El último libro de Itziar Ziga es de esos que te dejan la sensación de que algo se te ha explotado dentro. Una especie de ‘Transfeminismo para principiantes’ en el que Ziga narra como si le fuera la vida en ello, con su estilo de guerrera arcoirítica, la biografía de transgresoras como Sylvia Rivera, Annie Sprinkle, Olympe de Gouges o Laura Bugalho.
María Unanue | Pikara Magazine, 2015-02-04
http://www.pikaramagazine.com/2015/02/gracias-malditas-perras-del-inframundo/
Hace unos meses oí campanas sin saber muy bien dónde, en referencia al nuevo libro de Itziar Ziga. Internet a veces es un puñetero despropósito. Sí, me entero de miles de cosas, pero con tanto estímulo se me olvidan todas en tiempo récord y pierdo toda noción de haber hecho algo de provecho. Comparto el último artículo de Faktoria Lila en Facebook, al mismo tiempo que me veo los vídeos del Tornillo y, para cuando quiero sonarme los mocos y limpiarme las lágrimas con la manga del pijama de la maldita rabia que me da que tengamos que seguir visibilizando causas que deberían ser de sentido común, me descubro a mí misma escuchando la última canción de Viruta, teniendo de fondo el videoclip de Furia, justo cuando mi hermana me comparte Ciutat Morta, mientras respondo al email de Amazon que me dice que ya me ha enviado la peli de Orlando, riéndome entre dientes con los ingeniosos comentarios de Stop Gordofobia. Todo esto a las 21:00 de la noche después de una doble jornada de cagarte por la pata abajo, en la que un estudiante de segundo de bachillerato ha roto la puerta del aula en un ataque de rabia, habiéndose, previamente, otro pequeño gran machirulo de primero de bachiller cagado en mi puta madre después de darle un golpe a mi mesa. ¡Viva mi vida! Pero no pasa nada. Yo sé que tengo la llave para cambiar el mundo. Porque soy profesora de inglés. ¿Hola? Aquí es cuando me planteo si “sufro” Trastorno Déficit de Atención de sentimientos e Hiperactividad emocional. Lo de “sentimientos” y “emocional” lo he insertado yo. Paso por 984735983705 estados de ánimo diarios, y como dijo Monstruo espagueti el otro día, me da por clasificar mi vida y a mí misma constantemente como “¡Soy la puta hostia!” o ¡”¡Soy lo puto peor!”. Sin término medio. Buf. Qué estrés. Ah, también entrecomillo “sufro” porque yo lo llevaré a cuestas, pero quien lo padece es mi entorno. Empezar seiscientas conversaciones por minuto y cansarme de todas al de un rato, deja de ser anécdota para convertirse en norma. Al menos últimamente. Hoy por hoy manejo el mismo nivel de profundidad que la piscina pequeña de Artxanda. Si me tumbo, se ve salir mi tripa de debajo del agua. No digo más. Trabajar de sustituta en secundaria es matador. Pero trabajar de sustituta en secundaria siendo tía, joven, sonriente, teniendo voz dulce, intentando ser justa y pensando que puedes mejorar el planeta en mes y medio, apesta por todas partes. Parezco una zombie. Me paso desde que me despierto, contando las horas que me quedan para volverme a acostar. Cuando termine esta mierda me hago bibliotecaria, fijo. Bueno, el caso es que hace dos semanas me compré ‘Malditas’ porque lo vi en Internet en alguna parte. Yo que soy femifan de nacimiento, desde que leí ‘Devenir perra’ y ‘Un zulo propio’, me vi total y absolutamente enganchada por el discurso fresco y realista de la fluida prosa de Ziga. También me enganchó ella. Su atuendo colorido ameniza sus arcoiríticas, guerreras y esperanzadoras palabras. Como estoy loca, tengo Internet en casa y nací en los ochenta, soy de esa generación que googlea todo lo habido y por haber. He visto unos cuantos vídeos suyos en Youtube y me declaro una perra ziguítica como la copa de un pino. Me encanta cómo se toca el pelo cuando habla y los gestos que hace con las manos. También me encanta cuando al final de sus entrevistas, valora sobre todas las cosas el activismo feminista de hormiguita que aporta su pequeña gran miga cada día, sin mucho bombo ni platillo. Leer a Itziar Ziga es un gustazo, porque además de cercana y divertida, en papel resulta absolutamente certera en todo lo que dice. Describe las situaciones actuales con un lenguaje claro y sin rodeos: esto es lo que hay, chavalxs. No tengo claro si su objetivo es resultar pedagógica, o si esto se la trae al pairo y le sale de serie, pero yo con ‘Malditas’ he disfrutado por partida doble: me he sentido parte de lo que leía (¡viva esa pancarta lesbianista en la mani de Iruña!), cosa que mi vena ególatra necesita para engancharse a todo, y he aprendido nueva información que desconocía de la manera más efectiva que existe: divirtiéndome. Lo primero que me encanta del libro es el título. A veces yo que soy muy olvidadiza con según que cosas, obvio el necesario prefijo TRANS a la hora de definirme. “Una estirpe transfeminista” me parece que visibiliza así de primeras que lo de feminista, a secas, cojea por doquier. Tengo que empezar a decir que soy transfeminista, joder. Porque todavía no lo hago. Porque soy un caos. Soy tan caos que aunque sé que debería empezar a leer con un cuadernito al lado, para ir apuntando todos los nombres nuevos que aparecen, las sugerencias de lectura, las canciones que comenta…pero no tengo tiempo, y leo en clase mientras pongo a la chavalería en grupos a trabajar en equipo sobre futuro perfecto. Entre paseíto y paseíto por el aula, voy ojeando páginas de mi libro forrado con hojas de la caja de reciclar papel de la tutoría. Así leí también ‘Pornoterrorismo’, porque su portada me pareció que escandalizaría a las impresionables mentes de lxs pequeñxs liliputienses de segundo de ESO. ¡Tonta de mí! Curiosamente, no sé muy bien cómo, en una de aquellas clases de Historia donde yo leía (cuando podía) sobre las limitaciones sexuales que les imponemos a las personas con diversidades corporales, mientras mi clase hacía un ejercicio de repaso sobre el Imperio Carolingio, sorpresas de la vida, nos pasamos la hora hablando de pansexualidad porque a una personita de clase se le ocurrió levantar la mano y decirme “¿Y en el Imperio Carolingio había gays?”. Yo, sonrientemente ojiplática, rescaté la mejor pregunta que me habían hecho NUNCA y empezamos un pequeño y limitado viaje por la Historia LGTBQ+ que yo conocía entonces. No sé cómo ni por qué me preguntó aquel niño tal cosa (recuerdo que se llamaba Ibon y que dicen que esquiaba bien), pero cada vez que leo algo nuevo, me dan ganas de darle al botón de mi máquina del tiempo y ampliar aquella escueta información que pude darles en su momento, sobre la existencia de personas LGTBQ+ desde que el mundo era mundo. Bueno, a lo que iba. El caso que recomiendo leer ‘Malditas’ con cuaderno y un bolígrafo. Yo no lo hice, pero me arrepiento. Tampoco lo hice en ‘Feminismo para principiantes’ y siento que tengo unas lagunas del tamaño del Océano Pacífico. By the way, de forma extraoficial porque me acaba de venir a la cabeza, diré que ‘Malditas’ me parece de alguna manera que no voy a detallar, una versión comentada y con más empape personal del necesario tocho azul de Nuria Vrela. Nuria Varela narra, Itziar te lo cuenta como sí le fuera la vida en ello. En este “libro de gesta” (así lo denomina en la contraportada), Ziga habla de la visionaria Valerie Solanas y su manifiesto Scum, poniendo la figura del idiota de Warhol en su lugar, sin dedicarle los grandes aspavientos que suelen hacérsele al plagiador artista. Aunque conocía algo sobre ella, y sabía de su “Am I not a woman?”, me ha encantado indignarme y aplaudir por dentro mientras leía la complicada e inspiradora vida de Sojourner Truth. Sylvia Rivera, ha sido un descubrimiento como la copa de un pino. Me avergüenza no haber investigado más sobre aquella noche del 28 de junio en Stonewall y estoy encantada de haberla conocido, aunque sólo forme parte de mi vida desde hace dos semanas. Del mismo modo, aunque mi amiga Alba me brindó la oportunidad de ver la película de ‘La Comuna’ con comentario del director y toda la pesca, por algún motivo que desconozco, mi cabeza nunca imaginó que un ser tan fascinante como Louise Micher pudiera estar moviéndose por allí luchando por aquello que consideraba justo. Lo de su exportación a Australia y que se uniera a las causas de lxs nativxs de aquellas tierras, me parece una muestra de la innegable implicación política de las que se mueven por lo que consideran justo. Aunque no les toque de cerca. Lo cierto es que yo en este momento de mi vida, no me muevo ni a por el mando a distancia, y me dedico más a sobrevivir que a luchar por una vida que merezca ser vivida. Shame on me. Nota mental: ponerme las pilas de nuevo, en cuanto cumpla los 31. Pero sigamos, que yo ahora doy igual. Conocí el nombre de Annie Sprinkle, pero he disfrutado mucho poniéndole cara a la mujer que “pornificó el feminismo”. Yo que soy más clásica que los pendientes de perla, aunque no me etiqueto como abolicionista y entiendo que cada cual tiene derecho a hacer lo que le salga del mismísimo coño sin infantilizar ni tratar de manera condescendiente a las trabajadoras del sexo, todavía noto mis resistencias internas a la hora de normalizar la prostitución como práctica. El problema lo tengo yo. Lo sé: “Es mezquino y absurdo que el sexo consensuado sea un crimen”. Respeto y apoyo que cada mujer haga lo que desee o tenga que hacer para ganar euros. La prostitución en sí, me parece bien. O sea, ellas me parece que usan su cuerpo, igual que yo usaba el mío cuando daba clases de aeróbic. En cualquier caso, no puedo evitar ¡¡no puedo!! que los que me den rabia sean ellos. Es que hay una ira interna que me altera las pulsaciones cuando pienso en ciertas situaciones…pero os juro que me lo estoy trabajando y que me lo reviso, apenas opino sobre el tema y escucho-escucho-escucho-ESCUCHOOOOOOOOOO para desaprender y re-educarme en una opinión propia no influenciada por las monjas del colegio de mi madre. En fin. “One step at a time”. A Olympe de Gouges la conocía y tuve la suerte o la desgracia de haberme leído su cómic a medias. Cierto es, como Ziga afirma, que la historia que en esa novela gráfica (qué poco natural se me hace decir NOVELA GRÁFICA) se cuenta me pareció un poquito floja, pero en última instancia, aplaudo que se les ocurriera la idea, aunque sólo sea para visibilizarla más, porque “Hombre, ¿eres capaz de ser justo?”. Y hablando de hombres injustos, yo que tengo de melómana y musicóloga lo mismo que Kiko Rivera y que por alguna tara mental, disfruto del estúpido temazo “Quítate el top” tanto como cenando palomitas, lógicamente, con mi brutal incultura musical, nunca jamás en mi vida había escuchado hablar de Kathleen Hanna. ¡¿¿Eiiin??! ¿¿Pero dónde te metes?? Lo sé, lo sé. Mea culpa. Soy lo peor. Conocía Riot Grrrl y me sonaba de oídas Bikini kill, pero me he sentido muy afortunada por saber que tengo por delante días y días y muuuuchos más días de escucha de letras con sustancia que harán las delicias de mi mp3. “Girls to the front!” Last but OF FUCKINGCOURSE, not least, Itziar nos presenta a Laura Bugalho, cuya vida, además de cercana, (vive a dos comunidades autónomas, o sea, a la vuelta de la esquina) me ha parecido muy interesante conocer. Aunque me autoinculpé en su día, porque después de escucharla hablar y troncharme de risa con su ácido sentido del humor, mientras me sorbía los mocos del berrinche que tenía por oír lo asquerosamente repugnantes que son las maneras de actuar de las fuerzas de seguridad de “este puñetero sitio que llaman España” ( Ziga no dice exactamente estas palabras, pero me ha salido citarlo libremente al no-pie de la letra), lo cierto es que no tenía información anterior a todo este berenjenal en el que se ha visto metida, por hacer lo que hay que hacer. ¡¡Y de repente se acaba el libro!! Joder. Terminas de leer y te quedas con resaca literaria, de esa que te dura unos cuantos días. A mí, me ha dado por buscar fotos de estas mujeres y enmarcarlas en mi pared. En 163 páginas te quedas con tantas ganas de investigar y saber más sobre todas ellas, que inevitablemente todas, aunque no te acuerdes de sus apellidos, pasan a formar parte de tu vida lo quieras o no lo quieras. Y te vienen a la cabeza cuando ves “esto”. Y te acuerdas de ellas cuando lees “aquello”. Relacionas sus palabras con lo que te pasó “aquella vez”. Imaginas cómo sería haber vivido sus vidas. Estos son los libros que me gustan: los que sin haberse leído con bolígrafo y cuaderno al lado, me dejan sensación de que algo se me ha explotado dentro. Y me siento orgullosa de ellas. Y descontenta con este asqueroso sistema que las ha invisibilizado. ¿¿¿Por qué no salen en los libros de texto??? No conozco a Itziar Ziga de nada más que sus libros y los vídeos de youtube. Pero¡¡graaaaaaaaaaaaaacias por haberlas juntado a todas!! ¡¡Graaaaaaaaaaacias por ser tan amena!! ¡¡Graaaaaaaaaaaaaaaaaaacias por instruir deleitando!! Y sobre sobre sobre sobre todo: ¡gracias a ti también por “consagrar tu vida a una lucha feminista radical” y demostrar que puede hacerse todo eso, con un discurso absolutamente incombustible, pero también con colores, plumas y brillantinas! Yo necesito todo esa extravagancia. Necesito ese lenguaje cercano. Necesito esos apuntes de opinión al final de cada párrafo. Si no, francamente, me aburro. Y me vais a perdonar, pero una revolución aburrida, no es mi revolución. ¡Gracias, Malditas perras del inframundo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.