Imagen: El Confidencial / Frédéric Martel |
Frédéric Martel publica 'Sodoma' en el momento más complicado para la Iglesia católica. "Cuanto más homófobos se muestran, más tienen que esconder".
Enrique Zamorano | El Confidencial, 2019-03-07
https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-03-07/frederic-martel-sodoma-vaticano-entrevista_1865978/
El sexo es poder, y el poder está en el sexo. Secretos que no podrían salir a la luz corroen el silencio sacro de cada una de las galerías de la Capilla Sixtina en forma de chantajes y sobornos. La homosexualidad de la curia romana está en el punto de mira desde que el periodista francés Frédéric Martel se lanzara a investigar durante más de cuatro años con entrevistas a más de 1.500 personas del entorno papal y por más de 30 países. ¿El resultado? 'Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano' (Roca Editorial), una bomba periodística que promete sacudir los cimientos de la Iglesia Católica y a la gran mayoría de sus representantes.
Por sus más de 600 páginas asistimos a testimonios que dan fe de los comportamientos homosexuales de las figuras cardenalicias. No son hechos aislados, sino la estructura que cimenta la sociedad papal. Una gran mayoría silenciosa que ha esgrimido la homofobia como discurso mientras, de puertas para dentro, cosechan amantes masculinos y actitudes sexualmente contradictorias para la orden cristiana. Además de una receta ideológica de extrema derecha, cada día más presente en las democracias occidentales. "Cuanto más homófobo es un cardenal o un sacerdote, más probabilidades existen de que sea gay", afirma Martel, y señala directamente al presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, quien hace unos días declinó la idea de investigar los casos de abusos sexuales en España. Aprovechamos su parada en Madrid para hablar con él sobre el libro. Si hay algo claro es que no está aquí para permanecer callado.
Pregunta. ¿Es usted religioso?
Respuesta. No. Fui católico, pero solo hasta los doce años aproximadamente. He sido bautizado, he hecho la comunión y también la confirmación. Soy el típico hijo laico de la cultura católica francesa.
P. Ya había escrito antes sobre la comunidad homosexual en su anterior libro, 'Global Gay'. ¿Cuál fue el detonante para escribir 'Sodoma'?
R. La sensación de tener que ponerme a investigar. Lo hice porque lo necesitaba, como con cualquier otro tema. Quizás fueron la gran cantidad de fuentes fiables y serias que me dieron información en un primer momento. Pensé que de confirmarse, sería la revelación del secreto más grande de los últimos 50 años, por lo tanto me puse a investigar. Al principio no pensé creía que me fuera a llevar cuatro años, ni que iba a viajar por 30 países en busca de información.
P. ¿Cómo tuvo acceso a tantas fuentes?
R. A base de hacer puro periodismo. En un inicio me pasaron la informacion un grupo de fuentes primarias, como yo las llamo, que constaban de 27 sacerdotes que actualmente viven en el interior del Vaticano. Estos 27 sacerdotes fueron “explícitamente gais conmigo” y me aportaron datos y testimonios constantemente. Fue gracias a ellos por los que pude conocer al resto de fuentes.
Después, viajé mucho. Mi técnica de investigación es desplazarme y saber presentarme en los sitios. Una semana cada mes. Nunca acepto un "no" como respuesta. Si me dicen que no, vuelvo, y si me dicen otra vez que no, vuelvo. Si no me dejan entrar por la puerta, entro por la ventana.
P. ¿Había un interés por parte de las fuentes por sacar estas informaciones a la luz?
R. Hay muchos casos y cada uno es diferente. Había personas que querían que esto se supiera, sobre todo en el seno de la Conferencia Episcopal Española y la italiana. También había personas que me hablaban de ello "off-record", siendo más o menos explícitos. Y había quien solo me hablaba de terceras personas. Pero normalmente fui yo quien salí a buscar estas declaraciones por diferentes países, y en concreto, he venido mucho a España.
P. Usted pone mucho énfasis en la cúspide eclesiástica española. ¿Cuál es el testimonio más llamativo que ha encontrado?
R. Es muy paradójico. Cuanto más homófobo se muestra un cardenal o un obispo en público, que incluso salen a la calle para manifestarse contra el matrimonio gay, es porque sin duda es homosexual. Es un comportamiento abismal, esquizofrénico, hipócrita.
Ellos llevan una doble vida, no lo digo yo, lo dice el Papa Francisco, que denuncia a “los cardenales esquizofrénicos e hipócritas, que llevan una doble vida”. Él sabe a la perfección los secretos que revelo en este libro.
P. ¿Cree que su libro puede alimentar el cliché en determinados sectores de la población de que los curas son homosexuales?
R. No es una idea tan típica, no es un cliché. Yo creo que es más bien al contrario: muchos cardenales son homófobos, y nadie podía imaginar que fuesen gais. Es un hecho que no es tan contradictorio, precisamente por ser gais son homófobos, así es como lo reconocen. Cuanto más homófobo es un cardenal, más probabilidades tiene de que sea gay.
P. Es muy llamativo que una de las comunidades que más rechaza la homosexualidad sea una de las que más homosexuales tenga entre sus filas.
R. No, precisamente es algo muy clásico y muy común. Desde siempre los homosexuales han funcionado así. Se muestran homófobos cuando quieren ocultarse. Un ejemplo que se me ocurre, fuera de la Iglesia católica, es el del primer presidente del FBI, John Edgar Hoover. Durante toda su vida estuvo persiguiendo a los gais, denunciándolos y deteniéndoles. Luego era sometido a chantajes, ya que él vivía con su número dos, su compañero de vida.
P. ¿Se podría decir que hay mucha gente que en su día vio que su deseo sexual no era normativo y para reprimirlo se metió al sacerdocio?
R. Totalmente, esa es la clave. Si eras homosexual en un pueblo español de los años 50 o 60, no te gustaban mucho las chicas, no te apetecía casarte, te hacían bromas pesadas en la universidad, se burlaban de ti por ser un poco afeminado o por tu forma de vestir... A veces no se daban cuenta, pero ahí existía un grave problema de identidad. A lo mejor eras homófilo, y no homosexual.
En esos tiempos y ante esas circunstancias era un proceso sociológico normal el hacerte cura. Pero además, lo veo muy simple: un día eres el objeto de burla de los demás y, de repente al siguiente aquellos que se burlaban de ti te respetan. También empezabas a vivir con otros hombres, podías ponerte vestidos, y tu madre que lo había entendido todo desde el principio recibía esta vocación mágica como una prueba del Señor. En definitiva, pasabas de ser un paria a ser un santo.
P. El Papa va a ofrecer un discurso histórico el 15 de abril contra la criminalización de la homosexualidad. ¿Cree que la Iglesia algún día acabará aceptando las relaciones homosexuales?
R. El discurso va a ser sobre las relaciones homosexuales consentidas entre adultos que se criminalizan sobre todo en el Caribe. Yo soy un periodista de investigación y he hecho un trabajo serio, sincero, puede que no te guste o que lo adores, yo solo lo ofrezco al público. Está enmarcado dentro del interés general y creo que está teniendo mucho eco. Ha recibido una acogida inesperada, estamos muy sorprendidos. Por tanto, yo he hecho mi trabajo, pero no tengo una agenda política, lo que cuento en el libro compete a los católicos y a las figuras eclesiásticas, sobre todo las más cercanas al Papa, para que puedan cambiar la Iglesia, si así lo desean. Mi trabajo ha sido de investigador, no de político o activista.
P. El Vaticano ha sido una institución intocable hasta hace muy poco. ¿Qué ha propiciado este cambio, al margen del Papa Francisco?
R. Los abusos sexuales, las mentiras, la doble vida... La verdad no está siendo respetada. La distancia entre el discurso del clero y sus prácticas es muy grande. La mentira ha llegado a un punto insostenible. Es una verdad a gritos que aquellos cardenales y obispos que son muy homófobos en público tienen amantes en privado. Pero de nuevo, yo no juzgo, no hay un solo sacerdote al que yo acuse en este libro. No los estoy sacando del armario, yo intento explicar un sistema, y el hecho de que un obispo, un sacerdote o un cardenal sea homosexual no tiene por qué ser un problema. La homosexualidad debería ser una opción aceptada por la Iglesia católica, entre muchas otras, ya que son la gran mayoría, o lo que yo llamo una mayoría silenciosa.
P. ¿Existe mucha oposición dentro del Vaticano a esta actitud reformista de Bergoglio?
R. Sí, sin duda. Yo no quería ser demasiado duro con este Papa. Al fin y al cabo es argentino, peronista y jesuita. Para un francés laico como yo no es nada fácil creer en lo que dice. A veces es gay-friendly, pero al día siguiente no.
Al principio no me hacía mucha gracia, pero luego me puse a investigar y entendí lo que verdaderamente pasaba. El complot. La cábala. La “camarilla” orquestada contra el Papa. Una extrema derecha muy homófoba le ataca por ser gay-friendly, cuando ellos mismos son homosexuales. Y de pronto empezó a gustarme Francisco. Comprendí el complot que había contra él, y eso hizo que sintiera mucha simpatía.
P. Entonces, ¿cómo es que fue elegido y sus seguidores ganaran frente a sus detractores?
R. Cuando dimite Benedicto XVI, quien negaba la cuestión homosexual, se presentan 14 razones para su dimisión. Diez de esas razones tienen que ver con la homosexualidad. Los cardenales dijeron que el sistema iba a explotar. Algo así como: "Estamos en una especie de Titanic que se está hundiendo". Y los cardenales siguen dirigiendo el concierto, como si no pasara nada. Pero entendieron que había que cambiar algo, por eso le eligieron.
P. ¿Qué relación existe entre los delitos sexuales y los hechos documentados en su libro?
R. Bueno, en primer lugar mi libro no va sobre los abusos, sino sobre las organizaciones gais dentro del Vaticano. No hay ningún nexo entre homosexualidad y abuso, en la gran mayoría de los casos los abusos se cometen por hombres heterosexuales, en colegios y familias heterosexuales, y la mayor parte de sus víctimas son mujeres. Con la Iglesia existe una particularidad: es un mundo muy masculino, en los seminarios son casi todo hombres. Es ahí donde surgen la mayor parte de los abusos. No son homosexuales normales, están muy reprimidos, muy sublimados, se tienen odio a sí mismos, es una homofobia interiorizada. Luego hay otro factor, que es la cultura del secreto. Existe desde hace muchísimo tiempo para proteger el secreto de la homosexualidad en un gran número de obispos y cardenales.
P. ¿Cómo podría resolverse esta situación, más allá del perdón esgrimido por las figuras eclesiásticas?
R. En primer lugar, hay cardenales por todo el mundo que han encubierto abusos sexuales, como el cardenal Solano o Leonardo Sandri. Todos ellos deberían ser interrogados y sometidos a examen. Algunos ya lo han hecho. Yo no les juzgo ni les declaro culpables, pero deberían explicarse para declarar ante la justicia sobre todo lo que saben. Ricardo Blázquez, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, acaba de declarar que la Iglesia no investigará sobre abusos sexuales a menores y que los archivos no se desclasificarán.
Blázquez debería ser sometido a la justicia española por estas declaraciones, no digo que él sea culpable, pero debería explicarse. No se puede dejar esto así. No es Roma quien decide aquí, sino la justicia española, y las declaraciones de Blázquez son escandalosas, debería ser denunciado. Debería ser expulsado del órgano por estas declaraciones inadmisibles. Hay cardenales hoy en día que están siendo sometidos a examen en Estados Unidos, Chile o Francia por este tipo de declaraciones. Es absolutamente escandaloso.
P. ¿Cree que la justicia española no tiene las herramientas necesarias para hacerlo?
R. Sí, sí que las tiene. Yo creo en la justicia española. Todo esto va a ocurrir, todos esos casos se conocerán, todos los sospechosos deberán responder ante la justicia. Hay fotos, vídeos, hay registros, grabaciones, la prensa escribe, las víctimas hablan. Es un sistema que está desmoronándose.
P. ¿Cuál es el poder político real actual del Vaticano y qué herramientas tiene para seguir ocultando estos casos y escapando de la justicia?
R. Dentro de la Iglesia hay una organización homosexual muy homófoba que ha querido prohibir las uniones civiles. Por tanto, ha fracasado políticamente, porque la gente ha entendido que se trataba de una mentira demasiado visible. La fuerza del sistema es el secreto, una gran mayoría silenciosa, no es un gran armario lleno de gays, sino de cientos de miles de pequeños armaritos secretos relacionados con los demás. No hay un lobby gay, sino que hay una dispersión.
P. ¿Qué cree usted que pasaría si la institución eclesiástica cae y qué consecuencias políticas y sociales tendría para ese sector de la población conservadora que cree en la verdad de la Iglesia?
R. La Iglesia es una institución milenaria que empezó con doce personas. Y sobrevivrá. En Latinoamérica tiene mucho poder, en África se está desarrollando mucho y en Europa tiene dificultades. En Estados Unidos hay muchos menos católicos que antes. Pero la iglesia sobrevirá a todo esto. Por supuesto, tiene que evolucionar.
P. La Iglesia siempre ha tenido un papel muy importante dentro de la corriente conservadora y la ultraderecha. ¿Sigue siendo así?
R. Hay tres tipos de católicos. Los católicos progresistas, que están en disminución. Muchos de ellos eran sacerdotes heterosexuales que abandonaron la Iglesia y se casaron en los años 60, 70 y 80. Las parroquias se están quedando sin sacerdotes. Después está la llamada “teología de la liberación”, una corriente más moderada, que fue destruida por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Luego están los católicos identitarios de derecha o de derecha extrema. Rouco Varela sería un buen ejemplo. Afirman su catolicismo porque lo necesitan para afirmar su identidad de extrema derecha. Estos son muy peligrosos. En mi libro les ataco frontalmente.
Y después la tercera categoría serían los católicos honestos que creen realmente en Dios, que leen positivamente mi libro y son de derecha moderada, pero son buenos católicos. Están muy enfadados por los hechos que están sacudiendo la Iglesia, sus mentiras, los abusos sexuales, la doble vida de los sacerdote. Están esperando a que la Iglesia evolucione y sea más honesta.
P. ¿Por qué el grupo de los católicos (homosexuales) de ultraderecha ostenta tanto poder?
R. Porque es una fuerza política. Cuando algo va mal, los más radicales e identitarios son los que ganan y están ahí. Los moderados se van. Este libro es un libro también sobre la extrema derecha. Esto muestra como la Iglesia se ha visto comprometida por Pinochet en Chile, con la extrema derecha argentina, brasileña, los narcotraficantes y militares colombianos, con Franco aquí en España... La homosexualidad de muchos cardenales ha sido utilizada por los servicios secretos para chantajes y sobornos. Es un libro sobre el poder. Todo va sobre sexo, y el sexo tiene que ver con el poder, ya lo decía Oscar Wilde. En el mundo todo gira en torno al sexo, excepto el sexo, que gira en torno al poder. Eso es el Vaticano.
P. ¿Avanzaremos hacia un mundo más laico?
R. No estoy tan seguro. La condición humana es demasiado frágil. Para que un enfoque secular le baste. Necesita una especie de misticismo, si la Iglesia no se lo da, lo encontrará en otro lugar, en las filosofías budistas, en la ecología, en el yoga, en las nuevas espiritualidades. Por ejemplo, yo a título personal, lo encuentro en la literatura. Mi religión personal es la literatura. Mis figuras sagradas son Rimbaud, Dostoyevski, Shakespeare, Montaigne, Cousteau… Cada uno encuentra su espiritualidad en estas nuevas formas que la Iglesia no ha podido bloquear porque si no se redefine no va a saber hablar con el mundo.
P. ¿Cree que las innovaciones tecnológicas darán paso a un mundo menos oscurantista en el que la religión católica ya no tenga tanto peso?
R. Yo creo que sí. Cero que hoy el secreto ya no es posible. Es una estructura secreta en un mundo transparente donde todo se sabe. Hay vídeos y cámaras por todas partes. Un mundo en el que las víctimas hablan y la prensa les da voz, donde se sabe todo en las redes sociales. El secreto ya no puede mantenerse. Este libro no habría podido ser publicado hace 10 años, sobre todo en Italia. Y ahora está en todo el mundo.
Por sus más de 600 páginas asistimos a testimonios que dan fe de los comportamientos homosexuales de las figuras cardenalicias. No son hechos aislados, sino la estructura que cimenta la sociedad papal. Una gran mayoría silenciosa que ha esgrimido la homofobia como discurso mientras, de puertas para dentro, cosechan amantes masculinos y actitudes sexualmente contradictorias para la orden cristiana. Además de una receta ideológica de extrema derecha, cada día más presente en las democracias occidentales. "Cuanto más homófobo es un cardenal o un sacerdote, más probabilidades existen de que sea gay", afirma Martel, y señala directamente al presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, quien hace unos días declinó la idea de investigar los casos de abusos sexuales en España. Aprovechamos su parada en Madrid para hablar con él sobre el libro. Si hay algo claro es que no está aquí para permanecer callado.
Pregunta. ¿Es usted religioso?
Respuesta. No. Fui católico, pero solo hasta los doce años aproximadamente. He sido bautizado, he hecho la comunión y también la confirmación. Soy el típico hijo laico de la cultura católica francesa.
P. Ya había escrito antes sobre la comunidad homosexual en su anterior libro, 'Global Gay'. ¿Cuál fue el detonante para escribir 'Sodoma'?
R. La sensación de tener que ponerme a investigar. Lo hice porque lo necesitaba, como con cualquier otro tema. Quizás fueron la gran cantidad de fuentes fiables y serias que me dieron información en un primer momento. Pensé que de confirmarse, sería la revelación del secreto más grande de los últimos 50 años, por lo tanto me puse a investigar. Al principio no pensé creía que me fuera a llevar cuatro años, ni que iba a viajar por 30 países en busca de información.
P. ¿Cómo tuvo acceso a tantas fuentes?
R. A base de hacer puro periodismo. En un inicio me pasaron la informacion un grupo de fuentes primarias, como yo las llamo, que constaban de 27 sacerdotes que actualmente viven en el interior del Vaticano. Estos 27 sacerdotes fueron “explícitamente gais conmigo” y me aportaron datos y testimonios constantemente. Fue gracias a ellos por los que pude conocer al resto de fuentes.
Después, viajé mucho. Mi técnica de investigación es desplazarme y saber presentarme en los sitios. Una semana cada mes. Nunca acepto un "no" como respuesta. Si me dicen que no, vuelvo, y si me dicen otra vez que no, vuelvo. Si no me dejan entrar por la puerta, entro por la ventana.
P. ¿Había un interés por parte de las fuentes por sacar estas informaciones a la luz?
R. Hay muchos casos y cada uno es diferente. Había personas que querían que esto se supiera, sobre todo en el seno de la Conferencia Episcopal Española y la italiana. También había personas que me hablaban de ello "off-record", siendo más o menos explícitos. Y había quien solo me hablaba de terceras personas. Pero normalmente fui yo quien salí a buscar estas declaraciones por diferentes países, y en concreto, he venido mucho a España.
P. Usted pone mucho énfasis en la cúspide eclesiástica española. ¿Cuál es el testimonio más llamativo que ha encontrado?
R. Es muy paradójico. Cuanto más homófobo se muestra un cardenal o un obispo en público, que incluso salen a la calle para manifestarse contra el matrimonio gay, es porque sin duda es homosexual. Es un comportamiento abismal, esquizofrénico, hipócrita.
Ellos llevan una doble vida, no lo digo yo, lo dice el Papa Francisco, que denuncia a “los cardenales esquizofrénicos e hipócritas, que llevan una doble vida”. Él sabe a la perfección los secretos que revelo en este libro.
P. ¿Cree que su libro puede alimentar el cliché en determinados sectores de la población de que los curas son homosexuales?
R. No es una idea tan típica, no es un cliché. Yo creo que es más bien al contrario: muchos cardenales son homófobos, y nadie podía imaginar que fuesen gais. Es un hecho que no es tan contradictorio, precisamente por ser gais son homófobos, así es como lo reconocen. Cuanto más homófobo es un cardenal, más probabilidades tiene de que sea gay.
P. Es muy llamativo que una de las comunidades que más rechaza la homosexualidad sea una de las que más homosexuales tenga entre sus filas.
R. No, precisamente es algo muy clásico y muy común. Desde siempre los homosexuales han funcionado así. Se muestran homófobos cuando quieren ocultarse. Un ejemplo que se me ocurre, fuera de la Iglesia católica, es el del primer presidente del FBI, John Edgar Hoover. Durante toda su vida estuvo persiguiendo a los gais, denunciándolos y deteniéndoles. Luego era sometido a chantajes, ya que él vivía con su número dos, su compañero de vida.
P. ¿Se podría decir que hay mucha gente que en su día vio que su deseo sexual no era normativo y para reprimirlo se metió al sacerdocio?
R. Totalmente, esa es la clave. Si eras homosexual en un pueblo español de los años 50 o 60, no te gustaban mucho las chicas, no te apetecía casarte, te hacían bromas pesadas en la universidad, se burlaban de ti por ser un poco afeminado o por tu forma de vestir... A veces no se daban cuenta, pero ahí existía un grave problema de identidad. A lo mejor eras homófilo, y no homosexual.
En esos tiempos y ante esas circunstancias era un proceso sociológico normal el hacerte cura. Pero además, lo veo muy simple: un día eres el objeto de burla de los demás y, de repente al siguiente aquellos que se burlaban de ti te respetan. También empezabas a vivir con otros hombres, podías ponerte vestidos, y tu madre que lo había entendido todo desde el principio recibía esta vocación mágica como una prueba del Señor. En definitiva, pasabas de ser un paria a ser un santo.
P. El Papa va a ofrecer un discurso histórico el 15 de abril contra la criminalización de la homosexualidad. ¿Cree que la Iglesia algún día acabará aceptando las relaciones homosexuales?
R. El discurso va a ser sobre las relaciones homosexuales consentidas entre adultos que se criminalizan sobre todo en el Caribe. Yo soy un periodista de investigación y he hecho un trabajo serio, sincero, puede que no te guste o que lo adores, yo solo lo ofrezco al público. Está enmarcado dentro del interés general y creo que está teniendo mucho eco. Ha recibido una acogida inesperada, estamos muy sorprendidos. Por tanto, yo he hecho mi trabajo, pero no tengo una agenda política, lo que cuento en el libro compete a los católicos y a las figuras eclesiásticas, sobre todo las más cercanas al Papa, para que puedan cambiar la Iglesia, si así lo desean. Mi trabajo ha sido de investigador, no de político o activista.
P. El Vaticano ha sido una institución intocable hasta hace muy poco. ¿Qué ha propiciado este cambio, al margen del Papa Francisco?
R. Los abusos sexuales, las mentiras, la doble vida... La verdad no está siendo respetada. La distancia entre el discurso del clero y sus prácticas es muy grande. La mentira ha llegado a un punto insostenible. Es una verdad a gritos que aquellos cardenales y obispos que son muy homófobos en público tienen amantes en privado. Pero de nuevo, yo no juzgo, no hay un solo sacerdote al que yo acuse en este libro. No los estoy sacando del armario, yo intento explicar un sistema, y el hecho de que un obispo, un sacerdote o un cardenal sea homosexual no tiene por qué ser un problema. La homosexualidad debería ser una opción aceptada por la Iglesia católica, entre muchas otras, ya que son la gran mayoría, o lo que yo llamo una mayoría silenciosa.
P. ¿Existe mucha oposición dentro del Vaticano a esta actitud reformista de Bergoglio?
R. Sí, sin duda. Yo no quería ser demasiado duro con este Papa. Al fin y al cabo es argentino, peronista y jesuita. Para un francés laico como yo no es nada fácil creer en lo que dice. A veces es gay-friendly, pero al día siguiente no.
Al principio no me hacía mucha gracia, pero luego me puse a investigar y entendí lo que verdaderamente pasaba. El complot. La cábala. La “camarilla” orquestada contra el Papa. Una extrema derecha muy homófoba le ataca por ser gay-friendly, cuando ellos mismos son homosexuales. Y de pronto empezó a gustarme Francisco. Comprendí el complot que había contra él, y eso hizo que sintiera mucha simpatía.
P. Entonces, ¿cómo es que fue elegido y sus seguidores ganaran frente a sus detractores?
R. Cuando dimite Benedicto XVI, quien negaba la cuestión homosexual, se presentan 14 razones para su dimisión. Diez de esas razones tienen que ver con la homosexualidad. Los cardenales dijeron que el sistema iba a explotar. Algo así como: "Estamos en una especie de Titanic que se está hundiendo". Y los cardenales siguen dirigiendo el concierto, como si no pasara nada. Pero entendieron que había que cambiar algo, por eso le eligieron.
P. ¿Qué relación existe entre los delitos sexuales y los hechos documentados en su libro?
R. Bueno, en primer lugar mi libro no va sobre los abusos, sino sobre las organizaciones gais dentro del Vaticano. No hay ningún nexo entre homosexualidad y abuso, en la gran mayoría de los casos los abusos se cometen por hombres heterosexuales, en colegios y familias heterosexuales, y la mayor parte de sus víctimas son mujeres. Con la Iglesia existe una particularidad: es un mundo muy masculino, en los seminarios son casi todo hombres. Es ahí donde surgen la mayor parte de los abusos. No son homosexuales normales, están muy reprimidos, muy sublimados, se tienen odio a sí mismos, es una homofobia interiorizada. Luego hay otro factor, que es la cultura del secreto. Existe desde hace muchísimo tiempo para proteger el secreto de la homosexualidad en un gran número de obispos y cardenales.
P. ¿Cómo podría resolverse esta situación, más allá del perdón esgrimido por las figuras eclesiásticas?
R. En primer lugar, hay cardenales por todo el mundo que han encubierto abusos sexuales, como el cardenal Solano o Leonardo Sandri. Todos ellos deberían ser interrogados y sometidos a examen. Algunos ya lo han hecho. Yo no les juzgo ni les declaro culpables, pero deberían explicarse para declarar ante la justicia sobre todo lo que saben. Ricardo Blázquez, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, acaba de declarar que la Iglesia no investigará sobre abusos sexuales a menores y que los archivos no se desclasificarán.
Blázquez debería ser sometido a la justicia española por estas declaraciones, no digo que él sea culpable, pero debería explicarse. No se puede dejar esto así. No es Roma quien decide aquí, sino la justicia española, y las declaraciones de Blázquez son escandalosas, debería ser denunciado. Debería ser expulsado del órgano por estas declaraciones inadmisibles. Hay cardenales hoy en día que están siendo sometidos a examen en Estados Unidos, Chile o Francia por este tipo de declaraciones. Es absolutamente escandaloso.
P. ¿Cree que la justicia española no tiene las herramientas necesarias para hacerlo?
R. Sí, sí que las tiene. Yo creo en la justicia española. Todo esto va a ocurrir, todos esos casos se conocerán, todos los sospechosos deberán responder ante la justicia. Hay fotos, vídeos, hay registros, grabaciones, la prensa escribe, las víctimas hablan. Es un sistema que está desmoronándose.
P. ¿Cuál es el poder político real actual del Vaticano y qué herramientas tiene para seguir ocultando estos casos y escapando de la justicia?
R. Dentro de la Iglesia hay una organización homosexual muy homófoba que ha querido prohibir las uniones civiles. Por tanto, ha fracasado políticamente, porque la gente ha entendido que se trataba de una mentira demasiado visible. La fuerza del sistema es el secreto, una gran mayoría silenciosa, no es un gran armario lleno de gays, sino de cientos de miles de pequeños armaritos secretos relacionados con los demás. No hay un lobby gay, sino que hay una dispersión.
P. ¿Qué cree usted que pasaría si la institución eclesiástica cae y qué consecuencias políticas y sociales tendría para ese sector de la población conservadora que cree en la verdad de la Iglesia?
R. La Iglesia es una institución milenaria que empezó con doce personas. Y sobrevivrá. En Latinoamérica tiene mucho poder, en África se está desarrollando mucho y en Europa tiene dificultades. En Estados Unidos hay muchos menos católicos que antes. Pero la iglesia sobrevirá a todo esto. Por supuesto, tiene que evolucionar.
P. La Iglesia siempre ha tenido un papel muy importante dentro de la corriente conservadora y la ultraderecha. ¿Sigue siendo así?
R. Hay tres tipos de católicos. Los católicos progresistas, que están en disminución. Muchos de ellos eran sacerdotes heterosexuales que abandonaron la Iglesia y se casaron en los años 60, 70 y 80. Las parroquias se están quedando sin sacerdotes. Después está la llamada “teología de la liberación”, una corriente más moderada, que fue destruida por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Luego están los católicos identitarios de derecha o de derecha extrema. Rouco Varela sería un buen ejemplo. Afirman su catolicismo porque lo necesitan para afirmar su identidad de extrema derecha. Estos son muy peligrosos. En mi libro les ataco frontalmente.
Y después la tercera categoría serían los católicos honestos que creen realmente en Dios, que leen positivamente mi libro y son de derecha moderada, pero son buenos católicos. Están muy enfadados por los hechos que están sacudiendo la Iglesia, sus mentiras, los abusos sexuales, la doble vida de los sacerdote. Están esperando a que la Iglesia evolucione y sea más honesta.
P. ¿Por qué el grupo de los católicos (homosexuales) de ultraderecha ostenta tanto poder?
R. Porque es una fuerza política. Cuando algo va mal, los más radicales e identitarios son los que ganan y están ahí. Los moderados se van. Este libro es un libro también sobre la extrema derecha. Esto muestra como la Iglesia se ha visto comprometida por Pinochet en Chile, con la extrema derecha argentina, brasileña, los narcotraficantes y militares colombianos, con Franco aquí en España... La homosexualidad de muchos cardenales ha sido utilizada por los servicios secretos para chantajes y sobornos. Es un libro sobre el poder. Todo va sobre sexo, y el sexo tiene que ver con el poder, ya lo decía Oscar Wilde. En el mundo todo gira en torno al sexo, excepto el sexo, que gira en torno al poder. Eso es el Vaticano.
P. ¿Avanzaremos hacia un mundo más laico?
R. No estoy tan seguro. La condición humana es demasiado frágil. Para que un enfoque secular le baste. Necesita una especie de misticismo, si la Iglesia no se lo da, lo encontrará en otro lugar, en las filosofías budistas, en la ecología, en el yoga, en las nuevas espiritualidades. Por ejemplo, yo a título personal, lo encuentro en la literatura. Mi religión personal es la literatura. Mis figuras sagradas son Rimbaud, Dostoyevski, Shakespeare, Montaigne, Cousteau… Cada uno encuentra su espiritualidad en estas nuevas formas que la Iglesia no ha podido bloquear porque si no se redefine no va a saber hablar con el mundo.
P. ¿Cree que las innovaciones tecnológicas darán paso a un mundo menos oscurantista en el que la religión católica ya no tenga tanto peso?
R. Yo creo que sí. Cero que hoy el secreto ya no es posible. Es una estructura secreta en un mundo transparente donde todo se sabe. Hay vídeos y cámaras por todas partes. Un mundo en el que las víctimas hablan y la prensa les da voz, donde se sabe todo en las redes sociales. El secreto ya no puede mantenerse. Este libro no habría podido ser publicado hace 10 años, sobre todo en Italia. Y ahora está en todo el mundo.
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