Imagen: Naiz / Fotograma de 'Las herederas' |
Mikel Insausti | Naiz, 2019-03-11
https://www.naiz.eus/es/hemeroteca/gara/editions/2019-03-11/hemeroteca_articles/ser-mujer-y-lesbiana-en-un-pais-conservador-y-autoritario
Ya tiene mucho mérito de por sí el conseguir hacer una película en Paraguay, un país que apenas dispone de una cinematografía propia debido a que durante la larga dictadura militar no se pudo rodar. Pero es que lo de Marcelo Martinessi casi se puede calificar de milagro, al triunfar en la Berlinale y obtener tres grandes premios con una ópera prima también galardonada en los Fénix. Son justas recompensas a una modesta realización que supera cualquier limitación presupuestaria con su alto poder de significación, porque “Las herederas” (2018) acierta a ser una gran alegoría de toda una sociedad empobrecida y avejentada, dormida entre los recuerdos de un pasado de esplendor que choca con una realidad cambiante que exige la recuperación del instinto de supervivencia.
A él apela la pareja de maduras lesbianas que protagoniza esta historia de renacimiento movida por la idea de que nunca es tarde para reinventarse como mujer capaz de enfrentarse a todo lo que quede por venir. De hecho Chela y Chiquita, por muy herederas que fueran, no lo tuvieron fácil en la alta sociedad de la capital Asunción a causa de su inclinación sexual y el consecuente modo de vida. A las puertas de la vejez su mansión se está desmoronando y se ven obligadas a malvender los objetos de valor, sin que alcance para cancelar deudas, que Chiquita, por ser la más fuerte de las dos, ha de pagar con cárcel. Mientras tanto Chela ha de vencer su debilidad y ponerse a trabajar, haciendo de taxista con el viejo Mercedes olvidado en el garaje para las señoras acomodadas que se reúnen a tomar el té o jugar la partida de cartas. Será la hija de una de ellas, Angy, la que descubra a Chela una forma renovada de ver la vida mediante lo que aporta su juventud amigable.
Buena parte del éxito artístico de “Las herederas” se basa en el extraordinario reparto coral femenino, compuesto por damas del teatro paraguayo como Ana Brun y Margarira Irún, junto a Ana Ivanova, representante de las nuevas generaciones de actrices. Entre todas brindan una lección de la solidaridad entre mujeres sin diferencias generacionales.
A él apela la pareja de maduras lesbianas que protagoniza esta historia de renacimiento movida por la idea de que nunca es tarde para reinventarse como mujer capaz de enfrentarse a todo lo que quede por venir. De hecho Chela y Chiquita, por muy herederas que fueran, no lo tuvieron fácil en la alta sociedad de la capital Asunción a causa de su inclinación sexual y el consecuente modo de vida. A las puertas de la vejez su mansión se está desmoronando y se ven obligadas a malvender los objetos de valor, sin que alcance para cancelar deudas, que Chiquita, por ser la más fuerte de las dos, ha de pagar con cárcel. Mientras tanto Chela ha de vencer su debilidad y ponerse a trabajar, haciendo de taxista con el viejo Mercedes olvidado en el garaje para las señoras acomodadas que se reúnen a tomar el té o jugar la partida de cartas. Será la hija de una de ellas, Angy, la que descubra a Chela una forma renovada de ver la vida mediante lo que aporta su juventud amigable.
Buena parte del éxito artístico de “Las herederas” se basa en el extraordinario reparto coral femenino, compuesto por damas del teatro paraguayo como Ana Brun y Margarira Irún, junto a Ana Ivanova, representante de las nuevas generaciones de actrices. Entre todas brindan una lección de la solidaridad entre mujeres sin diferencias generacionales.
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