soroiu echa por tierra todo el conflicto con sus éxitos académicos. Es lo más parecido que puede haber a un estudiante modelo. Acaba de recibir un Premio Extraordinario de Bachillerato del Gobierno vasco, que suma a su 9,84 de media en los dos cursos previos a la universidad y una imponente calificación de 13,28 sobre 14 en Selectividad. Irradia entusiasmo por aprender.
Alexandru es rumano y le atraían tantas carreras y profesiones diferentes que le costó mucho esfuerzo decidirse. Le gustan Matemáticas y Biología, planeaba estudiar Bioquímica y Biología Molecular, una de las carreras con nota de acceso más alta; pero finalmente se decidió por cursar dos grados: Derecho y Relaciones Internacionales en la Universidad de Deusto. «Me gustan mucho las profesiones que requieren tener capacidad de comunicación, la relación con personas. Soy muy activo y no me veía trabajando en un laboratorio. Quiero ser fiscal, juez, embajador, hacer carrera diplomática, trabajar en un organismo internacional... No sé, tengo tantos proyectos que me daba pena renunciar a alguno por escoger otro».
En la enseñanza vasca hay cerca de 35.800 alumnos de fuera de Euskadi como él, un 74% de ellos en aulas públicas. Quienes más difícil lo tienen son los que hablan un idioma diferente al castellano, llegan con más edad o viven en hogares de niveles socioculturales bajos. Alexandru llegó al País Vasco con 8 años. «Soy de un pueblo que está a 160 kilómetros de Bucarest, Câmpulung Muscel. Mis padres vinieron aquí en busca de trabajo». Entró en una escuela pública de modelo B, bilingüe, y dos años después pasó al colegio concertado La Inmaculada Hijas de Jesús (Jesuitinas) de Bilbao, también en línea bilingüe, con todas las asignaturas en euskera excepto las matemáticas y la lengua castellana.
Estudiar en dos idiomas diferentes al suyo no le supuso esfuerzo. «El castellano lo aprendí en dos meses, el euskera me costó algo más», comenta este joven que ahora tiene 18 años y reside en el barrio bilbaíno de San Adrián. Domina el inglés gracias a una buena costumbre que sigue a rajatabla: solo ve televisión en esa lengua. En la carrera estudia varias asignaturas en inglés.
Sus éxitos escolares comenzaron en Primaria hasta llegar a esa media de sobresaliente en Bachillerato, que cursó en la modalidad biosanitaria. ¿El secreto? «Atender en clase y tener buenos profesores. Los míos eran muy buenos, explicaban muy bien y entendías la materia. Y me gusta mucho leer», comenta Alexandru, que estudia con becas del Gobierno vasco y de la Universidad.
A pesar de que es brillante académicamente, su paso por las aulas no ha sido un camino de rosas, como suele ocurrir con los pequeños inmigrantes que aterrizan en un sistema escolar extraño. Reconoce que al principio le costó integrarse en el aula «porque era el nuevo no porque fuera extranjero. Pero lo superé». Está muy acostumbrado a superarse. Dice que sus padres -él repartidor comercial y ella camarera- le han enseñado a ser independiente y resolver sus problemas. Aunque no le han podido ayudar mucho con los deberes, sí le han inculcado «la importancia del estudio y de la formación».
Cultura rumana
Su tutora del colegio le animó a presentarse a los premios extraordinarios de Bachillerato del Gobierno vasco. El examen fue el pasado mes de junio. Lo bordó. «Tuve que hacer un comentario crítico de un texto en castellano y otro en inglés, y un examen de una materia de mi especialidad de Bachillerato». El premio es una estancia de un mes en Gran Bretaña durante el verano para perfeccionar su inglés.
A este estudiante universitario la polémica del reparto de inmigrantes entre las redes pública y concertada le queda muy lejos porque no se considera un problema. «Entre mis amigos rumanos hay de todo, muchos han llegado a la Universidad y otros se han quedado sin acabar la ESO, pero como en cualquier otro colectivo. Además, los rumanos somos un pueblo culto. En mi país se da mucha importancia a la cultura, al arte y sobre todo a la música», destaca. En su tiempo libre colabora en una asociación rumana dedicada a promocionar las tradiciones, cultura y lengua de su tierra entre sus compatriotas.
Sabe que en el País Vasco los rumanos no son la comunidad mejor valorada. «La gente suele relacionar a los rumanos con pobreza y delincuencia. Tenemos ese estigma pero está muy alejado de la realidad. De todas formas, yo siempre he recibido muy buen trato».
- ¿Y el estreno en la Universidad?
- Los primeros exámenes, genial. Me apasiona la carrera y estoy totalmente integrado. Nadie me pregunta de dónde soy. Y cuando digo que soy de Rumanía no me creen. Conozco a muchos alumnos y también a muchos ‘erasmus’, me gusta relacionarme con todo el mundo. ¡Tengo ilusión de que llegue cuarto curso e irme también de Erasmus! Iré a Alemania, soy muy germánico.
El segundo colectivo de extranjeros más numeroso en Euskadi
En el País Vasco residen cerca de 17.000 rumanos, el 12,4% de todos los extranjeros afincados en la comunidad. Es el segundo colectivo de inmigrantes más numeroso, detrás de los marroquíes (18.900). Los ciudadanos de Rumanía destacan en una triste estadística: son, también junto a los originarios del Magreb, los que despiertan menos simpatías en Euskadi.
En la enseñanza vasca la presencia de alumnos de origen rumano es, sin embargo, pequeña. En las estadísticas del Departamento de Educación, los estudiantes de esa nacionalidad están integrados en el grupo de escolares de la Unión Europea que suman un 14,7% . Los más numerosos son los de América del Sur (27,6%), seguidos de los del Norte de África (25,3%) y los del resto de África (11,7%). La mayoría estudia ya en euskera. Siete de cada diez extranjeros en Primaria y Secundaria están matriculados en modelos euskaldunes (B y D).
Alexandru es rumano y le atraían tantas carreras y profesiones diferentes que le costó mucho esfuerzo decidirse. Le gustan Matemáticas y Biología, planeaba estudiar Bioquímica y Biología Molecular, una de las carreras con nota de acceso más alta; pero finalmente se decidió por cursar dos grados: Derecho y Relaciones Internacionales en la Universidad de Deusto. «Me gustan mucho las profesiones que requieren tener capacidad de comunicación, la relación con personas. Soy muy activo y no me veía trabajando en un laboratorio. Quiero ser fiscal, juez, embajador, hacer carrera diplomática, trabajar en un organismo internacional... No sé, tengo tantos proyectos que me daba pena renunciar a alguno por escoger otro».
En la enseñanza vasca hay cerca de 35.800 alumnos de fuera de Euskadi como él, un 74% de ellos en aulas públicas. Quienes más difícil lo tienen son los que hablan un idioma diferente al castellano, llegan con más edad o viven en hogares de niveles socioculturales bajos. Alexandru llegó al País Vasco con 8 años. «Soy de un pueblo que está a 160 kilómetros de Bucarest, Câmpulung Muscel. Mis padres vinieron aquí en busca de trabajo». Entró en una escuela pública de modelo B, bilingüe, y dos años después pasó al colegio concertado La Inmaculada Hijas de Jesús (Jesuitinas) de Bilbao, también en línea bilingüe, con todas las asignaturas en euskera excepto las matemáticas y la lengua castellana.
Estudiar en dos idiomas diferentes al suyo no le supuso esfuerzo. «El castellano lo aprendí en dos meses, el euskera me costó algo más», comenta este joven que ahora tiene 18 años y reside en el barrio bilbaíno de San Adrián. Domina el inglés gracias a una buena costumbre que sigue a rajatabla: solo ve televisión en esa lengua. En la carrera estudia varias asignaturas en inglés.
Sus éxitos escolares comenzaron en Primaria hasta llegar a esa media de sobresaliente en Bachillerato, que cursó en la modalidad biosanitaria. ¿El secreto? «Atender en clase y tener buenos profesores. Los míos eran muy buenos, explicaban muy bien y entendías la materia. Y me gusta mucho leer», comenta Alexandru, que estudia con becas del Gobierno vasco y de la Universidad.
A pesar de que es brillante académicamente, su paso por las aulas no ha sido un camino de rosas, como suele ocurrir con los pequeños inmigrantes que aterrizan en un sistema escolar extraño. Reconoce que al principio le costó integrarse en el aula «porque era el nuevo no porque fuera extranjero. Pero lo superé». Está muy acostumbrado a superarse. Dice que sus padres -él repartidor comercial y ella camarera- le han enseñado a ser independiente y resolver sus problemas. Aunque no le han podido ayudar mucho con los deberes, sí le han inculcado «la importancia del estudio y de la formación».
Cultura rumana
Su tutora del colegio le animó a presentarse a los premios extraordinarios de Bachillerato del Gobierno vasco. El examen fue el pasado mes de junio. Lo bordó. «Tuve que hacer un comentario crítico de un texto en castellano y otro en inglés, y un examen de una materia de mi especialidad de Bachillerato». El premio es una estancia de un mes en Gran Bretaña durante el verano para perfeccionar su inglés.
A este estudiante universitario la polémica del reparto de inmigrantes entre las redes pública y concertada le queda muy lejos porque no se considera un problema. «Entre mis amigos rumanos hay de todo, muchos han llegado a la Universidad y otros se han quedado sin acabar la ESO, pero como en cualquier otro colectivo. Además, los rumanos somos un pueblo culto. En mi país se da mucha importancia a la cultura, al arte y sobre todo a la música», destaca. En su tiempo libre colabora en una asociación rumana dedicada a promocionar las tradiciones, cultura y lengua de su tierra entre sus compatriotas.
Sabe que en el País Vasco los rumanos no son la comunidad mejor valorada. «La gente suele relacionar a los rumanos con pobreza y delincuencia. Tenemos ese estigma pero está muy alejado de la realidad. De todas formas, yo siempre he recibido muy buen trato».
- ¿Y el estreno en la Universidad?
- Los primeros exámenes, genial. Me apasiona la carrera y estoy totalmente integrado. Nadie me pregunta de dónde soy. Y cuando digo que soy de Rumanía no me creen. Conozco a muchos alumnos y también a muchos ‘erasmus’, me gusta relacionarme con todo el mundo. ¡Tengo ilusión de que llegue cuarto curso e irme también de Erasmus! Iré a Alemania, soy muy germánico.
El segundo colectivo de extranjeros más numeroso en Euskadi
En el País Vasco residen cerca de 17.000 rumanos, el 12,4% de todos los extranjeros afincados en la comunidad. Es el segundo colectivo de inmigrantes más numeroso, detrás de los marroquíes (18.900). Los ciudadanos de Rumanía destacan en una triste estadística: son, también junto a los originarios del Magreb, los que despiertan menos simpatías en Euskadi.
En la enseñanza vasca la presencia de alumnos de origen rumano es, sin embargo, pequeña. En las estadísticas del Departamento de Educación, los estudiantes de esa nacionalidad están integrados en el grupo de escolares de la Unión Europea que suman un 14,7% . Los más numerosos son los de América del Sur (27,6%), seguidos de los del Norte de África (25,3%) y los del resto de África (11,7%). La mayoría estudia ya en euskera. Siete de cada diez extranjeros en Primaria y Secundaria están matriculados en modelos euskaldunes (B y D).
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