Imagen: El País |
¿Ray Cappo de Youth of Today con unas Jordan? ¿Henry Rollins posando para Vans? El salto del postureo londinense a la estética 'skater' y 'normcore'.
Kike Marina | Tentaciones, El País, 2017-12-11
https://elpais.com/elpais/2017/12/10/tentaciones/1512935211_355215.html
El nacimiento del punk británico creó una serie de tótems estéticos pero, entre imperdibles, ‘tartanes’ y chaquetas de motero, el único calzado que destacaba eran las botas Doc Martens heredadas de los skins. En Queens, The Ramones habían establecido el patrón clásico de rockero con jeans, chaqueta de cuero y zapatillas (primero Keds, luego Converse, Tretorn, ¡incluso Nike!). Converse eran las elegidas por Sid Vicious, Darby Crash y, saltando un par de generaciones, Kurt Cobain.
En la Costa Oeste de Estados Unidos, el punk de universitarios con tendencias ‘arty’ se dio de bruces con la comunidad surf/skate. Como cuenta Jack Grisham en ‘Tenemos la bomba de neutrones’, “los primeros surfers eran como los punks, gilipollas que siempre se metían en líos”. Era cuestión de tiempo que se encontraran y mezclaran sus influencias.
X actuaban en la fiesta de cumpleaños de Tony Alva, una foto clásica de Minor Threat les muestra en una exhibición del skater Rodney Mullen, la revista ‘Thrasher’ regalaba discos de Bad Religion y Steve Caballero tenía su propio grupo. Estaban condenados a entenderse. Gracias al skate, el hardcore californiano abandonó un estilo punk británico que solo había visto por televisión y comenzó a apropiarse de Vans, camisetas y pantalones cortos. Al fin y al cabo, la vestimenta debía ser útil para la actividad de los conciertos.
El punk trajo el nihilismo, elevó la violencia y multiplicó las drogas. El hardcore, la versión espídica y heredero musical del punk, aceptaba con distintos grados los conciertos entre puñetazos y sangre. Middle Class, uno de los precursores, trataba de excitar a su público para que saltara y calmarlo cuando comenzaba la violencia real, Black Flag se sentían más cómodos entre golpes y Vicious Circle la incentivaba. La violencia que comenzó como pose atrajo a verdaderos violentos, pero las peleas cancelan conciertos y cierran bares.
El hardcore rechazaba la ética punk (o la falta de ella), la tendencia autodestructiva de éste se convertía en mensajes positivos. Algo que comenzó como una crítica al desorden del punk fraguó luego en un compromiso social y político que necesitaba un correlato estético. Ray Cappo, de Youth Of Today, aparece en la portada de su primer álbum con unas Jordan I KO sencillamente porque era el tipo de zapatillas que usaba la gente que le rodeaba.
Y de pronto llegó la imaginería deportiva
Nadie podía sentirse identificado con alguien que pasara demasiado tiempo mirándose al espejo, pero sí con quien parecía un skater salido de Bones Brigade. Luego le seguirán las camisetas de hockey o de skate, hasta conseguir que la imaginería deportiva acabara adentrándose en el hardcore. Sin relación alguna con el deporte, todas aquellas prendas mostraban un intento de normalidad que nada tenía que ver con los orígenes del punk, en una tienda de ropa londinense.
Una parte del hardcore hizo suya esa estética fijándola para siempre como canon a seguir, lo que inició una lucha por tener las mejores zapatillas que ruborizaría a los creadores primigenios. Pero algunas de las bandas originales han tenido problemas con las marcas de zapatillas. En 2005, Nike organizó una gira de sus skaters bajo el nombre ‘Major Threat ‘y con una imagen que recordaba algún siete pulgadas de Minor Threat.
Desde la multinacional lo entendían como un homenaje, pero no parecía buena idea hacerlo con Ian MacKaye, particularmente crítico con la apropiación de cultura underground por parte de las grandes corporaciones. Vans, con más sentido, colocó a Henry Rollins en su campaña de celebración de su cumpleaños. Una difícil relación entre marcas y subculturas en el que hay que ganarse el prestigio antes de lucir en las portadas.
En la Costa Oeste de Estados Unidos, el punk de universitarios con tendencias ‘arty’ se dio de bruces con la comunidad surf/skate. Como cuenta Jack Grisham en ‘Tenemos la bomba de neutrones’, “los primeros surfers eran como los punks, gilipollas que siempre se metían en líos”. Era cuestión de tiempo que se encontraran y mezclaran sus influencias.
X actuaban en la fiesta de cumpleaños de Tony Alva, una foto clásica de Minor Threat les muestra en una exhibición del skater Rodney Mullen, la revista ‘Thrasher’ regalaba discos de Bad Religion y Steve Caballero tenía su propio grupo. Estaban condenados a entenderse. Gracias al skate, el hardcore californiano abandonó un estilo punk británico que solo había visto por televisión y comenzó a apropiarse de Vans, camisetas y pantalones cortos. Al fin y al cabo, la vestimenta debía ser útil para la actividad de los conciertos.
El punk trajo el nihilismo, elevó la violencia y multiplicó las drogas. El hardcore, la versión espídica y heredero musical del punk, aceptaba con distintos grados los conciertos entre puñetazos y sangre. Middle Class, uno de los precursores, trataba de excitar a su público para que saltara y calmarlo cuando comenzaba la violencia real, Black Flag se sentían más cómodos entre golpes y Vicious Circle la incentivaba. La violencia que comenzó como pose atrajo a verdaderos violentos, pero las peleas cancelan conciertos y cierran bares.
El hardcore rechazaba la ética punk (o la falta de ella), la tendencia autodestructiva de éste se convertía en mensajes positivos. Algo que comenzó como una crítica al desorden del punk fraguó luego en un compromiso social y político que necesitaba un correlato estético. Ray Cappo, de Youth Of Today, aparece en la portada de su primer álbum con unas Jordan I KO sencillamente porque era el tipo de zapatillas que usaba la gente que le rodeaba.
Y de pronto llegó la imaginería deportiva
Nadie podía sentirse identificado con alguien que pasara demasiado tiempo mirándose al espejo, pero sí con quien parecía un skater salido de Bones Brigade. Luego le seguirán las camisetas de hockey o de skate, hasta conseguir que la imaginería deportiva acabara adentrándose en el hardcore. Sin relación alguna con el deporte, todas aquellas prendas mostraban un intento de normalidad que nada tenía que ver con los orígenes del punk, en una tienda de ropa londinense.
Una parte del hardcore hizo suya esa estética fijándola para siempre como canon a seguir, lo que inició una lucha por tener las mejores zapatillas que ruborizaría a los creadores primigenios. Pero algunas de las bandas originales han tenido problemas con las marcas de zapatillas. En 2005, Nike organizó una gira de sus skaters bajo el nombre ‘Major Threat ‘y con una imagen que recordaba algún siete pulgadas de Minor Threat.
Desde la multinacional lo entendían como un homenaje, pero no parecía buena idea hacerlo con Ian MacKaye, particularmente crítico con la apropiación de cultura underground por parte de las grandes corporaciones. Vans, con más sentido, colocó a Henry Rollins en su campaña de celebración de su cumpleaños. Una difícil relación entre marcas y subculturas en el que hay que ganarse el prestigio antes de lucir en las portadas.
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