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Gracias a la investigación en medicamentos, la infección por VIH y sida ha dejado de ser una sentencia de muerte en la mayoría de los países.
ABC, 2017-12-28
http://www.abc.es/salud/enfermedades/abci-vihsida-sentencia-muerte-enfermedad-cronica-201712281914_noticia.html
Casi 40 años de que se iniciara la epidemia de VIH y sida en el mundo, la infección ahora ha pasado a ser una enfermedad crónica. En la década de los años 90, la infección por VIH/sida era la primera causa de muerte en la población de 25 a 44 años en España, hasta el punto de que a mediados de aquella década esta patología era la responsable de casi 6.000 defunciones anuales, frente a las 633 contabilizadas en 2015, según datos del Instituto Nacional de Estadística. En aquellos años contraer la infección por VIH suponía prácticamente una sentencia de muerte, sin olvidar que, junto con el pronóstico fatal, los pacientes tenían que padecer el estigma social que llevaba aparejada esta enfermedad.
Sin embargo, dos décadas después, gracias a la eficacia de las nuevas terapias antirretrovirales (que no eliminan la infección pero la controlan y ayudan a prevenir la transmisión del virus), y de otras actuaciones en el plano de la prevención para evitar nuevos contagios, en los países desarrollados se ha convertido en una enfermedad crónica, hasta el punto de que la esperanza de vida de las personas con VIH/sida se acerca cada vez más a la de los seronegativos. En concreto, según un estudio recogido por Phrma, la asociación de la industria farmacéutica innovadora de Estados Unidos, un paciente de 20 años de edad que sea diagnosticado de VIH hoy tiene una esperanza de vida superior a los 70 años, bastante cercana por tanto a la de las personas sanas.
El principal cambio se registró a mediados de los años 90, cuando se comenzó a emplear la Terapia Antirretroviral de Alta Actividad (Targa), que se convirtió en seguida en el tratamiento estándar y ha conseguido que las tasas de mortalidad hayan experimentado un descenso pronunciado y constante desde entonces. En concreto, según datos de la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia), en el periodo entre 1995 y 2013, las tasas de mortalidad cayeron en torno al 90% en numerosos países desarrollados, como España, que experimentó una reducción del 92%, Francia (94%), Estados Unidos (88%), Italia (87%) o Alemania (82%), entre otros.
La aplicación de las nuevas terapias antirretrovirales sigue resultando crítica para los pacientes con VIH, que en su mayoría desarrollan sida en la primera década tras el diagnóstico. En este sentido, según un estudio internacional publicado el pasado año en la revista Public Health, la mayor parte de los pacientes que reciben tratamiento antirretroviral de última generación sobreviven más de diez años tras contraer el sida, frente a los apenas dos años de supervivencia de aquellos que no reciben este tratamiento.
Otro estudio, esta vez publicado en «The Lancet», confirma por qué es importante que los pacientes reciban las últimas terapias disponibles: sus menores efectos secundarios y las mejoras de la adherencia que suponen, entre otros factores, reducen las tasas de mortalidad de los pacientes, hasta el punto de que, entre 1996 y 2010, la esperanza de vida de los pacientes que comenzaron a recibir terapia antirretroviral aumentó en 9 años en el caso de las mujeres y 10 en el de los varones.
Dos décadas de esfuerzos continuados de la industria farmacéutica, que ha desarrollado en este periodo más de una veintena de tratamientos innovadores, cada vez más efectivos, con menores efectos secundarios y administración más sencilla, y por tanto con una mejor adherencia, junto con el intenso trabajo de las autoridades sanitarias, colectivos de pacientes y sociedad en general, han hecho posible que los pacientes no sólo vivan más, sino con mejor calidad de vida, aunque el VIH sigue suponiendo un reto enorme para la salud pública global, ya que el virus sigue infectando a casi 2 millones de personas cada año en el mundo, donde casi 37 millones de personas viven con el virus. Dos terceras partes de los nuevos contagios ocurren en África.
Gracias a estos avances, además, ha sido posible evitar miles de muertes prematuras en todo el mundo. Sólo en Estados Unidos, según estimaciones recogidas por Phrma, desde la introducción de las terapias antirretrovirales combinadas a mediados de los 90 se han evitado 862.000 fallecimientos prematuros y se han ganado 27,7 millones de años de vida.
No obstante, la industria farmacéutica sigue trabajando en el desarrollo de nuevos fármacos contra el VIH/sida, y lo hace en tres vías de investigación: antivirales, vacunas (preventivas o terapéuticas) y terapias génicas. Así, se trabaja en la actualidad en la investigación y desarrollo de un total de 52 nuevos fármacos, que están ya en fase de ensayos clínicos, según los últimos datos de Phrma. De ellos, 32 son antivirales o antirretrovirales, 16 vacunas preventivas o terapéuticas y 4 terapias génicas.
Para Farmaindustria, aunque todavía queda mucho camino por recorrer, los últimos avances terapéuticos y, sobre todo, el conjunto de fármacos prometedores que están actualmente en fase de ensayos clínicos dibujan un escenario esperanzador para los pacientes de VIH de cara a conseguir, en el futuro, una sociedad libre de sida. Mientras la industria farmacéutica sigue centrando sus esfuerzos en lograr más y mejores tratamientos, resulta esencial no bajar la guardia y seguir trabajando de forma conjunta todos los agentes implicados en materia de prevención y concienciación.
Sin embargo, dos décadas después, gracias a la eficacia de las nuevas terapias antirretrovirales (que no eliminan la infección pero la controlan y ayudan a prevenir la transmisión del virus), y de otras actuaciones en el plano de la prevención para evitar nuevos contagios, en los países desarrollados se ha convertido en una enfermedad crónica, hasta el punto de que la esperanza de vida de las personas con VIH/sida se acerca cada vez más a la de los seronegativos. En concreto, según un estudio recogido por Phrma, la asociación de la industria farmacéutica innovadora de Estados Unidos, un paciente de 20 años de edad que sea diagnosticado de VIH hoy tiene una esperanza de vida superior a los 70 años, bastante cercana por tanto a la de las personas sanas.
El principal cambio se registró a mediados de los años 90, cuando se comenzó a emplear la Terapia Antirretroviral de Alta Actividad (Targa), que se convirtió en seguida en el tratamiento estándar y ha conseguido que las tasas de mortalidad hayan experimentado un descenso pronunciado y constante desde entonces. En concreto, según datos de la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia), en el periodo entre 1995 y 2013, las tasas de mortalidad cayeron en torno al 90% en numerosos países desarrollados, como España, que experimentó una reducción del 92%, Francia (94%), Estados Unidos (88%), Italia (87%) o Alemania (82%), entre otros.
La aplicación de las nuevas terapias antirretrovirales sigue resultando crítica para los pacientes con VIH, que en su mayoría desarrollan sida en la primera década tras el diagnóstico. En este sentido, según un estudio internacional publicado el pasado año en la revista Public Health, la mayor parte de los pacientes que reciben tratamiento antirretroviral de última generación sobreviven más de diez años tras contraer el sida, frente a los apenas dos años de supervivencia de aquellos que no reciben este tratamiento.
Otro estudio, esta vez publicado en «The Lancet», confirma por qué es importante que los pacientes reciban las últimas terapias disponibles: sus menores efectos secundarios y las mejoras de la adherencia que suponen, entre otros factores, reducen las tasas de mortalidad de los pacientes, hasta el punto de que, entre 1996 y 2010, la esperanza de vida de los pacientes que comenzaron a recibir terapia antirretroviral aumentó en 9 años en el caso de las mujeres y 10 en el de los varones.
Dos décadas de esfuerzos continuados de la industria farmacéutica, que ha desarrollado en este periodo más de una veintena de tratamientos innovadores, cada vez más efectivos, con menores efectos secundarios y administración más sencilla, y por tanto con una mejor adherencia, junto con el intenso trabajo de las autoridades sanitarias, colectivos de pacientes y sociedad en general, han hecho posible que los pacientes no sólo vivan más, sino con mejor calidad de vida, aunque el VIH sigue suponiendo un reto enorme para la salud pública global, ya que el virus sigue infectando a casi 2 millones de personas cada año en el mundo, donde casi 37 millones de personas viven con el virus. Dos terceras partes de los nuevos contagios ocurren en África.
Gracias a estos avances, además, ha sido posible evitar miles de muertes prematuras en todo el mundo. Sólo en Estados Unidos, según estimaciones recogidas por Phrma, desde la introducción de las terapias antirretrovirales combinadas a mediados de los 90 se han evitado 862.000 fallecimientos prematuros y se han ganado 27,7 millones de años de vida.
No obstante, la industria farmacéutica sigue trabajando en el desarrollo de nuevos fármacos contra el VIH/sida, y lo hace en tres vías de investigación: antivirales, vacunas (preventivas o terapéuticas) y terapias génicas. Así, se trabaja en la actualidad en la investigación y desarrollo de un total de 52 nuevos fármacos, que están ya en fase de ensayos clínicos, según los últimos datos de Phrma. De ellos, 32 son antivirales o antirretrovirales, 16 vacunas preventivas o terapéuticas y 4 terapias génicas.
Para Farmaindustria, aunque todavía queda mucho camino por recorrer, los últimos avances terapéuticos y, sobre todo, el conjunto de fármacos prometedores que están actualmente en fase de ensayos clínicos dibujan un escenario esperanzador para los pacientes de VIH de cara a conseguir, en el futuro, una sociedad libre de sida. Mientras la industria farmacéutica sigue centrando sus esfuerzos en lograr más y mejores tratamientos, resulta esencial no bajar la guardia y seguir trabajando de forma conjunta todos los agentes implicados en materia de prevención y concienciación.
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