Imagen: El Mundo / Eva Pérez |
Que casi ninguna mujer lesbiana sepa que el 26 de abril es el Día de la visibilidad lésbica es la muestra de que, aunque menos, en España también queda camino por recorrer.
Sara Polo | El Mundo, 2019-04-26
https://www.elmundo.es/nosotras/2019/04/26/5cc18f7b21efa0b50e8b45c8.html
Marta Fernández responde al teléfono aún un poco agitada. Acaba de volver de Ucrania y las cosas no han salido como esperaba. Representaba a España en la Europea Lesbian Conference, que este año se celebraba en Kiev, y ha sufrido el acoso de los grupos de ultraderecha y religiosos. Un acoso violento que ha terminado con un policía en el hospital y con ella preguntándose si tiene derecho a hablar de discriminación laboral con la periodista mientras sobre sus compañeras cae una lluvia de piedras.
"Perdóname lo que te voy a decir, pero ahora veo una tontería los problemas que tenemos aquí", reconoce, aunque desde una visión más sosegada es precisamente aquí donde empieza la onda expansiva que puede impactar en los países en los que ni siquiera la legislación protege a quienes se salen del carril cisgénero heterosexual.
Que casi ninguna mujer lesbiana sepa que el 26 de abril es el Día de la visibilidad lésbica es la muestra de que, aunque menos, en España también queda camino por recorrer. También lo es que dos de las directivas dispuestas a "dar la cara" en este periódico se echaran atrás en el último momento. No es tan fácil, nos dicen quienes sí viven su orientación sexual a rostro descubierto. Ni siquiera en los despachos.
Marta Fernández trabajó durante 10 años en consultoría estratégica en varias multinacionales. Sin embargo, su salida del armario más dura fue con ella misma. "Tenía la homofobia interiorizada porque nunca tuve ningún referente", cuenta, "he vivido en muchos países, he tenido muchos grupos de amigas y jamás ninguna mujer me ha dicho: 'Mira, soy lesbiana'. Yo siempre he seguido las normas, ¿cómo me iban a gustar las mujeres?". La historia de Marta es la de miles de españolas -se calcula que un nada desdeñable 10-15%- que cada día llegan a trabajar con una doble carga en su mochila: ser mujeres y lesbianas.
Beneficios empresariales, también económicos
Se da la paradoja de que en España, que tiene una de las legislaciones más avanzadas en cuanto a derechos LGBTI del mundo, las multinacionales extranjeras cuentan con menos políticas de integración. "Nuestras propias organizaciones trabajaban mucho el tema fuera, pero en España nos sentíamos los únicos LGBTi de la oficina", afirma Fernández. Por eso, en 2014 fundó la red profesional LesWorking, destinada a facilitar la salida del armario de las mujeres en el entorno laboral, ocupen el puesto que ocupen. Del lado corporativo, también es codirectora general de la Red Empresarial por la Diversidad y la Inlcusión LGBTI (REDI).
Las empresas empiezan a darse cuenta de que las políticas de igualdad generan beneficios, también literalmente. Un estudio elaborado por Credit Suisse en 2016 que analizaba 270 compañías con políticas LGBT subrayaba, como dato revelador, que casi el 90% de las empresas que aparecen en la lista Fortune 500 desarrollan este tipo de iniciativas, pero sólo en una el CEO es abiertamente homosexual: Tim Cook, de Apple. ¿Casualidad?
En esta amplia investigación se preguntó, además, a los trabajadores LGBTI estadounidenses por su situación y la respuesta fue abrumadora: El 41% de los empleados y el 72% de los directivos siguen dentro del armario. Y eso no es bueno para cuadrar el balance a fin de mes, puesto que un trabajador que esconde su orientación sexual es un 10% menos productivo. Además, y teniendo en cuenta que más del 70% de las decisiones de compra las toman mujeres, es interesante subrayar que casi un cuarto de los consumidores LGBT cambiaría de marca en un producto habitual hacia otra que promueva políticas 'gay friendly'. Quizá por eso ya hay más de 25 multinacionales en REDI.
Vida personal también en la oficina
Para Fernández, el trabajo es "el cole de los mayores". Un cole en el que ser diferente se puede pagar muy caro. "Tengo muchísimas amigas que no hubieran hecho nunca esta entrevista", reconoce Miren Garay, ‘Global Projects Director’ del Grupo Sodexo, y añade: "En muchos eventos de LesWorking hay un alto porcentaje de compañeras que no quieren salir en las fotos". Ella misma se vio en la tesitura de afrontar una reunión con un cliente que la rechazaba abiertamente: "No trabajo con mujeres y menos, con ella".
Salió del armario con sus compañeros de universidad prácticamente en la graduación y reconoce que la cosa ha avanzado, pero poco: "Ahora muchas chicas vuelven al armario cuando empiezan a trabajar". Hace tres años regresó a España tras un tiempo fuera. Durante la celebración del ‘World Pride’, en Madrid, una conversación con la presidenta de su empresa terminó añadiendo un nuevo cargo en su tarjeta de visita:
- ¿Cuántos empleados tiene Sodexo Iberia?
- 6.000.
- ¿Y a cuántas lesbianas conoces?
- A una, a ti.
- Pues tienes un problema.
Miren Garay es ahora Líder LGBTI en su compañía, algo así como "un apóstol de la importancia de la diversidad y la inclusión" que haga perder el miedo a las compañeras que siguen dentro del armario. "Me molesta mucho la excusa de que eso es personal, que a nadie le interesa mi vida privada", dice, "lo que es antinatural es que mis colegas no sepan nada de mi vida".
Y en ocasiones la ocultación da lugar a la mentira o a intrincadas estrategias. "Muchas veces, cuando te relacionas con compañeros terminas hablando en neutro, hablas de 'mi pareja', y la gente lo nota y no terminas de tener relaciones auténticas", explica Maribel Hernández, directora de ‘Employer Branding, Talent and Development’ y abiertamente lesbiana. "Cuentas pero no cuentas", dice. Ella misma tomó la decisión de salir del armario después de años dándole vueltas.
20 años de retraso respecto a los hombres gay
"Todo el mundo quiere sentirse integrado y aceptado, y cuando tienes algo que te hace sentir diferente y que no es tan visible sientes temor a dar el paso", asegura Hernández, que ha visto a amigas volver al armario una y otra vez con cada cambio de empresa. Asegura la fundadora de LesWorking que las mujeres lesbianas están "como los gays hace 20 años". "En la oficina encuentras hombres homosexuales que lo viven abiertamente, pero una lesbiana genera comentarios, chistes, cotilleos que están socialmente aceptados", afirma, "no hay más que buscar 'lesbiana' en Google: los primeros resultados son siempre de porno para hombres heterosexuales".
Esto supone para ellas un doble techo de cristal: son mujeres y, además, lesbianas. "Son frenos añadidos a nuestro desarrollo profesional", confirma Eva Pérez Nanclares, CEO de S&P Legal, que suma otro reto: la maternidad, ella misma es madre de una niña. Según su experiencia, mientras las mujeres reaccionan con serenidad al saber que una compañera -o una jefa- es lesbiana, los hombres se ponen en guardia: "Nos ven como una amenaza".
"Hay una parte, supongo, que tiene que ver con el hecho de que por tu orientación sexual se sienten excluidos de ese sentimiento iniciático de que entre un hombre y una mujer tiene que haber atracción sexual", explica, "y además en entorno profesional muchos los hombres te clasifican en esos términos. La lesbiana se sale de sus cánones y se produce un desajuste". En cualquier caso, la abogada llama a no generalizar: "Muchos hombres lo viven con naturalidad, pero otros muchos no saben qué hacer contigo".
A ella le costó decidirse, pero un día se encontró en los pasillos de un juzgado hablando con un compañero y soltó, de repente: "Mi mujer". "¿Y sabes qué? Que no pasó nada", recuerda ahora. No quiere decir que ese pánico inicial sea infundado. Sí, salir del armario sigue teniendo consecuencias desagradables en algunas empresas: "Es sutil y es muy difícil de probar, pero existe. Sabes por qué está sucediendo pero no puedes demostrar que suceda por eso", confirma Pérez Nanclares.
1.500 mujeres forman ya una red que crece cada día en Lesworking, unas asumen el papel de referentes y abanderan la normalización de la homosexualidad en el trabajo; otras escuchan, en silencio, y cogen fuerzas para recorrer su propio camino hacia la visibilidad. Todo avanza, lento pero seguro, pero ojo, advierten, es importante no parar. "No hay que dar nada por garantizado", apunta Marta Fernández, "todo lo que avanza puede retroceder". La velocidad no le importa, "más lento es también más sólido". Y subraya: "De pequeñita jugaba al ajedrez".
"Perdóname lo que te voy a decir, pero ahora veo una tontería los problemas que tenemos aquí", reconoce, aunque desde una visión más sosegada es precisamente aquí donde empieza la onda expansiva que puede impactar en los países en los que ni siquiera la legislación protege a quienes se salen del carril cisgénero heterosexual.
Que casi ninguna mujer lesbiana sepa que el 26 de abril es el Día de la visibilidad lésbica es la muestra de que, aunque menos, en España también queda camino por recorrer. También lo es que dos de las directivas dispuestas a "dar la cara" en este periódico se echaran atrás en el último momento. No es tan fácil, nos dicen quienes sí viven su orientación sexual a rostro descubierto. Ni siquiera en los despachos.
Marta Fernández trabajó durante 10 años en consultoría estratégica en varias multinacionales. Sin embargo, su salida del armario más dura fue con ella misma. "Tenía la homofobia interiorizada porque nunca tuve ningún referente", cuenta, "he vivido en muchos países, he tenido muchos grupos de amigas y jamás ninguna mujer me ha dicho: 'Mira, soy lesbiana'. Yo siempre he seguido las normas, ¿cómo me iban a gustar las mujeres?". La historia de Marta es la de miles de españolas -se calcula que un nada desdeñable 10-15%- que cada día llegan a trabajar con una doble carga en su mochila: ser mujeres y lesbianas.
Beneficios empresariales, también económicos
Se da la paradoja de que en España, que tiene una de las legislaciones más avanzadas en cuanto a derechos LGBTI del mundo, las multinacionales extranjeras cuentan con menos políticas de integración. "Nuestras propias organizaciones trabajaban mucho el tema fuera, pero en España nos sentíamos los únicos LGBTi de la oficina", afirma Fernández. Por eso, en 2014 fundó la red profesional LesWorking, destinada a facilitar la salida del armario de las mujeres en el entorno laboral, ocupen el puesto que ocupen. Del lado corporativo, también es codirectora general de la Red Empresarial por la Diversidad y la Inlcusión LGBTI (REDI).
Las empresas empiezan a darse cuenta de que las políticas de igualdad generan beneficios, también literalmente. Un estudio elaborado por Credit Suisse en 2016 que analizaba 270 compañías con políticas LGBT subrayaba, como dato revelador, que casi el 90% de las empresas que aparecen en la lista Fortune 500 desarrollan este tipo de iniciativas, pero sólo en una el CEO es abiertamente homosexual: Tim Cook, de Apple. ¿Casualidad?
En esta amplia investigación se preguntó, además, a los trabajadores LGBTI estadounidenses por su situación y la respuesta fue abrumadora: El 41% de los empleados y el 72% de los directivos siguen dentro del armario. Y eso no es bueno para cuadrar el balance a fin de mes, puesto que un trabajador que esconde su orientación sexual es un 10% menos productivo. Además, y teniendo en cuenta que más del 70% de las decisiones de compra las toman mujeres, es interesante subrayar que casi un cuarto de los consumidores LGBT cambiaría de marca en un producto habitual hacia otra que promueva políticas 'gay friendly'. Quizá por eso ya hay más de 25 multinacionales en REDI.
Vida personal también en la oficina
Para Fernández, el trabajo es "el cole de los mayores". Un cole en el que ser diferente se puede pagar muy caro. "Tengo muchísimas amigas que no hubieran hecho nunca esta entrevista", reconoce Miren Garay, ‘Global Projects Director’ del Grupo Sodexo, y añade: "En muchos eventos de LesWorking hay un alto porcentaje de compañeras que no quieren salir en las fotos". Ella misma se vio en la tesitura de afrontar una reunión con un cliente que la rechazaba abiertamente: "No trabajo con mujeres y menos, con ella".
Salió del armario con sus compañeros de universidad prácticamente en la graduación y reconoce que la cosa ha avanzado, pero poco: "Ahora muchas chicas vuelven al armario cuando empiezan a trabajar". Hace tres años regresó a España tras un tiempo fuera. Durante la celebración del ‘World Pride’, en Madrid, una conversación con la presidenta de su empresa terminó añadiendo un nuevo cargo en su tarjeta de visita:
- ¿Cuántos empleados tiene Sodexo Iberia?
- 6.000.
- ¿Y a cuántas lesbianas conoces?
- A una, a ti.
- Pues tienes un problema.
Miren Garay es ahora Líder LGBTI en su compañía, algo así como "un apóstol de la importancia de la diversidad y la inclusión" que haga perder el miedo a las compañeras que siguen dentro del armario. "Me molesta mucho la excusa de que eso es personal, que a nadie le interesa mi vida privada", dice, "lo que es antinatural es que mis colegas no sepan nada de mi vida".
Y en ocasiones la ocultación da lugar a la mentira o a intrincadas estrategias. "Muchas veces, cuando te relacionas con compañeros terminas hablando en neutro, hablas de 'mi pareja', y la gente lo nota y no terminas de tener relaciones auténticas", explica Maribel Hernández, directora de ‘Employer Branding, Talent and Development’ y abiertamente lesbiana. "Cuentas pero no cuentas", dice. Ella misma tomó la decisión de salir del armario después de años dándole vueltas.
20 años de retraso respecto a los hombres gay
"Todo el mundo quiere sentirse integrado y aceptado, y cuando tienes algo que te hace sentir diferente y que no es tan visible sientes temor a dar el paso", asegura Hernández, que ha visto a amigas volver al armario una y otra vez con cada cambio de empresa. Asegura la fundadora de LesWorking que las mujeres lesbianas están "como los gays hace 20 años". "En la oficina encuentras hombres homosexuales que lo viven abiertamente, pero una lesbiana genera comentarios, chistes, cotilleos que están socialmente aceptados", afirma, "no hay más que buscar 'lesbiana' en Google: los primeros resultados son siempre de porno para hombres heterosexuales".
Esto supone para ellas un doble techo de cristal: son mujeres y, además, lesbianas. "Son frenos añadidos a nuestro desarrollo profesional", confirma Eva Pérez Nanclares, CEO de S&P Legal, que suma otro reto: la maternidad, ella misma es madre de una niña. Según su experiencia, mientras las mujeres reaccionan con serenidad al saber que una compañera -o una jefa- es lesbiana, los hombres se ponen en guardia: "Nos ven como una amenaza".
"Hay una parte, supongo, que tiene que ver con el hecho de que por tu orientación sexual se sienten excluidos de ese sentimiento iniciático de que entre un hombre y una mujer tiene que haber atracción sexual", explica, "y además en entorno profesional muchos los hombres te clasifican en esos términos. La lesbiana se sale de sus cánones y se produce un desajuste". En cualquier caso, la abogada llama a no generalizar: "Muchos hombres lo viven con naturalidad, pero otros muchos no saben qué hacer contigo".
A ella le costó decidirse, pero un día se encontró en los pasillos de un juzgado hablando con un compañero y soltó, de repente: "Mi mujer". "¿Y sabes qué? Que no pasó nada", recuerda ahora. No quiere decir que ese pánico inicial sea infundado. Sí, salir del armario sigue teniendo consecuencias desagradables en algunas empresas: "Es sutil y es muy difícil de probar, pero existe. Sabes por qué está sucediendo pero no puedes demostrar que suceda por eso", confirma Pérez Nanclares.
1.500 mujeres forman ya una red que crece cada día en Lesworking, unas asumen el papel de referentes y abanderan la normalización de la homosexualidad en el trabajo; otras escuchan, en silencio, y cogen fuerzas para recorrer su propio camino hacia la visibilidad. Todo avanza, lento pero seguro, pero ojo, advierten, es importante no parar. "No hay que dar nada por garantizado", apunta Marta Fernández, "todo lo que avanza puede retroceder". La velocidad no le importa, "más lento es también más sólido". Y subraya: "De pequeñita jugaba al ajedrez".
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