Imagen: El Mundo |
Piu fue brutalmente torturada mientras sus verdugos lo grababan en vídeo. El 50% de los casos de transexuales asesinados en el mundo ocurren en Brasil. Las medidas políticas intentan luchar contra esta violencia y la discriminación.
Yasmina Jiménez | El Mundo, 2015-02-09
http://www.elmundo.es/internacional/2015/02/09/54d8ea79e2704e58078b4578.html
Cuando nació hace 25 años le llamaron Claudio da Silva, pero hacía mucho tiempo que todos en su barrio de Río de Janeiro la conocían como Piu. Su pasión era sambear y su sueño ser reina de batería de la escuela de samba Beija-Flor, de la que ya formaba parte como bailarina. Nunca se perdía un ensayo. Por eso, cuando hace dos semanas no acudió a uno de los más importantes -los últimos antes de debutar en el sambódromo con el incio del Carnaval- sus compañeros se extrañaron. Poco después aparecía con evidentes signos de tortura y seis tiros en el cuerpo. Piu ha sido uno de los últimos transexuales asesinados en Brasil, el país con mayor número de crímenes contra transexuales y homosexuales.
La bailarina habría sido un número más en las estadísticas -desde su muerte han asesinado a otras cuatro- si no fuera porque formaba parte de una de las escuelas de samba más importantes - Beija-Flor ha ganado 12 veces la competición que se celebra en el sambódromo- y porque el crimen se ha cometido cuando el Carnaval está a punto de dar su pistoletazo de salida. Algunos de los miembros del gran grupo carnavalesco decidieron pedir justicia para Piu durante los últimos ensayos técnicos sumando a los impresionantes trajes una pulsera negra. Con este gesto, llegaba a la fiesta más famosa de Brasil uno de sus problemas más desconocidos.
"Ya pegué un carrerón. ¿Sabes lo qué es? Cuando te persiguen varias personas con un palo para pegarte una paliza. Menos mal que me ayudaron y me salvé. Otras veces, no me quisieron pagar o me robaron. Pero bueno, dificultades que ya superé; la vida no son sólo flores, también tiene espinas". Habla Luana Soares -nombre social, porque el otro, el de nacimiento, no lo usa ya-, una transexual de casi dos metros de altura pero con una feminidad que a veces hace olvidar al que la mira que nació hombre hace casi 42 años.
Luana trabaja en una peluquería en el centro de São Paulo, muy cerca de la Praça da República, donde otras transexuales ejercen la prostitución durante el día y la noche. Para ella, que también "hizo la calle" hace mucho tiempo, los malos tratos que recibió tuvieron más que ver "con esa parte podrida que tiene la noche y la calle" que con su condición sexual. Sin embargo, las cifras reflejan otra realidad. Según el último informe del Grupo Gay de Bahía (GGB) -el más antiguo del país-, en 2014 fueron documentadas 326 muertes de gais, lesbianas y transexuales en Brasil, lo que supone un asesinato cada 27 horas.
La prostitución como única salida
No sólo los números resultan escalofriantes, el 50% de los casos de personas transexuales asesinadas en el mundo ocurren en Brasil, sino también la forma en la que son asesinados. Piu sufrió todo tipo de torturas mientras sus verdugos lo grababan en un vídeo que después compartieron en las redes sociales. La policía asegura que está estudiando esas imágenes, mientras los colectivos transexuales continúan luchando. En São Paulo -donde muchos llegan no sólo por ser la ciudad con más oportunidades del país sino por ser también de las más liberales y tolerantes- este mismo sábado se celebraba un bloco de carnaval por sus derechos. Muchos gais y transexuales llegan de otros estados con el sueño de encontrar un lugar entre tanta diversidad. Sin embargo, tampoco es fácil en la capital paulista, en donde en 2014 se cometieron el mayor número de crímenes homófobos.
Mientras plancha el pelo a una adolescente con el desparpajo que le da la práctica, Luana va contando sin pelos en la lengua por qué la mayoría de las transexuales terminan en la prostitución. "Para una 'trans' es más difícil encontrar trabajo, sin profesión mucho más, pero incluso con estudios es muy difícil. Tengo una amiga que trabaja en la Prefectura, pero empezó mucho antes de la transformación y sigue ahí. Pero es muy raro. Una transexual que sale a buscar empleo para vender en una tienda... es casi imposible, muy difícil. Y muchas buscan la calle por causa de eso. Y luego empiezan a vender el cuerpo, terminan drogándose y caen en un agujero". Aunque ella asegura que eso sólo le pasa a las débiles. Ella es fuerte y cuando conoció a su actual compañero salió de las calles y volvió a la peluquería, una profesión que comenzó a aprender cuando tenía 16 años en Belem de Pará, ciudad en la que nació.
Bianca Freira, otra transexual brasileña, conoce muy bien el mundo de la noche y aunque sabe que "hay violencia en todas partes" siente que las calles por muy duras que sean "le han dado un trabajo, una profesión". Ya se prostituía en su tierra, en el estado de Pará, por eso cuando se mudó a la gran ciudad no hubo muchos cambios. "Ya vas para São Paulo o para otros lugares sabiendo lo que va a pasar en la noche. Te encuentras muchas cosas, pero intentas evitar algunas"; y ante los insultos o la discriminación tiene una respuesta sencilla: "Levanto la cabeza y sigo hacia delante", explica tras unas gafas de sol enormes.
A Luana, la peluquería -que atiende tanto a hombre como a mujeres; a homosexuales, transexuales y heterosexuales- le ha dado una oportunidad para cambiar de vida. Sin embargo, ella asegura que "discriminación siempre tienes. Yo tengo una página en Facebook para promocionarme como peluquera y ahí las personas ven a una mujer. Cuando llegan aquí y ven a una 'trans' se quedan sorprendidos al principio. Yo noté mucho el cambio cuando me transformé. Tú percibes la diferencia con la que te ven los demás en la forma en la que te miran, en cómo te hablan. [...] No sé si es miedo a alguna cosa, o de que algún marido se quede mirándonos... No lo sé. Pero después cuando la persona ya te conoce todo es diferente, es más fácil".
Para el antropólogo y fundador de GGB, Luiz Mott, este país "tiene un lado de color rosa que es representado por los 'Orgullo Gay', tiene más 200 y se celebra el más grande del mundo; tiene la mayor asociación LGBT (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales) de América Latina; aprobó el matrimonio homoafectivo; o sea, conquistó muchos avances, pero también tiene un lado de color rojo sangre, que son todos estos asesinatos".
Un salario, una oportunidad
El Gobierno ha dado pasos para mejorar la situación de estos colectivos. En abril del año pasado, garantizaba la protección de homosexuales y transexuales en sus cárceles a través de una resolución que daba la oportunidad de un espacio reservado en las prisiones masculinas para los gais y la opción de trasladar a los travestis a las femeninas. En São Paulo, la Prefectura de la ciudad está tomando medidas que permitan garantizar el bienestar de los más amenazados. Este mismo mes, aprobó un salario mínimo mensual de 788 reales (más de 250 euros) para que los transexuales de la capital vuelvan a estudiar y se matriculen en cursos de formación profesional. Además, ahora estos alumnos podrán ser llamados por su nombre social en las escuelas, como ya se aprobó en los trabajos de la Administración Pública en 2010.
Sin embargo, Mott considera insuficiente la actuación política. "Además de la homofobia cultural, sufrimos la homofobia gubernamental de la actual presidenta (Dilma Rousseff) -llamada de Dilmofóbica en las listas de LGBT y abucheada de norte a sur en el Orgullo gay- que vetó el kit antihomofobia, que debería haber educado a más de seis millones de jóvenes en el respeto a la diversidad sexual". El problema de la violencia contra ellos pasa por "cuatro soluciones urgentes: educación sexual para enseñar a los jóvenes y a la población en general el respeto por los derechos humanos de los homosexuales; aprobación de leyes afirmativas que garanticen la plena ciudadanía de la población LGBT, equiparando la homofobia y transfobia a los crímenes de racismo; exigir que la policía y la justicia investiguen y castiguen con toda severidad los crímenes homo/transfóbicos; y finalmente que los propios gais, lesbianas y transexuales eviten situaciones de riesgo, no llevando desconocidos para casa y pactando previamente todos los detalles de la relación".
Cuenta Luana que en Brasil la sanidad pública cubre el cambio de sexo y atiende al paciente en un proceso que suele durar años y que va desde el tratamiento hormonal hasta las entradas al quirófano pasando por el tratamiento psiquiátrico. "Brasil es muy liberal para algunas cosas, pero sigue lleno de prejuicios", afirma mientras despide a una cliente y recibe a otra. Agarra el cepillo y la plancha con tanta fuerza que sus grandes manos adornadas con anillos revelan la masculinidad superviviente. "Aquí en el barrio ya has visto cómo funciona: todo el mundo se mueve con tranquilidad y normalidad, pero tienes barrios de la ciudad, más alejados, donde yo viví, que tiene a esas personas que quieren pegar a los gais, sí, los skin head. Entonces, al final el centro de la ciudad funciona como un gueto. En otros lugares no puedes andar mostrándote". Y todavía en Brasil mostrarse en el lugar equivocado puede ser, como en el caso de Piu, mortal.
La bailarina habría sido un número más en las estadísticas -desde su muerte han asesinado a otras cuatro- si no fuera porque formaba parte de una de las escuelas de samba más importantes - Beija-Flor ha ganado 12 veces la competición que se celebra en el sambódromo- y porque el crimen se ha cometido cuando el Carnaval está a punto de dar su pistoletazo de salida. Algunos de los miembros del gran grupo carnavalesco decidieron pedir justicia para Piu durante los últimos ensayos técnicos sumando a los impresionantes trajes una pulsera negra. Con este gesto, llegaba a la fiesta más famosa de Brasil uno de sus problemas más desconocidos.
"Ya pegué un carrerón. ¿Sabes lo qué es? Cuando te persiguen varias personas con un palo para pegarte una paliza. Menos mal que me ayudaron y me salvé. Otras veces, no me quisieron pagar o me robaron. Pero bueno, dificultades que ya superé; la vida no son sólo flores, también tiene espinas". Habla Luana Soares -nombre social, porque el otro, el de nacimiento, no lo usa ya-, una transexual de casi dos metros de altura pero con una feminidad que a veces hace olvidar al que la mira que nació hombre hace casi 42 años.
Luana trabaja en una peluquería en el centro de São Paulo, muy cerca de la Praça da República, donde otras transexuales ejercen la prostitución durante el día y la noche. Para ella, que también "hizo la calle" hace mucho tiempo, los malos tratos que recibió tuvieron más que ver "con esa parte podrida que tiene la noche y la calle" que con su condición sexual. Sin embargo, las cifras reflejan otra realidad. Según el último informe del Grupo Gay de Bahía (GGB) -el más antiguo del país-, en 2014 fueron documentadas 326 muertes de gais, lesbianas y transexuales en Brasil, lo que supone un asesinato cada 27 horas.
La prostitución como única salida
No sólo los números resultan escalofriantes, el 50% de los casos de personas transexuales asesinadas en el mundo ocurren en Brasil, sino también la forma en la que son asesinados. Piu sufrió todo tipo de torturas mientras sus verdugos lo grababan en un vídeo que después compartieron en las redes sociales. La policía asegura que está estudiando esas imágenes, mientras los colectivos transexuales continúan luchando. En São Paulo -donde muchos llegan no sólo por ser la ciudad con más oportunidades del país sino por ser también de las más liberales y tolerantes- este mismo sábado se celebraba un bloco de carnaval por sus derechos. Muchos gais y transexuales llegan de otros estados con el sueño de encontrar un lugar entre tanta diversidad. Sin embargo, tampoco es fácil en la capital paulista, en donde en 2014 se cometieron el mayor número de crímenes homófobos.
Mientras plancha el pelo a una adolescente con el desparpajo que le da la práctica, Luana va contando sin pelos en la lengua por qué la mayoría de las transexuales terminan en la prostitución. "Para una 'trans' es más difícil encontrar trabajo, sin profesión mucho más, pero incluso con estudios es muy difícil. Tengo una amiga que trabaja en la Prefectura, pero empezó mucho antes de la transformación y sigue ahí. Pero es muy raro. Una transexual que sale a buscar empleo para vender en una tienda... es casi imposible, muy difícil. Y muchas buscan la calle por causa de eso. Y luego empiezan a vender el cuerpo, terminan drogándose y caen en un agujero". Aunque ella asegura que eso sólo le pasa a las débiles. Ella es fuerte y cuando conoció a su actual compañero salió de las calles y volvió a la peluquería, una profesión que comenzó a aprender cuando tenía 16 años en Belem de Pará, ciudad en la que nació.
Bianca Freira, otra transexual brasileña, conoce muy bien el mundo de la noche y aunque sabe que "hay violencia en todas partes" siente que las calles por muy duras que sean "le han dado un trabajo, una profesión". Ya se prostituía en su tierra, en el estado de Pará, por eso cuando se mudó a la gran ciudad no hubo muchos cambios. "Ya vas para São Paulo o para otros lugares sabiendo lo que va a pasar en la noche. Te encuentras muchas cosas, pero intentas evitar algunas"; y ante los insultos o la discriminación tiene una respuesta sencilla: "Levanto la cabeza y sigo hacia delante", explica tras unas gafas de sol enormes.
A Luana, la peluquería -que atiende tanto a hombre como a mujeres; a homosexuales, transexuales y heterosexuales- le ha dado una oportunidad para cambiar de vida. Sin embargo, ella asegura que "discriminación siempre tienes. Yo tengo una página en Facebook para promocionarme como peluquera y ahí las personas ven a una mujer. Cuando llegan aquí y ven a una 'trans' se quedan sorprendidos al principio. Yo noté mucho el cambio cuando me transformé. Tú percibes la diferencia con la que te ven los demás en la forma en la que te miran, en cómo te hablan. [...] No sé si es miedo a alguna cosa, o de que algún marido se quede mirándonos... No lo sé. Pero después cuando la persona ya te conoce todo es diferente, es más fácil".
Para el antropólogo y fundador de GGB, Luiz Mott, este país "tiene un lado de color rosa que es representado por los 'Orgullo Gay', tiene más 200 y se celebra el más grande del mundo; tiene la mayor asociación LGBT (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales) de América Latina; aprobó el matrimonio homoafectivo; o sea, conquistó muchos avances, pero también tiene un lado de color rojo sangre, que son todos estos asesinatos".
Un salario, una oportunidad
El Gobierno ha dado pasos para mejorar la situación de estos colectivos. En abril del año pasado, garantizaba la protección de homosexuales y transexuales en sus cárceles a través de una resolución que daba la oportunidad de un espacio reservado en las prisiones masculinas para los gais y la opción de trasladar a los travestis a las femeninas. En São Paulo, la Prefectura de la ciudad está tomando medidas que permitan garantizar el bienestar de los más amenazados. Este mismo mes, aprobó un salario mínimo mensual de 788 reales (más de 250 euros) para que los transexuales de la capital vuelvan a estudiar y se matriculen en cursos de formación profesional. Además, ahora estos alumnos podrán ser llamados por su nombre social en las escuelas, como ya se aprobó en los trabajos de la Administración Pública en 2010.
Sin embargo, Mott considera insuficiente la actuación política. "Además de la homofobia cultural, sufrimos la homofobia gubernamental de la actual presidenta (Dilma Rousseff) -llamada de Dilmofóbica en las listas de LGBT y abucheada de norte a sur en el Orgullo gay- que vetó el kit antihomofobia, que debería haber educado a más de seis millones de jóvenes en el respeto a la diversidad sexual". El problema de la violencia contra ellos pasa por "cuatro soluciones urgentes: educación sexual para enseñar a los jóvenes y a la población en general el respeto por los derechos humanos de los homosexuales; aprobación de leyes afirmativas que garanticen la plena ciudadanía de la población LGBT, equiparando la homofobia y transfobia a los crímenes de racismo; exigir que la policía y la justicia investiguen y castiguen con toda severidad los crímenes homo/transfóbicos; y finalmente que los propios gais, lesbianas y transexuales eviten situaciones de riesgo, no llevando desconocidos para casa y pactando previamente todos los detalles de la relación".
Cuenta Luana que en Brasil la sanidad pública cubre el cambio de sexo y atiende al paciente en un proceso que suele durar años y que va desde el tratamiento hormonal hasta las entradas al quirófano pasando por el tratamiento psiquiátrico. "Brasil es muy liberal para algunas cosas, pero sigue lleno de prejuicios", afirma mientras despide a una cliente y recibe a otra. Agarra el cepillo y la plancha con tanta fuerza que sus grandes manos adornadas con anillos revelan la masculinidad superviviente. "Aquí en el barrio ya has visto cómo funciona: todo el mundo se mueve con tranquilidad y normalidad, pero tienes barrios de la ciudad, más alejados, donde yo viví, que tiene a esas personas que quieren pegar a los gais, sí, los skin head. Entonces, al final el centro de la ciudad funciona como un gueto. En otros lugares no puedes andar mostrándote". Y todavía en Brasil mostrarse en el lugar equivocado puede ser, como en el caso de Piu, mortal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.